CASI SOBRINOS. (11).
Las grandes tiendas comienzan a conocer al nuevo Empresario y luego de que Jacinto me diera la solución a los problemas de Graciela, me tengo que hacer cargo de hacer prácticamente una empresa nueva..
VIUDEZ SORPRESIVA – LA EMPRESA. (11).
Llegué a la tienda y entré contento, saludé a la Encargada del Salón y me fui para el lado de las oficinas, entré directo a la Secretaría y me encontré con Esmeralda y con Gloria que estaban chismoseando sobre el tema del casamiento.
- Así las quería agarrar a las dos, hablando a espaldas de mi amigo, vaya a saber lo que tienen pensado para el pobre santo, -les dije riendo-.
- Hola José Luis, gusto de verte, Gloria me estaba ayudando a decidirme con la ropa para el Civil, “a la vejez, viruela…”, jajaja, parezco una adolescente de quince, Jacinto te está esperando en la oficina, -me dijo Esmeralda al saludarme con un beso-.
- Hola jefecito, ¿cómo está?, -expresó Gloria que respondió mi saludo con un beso en la mejilla y de “extra” apoyó sus tetas macizas en mi brazo-.
- ¿Está todo bien?, ¿todo tranquilo?, le pregunto a Gloria porque a vos te veo enfrascada en eso de “ponerle las esposas” a mi amigo, jajaja.
- Por acá todo tranqui, esta mañana vinieron a buscarlo para disculparse.
- Me imagino, contame que pasó.
- La que habló con ella fue Esmeralda y dice que la puso de vuelta y media.
- No sólo eso, le hice saber lo que era la amiga y la metida de pata que se había mandado por prejuzgar sin conocer, además, como Jacinto me había contado algo de lo que habló con vos, le di a entender lo que tenés y que no te hubiera temblado el pulso para dejarlos en la calle a ella y al tío.
- Ya le va a ir con el cuento a la “enferma” y aquella sangrará por la herida, jajaja, me gustaría verle la cara al saber lo que tiene el “pobre pelagatos ayudante de Contador”.
- No entiendo mucho de lo que hablan, -acotó Gloria-.
- Hablamos sobre la “ex” de José Luis, la amaba, la quería, trataba de darle todos los gustos, pero, como era un “Ayudante de Contador” y ella una “enferma sexópata”, le metió los cuernos con media ciudad, decime si este “pedazo de hombre” es para despreciar.
- Bueno, bueno, cortala un poco con la propaganda porque van a querer casarse todas conmigo y yo ya no estoy para eso. Gloria preparame un café cortado y preguntale a Jacinto si quiere algo. Otra cosa más Esmeralda, te servía esa chica en este lugar.
- Saber sabe, conoce tres idiomas y es rápida para el trabajo, pero le falta experiencia y tiene que aprender a respetar y no pasar sobre nadie.
- ¿Y Gloria?, -pregunté mirándola a la morocha-.
- La semana entrante pensábamos mandarla como Jefa Administrativa, pero ahora que venís vos, serás el que decida, ya sabés que, de casada, yo me quedaré en casa.
- Entonces decile que regrese a esta oficina, háganle creer que alguna de ustedes me convenció o que me convencieron entre ambas, pero remarquen que es la única oportunidad que tendrá conmigo.
Luego de eso entré en la oficina de Jacinto, lo saludé con un abrazo y cuando me dijo que me explicaría de algunas cosas, le pedí que pasara directamente al tema que más me interesaba pues primero quería quedar liberado de ese problema.
- El tipo ya está muerto y todavía no lo sabe, tengo al hombre que puede hacer el trabajo y para que lo sepas, el contacto principal, el que “contrata” trabajaba para tu padre, yo ni siquiera lo conozco.
- No lo tenía a mi padre en “esas”.
- ¿De verdad crees que hacer el dinero que hizo tu padre, mantenerlo e incrementarlo no implica tomar algunas decisiones desagradables?, tu padre era de conversar para solucionar los problemas, pero, de una u otra manera, los problemas se los sacaba de encima.
