Casi Angelitos – Mi Primo M De12 Parte 7
La continuación de la historia de dos primos formados en una familia religiosa descubriendo su sexualidad..
Hola amigos de sst, hace bastante tiempo que no escribía por X razones pero aquí estoy de nuevo contando mi historia para comenzar dar conclusión a lo que fueron mis vivencias con mi primo Miguel.
Les recuerdo que esta es una historia larga y sobre todo real, si quieren una historia 100% pajera, exagerada y poco realista pueden pasar de largo. En mi perfil está el resto de historias que conforman está saga.
Habían pasado un par de meses desde aquella noche en la que nos consagramos el uno al otro en cuerpo y alma, justo desde ese momento pasamos a tener una relación de hermanos, confidentes y también amantes.
Hacíamos todo juntos y nunca perdíamos el tiempo para echar rienda suelta a nuestros instintos de adolescentes, Miguel Ángel y yo teníamos una conexión tan única que no necesitábamos hablar para entendernos, les mentiría si les dijera que dejamos las apariencias, especialmente yo, que mi familia me veía como un ejemplo para mis primos, y también porque moriría quemado en leña verde si se supiera lo que había hecho en esa iglesia, en un salón de clases de biblia, y si la profanación era poco la consumé en un acto homosexual con mi primo, y para ese punto me mortificaba más la idea de la aceptación acompañada por olas de confusión, sabía que había algo dentro de mi pero no sabía que era, y es que claramente me gustaban las chicas pero no podía evitar sentirme terriblemente atraído por mi primo, incluso sentía algo más que atracción física (y eso que me atraía de una manera muy pasional) pero creo que lo emocional le ganaba a todo lo demás.
Ahí radicaba mi confusión, no me sentía para nada atraído por otros chicos, ni era amanerado o afeminado como para sentirme gay, y me gustaban las chicas pero me gustaba aún más que las chicas él, y creo que en este mar de lectores puede haber alguien que quizá pueda entender lo que mi yo de 14 sentía por su primo de 12…
Miguel y yo nunca fuimos explícitos sobre lo que hacíamos ni necesitábamos hablarlo pero tampoco fingíamos que no pasaba nada, teníamos una conexión en la que si alguien preguntaba “¿quien va a traer bebidas? ¿Quién se queda o quién va a esto o aquello?” no teníamos que decir nada, solo sonreíamos y uno de los dos decía lo necesario (por lo general yo) para escaparnos y hacer lo nuestro.
De sentir ese profundo e injustificado desprecio hacía él, ahora lo pensaba todo el tiempo, no voy a negar que lo pensaba de manera sexual porque a esa edad estaba desenfrenado buscando dejar mi esencia en cualquier lugar, pero también me atraía de otra manera, valoraba su presencia, disfrutaba su siempre incondicional compañía, y yo ahora era que lo buscaba para ir al cine o hacer la tarea juntos o simplemente pasar el rato, me sentía sumamente feliz cuando lo veía y claro que yo sentía como me correspondia…
Teníamos ese juego de meternos mano cuando estábamos detrás de nuestros familiares o por debajo de la mesa a la hora de la comida, o cuando íbamos al cine o detrás de la sacristía, sin importar el peligro constante a ser descubiertos, era una especie de gusto por el peligro.
Cuando teníamos un sábado libre y nos tocaba quedarnos en la casa de los abuelos, Miguel apropósito se quitaba la ropa interior y usaba shorts de fútbol para que yo no tuviera problemas, mientras nuestros hermanos estaban parados frente al televisor como zombies con los ojos fijos jugando xbox. Por otro lado nosotros estábamos detrás de ellos sentados en el sofá, y él mismo Miguel sin apartar la vista del televisor sostenía mi mano y la guiaba por su pierna de arriba hacia abajo y después la recorría hasta su entrepierna para que pudiera sentir su palpitante erección y la viscosa humedad que traspasaba la delgada tela del short deportivo, y cuando por fin comenzaba a explorar su zona de deseo guiaba mi mano y me hacía meterla por el orificio de su pierna, las abría y me dejaba tocar su erecto y babeante pene para que yo lo pudiera sentir como tanto me gustaba hacerlo mientras tanto el no apartaba la vista del televisor y después de unos minutos cruzó su mano y a tientas la metió por mi pantalón deportivo y logró meter sus dedos por el orificio de mis boxers de tela, para posteriormente hacer lo mismo conmigo, solo que el dejó libre mi pene por el orificio de mis interiores.
Su mano agitaba la base de mi pene y su dedo índice rosaba en círculos el orificio uretral de mi cabeza dando pequeños masajes circulares en mi frenillo…
Nuestra única cobertura eran un cojín grande que colocábamos en nuestras piernas, Miguel Ángel abrió sus piernas y con su otra mano hizo a un lado su short para dejar libre ese trozo de carne color blanco lechoso para que yo pudiera tocarlo mejor, y no desaproveché el momento para comenzar a frotar mis dedos cerca de su ano utilizando su propio precum como bálsamo lubricante. Por fin me miraba a los ojos y comenzó a besarme, le correspondí con las mismas ganas pero también con la torpeza de alguien que siente un vendaval de calor en su interior pero debe contenerse por el temor de ser descubiertos.
