Cartas a Damián 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juanitocaminador.
Hola primo:
Qué gran gusto fue verte luego de 5 años y que me presentaras a tu esposa y a esa hermosa bebota que tienen.
Tenés una familia hermosa Dami.
Pero, sinceramente, lo que más me gustó fue volver a sentir tu piel suave y tibia sobre la mía, nuestras pijas besándose y nuestras bocas comiéndose como nunca lo habíamos hecho.
Penetrarte y darte mi lechita me llevó a las nubes, besar de nuevo el lunarcito de tu nalga, sentir tu verga entrando hasta las bolas en mi culito casi desvirgándome nuevamente, me hizo tocar el paraíso.
Cuándo fue la última vez?, te acordás?, teníamos 17 cuando yo decidí que cortáramos porque no quería seguir siendo trolo, me sentía demasiado culpable de no ser "normal".
Cuántas veces nos "despedimos"?, jajaa, muchas, fueron como media docena de culiadas a morir.
De la última no me olvido, no me puedo olvidar, fue exactamente el 14 de junio de 2009, domingo, en la cama de tu vieja.
Habíamos ido a misa y tu vieja y mi vieja se quedaban toda la tarde en la parroquia por no sé qué santo.
Mientras te cogía vos llorabas, yo me hice el macho, pero esa noche en casa, solo en mi cama, moquié a lo loco, en fin.
Y ahora Dami, cómo estamos? con tus 25 años tenés un lomo espectacular y un culazo para cogerlo cada noche, yo menos gordito que antes, pero mis nalgas están rebuenas, no?, vos casado y con una nena, yo, terminando la universidad, soltero y escuchando a cada rato la cantinela de mi vieja que me dice "no voy a estar toda la vida Lucas, tenés que buscarte una chica que te acompañe", y sabés que?, no la busco ni la voy a buscar.
No lo conseguí Dami, alguna vez lo tendré que asumir, las veces que intenté cogerme una mina fue un papelón porque ni se me paró.
Y vos, que no querías dejar ni mi verga ni mi culo, ahí tenés, lo conseguiste, sos un perfecto hetero y padre de familia.
Bueno, después de lo de las otras noches, no tan hetero.
Muchas gracias por la invitación a cenar a tu departamento el sábado, yo llevo el vino.
Si te parece voy sin el auto, así después de la cena, con la excusa de que me tenés que llevar a casa, nos damos una rica culiada en mi cama, ya sabés que mi vieja se acuesta temprano y que el buen oído no fue nunca su virtud, así que no va a escuchar tus gemidos de putita (ni los mios).
Nos debemos una cama, Dami, estas dos culiadas contra la pared con los pantalones bajos fueron súper excitantes, pero quiero volver a tenerte arriba mío y sentir la tibieza de tu pecho sobre mi espalda mientras tu pija me perfora despacito.
Después le decís a tu jermu que pinchaste una goma.
De una forma o de otra, no sabés lo feliz que estoy que hayamos comenzado nuevamente, claro, ahora de trampa, rapidito, sin tiempo para charlar abrazados como hacíamos antes, sin que me pueda pasar media hora mamándotela o que me eches ese tercer polvo de 45 minutos, pero estamos juntos nuevamente, eso no tiene precio.
Entiendo que vos estás limitado.
Yo escribo esto en mi laptop mientras estoy en bolas sentado en mi cama y el vibrador a mínimo clavado en mi culito (desde que me volviste a coger, no puedo parar mi deseo anal), en cambio vos tenés que contestarme desde la PC de tu laburo, a escondidas, tratanto que no te vean, pero te conozco, siempre fuiste muy especial para provocar las situaciones y encontrar la forma.
Si no hubiera sido por tu audacia, si dependía de mi, estos dos encuentros espectaculares que hemos tenido esta semana jamás hubieran sucedido.
Gracias Dami por animarte.
Tenemos muchísimo para contarnos, pero claro, en nuestros encuentros furtivos no vamos a tener tiempo, así que me alegro que comencemos a escribirnos para ponernos al día con nuestras aventuras de estos 8 años.
Yo empiezo.
Después que cortamos, al poco tiempo me lo empecé a coger a Alberto, el hijo de doña Teresa.
Es más puto que una gallina puta, nunca dice que no.
Marcos me hizo el gancho.
A veces lo enfiestábamos entre los dos, a veces lo culiaba solo.
