Cartas a Damián 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juanitocaminador.
Hola primito:
Wow, qué sábado me hiciste pasar!
Siempre supe que eras audaz, pero ahora no creo que seas audaz, estás loquito! Me inundaste de adrenalina! Que cuando tu mujer fuera al baño pelaras la pija y me la hicieras mamar, vaya y pase, pero que cuando fuera a dormir a tu hija me llevaras a la cocina y me puertearas el culito!, bue puertear dijiste, pero me metiste al menos la mitad de tu pija, que no es chica, y en seco! Yo contra la pared con los pantalones al borde de las nalgas, vos sacando por la bragueta, mi cara contra los azulejos, mordiéndome los labios para no gritar de dolor, mis oídos atentos al menor ruido de puertas, wow, no sabés!, mi corazón latía a 250 pulsaciones por minuto, pero mi morbo iba a 10 mil!
Y en el auto!, jajaa!, cuando el de la trafic vio que de entre tus piernas aparecía la cara de un tipo chorreando saliva por la boca en lugar de una mina, abrió los ojos como moneda de dos pesos!
Pero viste?, después en mi casa pagaste las consecuencias.
Estabas tan caliente que fuiste mi putita casi todo el tiempo.
Apenas si pude meterte la mano por debajo del cinturón para encontrar esa carne caliente apretada y húmeda que me enloquece.
En un flash tu ropa estaba en el piso y tu orden perentoria llegaba a mis obedientes orejitas: chupá! Me agarraste de la cabeza y me empezaste a coger con tal fuerza que te tuve que parar para poder saborearte y gozar de tu verga.
Y no me duraste, en dos minutos me estabas llenando la boca de leche, el primer trallazo ni lo sentí, fue directo a la garganta, el resto siiiiiii, qué rico Dami, no sabés lo que lo extrañaba!
Y después, loco que sos, necesitabas más y te pusiste en cuatro en la cama y de nuevo me ordenaste y de nuevo obedecí: cogeme, dale! La saliva para tu hoyito salió mezclada con tu lechita, te lubriqué con tu propio semen, primito.
Ya no estás tan cerradito como antes, Dami, pero igual, primo, no hay bocado más exquisito que tu culito.
Pero tampoco me duraste, en 10 minutos me estabas enchastrando las sábanas con tu segundo orgasmo.
Viste que tanto morbo te perjudica Dami? Claro, lo que yo no te dije es que esa tarde me hice tres pajas, la última con el vibrador en el culo, para aguantarte más tiempo y gozarte más.
Vos seguro que en cambio ni te cogiste a tu mujer para tener más leche para mi, jeje.
Lo de después fue glorioso, verte de nuevo boca abajo en mi cama, volver a besar cada milímetro de tu culito, incluido como lo decís vos, a tu Sauron y sentir la tibieza de tu espalda en mi pecho y la suave forma de tus nalgas en mi pubis fue lo máximo.
7 años primo, 7 años sin estar dentro de tu cuevita tibia, sin sentir tu piel, qué boludo que fui, primo, qué boludoooo!
Lástima que te empezaste a poner nervioso porque se te hacía tarde, no te hagas problemas, te entiendo, el polvito te lo debo para la próxima.
Vos sabés de mi morbo por los culos primo, las horas que me debí haber pasado recostado sobre tus nalgas o simplemente mirándotelas o besándotelas.
Por eso te quiero contar de Martín, el primero fuera del barrio que me cogí.
Era un compañero de la Facultad, más alto que yo, como de 1.
80, tirando a flaco pero no demasiado, ojos claros, piel blanquísima, como vos.
Martín tenía un cuerpo raro.
Viste que los hombres somos estrechos de cadera y por eso siempre tenemos el culo más chico que las mujeres? Martín no, Martín tiene caderas anchas, no como mina pero se notan, te imaginás que eso le hace un culo grande y diferente al culo de un tipo.