- ¿Se sabe cómo se hará?
- No, cobran la mitad antes y el resto después, no son dos Pesos, pero vale la pena, eficiencia 100 x 100, sin huellas y yo creo que se hará en el mismo hospital, ya les dije que no quiero violencia.
- Está bien, cerrá el trato, luego me gustaría saber quién es el Encargado de las compras, ¿cómo se procede cuando hay que comprar, quien es el Encargado de los depósitos, en fin, hablar con ellos e interiorizarme de todo lo que pueda.
- Bueno, acompañame que te los voy presentando, es gente de plena confianza, bueno, eso creo.
- Hay algo más que te quería preguntar, ¿hacemos entregas a domicilio o a comerciantes? y, si es así, quien las hace y con qué vehículos.
- No, nunca se pudo organizar bien algo así, duró poco tiempo y a ciencia cierta, nunca me hice problemas por eso.
- Tengo que estudiarlo bien, pero tengo a la persona y se puede organizar lo de la entrega a domicilio en niveles chicos para comenzar, el gasto de eso se carga en el flete y un plus que paga el comprador.
- Es una buena idea, incluso se puede promocionar en las publicidades lo de la entrega a domicilio.
Se me ocurrió eso pensando en Elizabeth, no me interesaba tenerla todo el día en casa cuando no tuviera viajes con el remís, ella estaría trabajando en la parte del Salón, a mí no me tendría demasiado cerca. Una cosa era tener sexo de vez en cuando con ella y con Graciela, pero, en realidad, a mí me llamaba más la atención la entrega de la rubiecita y los culitos de Ale y Felipe, creo que, hasta la incentivaría para que rehiciera su vida con otra persona.
Salía de la oficina de Jacinto para ir a los depósitos y vi que ya se encontraba allí la “amiga de mi ex”, se levantó de la silla como si tuviera un resorte y me saludó con un… “Buenas tardes señor”, le contesté y la miré de arriba abajo, pero, como si no me interesara y le pregunté:
- ¿Cómo es tu nombre?
- Anabela, señor, me llamo Anabela y me gustaría hablar con usted por lo sucedido el otro día, -expresó parada delante de mí y en actitud de arrepentimiento-.
- Ya habrá oportunidad Anabela, ahora no tengo ganas de hablar, tenés la oportunidad de hacer un buen trabajo, no la desperdicies. Esmeralda, dale las nociones básicas y activá el tema de pasarla a Gloria a la Administración, a menos que, por el momento Jacinto decida otra cosa.
- No, está todo bien, ya me dijo Jacinto que vos vas a decidir, sólo dame dos días y podemos hacer que Gloria esté esos días fluctuando entre uno y otro trabajo, a la mañana la ayuda a Anabela y a la tarde se hace cargo de la Administración.
- Me parece bien. Gloria, el buen trato con los empleados es fundamental, todo en su justa medida, pero… el que no cumple, remolonea o se la pasa chismeando no me sirve, confío en vos, no me van los “amiguismos” y la mano jamás me tiembla, –Esmeralda escuchaba y asistía con la cabeza-.
- No te daré quejas y gracias por el nombramiento.
- Dáselas a Jacinto y a Esmeralda, ellos apuestan por vos y yo estoy de acuerdo.
Después de esa pequeña charla en que a Anabela le quedó claro quién era el daba las órdenes en esa empresa, me fui con Jacinto para el depósito pensando que la rubia alta, tipo alemana, con sus piernas largas y su culito parado que la minifalda discreta dejaba adivinar, además, con el par de tetas que pugnaban por escapar de su camisa blanca, estaba mejor de lo que me había parecido el día de la discusión, alguna ventaja sacaría del entredicho.
