CARLOS, A SUS 31 AÑOS, ME HIZO DEGUSTAR SU SEMEN, A MIS SOLO 9 AÑITOS.
¿Por qué un niño de solo 9 añitos de edad, se viste con prendas femeninas y se entrega por completo a los deseos sexuales, de un hombre de 31 años?.
En varias ocasiones, Carlos comentó acerca de su gusto, deseo y necesidad de mantener relaciones sexuales con niños y niñas e inclusive, hizo hincapié en el hecho concreto de haber, inclusive, abusado y violado a “quienes no se dejaban”, motivo por el cual, yo sentía la imperiosa necesidad de satisfacerlo permanentemente y lo hacía por dos motivos fundamentales; el primero, porque lo amaba incondicional y hasta “enfermizamente” y segundo, por temor a que termine abusando o violando a alguno de los chicos o chicas del barrio, con todas las consecuencias que ello tendría.
La forma que encontré para satisfacer por completo a Carlos, la encontré en mi fenomenal gusto, también, por vestirme con prendas femeninas, a raíz de mi condición de “andrógino” (si bien no supe su significado hasta que Casandra, una hermosa travesti, me lo hizo saber, cuando yo tenía unos 16 años de edad) y porque, además, en mi casa no solo me permitían vestirme tal y como una de mis 3 hermanas, sino que inclusive me alentaban a ello.
Precisamente, por escuchar una conversación de mi hermana mayor, acerca de sus salidas nocturnas con su novio, sin llevar puesta “su bombacha” (la llevaba en su cartera o en un bolsillo), para poder “coger en cualquier lugar y cuando tenía ganas de hacerlo”, le dije a Carlos que quería yo hacer exactamente lo mismo, es decir, vestirme con alguna prenda femenina pero sin bombacha.
A Carlos le encantó la propuesta y, una vez en su casa, me puse un hermoso vestido tipo “jumper”, con una medias escolares hasta debajo de la rodilla, pero sin prenda interior; la imagen que me devolvía el espejo no podía ser más alucinante y maravillosa, pero sobre todo el experimentar la sensación de estar “vestida para ser cogida”, ya que, en la intimidad de mi casa, era normal y natural que yo vistiera con la ropa de mis hermanas, pero sin la opción concreta de mantener relaciones sexuales.
“¿Verdad que soy una nena hermosa, Carlos?” – Le dije con una voz súper sensual e insinuadora, mientras me exhibía delante de él.
“¡Sí Marquitos. Sí! ¡Sos una nena preciosa y yo estoy sumamente feliz de tenerte!” – Respondió.
“¡Quiero que me abrace y que me bese, Carlos!” – Exclamé acercándome y ofreciéndome sumisa y pasivamente.
“¡Sí amor! ¡Vení acá que te voy a abrazar y a besar esa boquita de nena, tan linda!” – Volvió a responder.
Otra vez el mismo cuadro alucinante, sublime, maravilloso e indescriptible, de un niño de apenas 9 añitos de edad, vestido de niña y entregado por completo a los deseos, fantasías y necesidades sexuales de un hombre de 31 años, que no terminaba nunca de abrazarme, de toquetearme, de manosearme, pero fundamentalmente, de besarme en boca, suave, tierna y dulcemente al principio, pero fuerte, desaforada y apasionadamente después.
Mientras, en mi condición de niña, estaba siendo sometida, literalmente, por Carlos, empecé a manosear su entrepierna hasta dar con la cremallera de su pantalón y muy lentamente comencé a hurgar hasta dar con esa hermosa zona genital, sintiendo su calor corporal.
“¿Quiere que se la chupe, Carlos?” – Pregunté.
“¡Hay, Marquitos! Sos una mezcla de niño, niña, pero tremendamente puta a la vez y ello me encanta, me fascina” – Susurró el hombre sin dejar de toquetearme la desnudez de mi sobre natural culo.
“¡Tomá mi amor! ¡Comela toda! ¡Hoy te voy a dar lechita para que tomes!” – Exclamó Carlos mientras me ofrecía su delicioso miembro viril.