Además, cosa rara en un flaco, Martín tiene tetitas, sí, ya sé, yo también y vos te encargás de mamármelas hasta dejármelas rojas, pero yo siempre fui gordito (y puto) y Martín es delgado, es raro.
Cuando lo conocí, y disimuladamente lo miré de arriba a abajo, me hice a la idea que debía o debió tener algún desfasaje hormonal leve que le dieron ese toque ligeramente femenino a su cuerpo de hombre.
Sus modales no eran de marica, pero a veces se le notaba algo, se le caía una sota de la mano y se le sentía un levísimo aroma a puto, yo pensaba que por ahí eran boludeces mías que busco putos en todos lados, pero algo había.
Extrovertido, charlatán, muy ordenado, muy organizado, vestía siempre formal ya que de la oficina venía a la Universidad: camisa clara lisa con corbata floja, saco oscuro en el hombro y pantalones amplios de vestir.
No se le notaba el culo, pero yo igual trataba de adivinárselo en cada pliegue y en cada movimiento de sus nalgas.
Por lo que sucedió después creo que en algún momento se dio cuenta que mis miradas eran especiales.
La novia, por fotos al menos, era una rubia de cabellera enrulada que estaba bien por donde la vieras.
Era febrero y se venían los finales.
Un compa casado nos invitó a estudiar un sábado en su casa.
Como la familia estaba en la costa teníamos la casa sola para nosotros.
Una hermosa casa en Ezeiza, con parque y pileta.
Allí fuimos Martín y yo.
Nos pasamos la mañana al borde de la pileta, en las reposeras, entre libracos y apuntes, discutiendo sobre leyes de física y abstrusos teoremas.
Los tres muy normalitos: shorts y unas camisetas que volaron apenas el sol comenzó a joder.
El dueño de casa a eso de las 11 prendió el fuego y se fue a la carnicería a buscar las entrañitas que había encargado.
Con Martín seguimos conversando de los temas del parcial.
Se quedó callado un rato, me miró con una seriedad extraña, luego me dijo:
-Che, ya estoy medio cansado y no doy más del calor, me voy a pegar un chapuzón.
Dejó los libros sobre la reposera, se paró de espaldas a mi y con toda parsimonia se quitó el short.
El slip se le había metido un poco en la raja, así que en esa primer vista de su orto me pareció que tenía puesta una tanga, no pude evitar que mi pija diera un cabezaso.
Después tranquilamente se quitó el short y me mostró su culazo en toda su belleza, ancho como sus caderas, generoso en carnes, una omega insinuante, de un blanco nacarado, sin un solo pelito, mmmm, No era el culo de un macho ni de una mina, de sólo recordarlo me excito.
Martín con total desparpajo caminó hasta su mochila, guardó su slip y regresó a buscar su short, pude ver su pija, era chiquita, no más de 10 cm, delgada.
Se puso el short muy despacito, como para tentarme más y me dijo "vamos?".
Ay, Dami!, recordé tus "vamos?", que siempre querían decir "vamos a coger?", pero por desgracia Martín sólo me invitaba a entrar con él a la pileta.
No pude ir, mi pija estaba dura como piedra y la disimulaba flexionando las rodillas y poniéndome un libraco sobre la panza, cómo me excitaba ese culazo! Nada pasó ese día, pero creo que él se dio cuenta de mi erección (o tal vez no pude disimular y vio mis ojos desorbitados y mi cara de lujuria).
Su pijín terminó de convencerme de su desquilibrio hormonal, caderas anchas, tetitas, pija chica.
Igual una cosa era ser andrógino y una muy distinta ser puto.
Se había puesto en bolas para excitarme o era la actitud normal de un macho que no siente verguenza de andar en bolas delante de otro macho?, eso es habitual en los pijudos, pero con su pijín a mi me daría cosa que otro tipo me la viera.