El Encargado del depósito me estuvo mostrando cómo funcionaba el mismo, el Inventario estaba actualizado según los rubros, todo entraba por allí y se le daba salida cuando pasaba al Salón, la existencia en el Salón y las ventas correspondían a otro Sector y con otro Encargado. Me reía con Jacinto porque había muchas empleadas y ninguna parecía ser fea, “es verdad, las elige Esmeralda y me tengo que portar como un “señorito inglés”, pero más de una estaría dispuesta a complacer al jefe”, -acotó y por las miradas que recibí, me di cuenta que no mentía-.
Al salir del depósito, toda la tienda y sus distintos sectores ya sabían que el dueño de la misma estaba en las instalaciones con Jacinto y que, en lo sucesivo, me haría cargo de las decisiones de toda la empresa. Trigueñas, morochas, rubias, teñidas o no, de físicos más grandes o más chicos, pero todas muy bien puestas conformaban el plantel y había también una ventaja enorme a mi favor, todos los empleados cobraban muy bien, muy por encima de lo que marcaba el Sindicato y a término, nadie quería quedarse en la calle haciendo las cosas mal. Algo que le pregunté a Jacinto me hizo saber que con él tampoco se jodía y, a pesar de su aspecto bonachón, sus decisiones eran concretas y sin contemplaciones. No le creí tanto, pero quise saber si los Delegados del Sindicato le traían algún problema…
- Yo lo corto fácil, ninguno de los empleados quiere huelgas ni pedidos desorbitados porque perderían muchos beneficios que les serían retirados, además, esto me lo enseñó tu padre, Delegado que me rompe las pelotas, se va a la calle, es preferible pagar una indemnización alta a tenerlo como una carga, te aconsejo que actúes igual.
- Me parece bien, soy de la idea que ellos piden para satisfacer sus apetitos personales económicos o políticos apelando al apoyo de sus compañeros, pero les importa tres carajos cuando sus compañeros pierden beneficios o fuentes de trabajo por las ambiciones desmedidas de unos pocos.
Jacinto habló por teléfono con alguien, primero se apartó para hacerlo y luego me hizo señas para que me acercara, allí fue cuando me contó que el tema del marido de Graciela ya estaba en marcha, “qué no te sorprenda que esta noche misma o mañana temprano te avisen del hospital”, -agregó sin decirme más y yo supe que algún drama o movimientos inusuales iban a acontecer en la casa-.
Me fui de la empresa un poco antes de que cerraran, ya le había avisado a Graciela que me preparara algo rico para comer y aprovechó para contarme que la casita ya estaba armada y que venía con un par de muebles, “quedó fantástica, la armaron entre algunos árboles y parece una casita de un bosque, los chicos están enloquecidos, quieren pasarla ahí adentro”, -me dijo toda alborotada-. Le dije que luego la vería y tuve ganas de “embocarla” apenas llegara.
Llegué a casa como a las nueve y media de la noche, desesperado por darme un regio baño y sacarme el cansancio de toda la tarde, era evidente que no estaba acostumbrado a moverme de la manera en que lo había hecho, además, me daba cuenta que dar órdenes y tomar decisiones implicaba un gasto de energías distinto, más intenso y eso se hacía sentir por mi falta de training. Saludé a los cuatro con besos y abrazos, pero la cara de felicidad y los ojos brillantes de Graciela cuando esperó a que bajara del auto, no tenía comparación. Las mamás tenían puestas sus tangas y los nenes vestían unas sungas brasileras que marcaban sus culitos haciéndolos más apetecibles. “¿No me digan que anduvieron así vestidas mientras los hombres trabajaban con la casita?”, -pregunté-. Elizabeth se rio y me contestó que no, que habían estado con jeans y remeras, “hay uno solo que puede vernos con los culitos al aire”, -expresó convencida sin importarle que los nenes escucharan-.
Los chicos demostraban que estaban alborotados con su casita y querían que fuera a verla, pero les dije que primero me bañaría y me pondría cómodo. Fue lo que hice y después cenamos, me contaron lo que había pasado con la instalación de la cabaña, por un momento me sentí atosigado con lo que contaban los chicos y me di cuenta que eso también obedecía a la falta de costumbre, mi vida había cambiado radicalmente y no me desagradaba.