Mi pene estaba bañado en liquido preseminal y comenzaba a menear mis caderas bombeando la mano de mi primo y a su vez los toqueteos de mi primo dejaron de ser eso “simples masajes” a masturbarme con todas las de la ley y a pesar de llevar puesto mi pantalón, los movimientos tan intensos de su mano y el líquido que bañaba mi miembro comenzaron a hacer ese peculiar sonido de splat-splat. Nuestros hermanos hicieron un sonido de euforia por haber perdido la partida lo que nos hizo separarnos abruptamente y cubrirnos con el cojín, la luz del televisor era lo único que iluminaba la habitación y parte de la oscuridad fue una aliada para nosotros, apenas voltearon un par de segundos para decir algo del tipo “¿Vieron? Casi lo logramos al primer intento” rápidamente respondimos que si y les dimos falsos consejos ya que nunca estuvimos prestando atención y ellos de inmediato volvieron su atención al juego.
Miguel de nuevo me miró a los ojos y sonrió ahogando una carcajada, yo por mi parte aún estaba algo pálido pero tampoco podía dejar de sentirme profundamente excitado por la posibilidad de hacer lo prohibido y ser descubiertos y le devolví la sonrisa…
-Es nuestro turno de jugar. Dijo Miguel sabiendo que era abrupto pedir el mando de la consola en plena partida y los reclamos no se hicieron esperar.
-¡No es justo! Deben esperar. Objetaron.
-Ustedes son los únicos que han estado jugando y…si no nos dejan jugar no les compartiremos nada de lo que traeremos de la tienda y saben que si uno sale a la tienda los cuatro debemos ir y no se pueden quedar ustedes solos…
Me miró sonriente sabiendo perfectamente lo que buscaba conseguir…
-No queremos nada vayan a la tienda, nosotros no diremos que nos dejaron solos si nos dejan seguir jugando…
No tuvieron que decirlo dos veces y tampoco estoy seguro si notaron cuando nos fuimos.
Nos escabullimos por la puerta trasera que conectaba la casa de Miguel con la de mis abuelos, sabíamos que no había nadie, aseguramos la puerta con llave y comenzamos a besarnos con la intensidad que habíamos postergado minutos antes, mentiría si dijera que éramos grandes besadores pero lo hacíamos con pasión, era una mutua lucha por demostrar quién abarcaba más los labios del otro.
Sujetaba a mi primo por la nuca para no separarlo de mi, mientras golpeaba su cadera contra la mía, lo separé de mis labios para mirarlo, sus mejillas estaban sonrojadas, fue ahora él quien me tomó por la nuca y comenzó a besarme. Mordía mis labios con algo de desesperación, era doloroso pero me sentía preso de aquella sensación, nuestra respiración era pesada y entrecortada, sentí como bajo una de sus manos y comenzó a mover sus caderas a los lados, al principio no entendí lo que hizo pues rápidamente me tomó por la nuca para seguir besándome.
Sentí demasiado intenso el calor que golpeaba mi zona del pubis y es que al separarme vi como había deslizado su short deportivo hasta los tobillos y había estado frotando su miembro al desnudo contra mi.
Su pene palpitaba de arriba hacía abajo como diciendo “si”, de la punta resbalaba una gota de líquido preseminal que rápidamente se escurrió y se transformó en un brilloso hilo de néctar cristalino, instintivamente mi boca comenzó a salivar y cuando quise inclinarme para dar la atención que tanto pedía ese hermoso trozo de carne juvenil mi primo me detuvo, me tomó por la cintura y tiró de mi jersey deportivo para despojarme de él.
Me puso contra la pared, me dio un último beso en los labios y lo acompaño de un suave mordisco para comenzar a besar mi cuello y después mis pectorales hasta llegar a mis pezones y comenzó a succionar con algo de desesperación, sus manos las comenzaba a pasar los laterales de mi pantalón deportivo jugando con el elástico de mi ropa interior, sus labios siguieron bajando, frotó su rostro contra mis abdominales para besarlos y siguió su camino hasta llegar a la carpa que se había formado en mi entrepierna, inhaló profundamente y de un solo movimiento tiró de mis pantalones trayendo consigo mi ropa interior, mi pene salió disparado con violencia y golpeó su cara.
No desperdicio su tiempo, descubrió la poca piel que cubría mi glande y como si de un lipstick se tratara pasó mi pene por sus labios humectandolos con mi precum, presionando desde la base hasta la punta para dejar salir las babeantes gotas que se acumulaban, una sensación electrifícante se apoderó de mí ser y si mi placer no podía ser suficiente sentí como su tibia lengua se deslizó por la zona de mi frenillo hasta llegar a la punta y después una calurosa humedad envolvió mi caliente verga.