Sería por eso que trató siempre de mostrarme el culo? Mi putez y mi deseo me estaban jugando una mala pasada?, trataba de levantármelo o sólo dejaba a Martín como un actor asiduo de mis pajas? Qué jodido es ser puto, che!
En los finales nos fue bien a los tres.
Las clases comenzaron.
Martín en los descansos comenzó a invitarme a tomar café en el buffet del subsuelo, que era mucho más tranquilo.
No había ocasión en que no terminara hablando de su novia, de lo pesada que era, de sus exigencias, que no entendía que la Universidad le llevaba tiempo, de los compromisos sociales uno tras otro en que lo metía, en fin, de que no era feliz con su pareja.
En una de esas charlas, entre lo repetido del tema y el cansancio, comencé a bostezar.
-Qué te pasa Lucas, estás cansado?
-Y, si Martín, con esto de los finales de febrero, hace como dos años que no me voy de vacaciones.
-Y a donde te gustaría ir?
Le dije lo primero que se me pasó por la cabeza.
-Mendoza.
Al tiro me dijo que le encantaba Mendoza, que el también esta agotado y me propuso que nos fuéramos juntos una semana a Mendoza, yo descansaba de los exámene y él de la novia.
Lo pensé, por qué no? Las clases recién empezaban, me sobraban unos cuantos días de vacaciones en el trabajo y por ahí, quién sabe?, hasta por ahí me lo cogía.
Acepté.
Él se encargó de todo.
Acordamos la fecha y Martincito reservó pasajes, hotel y excursiones.
Llegamos un domingo a la noche, el hotel era un apart cómodo y muy bien ubicado, teníamos un cuarto con cama grande y baño en suite, otro más pequeño con dos camas y un estar-comedor-kichinette amplio.
Por lógica dejamos nuestras cosas en la habitación pequeña pero como la grande tenía un gran televisor y el baño era el mejor, nos instalamos sobre la cama queen.
Me quedé en slip, me senté contra el respaldo de la cama y encendí la tele.
En seguida Martín me dijo que se sentía pegajoso por el viaje y que se iba a bañar.
Como la vez anterior en la piscina, se puso completamente en bolas delante mio y comenzó a prepararse para el baño, su pijín se movía de un lado a otro y la inmensa luna blanca de su culo atraía mis pupilas como imán, el amigazo entre mis piernas me iba a jugar una mala pasada, mi morbo por su culazo estaba a mil.
Como frente a la piscina, flexioné las piernas para que no viera los cabezasos de mi pija.
Cuando al fin entró al baño pensé, o me lo cojo o me la corto.
Entre el murmullo de la ducha y el ruido del televisor me fui quedando adormilado.
Me despertó su "holaa", miré hacia el baño, Martín estaba en la puerta apoyado contra el marco, sonriente, sensual, con un gran toallón blanco atado por arriba de sus cintura, sus pechitos parados resaltaban, su cintura quebrada aumentaba la curvatura de su deseadísima cadera.
Vino hacia la cama y se sentó a mi lado; con el toallón abierto por delante se veía su pijita dormida y el delicioso comienzo de sus muslos, sus pendejos eran claros y escasos, nada que ver Dami, nosotros tenemos un bosque oscuro y tupido con dos hermosos y gruesos árboles, Martincito apenas tiene una plantita en un maceta.
-Qué estás viendo? Querés que conecte mi laptop y miramos una peli?- Tenía ganas de decirle la verdad, que estaba mirando su pija y soñando con su culo, pero seguí haciéndome el boludo.
-Bueno, dale.
Eligió bien.
Con una sonrisa cómplice regresó a la cama, en la pantalla de 42 apareció una rubia culona y dos machos de hermosas pijas, gruesas, rectas, de bellísimos glandes.
Después de las boludeces de siempre de las porno, comenzaron a cogerse a la rubia por el culo, los primeros planos de la verga entrando y saliendo del esfínter estaban maravillosos, mi pija se puso a mil, entre el hijo de puta calentándome al lado y la peli, todo mi cuerpo pedía guerra.