La “pija” me gustaba, prácticamente, desde que había nacido y aquella era particularmente sabrosa y apetitosa; así que, a pesar de mi poca experiencia, comencé a tocar, acariciar, lamer, besar y chupar esa maravillosa verga, junto con sus dos riquísimos “huevos”.
“¡Ah! ¡Oh! ¡Ah! ¡Qué rico! ¡Seguí chupando así, Marquitos! ¡Dale! ¡Chupá! ¡Chupala toda!” – Exclamó Carlos mientras yo me desvivía por comer toda su entrepierna e intentar brindarle la mayor de las satisfacciones.
“¡Dígame, Carlos, como quiere que se la chupe! ¡Usted enséñeme, Carlos!” – Le dije con una “voz de puta en celo”, impropia para un niño de 9 añitos, pero así me sentía yo en ese momento.
“Agarrala con las dos manos y chupala bien, pero bien fuerte; como si estuvieras haciéndome la paja con la boca” – Exclamó Carlos en un todo muy imperativo.
Yo empecé a chupar como si fuera todo un experto en la materia y debo haberlo hecho muy bien, ya que el hombre comenzó a jadear, a gemir y a dar alaridos de placer.
“¡Seguí Marquitos! ¡Seguí chupando así! ¡Dale! ¡Voy a acabar adentro de tu boca! ¡Te voy a dar lechita para tomar!” – Agregó Carlos e inmediatamente esparció, dentro de mi boca, un abundante chorro de semen.
Era la primera vez que acababan dentro de mi boca; si bien Carlos ya me había pasado algo de su delicioso néctar sobre la comisura de mis labios, era la primera vez en eyacular íntegramente.
“¡No te la tragues todavía, Marquitos! ¡Abrí la boca y mostrame la leche!” – Volvió a exclamar.
Yo entreabrí la boca y le mostré, a Carlos, que aún tenía su leche allí adentro.
“¡Ahora tomala toda!” – Dijo y volvió a agregar una vez más:
“¡Hay, Marquitos! ¡Qué locura es esta! ¡Por favor! Fui el primero en cogerte, el primero en llenarte el culo de leche, el primero en cogerte vestido de nena y ahora el primero de acabar en tu boca y de hacerte tomar toda la leche” – Y finalizó diciendo:
“¡Jamás te vas a olvidar de mí y yo tampoco de vos!”.
Aquello es mucho más que cierto; no se de su parte, porque hace muchos años que no tengo noticia alguna acerca de su vida, pero en lo que a mí respecta, lo llevo permanentemente conmigo y no hay un solo día que no vuelva a mí, todas aquellas insuperables vivencias.
No todo el semen ingresó a mí por medio de mi boca, ya que algunas gotas del delicioso néctar, quedaron esparcidas en mi “jumper rosado” y ello hacía aún más excitante el momento.
Nuevamente, voy a apelar a la imaginación de aquellos quienes gustan de mantener relaciones sexuales con niños, con niñas o, como en mi caso particular, con niños vestidos de niña. Cierren los ojos, por un momento y traten de visualizar ese maravilloso y sublime cuadro, de un hombre de 31 años, esparciendo su semen dentro de un “niño/niña” de solo 9 añitos de edad y enseñándole a tragar por completo el exquisito elixir de la vida misma.
Pero aquello solo había sido el comienzo, ya que aún faltaba que Carlos, penetrase a esa “niña sin bombacha”, pero como aquel hombre y por suerte para mí, tenía gustos, deseos y fantasías por cumplir y por hacer realidad, me dijo:
“¡Vamos al patio trasero! ¡Te voy a coger como vos me contaste que tu hermana coge con su novio!” – Y agregó:
“¡Seguro que cogen a donde les agarra la calentura y la excitación!” Para finalizar diciendo:
“¡Por eso no usa bombacha tu hermana!”
A mí me fascinó la idea y raudamente nos dirigimos al patrio trasero de su casa; la primera sensación no pudo haber sido más placentera, ya que una vez al aire libre, empecé a sentir mi desnudez, debajo del “jumper” y fue super excitante.
Carlos introdujo su mano por debajo de la prenda y empezó a toquetearme el culo, mientras yo adoptada la típica posición estática y de sumisión y entrega absoluta.