Comenzó a mover su cabeza despacio, adelante y atrás sin descuidar los movimientos de su lengua, lo hacía con calma y mucho esmero, sus mano derecha masajeaba mi trasero y la otra se turnaba para jugar con mis ya retraídos testículos. Presionaba mi nalga para invitarme bombear su boca y con mis caderas comencé a regular la frecuencia de la mamada y solo cuando sincronizamos mi cadera con el movimiento de su boca libero mi trasero y sus manos comenzaron a tocar mi zona abdominal, era como si quiera poseer cada parte de mi cuerpo y yo me sentía en las nubes. En momentos sacaba mi pene de su boca para besarlo y después lo volvía a introducir para pasarlo por sus encías y también por debajo de su lengua y si mi placer no podía ser suficiente abandono mi pene para introducir mis testículos en su boca, mis piernas se sintieron temblar, mi pecho subía y bajaba de la excitación, por momentos miraba hacia abajo y veía su babeante pene vibrar mientras emanaba su liquido pidiendo a gritos atención, por Dios que yo quería bajar y sacarle a fuerza de lengüetazos la leche que tenía reservada para mí pero Miguel Ángel me tenía completamente sometido y parecía no querer liberarme, cada intento por separarme era frenado por el placer que me generaba con su lengua, su saliva resbalaba por la base de mi verga y caía en pequeñas gotas por mis testículos. Miguel comenzó a pasar sus dedos primero por debajo de mis huevos y después comenzó a masajear la entrada de mi ano a lo que aún seguía resistiéndome, punteaba mi entrada con sus dedos sin llegar a introducirlos y aunque en ocasiones Miguel había mostrado curiosidad con jugar ahí siempre fui firme, pero estaba a nada de ceder hasta que en un momento Miguel me dio una última lamida desde la zona exterior de mi ano, luego chupó mis huevos y lamió el tronco hasta llegar a la punta de mi pene y lo despidió con un beso.
Se puso de pie y se colocó de puntillas contra la pared separando sus piernas.
-Ya…
Me incliné, quería bajarme a comer ese ano rosado que tanto me gustaba pero me sujetó del pene y lo dirigió a su entrada, lo bese por el cuello y empujé…
Cada centímetro de mi miembro era abrazado por los estrechos pliegues de su interior, hasta que mi verga golpeó las aterciopeladas nalgas de mi primo y cuando sintió ese contacto de piel contra piel relajó su interior.
Comencé a moverme despacio pero siempre profundo evitando salirme de su interior, empujando con firmeza rezando para no venirme aunque sabía que estaba cerca. Miguel relajaba su ano cuando salía y lo tensaba cuando entraba, un sonido de splat comenzaba a generarse, Miguel tenso más su interior y un gemido escapó de su boca y con ello de su interior brotó una marea de espasmos que estrangularon mi miembro, tantos impulsos no me hicieron más que golpear a fondo y después salieron disparados 3,4,5 chorros de leche a presión que vacíe dentro de mi primo y para mí esa era la sensación más rica en este mundo…
No pasaron más que un par de minutos para que Miguel dejara de pararse de puntillas y con ello mi pene salió de su interior, por la pierna de mi primo corría un hilo de semen mezclado con sus propios jugos, la verdad no me importaba ni sentía repulsión supongo que era natural lo que salía por ahí y tampoco es como si fuera grotesco, era mi propio semen acompañado de un ligero color amarillo y debo admitir que verlo expulsar mi leche me hacía sentirme único y especial.
Se giró para verme, su pene había perdido su erección y la pared estaba manchada por un par de chorros de su leche, y como era costumbre de golpe nos llegó la realidad y rápido nos vestimos, el fue al baño a ponerse en orden lo mejor que pudo y yo a limpiar cualquier rastro incriminatorio, salimos corriendo y fuimos directo a la tienda más cercana a comprar cualquier cosa para justificar el viaje, y regresamos aún más rápido tratando de conservar la calma.
-Ya regresamos niños, trajimos sodas y golosinas.
-…
-¿Niños?.
-¿Tan rápido volvieron? Creímos que tardarían más, aún no terminamos la partida.
Miguel y yo nos miramos fijamente algo extrañados, miré el reloj en la pared y con algo de tranquilidad descubrí que nuestro pequeño escape fue más pequeño de lo que pensé porque no fueron ni 15 minutos incluyendo la ida y vuelta a la tienda.
Respiramos tranquilos, sabiendo que todo estaba bien, que nuestros padres aún tardarían en regresar de la iglesia, y antes de comenzar a servir las golosinas pude notar como de la pierna de Miguel Ángel resbalaba una casi imperceptible gota de semen.
Le hice un gesto y rápidamente fue al baño de su habitación y después de varios minutos regresó con unos jeans y vi como llevaba su short al techo para secarlo, lo había lavado.
El resto de la noche transcurrió de lo más normal, nuestros padres, tíos y familiares regresaron, los 4 nos quedamos a dormir en la casa de los abuelos pero no pasó nada más esa noche solo dormimos juntos abrazados como tanto nos gustaba hacerlo, sin saber que ese mismo fin de semana mis padres arruinarían todo enviándome al preseminario a estudiar.
Chicos hasta aquí voy a dejarlo porque creo que se ha extendido demasiado este relato (otra vez), el final ya esta bastante cerca y si hay otra entrega contaré cómo perdí mi virginidad con él y lo que fue el final de nuestra relación, gracias por leer.
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