No pude más, estiré las piernas, me saqué el slip y empecé a tocarme.
-Wow qué herramienta Lucas!- se quitó la toalla, su pijita también estaba dura.
-Se la meterías a esa mina por el culo?
-Y qué te parece Martín?, con lo caliente que me puso si te agachás te ensarto.
Jajaa, los dos reimos, en mi caso al menos fue la risa más falsa de mi vida.
Terminó la peli como siempre terminan las porno, los dos tipos masturbándose y acabando sobre las tetas y la cara de la mina.
-Bueno me voy a dormir!- me dijo Martín, mientras en cuatro patas como gata caminaba hasta los pies de la cama, mostrándome su culazo que ya me estaba cortando la respiración.
Bajó de la cama y se fue al dormitorio chico.
Qué hago?, pensaba, lo violo o me encierro en el baño a hacerme media docena de pajas? Una insinuación detrás de otra, pero y si lo hace porque así son los andróginos nomás? Me puse el slip, puse un canal cualquiera y la pija se fue bajando.
Cuando estuve presentable fui al dormitorio.
Martín se habia puesto un slip ajustado, por delante su pija ni se notaba, por detrás, mi madre!!!, qué orto por favor! Si se había puesto el calzón, tal vez no quería guerra, mejor me quedaba tranquilo y cuando se durmiera mi iba a pajear al baño.
Estábamos los dos parados en el pasillo entre las dos camas arreglando nuestras cosas, él no paraba de hablar.
-Che que bién que la vamos a pasar.
El hotelito está buenísimo, mañana vamos a las bodegas, el miércoles a la cordillera, el viernes a San Juan.
Qué bueno que hayamos venido los dos solos a Mendoza, y sabés lo que más me encanta de estar tan lejos de casa?-
Me incorporé y me quedé escuchándolo, parado frente a él, en el angosto pasillo.
-Que acá podemos hacer lo que se nos dé la gana y nadie nos va a decir nada, nadie se va a enterar, no es cierto?
Si eso no era una declaración de guerra, las guerras no existían.
No aguanté más, lo agarré con las dos manos de la cabeza y le zampé un beso como para romperle la boca.
Me lo sostuvo unos segundos, luego me apartó tomándome de los hombros, me miró con ojos desorbitados.
-Pará Lucas, pará, qué hacés??, yo no me esperaba esto.
yo.
yo no.
– Hizo un silencio.
Me agarró de la cabeza y me correspondió el beso con la misma pasión del mio.
Chau!, me lo cogía! Nuestras lenguas se cruzaron, nuestros labios besaron, sobaron, mordieron, buscamos como mantis comernos mutuamente.
Bajé a sus ricas tetas y comencé a mordisquearle los pezones mientras mis manos corrían por su espalda y le quitaban el slip.
Mis manos por fín apretaron y sobaron las increíbles fuentes de mi lujuria, ahhh, al fin serían mías.
Lo tomé de los hombros y lo hice agachar.
Ordené, como vos me hacés, chupá!
Martín se quedó mirando mi pija con ojos asustados, abrió los labios y se puso dentro mi glande, luego los volvió a abrir y se metió un pedazo de pija, comenzó un va y viene casi sin rozármela, la sacó de su boca, la besó y volvió a tragar mi glande.
Qué hace este boludo?, pensé.
Le tomé la mano y se la llevé a la base de mi pija, Martín me miraba y miraba la pija, se la hice apretar y le hice bajar el prepucio para descubrir mi glande.
Sosteníendole la mano, le dije, chupalo y apretalo, obedeció.
Su expresión cambió, su mirada se llenó de lujuria, empezó a chupar rápido el palo, sacó la mano y trató de engullirla toda, sentí la arcada.
Lo hice subir y lo llevé de la mano hasta la cama grande, lo acosté y me puse arriba de él.