Ya sé, seguro pensás que cogíamos con Marcos, la verdad tiene una verga increíble y un culito hermoso, pero para ellos yo siempre fui un macho rompeculos, nunca supieron que con vos yo era más puta que Albertito.
Después, y seguro que con esto que te cuento te caés de culo, me lo empecé a garchar a tu cuña, siiii, al marido de tu hermana! No sabés cómo le gusta la verga al cordobés! Una tarde pasaba por su casa, nos saludamos como siempre, charlamos un rato en la vereda y me invitó a pasar a tomar mate.
Tu hermana estaba en el laburo.
Charlamos boludeces y de a poco comenzamos a hablar de sexo, de minas por supuesto.
La charla se fue poniendo hot, pero siempre sobre minas (soy bueno para inventar en eso).
En un momento dado, él estaba sentado a mi lado en el sofá, me puso una mano sobre el muslo y me dijo serio:
-Lucas, vos que pensás de los putos?-.
No supe qué responderle, me agarró de sorpresa, pensé: se habrá enterado de algo?, alguien del barrio le contó de nosotros?, me sonrojé y no le contesté, pero él no esperaba una respuesta, estaba embalado y siguió:
-Porque algunos tipos tienen unos culos mejores que los de las minas, no prestaste atención nunca?-.
Seguí sin saber qué decir y sólo medio que asentí con un movimiento de cabeza.
– Y para chupar la pija dicen que son mil veces mejores que las mujeres-.
-Zás, pensé, este hijo de puta de Damián le contó lo bueno que soy mamando (perdoname primo) y ahora me va a pedir que se la chupe.
-Seamos sinceros Lucas, si estás caliente y un puto que está bueno te pide que lo cojas, vos lo harías?-
-Bueno, la verdad, no sé, qué se yo? Puede ser.
, no sé.
– Yo estaba rojo como un tomate, el tipo era casado, y con mi prima! y me estaba levantando!
-Te digo algo Lucas, y te pido que quede entre nosotros-, me dijo levantándose del sillón, parándose frente a mi y apretando más su mano izquierda sobre mi muslo.
-Soy puto y me muero de ganas de que me cojas-.
No contesté.
Su mano derecha fue a mi paquete y lo comenzó a acariciar.
– Dicen que tengo un culito rico, no lo querés probar?
Seguí callado, pero el ejercicio para mantener mi verga dormida empezaba a fallar.
-Mirá Lucas, si querés.
, no puedo mucho.
, pero si me cogés, unos pesitos te puedo dar, si me cogés.
–
La invitación a prostituirme aceleró mi morbo, pelé la verga semi-erecta y le dije: chupala, dale!
Ernesto pasó del deseo avergonzado a la euforia total, se abalanzó sobre mi pija, se arrodilló entre mis piernas y me la empezó a chupar desesperado.
En dos minutos yo ya estaba duro como piedra.
-Vamos a coger, dale.
-Si Luquitas, vamos a mi pieza
-En la cama donde cogés con tu mujer?
-Si, Lucas, me recontra – excita
Entramos al cuarto, Ernesto se quitó todo de la cintura para abajo y se puso en cuatro al borde de la cama.
Yo sólo me bajé la ropa.
Era cierto, tenía un culito hermoso, lampiño, gruesito, parado.
-Dámela en seco, Lucas, no quiero esperar que me dilates-.
Le abrí las cachas, el esfinter rosadito le temblaba de calentura, comencé a pasarle el glande que ya rezumaba preseminal por la rayita para mojarlo un poco.
-Dale, metela!- Querés duro?, pensé, ahí la tenés.
Le di un empujón y de una le clavé media verga, a mi me dolió, a él ni te cuento.
Le di un segundo empujón y se la enterré hasta los huevos.
Gritó de nuevo y medio entre dientes me dijo -me gusta que me duela pero, ay! Lucas, esperá un ratito.
El ratito fue corto, Ernesto comenzó a dilatar y en minutos el mete y saca era furioso, él estaba mojado completamente, su esfínter suave, blandito y tibio, y sus gemidos me ponían a mil, me puse tan loco que con cada pijazo lo levantaba de la cama.
No fue largo, pero fue muy intenso, cuando se la saqué vi el charco de semen entre sus piernas, había acabado sin tocarse sobre las sábanas donde cogía con la esposa.
Descansamos 10 minutos, en los que no paró de jugar con mi pija.
A cada rato me decía, – no sabés hace cuanto te tenía ganas Lucas, de antes de casarme- Comenzamos a calentarnos nuevamente.