Para el momento de los cafés, Felipe le insistió a Ale para irse a la cabaña y yo me quedé con las dos mujeres, entonces aproveché para hablar con ellas. A Graciela le avisé que ya había hablado para solucionar el inconveniente del divorcio y para que estuviera tranquila, “paciencia cielo”, -le dije cuando quiso preguntar para saber más-. A Elizabeth le pregunté cómo se podría instrumentar un servicio de reparto a domicilio desde las tiendas. Se acodó a mi lado para contarme como se podría hacer y mi mano actuó casi por inercia, pronto estuve acariciando sus nalgas e incursionando con mis dedos en su vagina y en su ano provocando gemidos que le impedían explicar con coherencia. “Hacete a la idea que esta noche me la vas a chupar hasta chocar tu nariz en mi pelvis”, -le dije y me contestó con un gemido y contracciones que no podía contener-
Graciela me miró como un perrito apaleado y le señalé el lugar a mi otro costado, pronto estuvo gozando también de mis dedos y sus pedidos me calentaron más, “meté más dedos”, “te estoy gozando como nunca”, “rompeme el culito cuando quieras”, “soy tuya”, -decía de forma atropellada y también tuvo contracciones y temblores que hicieron que se apoyara totalmente sobre la mesa respirando agitada-. Les dije a las dos que tenía ganas, pero no me quería apurar, recién habíamos terminado de cenar y no nos haría bien el trajín, “es mejor que nos reservemos para la cama, voy a ver un rato a los chicos, mientras tanto, ustedes pueden hacerme un detalle de cómo se implementaría el tema del reparto a domicilio, en un rato regreso”, -afirmé y las dejé recomponiéndose y preparándose para trasladar a un papel lo que les había pedido.
Yo me acomodé la verga con ganas de ponerla en culitos más chiquitos y me fui para la cabaña. Verdaderamente vi que había quedado hermosa, el cerco en madera que la rodeaba y el estar antes de la puerta le daban un aspecto campestre que hacía juego con el círculo de árboles que la rodeaban. Adentro había lugar para dos camas chiquitas y una mesa pequeña con dos sillitas, pero para ellos estaba fenomenal. El parque estaba bien iluminado, la cabaña también tenía luz eléctrica y por el costado del muro vi que habían hecho el desagüe para el baño y la pequeña pileta de lo que podría ser la cocina. Entré agachándome y me los encontré sentados en la cama y jugando con la tablet.
- Hola chicos, ¿me van a contar como se sienten en la cabaña?, -les hablé sorprendiéndolos-.
- Hola tío, está genial, parece que estuviéramos viviendo como cazadores, -expresó entusiasmado Felipe-.
- A mí me gusta un montón y tenemos ganas de pasar la noche acá adentro, las camas son como para nosotros, ¿nos vas a dejar?, -preguntó Ale-.
- Eso depende de Felipe, si es capaz de tragarse mi verga hasta la garganta, los dejaría, eso porque no traje crema, sino tendría que aguantarla en el culito y que le entre toda, -a los dos les brillaron los ojos y se movieron rápido para sacarse los slip-.
- Yo traje una crema que usa mi mamá para el cuerpo, -dijo Ale mostrándome un pote redondo de crema humectante mientras Felipe trataba de bajarme el short.
Ale le daba indicaciones a Felipe para que le pusiera saliva a mi verga y que se la metiera despacito, además le decía que tratara de no toser y que respirara por la nariz. Me encantaba eso de las indicaciones y Felipe gemía y se esmeraba por meterse la verga en lo profundo de su boca, tosía, le daban arcadas, alguna vez me rozó con los dientes, pero insistía, aunque no llegaba a penetrarse la garganta. La solución provino de dos lados. Por un lado, fue por los dedos de Ale, el putito hijo de Graciela había metido los dedos encremados en el culito de su amigo y éste, aun cuando se tensionó de primera, pronto se aflojó y lo dejó hurgar, el otro fui yo, tenía que aprender o aprender y, como estaba bastante flojo y relajado, mis manos en su cabeza completaron el círculo.