A sabiendas del gusto de aquel hombre, por los niños de mi edad, yo quería y deseaba su satisfacción total; quería que él hiciese conmigo “todo lo que le viniera en ganas” y solo estaba dispuesto a ello ¿Porqué un niño de solo 9 añitos de edad, se entregaría por completo a los placeres sexuales de un hombre de 30, sino fuera solamente porque, ese niño, compartía el mismo gozo, placer y satisfacción sexual?
¿Cómo continuó aquello? Carlos, de rodilla en el suelo y frente a mí, abrazándome y besándome en la boca, mientras manoseaba y toqueteaba mi superlativo culazo, hasta que nuevamente y preso de excitación y de “calentura”, me dio vuelta y apoyó su verga ya erecta nuevamente, sobre mis “carnosos cachetes”.
Era más que evidente que la penetración, propiamente dicha, resultaba inminente, pero, para mí, faltaba algo, así que, por solo un instante, abandoné mi actitud de sumisión de total y absoluta entre pasiva y comencé a implorarle:
“¡Chúpeme el culo Carlos! ¡Chúpemelo bien rico como usted sabe! ¡Cómame todo el culo! ¡Dele Carlos! No sabe como me gusta cuando me chupa el culo”.
“¡Si, mi amor, si! ¡Cómo no te lo voy a chupar, mi amor! ¡Si me hacés la persona más feliz del mundo! ¡Te voy a comer todo ese culo!” – Exclamó el hombre e inmediatamente puso su cara sobre mi maravilloso culo.
Otra vez voy a apelar a la imaginación de quienes gustan “de ser Carlos” y de tener, para sí, el increíble culo de un niño, vestido de niña, con su “jumper rosado” y sin bombacha ¿Qué otra cosa le harían? ¡Coméntenme, por favor! Ya que, como yo siempre estuve “en la vereda de enfrente”, no sé que se siente en esos casos.
“¡Qué rico, Carlos! ¡Me encanta como me chupa el culo! ¡Me gusta mucho! ¡Chúpeme más!” – Exclamé, siempre a modo de arenga pero, además, porque ello era realmente lo que yo sentía, lo que yo experimentaba cuando el hombre me comía, literalmente, todo el culo, cogiéndome con su lengua voraz.
“¡Sí, mi amor! ¡Ya sé que a vos te gusta tanto que te chupe el culo! Después de todo, naciste para ser putito; viniste al mundo para ser una puta y que todo el mundo te coja, sino ¿Por qué tendrías semejante culazo? ¿Verdad, mi amor? – Fueron las palabras de Carlos, sin dejar un solo instante de comer, íntegramente, toda mi parte trasera.
Obviamente, falta la culminación de este relato, verdadera historia de mi vida y, como siempre sostengo, ciento por ciento real, pero ello será en otra ocasión y siempre y cuándo, mis estimados y queridos lectores, así lo quisieran, lo desearan y me lo hicieran saber, ya sea a través de votos, comentarios o mensajes a mi correo electrónico.
Besitos a todos.
Soy Marcos-Wanda, del sur de Argentina y mi E-Mail es: [email protected]
Tuviste suerte encontrar un macho que dejara vestir así de niño. Le comprsaciste toda fantasía
Gracias por el comentario y ello es muy cierto. Por suerte para mí y creo que para Carlos también, nos encontramos y pudimos satisfacer todos nuestros deseos, fantasías y necesidades sexuales. Besitos.
Gracias a todos los que, a un solo día de haber sido publicado este relato, me han enviado sus comentarios. Besitos.
Ufff que locura de relato! Me fascinan Carlos y Marquitos!
Muchas gracias por el comentario. La verdad es que, tanto Carlos como yo, mantuvimos una relación sexual de altísimo voltaje, pero, una vez más, tengo que hacer hincapié en que todo ello fue total y absolutamente consensuado. Ninguno de los dos hizo nada que el otro no quisiera y, en mi caso particular, le voy a estar agradecido «de por vida» a Carlos, por todo lo que me dio durante el poco más de un año que duró aquella relación. Por supuesto seguiré escribiendo estas historias de mi vida sexual, todas ellas ciento por ciento reales. Besitos.