Carlos y Rubén….que rico
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Ernesta.
Me hallaba conversando con un grupo de amigos en la plazoleta cerca de la casa de Carlos, era una excusa que utilizaba para ver las opciones de sexo con mi primo, las risas iban y venían, un montón de chistes y unos jovenzuelos como nosotros riendo demás, de pronto Carlos sale de su casa me mira a lo lejos, unos jeans ajustados, pies descalzados y una polera blanca, se ve delicioso para mí, sale al jardín, solo me observa, de pronto pasa su mano derecha por sobre su paquete, ingresa a su casa y deja la puerta abierta, busco un motivo para abandonar el grupo, el más obvio de todos, ir al baño, “voy donde el Carlos, al baño, ya vuelvo”, obviamente esperaba no volver tan rápido, ingreso a su casa, me siento en un sillón, se acerca hasta mí, me toma la cabeza y me acerco hasta su paquete abultado ya por el deseo, paso la cara, los labios y la lengua, él se deja hacer, me acaricia el cuello, mete una de sus manos dentro de la polera para acariciarme la espalda, siento fluir la necesidad nuestra de culiar, nuestros cuerpos están dispuestos para fundirse una vez más, levanto su polera, paso la lengua por su vientre, me encanta aquella piel blanca, es suave y delicada, lo amo a morir.
De pronto de una de las piezas sale Rubén, mi hermano menor, moreno como yo, un poco más bajo de estatura, de cuerpo más grueso, no es muy atractivo de cara, como yo, pero tiene simpatía lo que siempre le ayuda en sus conquistas amorosas, me asusto al verlo, “no te preocupes” me dice, “quería ver a quien se comía el Carlos y mira la sorpresa, mi hermanita mayor come pico”, no sé qué hacer ni qué decir, mi primo me toma de la mano y me invita hasta su dormitorio, “yo me voy, no lo haré con mi propio hermano” protesto, “no pasa nada, tranquilízate, te estábamos esperando y ya estás aquí”, me toma del brazo con fuerza y aunque me resisto termino en su pieza, sin ninguna muestra de cariño me ordena desnudarme, lo hago, me acuesto boca abajo, el Carlos está desnudo también, me separa las piernas, mete su pene como siempre, sin importarle mi dolor, comienza a moverse rápidamente, trato de no gemir, no gozaba mucho el momento, mi hermano terminaba de quitarse la ropa y observaba con una sonrisa morbosa, me avergonzaba, cerré los ojos y trataba de no hacer demostraciones de placer, mi primo sale de mi culo, “Rubén, te toca”, quiero protestar, me doy vuelta, Carlos se monta sobre mi pecho, me da dos bofetadas, lloro como un niña, trata de calmar la situación, se ha escapado de sus manos, coloca su pene sobre mis labios y de pronto estoy chupando como una loca, me encanta y no puedo evitarlo, demás está decir que aquel hecho era consentir el sexo con mi hermano, luego Carlos me besa en los labios, suavemente, me besa en la cara, “no va a pasar nada linda, veras que te gusta tanto como mi pico”, me volteo, entonces Rubén me monta, su pene es un poco más largo que el de mi primo, pero más delgado, lo mete suavemente, está helado, que extraño, primera vez que siento un pene helado como un trozo de hielo, me gusta, lo siento al máximo, comienza a moverse suavemente, mi hermano no dice nada, no se queja, pero pronto se mueve rápido, comenzamos a disfrutar me quejo y pido más, él gime sobre mi cuello, es muy rico, siento mi poto arder, la calentura ha comenzado a desbordarme también, de pronto para y sale, me lanzo de un salto al piso, me pongo de rodillas y comienzo a chuparles el pico a ambos, son muy ricos sus penes, qué delicia
Carlos me acuesta sobre el suelo, se monta sobre mí y me culea, se mueve muy rápido, es indescriptible lo que siento, mi calentura está al máximo, el Carlos sale de mí, Rubén me toma de la mano y me coloca contra un mueble, apoyo mis manos ahí, separo las piernas y mi culo queda a su altura me lo mete sin contemplaciones esta vez, se mueve rico, guau como lo disfruto, lo saca, me obliga a chupárselo, mi primo me toma de la mano y me lanza sobre la cama, pone mis piernas sobre sus hombros y me penetra, por su altura logra llegar hasta mis labios, nos besamos, movemos nuestras lenguas casi con desesperación, mientras sus movimientos logran llegar al final de mi cueva y producir un gran placer, luego se acuesta en la cama, me coloco boca abajo para chuparle el pico y el Rubén me monta, estoy demasiado caliente, mi hoyo ha sido roto definitivamente, dilatado al máximo, ya no solo espera, también exige que alguno de ellos meta su trozo de carne dura, lo necesito mucho, en estas ocasiones es cuando lamento no tener vagina, que apetecible es la idea de poder ser penetrada por dos inmensos bastones de caramelo, el Carlos me obligaba a chuparle el pico, me lo metía sin miramientos, sin sentimientos de culpa, quería violentarme, hacer sentir su condición de macho dominante y lo estaba logrando, mientras Rubén, mi hermano, se gozaba mi culo de manera imparable, parecía un resorte o un balón rebotando cuando tocaba el final de mi poto, si hubiera podido reventarme las entrañas lo hacía, yo, una puta gratuita
Me sentía en la plenitud, dos pichulas grandes y duras para mí, así estaban porque me deseaban, podrían llamarme maraca o maricón, pero esta maraca, este maricón, los traía locos, este culo de niña en cuerpo de hombre los excitaba hasta el delirio, sentían tan rico como sentía yo, mis parientes no paraban de culearme, se turnaban, un rato cada uno en mi culo o en mi boca, la lujuria podía olerse desde lejos, el sexo nos dominaba a voluntad y dejaba sus rastros en el aire de aquella habitación, yo le pertenecía a Carlos de la manera en que él quisiera, lo que estábamos viviendo lo demostraba, puso a mi hermano en mi cama y en mi poto, se lo agradecía gimiendo, ahogándome con su pene, pidiendo más y más, la vergüenza que sentía al principio se desvaneció, apenas mi hermano termino de meterme su inmenso miembro, ahora no tenía problemas de conciencia, me gustaba mucho, como se movía y tener el pico de mi hombre en la boca me calentaba mucho más, mi primo me tomó la cabeza con brusquedad, casi logra que su pene quede completo dentro de mi boca, entonces eyacula, me ahogo, no me asquea, me encanta su olor, su sabor, lo disfruto inmensamente
Rubén por su parte sigue con sus veloces movimientos, lo siento desesperado, ansioso por terminar pronto con su labor, desahogar su excitación, llega el momento, me muerde la oreja, se queja fuerte y una pequeña cascada se semen inunda mi culo, esto ha sido maravilloso, Carlos, como siempre sale pronto del lugar, Rubén se va con él, los escucho reírse, seguro comentan de mí, deben sentirse los machos más machos del planeta, yo, agotada, tirada en la cama, aún siento como martillean sus picos en mi poto y en mi boca, esta experiencia será difícil de olvidar, tal vez alguna vez se repita, no lo sé, entiendo que la disfruté al máximo y que mi camino va por ahí, cada día más perra, que rico, ofreciendo el culo, esperando al hombre que quiera usarme, disfrutarme, gozarme.
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