Carlos, Anibal y Rafael, mis estudiantes sobresalientes 3
Relato la experiencia que vivi el años pasado, cuando empece a trabajar de maestro en cierta unidad educativa con mis alumnos de ultimo año…
Me llamo Cristóbal, tengo 29 años y muchos de los que me conocen piensan que soy mucho menor, que ando por los 20 recién. Mido 1.70, mi piel es clara, pero no soy blanco, tengo un buen físico; no hago mucho ejercicio, pero por mi trabajo ejecutivo, siempre estuve bien cuidado. En abril se me dio la oportunidad de iniciar a trabajar como maestro.
Luego de haber dado rienda suelta a nuestra calentura e instintos, permanecimos cada uno en su lugar como esperando que el otro reaccione. Finalmente, Rafael se levanta lo más normal, camina al refrigerador, toma dos cervezas, se acerca donde me encuentro y me ofrece una y vuelve a sentarse en su lugar, y empieza a beber y a comentar: Profe, esto estuvo muy bueno, parecía que la verga se me rompía. Sentí desde los huevos cuando salió la leche; quería clavársela más y más en ese hueco apretado.
Estaba hablando, cuando sonó un celular; Rafael supo que era el suyo y lo buscó. Hola, Ma, ¿cómo estás? Sin novedad por acá… Tranquilo todo… típica conversa de madre e hijo. Muy fresco conversando con su madre desnudo en casa ajena, donde había acabado de coger su primer culo. El diálogo fue muy largo, alrededor de unos 30 minutos, por lo que mientras hablaba se me acercó y con su dedo recorrió mi entrada a manera de juego, tomó algo de la leche que estaba saliendo de mi chocho y me penetró. Tuve que cubrirme la boca para callar mi gemido. Empezó a fugar conmigo mientras hablaba con uno y dos dedos; a ratos me dejaba de lado para masturbarse.
Al fin se despide, tira el celular y me dice: «¿quiere que se la meta, profe?». Aun con ganas le respondo: «Sí, claro, su conchita me gustó mucho». No me dejó responder, sino que se acercó y, tomando una de mis piernas en su hombro, guió su verga a mi entrada, recogió la leche que estaba saliendo y presionó un poco como queriendo entrar, pero solo juega. Se ubica en mi entrada y presiona un poco más. Doy un gemido mezclado con dolor. «Qué rico, profe, lo tiene mojadito». Con los ojos cerrados empuja y, poco a poco, nuevamente estaba quedando ensartado de mi macho. «Qué rico, profe, sigue apretadito». Abría la boca en señal de placer, hasta que de nuevo estaba a tope con la verga de mi macho toda dentro.
Con cada segundo que pasaba ibamos de neuvo tomando ritmo, sus embestidas aumentaban en fuerza, mi morbo tambien, viendo a este chico hermoso sosteniendo mi pierna en su hombro, sus caderas moviendose, empujandola toda dentro de mi, disfrutando de mi huequito sin remordimiento, ahora toma ambas piernas y me las abre, le gusta profe mi verga, si me encanta, me la saca toda y a manera de juego empieza a apuntar en mi hueco y metermela toda, repide esto varias veces, cada estocada me hacia estremecer, pero Rafael estaba en su juego, comenta: profe, tiene rosadito el chocho, parece conchita con lo abierto que esta… se levanta de golpe, toma la toalla y me hace girar un poco para que mi culo quede en el filo del mueble, pone la toalla debajo, toma la cerveza y vierte un poco en mi culo, me hizo brincar en vista que estaba helada, tranquilo que le va a encantar lo que le voy a hacer.
Acerca su boca y empieza a pasar su lengua por la cerveza derramada en mi culo. Riega más y hace lo mismo, hasta que llega a mi culo y empieza a penetrarme con la lengua; me arranca gemidos; este machito me estaba dando la mejor comida de culo de mi vida. Su lengua me acariciaba todo, recorría todo mi hoyito; no puedo hacer más que gemir. Solo se separa para verter más cerveza y regresa a chuparla toda. Me sentía en las nubes, por el morbo de ver lo que hacía conmigo. Tomé mis piernas y las pegué completamente a mi pecho; quería estar lo más expuesto a mi macho, a sentir su lengua jugar con mi hoyo.