Le mantuve con firmeza la cabeza y apreté su cara contra mi pubis, fueron sólo un par de segundos y lo liberé para que respirara y me mirara con los ojos llenos de lágrimas, tampoco fue que se negó cuando mi mano presionó nuevamente, así fue un par de veces hasta que lo hizo solo, sin ayuda, “dejame un poco a mí”, -dijo Ale y lo sacó para afanarse con la misma tarea-.
Alejandro lo tenía más claro y casi me lleva en sus chupadas seguidas de la absorción del tronco, pero pensé que no estaría mal si probaba con el culito de Felipe y le pedí que se pusiera en cuatro. “No quiero que grites”, -le exigí mientras me ponía crema en el glande- me contestó resignado: “no tío, no voy a gritar”, entonces Ale, que no se quería quedar sin su premio, le pidió que se la chupara a él. Se mordía para no gritar como desesperado cuando el glande ingresó despacio, pero el rubiecito le llevó la cabeza a su verguita y, acariciándole la espalda le dijo que él podría aguantarla toda porque era muy valiente. No sé si fue eso, el tema es que pasé de la mitad y ya no hubo obstáculo que me lo impidiera.
Estaba muy caliente y no me puse a esperar a que se acostumbrara, quería cogerlo con ganas y lo cogí, aun cuando lo escuchaba quejarse con sonidos apagados. Luego aminoré el ritmo a su pedido, “cogeme despacito tío, me gusta sentir cuando me entra toda”, -pidió dejando de mamar a su amiguito y le hice caso, pero no dejé de cogerlo-. Quería penetrarlos, sentir y que sintieran que esos culitos, sus culitos eran de mi propiedad y no meramente penetrarlos hasta sentir ganas de acabar. Había momentos en que acabar, terminar, eyacular era el resultante del placer que provocaba en el otro y ese era uno de esos momentos.
“Yo le enseñé a lavarse bien el culito por adentro, dame la leche a mí”, -pidió Ale y estuve a punto, pero se me cruzó por la cabeza que el olor a sexo que quedaría dentro de la pequeña cabaña, sería difícil de ocultar. “No puedo acabar acá adentro, cualquier mamá se daría cuenta del olor”, -le dije y mientras Felipe se contraía y temblaba con su orgasmo seco, se me ocurrió otra cosa-.
“Te toca a vos, te voy a dejar el culito bien abierto para que jueguen luego entre ustedes”, -le dije a Ale que no tardó en ponerse en cuatro para ser penetrado-. Las nalgas más redonditas de Felipe me gustaban mucho, pero el culito de Ale era “especial” y entré con ganas en él escuchando sus quejidos entremezclados con los gemidos de placer. Era como con la madre, el ano parecía absorber mi verga hasta que mi piel hacía tope con la piel de sus nalgas.
Me costó más aguantar hasta que tuve sus temblores y sus “cosquillas”, el goce y el placer que Ale experimentaba era contagiante y me hacía saber que quería más, sin hablar, sólo con el movimiento de sus caderas. Finalmente, salí del interior de las tripas del rubiecito, los besé con ganas a ambos y les dije que si querían jugar lo hicieran con la luz de la cabaña apagada para que ninguna mamá viera que continuaban despiertos, luego me fui a la casa con los huevos cargados y un tanto doloridos.
Estaba transpirado y necesitaba darme otro baño, pero no quería entrar a la casa así y la piscina me dio la solución, me metí al agua, me refregué bien, nadé un par de largos, salí renovado y en mi piel sólo había gusto o sabor a cloro. No bien salí del agua se acercó Graciela alcanzándome una toalla y traía en su mano un vaso con whisky en hielo.