Lo besé con intensidad, su boca, su cuello, sus orejas, comenzó a gemir.
Sus tetas lindas pajearon mi verga y luego se las lamí y lamí mi preseminal sobre su piel, se las apreté, se las mordí y seguí bajando.
Llegué a la macetita y me tragué toda su pija, lo masturbé, lo chupé a full una y otra vez hasta la raíz.
Lo di vuelta.
-Esperá, esperá-, me dijo con cara de terror.
-Que pasa, no querés que te coja?-, le pregunté amoscado.
A esa altura si me decía que no, lo violaba.
-Es que soy virgen-
Sonreí
-No me creés? –
– No-
-Mirá mi pija miserable y mi culo gigante Lucas, nací para puto.
Desde chico me gustaron los hombres, le robaba la ropa a mi hermana y me vestía a escondidas, pero mi familia es súper católica, si se enteraban me rajaban de casa, no me animaba.
Cuando en la facu vi cómo me mirabas, y vi tu cuerpo y tu forma de ser, me encantaste, pensé que con vos iba a poder, te elegí Lucas, por favor creeme.
Armé todo un plan para insinuarme y que te dieras cuenta que soy puto, pero no me animaba a hablarte.
-Está bien, no te hagas problemas, sólo relajate y dejame hacer, si?- Le abrí las nalgas, la verdad, no le entraba ni un alfiler.
Tuve que bajar un cambio.
Yo estaba por clavarlo en seco con lo caliente que estaba y con lo puto que creía que era, pero si era virgen, si me había hecho el honor de elegirme para desvirgarlo, debía tratar de hacer su primera vez lo más dulce posible.
Respiré hondo, dije mentalmente "ommmmm" y comencé a besarle despacito las nalgas.
Le fui lamiendo la rayita desde la espalda bajando despacito hasta los huevos.
Se las abrí y comencé a lamerle las caras internas, despacito, suavecito.
Se las abrí un poco más, para forzar la apertura de su esfínter que seguía más cerrado que bóveda de banco.
Le di el primer toquecito de lengua en el asterisquito, Martincito se sacudió.
Seguí con toquecitos en todo el borde del esfinter, Martincito temblaba ostensiblemente.
Paré, subí a besarlo, le acaricié los hombros y le susurré en la oreja – relajate, amorcito, después de esta noche te vas a sentir diferente, vas a ser feliz, vas a descubrir un mundo nuevo de sensaciones, no vas a querer dejar nunca de coger por el culito Martincito, cerrá los ojos y relajate nene.
Hoy te va a doler un poquito pero vas a ver que después vas a decir que valió la pena pasar por esto.
Me regaló una sonrisa plácida, cerró los ojos y apoyó su mejilla sobre la almohada.
Volví a sus nalgas y comencé a pujar con mi lengua en el inexistente agujerito.
De a poco logré que se abriera un poquito, pude sentir el primer roce tibio de su canalito y sentí en mis oidos el primer dulce gemido que a Martincito le arrancaba su culito.
Me senté a su lado y lo hice sentar sobre mi muslo, medio inclinados, para meterle los dedos mientras lo besaba.
Costó pero encontré la posición justa.
Le hice chupar mi índice y se lo fui entrando despacito, cómo apretaba!, le dije que me iba a fracturas las falanges, y con la risa se relajó un poco y pude enterrale todo el dedo.
Empecé a cogerlo con el dedo.
-Ay, pará pará que tengo que ir al baño.
– Sonreí.
-Es sólo sensación Martín, ya te vas a acostumbrar.
– Segui un rato más, hasta que la cara de molestia de mi andrógino amiguito desapareció.
Fue el momento de mandarle dos dedos
-Ay, me duele, ay, ay!
-Es sólo un ratito, relajate y vas a ver como se te va el dolor.
– De nuevo, seguí revolviéndole a full los dos dedos, empujando sobre las paredes del esfínter hasta que se fue su cara de sufrimiento.