Después de un buen rato de comerme mi hoyito, se pone de pie, abre sus piernas para bajar a nivel, apunta y me ensarta toda su hombría de un solo empujón. Toma mis piernas y empieza su faena, sin pudor, solo guiado por el placer que le daba mi culo; me embestía sin control, haciéndome sentir cada vez más hembra. Estábamos locos, entregados al placer que nos brindaban nuestros cuerpos; me calentaba mucho tenerlo frente a mí, ver su cara de placer disfrutando de mí. Me dediqué a tocarlo, a pasar mis manos por todo su pecho y abdomen. Que machito había encontrado, detiene su faena y me la deja toda dentro. Qué rico hueco tiene, profe. Se incorpora, me toma de la mano, me acerca a la mesa, me guia a ponerme de pecho sobre ella, dejandome en cuatro practicamente, me hace levantar una pierna en la silla para quedar mas expuesto, nuevamente con su verga busca mi entrada y me la mete de inmediato, empezando a embestirme con todas sus energias poseyendo mi culo nuevamente, llenando la estancia de gemidos de sexo desenfrenado, a pesar de haber ya haber estado cogiendo un buen rato, este machito no tuvo reparo en darme verga sin control por un buen rato de neuvo, estaba sometido a la volunta de mi macho que solo pensaba en disfrutar de mi, sentia que mis piernas se desfallecian, que rico hueco profe, es toda una perra, eran sus expresiones mientras clavava toda su hombria.
Profe, le voy a dar a probar mi leche; quiero que se la coma toda, como toda una puta. Entre gemidos, mi respuesta fue inmediata: «Sí, quiero tu leche, papi, en mi boca». Me la saca de golpe y me toma para que me agache frente a él. Se masturba, casi gritando como toro: «Viene, viene, ahhh, ahh, ahhhh». Grita sin control y estalla tres chorros que terminan casi directamente en mi boca, una buena cantidad, considerando que ya se había corrido una vez. No desperdicio nada; recogí lo que había caído en mi cara y lo llevé a mi boca. Rafael no perdía detalle; aún daba alaridos, sintiendo las últimas punzadas de su orgasmo. Qué puta, se comió toda la leche en serio; cayó sobre unas sillas, nuevamente extasiado, con su mástil latiendo aún entre las piernas, respirando agitado, con el sudor inundando su cuerpo desnudo.
Como toda hembrita recién cogida, me senté en su pierna y le empecé a besar el cuello y a decirle lo macho que era, que me tenía loco su verga. Él, por su parte, acariciaba mi culo como felicitación por el aguante. «Méteme los dedos, papi, para venirme». Así lo hace, me coge con sus dedos, no demoró mucho y me vengo.
Después que nos recuperamos, caímos en cuenta de la hora: ya eran casi las 10 pm. Caímos en cuenta de que no habíamos comido en todo el día, salvo refrigerios, por lo que se nos ocurrió pedir comida a domicilio. Rafael tenía una app ya instalada, por lo que hicimos el pedido y nos tocaba esperar 20 minutos. Decidimos acabar de tomar las cervezas y conversamos un poco más y se nos olvidó que esperábamos el pedido hasta que sonó el celular. Rafael contesta: «Hola, sí, soy la persona que hizo el pedido, ya está en la calle, ok, es la segunda puerta a lo que ingresa el cerramiento. «Ya salgo». Cierra la llamada, se pone de pie y hace el gesto de buscar la puerta, así como está, con la verga al aire. Le increpó: «Joven, ¿no se le olvida algo?». Me voltea a ver, como aún ignorando. Le señalo su verga; recién cae en cuenta. Jueputa, estoy en bolas… De mi parte solo reí, y ahora que me pongo, pues mi short; allá está, lo toma y se lo pone sin demora. Se le marcaba mucho la verga, le digo: «Ponla hacia un lado, ahí se disimula mejor». Así lo hace, toma mi camiseta, que también andaba por allí, y se seca la cara y el pecho un poco como para disimular.