- Elizabeth está terminando lo que le pediste, ¿me vas a contar como solucionaste el problema de mi divorcio?, -me preguntó mientras me secaba la cara y el pecho-.
- Ya vas a tener noticias, mientras esté a mi lado, mi mujer no tiene que tener problemas y si aparecen hay que solucionarlos rápido o eliminarlos, -le contesté mirándola serio, ella sólo me devolvió la mirada sin contestarme nada-.
Cuando entramos en la casa a Elizabeth le brillaron los ojos porque vio que yo la llevaba abrazada a Graciela, el sostén de la tanga había desaparecido y una de sus tetas era tapada con mi mano. “Ya terminé de exponer la idea en el papel”, -dijo acercándose para besarme-. Respondí a su beso y expresé que lo vería mañana, que en ese momento sólo quería irme a la cama porque sus culitos me llamaban.
Elizabeth gritó como si la estuvieran matando, pero se la “comió” toda, en cambio Graciela recibió un “completo”, faltó solamente que la penetrara por su ombligo y gozó a los gritos pidiendo más verga de su “hombre y señor”, así lo gritaba sin pudores. Lógicamente, el “premio” lo recibió en lo profundo de sus tripas y hasta yo me sorprendí porque la rebalsé. Me quedé dormido viendo como Elizabeth metía la cara entre las nalgas de la rubiecita para limpiarla.
A las seis y media de la mañana sonó el celular de Graciela, estaba aclarando y, aunque las cortinas estaban cerradas pude ver que se levantó a atender y continué haciendo como que estaba profundamente dormido. ¿Cómo fue?, ¿qué sucedió?, -preguntaba un tanto sorprendida. Luego cortó la comunicación, me miró y se acercó a la cama para despertarme…
- José Luis, despertá amor, -me dijo esperando a que abriera los ojos y así lo hice para mirarla-, se murió, fue sorpresivo, dicen que fue un ataque al corazón, que fue una falla impensada, tengo que ir para allá a arreglar todo, ¿qué debo hacer?
- Bueno, tranquila, andá a vestirte y charlamos mientras tomamos algo. Cielo, despertá, vas a tener que acompañar a Graciela al hospital, -le dije a Elizabeth que se despabiló enseguida viendo a la rubia que salía de la habitación-.
- ¿Qué pasó, es algo con el marido?
- Sí, creo que sufrió un infarto o algo así, andá a cambiarte y vamos a desayunar para ver que hacemos.
Estando en la cocina puse a calentar el agua para prepararme unos mates y esperé un rato a que ambas se arreglaran y se cambiaran, luego de un tiempo más o menos prudencial aparecieron las dos y mientras Elizabeth preparaba un café para cada una, Graciela me preguntó qué es lo que tenía que hacer.
- Van a ir las dos al hospital, te van a dar la noticia y te van a preguntar lo que harás con el cuerpo, contratá el Servicio Fúnebre que te ofrezcan pues seguramente lo van a hacer y dejá que ellos se ocupen de todo.
- ¿Cómo pago eso?, me van a pedir un adelanto, por lo menos, disculpá la pregunta, estoy en el aire.
- Dales mi número de teléfono y que se comuniquen conmigo, yo lo arreglo con la Tarjeta de Crédito desde acá porque no es conveniente que aparezca por el hospital. ¿Tiene parientes tu marido?
- No, era del interior y sus padres ya murieron.
- Mejor, no es necesario el velatorio, aunque se van a tomar las 24 horas legales antes de la cremación. Elizabeth, dale una mano, creo que vos ya pasaste por esto.
- Si, quedate tranquilo, ¿cómo vas a hacer con Alejandro?
- Cuando regresen del hospital la madre tendrá que decirle, ahora dejalo dormir, aunque no creo que le afecte tanto, el padre no se ganó el afecto de nadie, ¿no es así Graciela?
- Sí, eso seguro, queda feo que lo diga, pero nos sacamos un gran problema de encima. Es como que, “muerto el perro…”.