-Llegó el momento, Martín, acostate en el borde de la cama mientras busco el lubricante.
-Traías lubricante, ya sabías que me ibas a coger Lucas?
-Por las dudas Martín, no estaba convencido del todo que fueras pero con las ganas que le tenía a tu culazo, si no te cogía lo usaba par hacer más ricas las pajas.
Le metí el dedo con mucho lubricante y me puse mucho en la verga.
-Toda me la vas a poner?
-Tu culo no merece menos nene, si pudiera te metía hasta las bolas!
Lo puse patitas al hombro y le apoyé el glande.
Le di el primer pujón y dio su primer grito.
No entró ni la punta.
-Relajate Martincito, aflojá tu culito que sinó nos va a doler a los dos, ayudame, hacé fuerza como si quisieras hacer caca.
Martincito respiró hondo y siguió mis instrucciones.
Le di el segundo empujón, grito desgarrador, pero mi glande se clavó en su esfínter.
Venía lo peor, había que recorrer el canalito y derrotar por primera vez su esfínter interno, esto iba a ser una tortura para un culito tan cerrado.
Se la saqué, no le dije nada para no asustarlo, pero mi glande tenía rastros de sangre, le llené el oyito con lubricante, con el dedo lo hice desagotar en el recto y se lo volví a llenar con lubricante.
Se la enterré de nuevo, volvió a gritar.
Paré, tomé aire y le di tremendo empellón, tembló, gritó, lloró, pero ya mi glande sentía el vacío de su recto mientras su esfínter rígido oprimía el tronco de mi verga como para exprimirlo.
La dejé quieta.
-Ya casi está Martincito, te rompí la telita, ya no sos virgen.
– Lo acaricié, le sequé las lágrimas.
– Apenas un empujoncito más, si?
-No tengo telita boludo, es un culo, no tiene himen-, me dijo entre lágrimas,- Dale!
-Dentro de un ratito vas a ver como tu culo se hace conchita, aguantá.
Se la clavé hasta el fondo, grito final y un silencio sólo interrumpido por sus jadeos de dolor.
Nos miramos, le sonreí, tomé su mano y la llevé a su esfínter.
Asombro y euforia, sus dedos tocaban la raiz de mi verga apoyada contra lo que alguna vez era un asterisquito cerrado y ahora era una suave continuidad entre su cuerpo y el mío.
Comencé a acariciarle el pecho y los muslos.
-Cómo te sentís Martincito?
-Como si me hubieras clavado una espada calentada al rojo vivo en el culo, cómo arde!
-Ya no duele?-, -casi, pero me arde mucho, ay!
-Relajate, vas a ver como se te va a pasar.
– Llevé mis caricias a su pene y su pubis, el ardor fue cediendo y su cara de sufrimiento fue tornando en cara de tranquilidad.
-Ya está?
-Si, Luquitas, ya no arde.
-Ya no sos virgen Martincito, tenés 17 cm de verga dentro del culito.
-Ay, Luquitas, no sabés cuánto hace que deseaba esto, cogeme amorcito, cogeme!
Se la saqué unos centímetros y se la volví a poner despacito, ya su esfínter estaba relajándose, mi tronco salía rosado, mejor no apurar, seguí despacio y cortito, Martincito gemía con cada ingreso y me regalaba un "ahhh" con cada egreso, fui subiendo muy despacio el ritmo.
Hice la preguntas boludas de la primera vez?
-Te gusta Martín?
-Me encanta Lucas, no me la saques por favor, cogeme!
-Qué sentís nenito?
-Ahhh, no se, el calor de tu pija, electricidad en el culo, en las bolas, como si estuviera a punto de acabar, no se, no se, pero no me la saques, seguí, cogeme más Lucas, metémela toda.
Aceleré, mis bolas comenzaron a golpetear sus nalgas, su pijita se llenó de preseminal, hice el va y viene más largo, se la sacaba entera y se la enterraba de golpe, ya su culito estaba suave y mojado, ya se había realizado la metamorfosis, ya la conchita de hombre había nacido de su virginal y dulce culito.