Despues de todo este tiempo el repartidor haba llegado a la puerta, se escucho el timbre, por mi parte como pude me escurri a mi habitacion, por si se le ocurria entrar al dichoso repartidor, desde alli solo escuche el saludo, la entrega, todo normal… algo de un codigo que debia darle y no se mas… al fin sono la puerta cerrando, Sali con una toalla cubrindome, de la cintura para abajo, Rafael tenia una cara de verguenza, por primera vez en toda la noche, me dice, ese man se dio cuenta que estaba cogiendo, te noto la verga, no, no fue necesario eso, no ves, que cosa, me tienes marcado el pecho con las uñas, esta rojo, que vergüenza, se quita el short unica cosa que lo cubria para seguir su libertinaje, que imagine lo que quiera el tipo, pero el te comento algo, no no, no dijo nada, solo puso una cara rara, como que pillo algo, entonces no es nada, ya paso, peor era que le hubieras salido como la verga al aire, como ibas primero, nos reimos de lo que habiamos pasado.
Devoramos todo lo que nos llegó. Para recuperar energías, Rafael se ofreció a lavar los platos, porque en su casa así lo hacía; no me negué en ello, aproveché para recoger un poco las cosas que habíamos tirado. Me puse mi short, en vista de que me estaba invadiendo un poco la vergüenza. Rafael, por su parte, andaba libre, sin problema alguno; me dediqué a disfrutarlo. Quizás no iba a tener más oportunidad de verlo de nuevo así. Mañana se le pasaría la borrachera y se arrepentiría de lo que había hecho.
Apenas terminó su tarea, Rafael entró al baño; supuse que se preparaba para irse. Salió duchado, desnudo igual; me dijo que así estaba mejor, que había sudado mucho. Caminó al refrigerador y sacó más cerveza. Y tomó asiento frente a mí y empezamos una conversación muy entretenida, por lo que se nos fue el tiempo hasta que sonó el teléfono de Rafael de nuevo. —Hola, pa, ¿cómo estás? —Se le notó en la cara que algo pasó y solo dijo—: Sí, ya estoy regresando, salí a dar una vuelta, si estoy cerca, ya llego. —Y se acabó la llamada.
—Jueputa, mi papá está en la casa, se adelantó; él llegaba mañana. Tengo que ir rápido. —Corrió buscando su ropa; estaba poniéndose su uniforme. Mierda, no me puedo poner esto, va a saber que no he ido a casa en todo el día. Agregué, ni el equipo. Debes llegar como si salieras a pasear. Me tocó prestarle ropa. Corrimos al closet y buscamos algo sencillo que se pareciera a ropa que él tuviera. También me tocó ponerme algo para salir a dejarlo; por la hora era difícil el transporte.
Estaba recogiendo su maleta y le increpé: «¿ Qué haces? La maleta se queda, no la puedes llevar. Mañana veremos cómo la etiras». Tomó lo necesario y metió en sus bolsillos, como billetera y teléfono. Salimos corriendo y mientras maneje a su casa, me apunto su número en mi cel para organizar lo de la maleta. Por suerte era cerca; en 15 minutos ya estábamos llegando. Lo dejé al final de la cuadra, como para que llegue a pie. Nos despedimos, no sin antes decirle que no olvide el acuerdo.
Esperé que se alejara y al fin sentí una especie de alivio. Regresé a casa y me encontré con todo tirado, incluidas las pertenencias de Rafael, pero recordé que ya no me había duchado, por lo que decidí hacerlo. Mientras lo hacía, pude ver un pequeño hilo de sangre que escurría por mis piernas, señal de que nuevamente había sido desvirgado. Cai en cuenta de que había tenido una experiencia que muy pocos podrían tener, cogido por un machito de 17, vergón y que le encanta chupar culo.
Salí, me recosté desnudo sobre la cama y quedé dormido profundamente. Había sido un día para recordar siempre y, si era posible, repetir.
Lei los tres relatos de un tirón, recorde mis epocas de maestro y de las cogidas con mis alumnos, segui escribiendo mas que me gustaron muchisimo.