- No lo des a entender en el hospital, vayan tranquilas y cualquier cosa me llaman.
Después de que se fueron me quedé pensando en que Jacinto había actuado rápido y los medios empleados o la gente contratada para solucionar el “problema” eran, a todas luces, profesionales. No se me movía un pelo por lo sucedido. Alejandro se recuperaría rápido y Graciela estaría libre de problemas para dedicarse por entero a mi voluntad.
También pensé en que no me disgustaría traerlo al nene a mi habitación para cogérmelo a gusto y dejarle el culo abierto haciéndole degustar la leche que le encantaba, era una forma de decirle al muerto, “ahora es sólo mío, vos, nunca más lo vas a poder tener”. Como fuere, terminé riéndome sólo por esa idea trasnochada y me fui a dormir un rato más, ya habría tiempo para hablarlo con él y que la madre se ocupara de hacerle saber lo que había pasado.
Como a las nueve de la mañana se aparecieron los dos en mi habitación para despertarme, saludarme con un beso y preguntarme por las madres, puesto que no las habían encontrado por ningún lado. Les dije que habían tenido que ir urgente al hospital y que volverían en un rato, “es porque mi papá está muy mal, ¿no?, ¿se va a morir?”, -preguntó Ale-. Le contesté que se fuera haciendo a la idea porque estaba muy mal, su respuesta, aunque de alguna manera esperada, me sorprendió… “Tenemos hambre, ¿qué hay para desayunar?”. Felipe no opinó al respecto y era evidente que no había mucho más para hablar, ergo: Me levanté para prepararles el café con leche con tostadas.
Tal como lo imaginé, en el hospital se quisieron sacar rápido el muerto de encima, le dieron el certificado de defunción firmado por el Médico en que se dejaba expresado que había sido un Paro Cardio Respiratorio, le hicieron firmar el conforme a la viuda y le alcanzaron la tarjeta del Servicio Fúnebre, cuyo Representante ¡oh casualidad!, ya estaba en el hospital y se desentendieron de eso. El de la Funeraria me llamó y arreglamos el traslado y un servicio barato con cremación que se llevaría a cabo la mañana del día siguiente.
¿Cómo se llevó a cabo la eliminación?, ni puta idea tenía, pero imaginé que escasa vigilancia, uniformes de Médicos o Enfermeros que entran y salen, alguna inyección en concreto y “plim caja”, ¿a quién le interesa un muerto más o menos en un hospital público?, hasta la Obra Social se ahorra los gastos de mantenimiento e internación si el afiliado en cuestión sigue enclaustrado allí. ¿Cuántos serán los que se mueren porque les llegó el tiempo o porque deben hacerlo a conveniencia de otros intereses?
No daba para elucubraciones o filosofías baratas, me dediqué a bañarme, vestirme, estudiar lo que me había escrito Elizabeth y a esperar a que llegaran las mujeres, luego tendría que irme para la tienda, estaba seguro que a Jacinto le iba a interesar saber que habían “cumplido” con él. Graciela me contó más o menos lo que me había imaginado, no se la notaba mal, sólo en un momento dijo que se sentía liberada y me besó con ganas como una forma de agradecimiento.
Desistí de almorzar con ellas y me fui tranquilo. Jacinto había salido a almorzar con Esmeralda y decidí irme a comer al comedor de la empresa acompañado de Anabela y de Gloria. La morocha agarró viaje enseguida, de alguna o de muchas maneras, a ella le convenía que la vieran junto al dueño de la empresa, la rubia, en cambio, dudó un poco en aceptar y le pedí que lo hiciera porque no tenía ganas de ordenárselo.
En el comedor se podía almorzar en tres turnos y todo el personal se turnaba para eso, nos ubicamos en una mesa que estaba al fondo del salón de dónde podía divisar a todo el personal, el servicio era de comida libre y había que levantarse para servirse, lógicamente rechacé al camarero que me habían mandado para atender la mesa y nos levantamos los tres para servirnos nuestros platos. Noté que ningún personal jerárquico venía al comedor y le pregunté al dueño de la concesión porque era eso.