Gruesos goterones de semen comenzaron a salir de su pijita, no saltaron por el aire sino que simplemente fluyeron desde el glande por su tronco.
Tomé con mis dedos uno de los charquitos y me lo bebí, suave y delicioso.
Busqué más leche, le bajé más las piernas y llegué a su boca, lo besé y le compartí su semen.
Sin dejar de besarlo aceleré, ya Martín gemía como toda una puta y su fino lenguaje de universitario se había convertido en los pedidos de una ninfómana caliente.
Mi pija creció en él, Martín la sintió y entendió lo que venía, comenzó a gritar "dame tu leche, dame tu leche, preñame Lucas, inundame el culito ya mi amor! Se lo inundé, se llevó las manos a su ombligo con un ahhhh y cerró los ojos.
Se la saqué despacio y le miré el agujero, estaba inmenso, mojado, la sangre mezclada con mi preseminal y los jugos de su recto formaban un bello charco rosado.
Le dije que esa primera leche la tenía que guardar en él, lo di vuelta y le puse un almohada abajo para que el semen anidara bien en él.
Fui a buscar papel higiénico y le limpié el culito hasta no dejarle el menor rastro de sangre, no quería preocuparlo.
Me lavé la verga y me senté a su lado.
Se incorporó un poco y con los ojos cerrados me la comenzó a mamar despacito.
-Gracias Lucas, me hiciste feliz.
– Le acaricié la cabeza.
-Gracias por elegirme Martincito, desde que te conocí que soñaba con tu culito.
-Tanto te gusta?
-Vos sabés que tenés un culazo, Martín.
– Sonrió sensual.
-Me siento diferente Lucas, tu pija me cambió la vida
Entre palabras amables y caricias nos fuimos quedando dormidos.
Él se despertó primero, a mi me despertó el ruido de la ducha y su canturreo, ya no de barítono sino de mezzo soprano, salío del baño meneado la cola y moviéndose como si fuera mina.
-Qué me mirás así?- me dijo con su mejor pose de vedette y meneando su cola infernal.
– con vos ya no tengo que disimular más, puedo ser la señorita que soy en mi cuarto querido!- Sonreí
-Ya sos mi nena, Martin, si querés ponerte tanga y corpiño, hacelo.
-Ahhh, pícaro, me estuviste mirando la valija?
-No Martín, sólo se me ocurrió
-Esta noche amorcito, esta noche.
– Se puso serio
– Luquitas, sabés qué?, me duele.
-, se tocó las nalgas.
– Cuando hice caca me dolió mucho y me salió bastante sangre, parecía que estaba con la regla!
-Y ahora qué sentís
-Un dolorcito en el esfínter
-Bueno Martín, tenemos tres posibilidades: uno, vamos los dos a una clínica y le decimos al médico de guardía lo que hicimos y lo que te pasa.
-Ni en pedo!
-Dos, un amigo puto me dio una receta: busco una hoja de aloe vera, la pelo, hago un supositorio y te lo calzo en el esfínter
-Ni loca!!
– Tres: voy solo a una farmacia, le digo que se me fue la mano con el culito de mi novia y que me recomiende algo.
Vuelvo y te lo aplico.
-Esa me gustó, además, soy tu novia, no?
-Amiga con derechos Martina Edith.
– Sonrío
-Llamame Zulma
Pedimos el desayuno a la habitación, le dejé el culito tranquilo, pero la boca estaba perfecta, así que antes del café con leche, Zulmita, arrodillada entres mis piernas bebió su primer semen.
Lo de la farmacia fue toda una historia, primito, así que mejor te lo cuento en la próxima.
No te me pongas celosito, Dami, vos sabés que dejo lo que sea por tu culito.
Tu primo que te quiere y te desea.
Lucas
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