-Soy tu primer puto, Lucas?- Sonreí.
-No, no sos el primero, pero sos el más puto-
-Ay, no me halagues-, me dijo con un tono de marica que me hizo sonreir nuevamente
-Entonces por qué te hiciste rogar tanto?
-Soy reservado Ernesto, además vos sos el marido de mi prima, es más difícil aceptar.
– Hizo un mohín de desdén, como diciendo "eso qué importa?"
Cuando empecé a sobarle el culito me dijo -esperá-, fue al ropero y de un cajón sacó una tanga de tu hermana, se la puso y vino meneando las nalgas de nuevo a la cama.
Le quedaba bárbara.
Te la hago corta, lo volví a coger corriéndole el hilo de la tanga y él volvió a acabar pero esta vez dentro de la tanga.
No sé como hizo para arreglar el enchastre y la baranda a garcha que dejamos en la pieza!
Tu cuñado se convirtió en mi putita.
Todas las semanas, un día distinto siempre, yo me rateaba a la escuela y el salía del trabajo a la hora del almuerzo, comiámos en una pizzería de Entre Ríos (pagaba siempre él, yo no laburaba todavía) y después íbamos a un telo de la calle Independencia.
Le rompí el culo de todas las maneras que te puedas imaginar, es insaciable el tipo!
Una tarde trajo una botella de licor que no sé quien le había regalado.
No sé qué le puso el hijo de puta, pero me agarraron unas ganas de coger imparables, no podía dejar de cogerlo, le acababa, se la sacaba y a los 5 minutos estaba desesperado por ponérsela de nuevo.
Un turno de dos horas no nos alcanzó y tuvimos que llamar al conserje para que nos dé otras dos.
No sé cuántos polvos le eché, recuerdo que los últimos eran apenas una escupidita de leche, me quedaron los huevos doloridos, el bajo vientre también y la punta de la pija roja como un tomate.
Él acabo cuatro veces, siempre sin tocar.
Cuando ya no pude más me desparramé en la cama, él a mi lado, con una cara de felicidad como nunca vi, como siempre se puso a jugar con mi pija, me la chupó hasta dejarla limpia y luego siguió besándola y acariciándola mientras conversábamos.
Me contó que lo de puto le venía de familia, que ya de chiquito, en la siesta se escapaba de la cama y se iba al desván del fondo a curiosear en silencio.
Una vez vio a su abuelo, que con sus grandes bigotes canosos le chupaba la pija a Venancio, el peón, que luego se sacó los pantalones, mostrando sus grandes nalgas blancas, arrugadas y caídas y que Venancio peló su pija de caballo y la hizo desaparecer en la raja de su abuelo que, a él le parecía, lloraba y le pedía más.
Otra vez vio a su padre cogiéndose al novio de su hermana, su tia, mientras le decía, hijo de puta, si te querés coger a mi hermana te vas a tener que dejar romper el culo, y al tio Antonio que entre gemidos le respondía, cuña, me gusta mil veces más tu pija que la concha de tu hermana.
El tio Antonio luego, cuando él tenía 9, lo desvirgó con su lanza de carne, gorda y larga, como de 20.
-Y ahora-, me dijo e hizo una pausa.
– Ahora le toca el turno a Ernestito, mi hijo.
Hace 15 días entré a casa antes de tiempo, todo en silencio, pero al acercarme al dormitorio de Ernestito escuché unos gemidos, su puerta estaba entreabierta, me asomé despacio, el pibe de al lado, que tiene 15 años, le estaba partiendo el culo y Ernestito entre gemidos le pedía "metémela toda, metémela toda, dame tu leche, dame tu leche".
Tiene 10, buena edad para empezar.
Los dejé tranquilos y me fui a tomar mate a lo de mi suegra.
Te aclaro, nunca me lo cogí a Ernestito, no me meto con menores.
Bueno, si tiene al menos 16 y buen culo, puede ser, pero menos de eso, no.
Sí, ya sé, ya sé, nosotros empezamos antes que Ernestito, pero siempre fue de pibe a pibe, nunca con un mayor.
Por favor Dami, lo que te conté de tu cuñado y tu sobrino que quede entre nosotros, no quiero que se arme quilombo.
Hasta el sábado primito, y preparate porque te voy a secar los huevos y te voy a hacer rebalsar el culito.
Besos en el lunarcito de la nalguita derecha.
Tu primo que te quiere.
Lucas.
PD.
– nunca le cobré, siempre fue "por amor", jeje.
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