- El señor Jacinto suele comer afuera con la señora Esmeralda, pero los Jefes y Directores se hacen llevar la comida a sus oficinas y comen con dos o tres empleados de su elección, lo mismo pasa con los Delegados Gremiales.
- ¿Eso está prefijado en el Contrato de Concesión?, digo, el hecho de tener “coronita” según el cargo que ostenten.
- No, ellos lo decidieron así, lugares siempre sobran y yo no quiero tener problemas con ninguno de ellos.
- ¿Jacinto sabe de esto?
- No lo creo, ya le digo, él nunca almuerza acá y yo no iba a ir con el cuento, pongo a un empleado para que les lleve la comida y listo.
- Anabela, tomá nota de esto y haceme acordar que tengo que redactar un memo al respecto, no me gustan las diferencias de este tipo, el respeto de un Jefe se gana de otro modo, no creyéndose más. A partir de mañana no hay más servicio en las oficinas, todo el mundo bajará a comer aquí o que se traigan la vianda desde su casa y al que no le guste que se busque otro empleo, las diferencias las marcarán con su eficiencia en el trabajo y no tratándose de poner un escalón por encima de los demás.
- Usted decide señor, pero, ¿no le traerá problemas eso?, preguntó el Encargado del comedor-.
- Puede ser, quizás deba gastar en algunas indemnizaciones, pero para trabajar en mi empresa se deberán respetar mis decisiones.
Gloria se sonreía y cuando el señor se fue me dijo que le había arruinado los almuerzos, “justo ahora que podría hacerme servir en la oficina, se te ocurre cambiar las reglas, jajaja”. Entendí que era una broma y le seguí la corriente, pero la miré a Anabela y ésta no decía ni palabra.
- ¿Qué te sucede a vos?, ¿acaso sos muda?, -le pregunté en tono de broma-.
- No, no, sólo estoy sorprendida, la idea que yo tenía de su personalidad era completamente distinta.
- ¿No será que lo que te dijeron sobre mí partía de una idea equivocada o, a todas luces, interesada en desparramar “mierdas”?
- Me lo hicieron ver como un “inseguro ratón de oficina” que hacía pasar necesidades y no tenía aspiraciones, sin embargo, noto que su personalidad y seguridad en lo que hace no es algo que se aprenda de un día para el otro.
- Jajaja, cuando tengamos un poco más de confianza te mostraré algunas fotos para que veas que mal me pagaron el amor y la buena vida, de todos modos, te voy a adelantar algo, cuando fallecieron mis padres todavía estaba casado, pero tú “informante” nunca supo nada de la inmensa fortuna que me heredaron, salvo la casa paterna que es casi un palacio y que ambos habitamos por un tiempo…
- Sí, ¿pero antes, cuando según ella se arruinó la relación?
- A mi padre nunca le gustó ostentar, él decía que la casa la había heredado, nadie tenía que saber que la había comprado con la explotación de su negocio que era algo similar a esta tienda, pero en el rubro de Ferretería y Maquinarias, lo que sucede es que yo me negaba a trabajar para él y por eso me recibí y me puse a trabajar en otra empresa completamente distinta, el tema de las necesidades que ella pasaba se dilucidó en el juicio de divorcio, mi padre, desde que me casé, me pasaba mensualmente un sueldo de gerente de una multinacional, más el sueldo que yo cobraba y de eso disponía mi “ex”, los extractos bancarios y los gastos de su tarjeta no mienten. Como verás, tenés la información un tanto cambiada.
- Es una mala persona, me contó todo distorsionado, por eso mi bronca y mi salida de tono cuando lo vi en la oficina preguntando por Jacinto.
- El error fue tuyo por dejarte llevar. Ella tiene un “Master” en engaños, de todos modos, ya lloré lo que tenía que llorar por lo que me hizo, espero que ahora lo esté pasando mejor que cuando estaba a mi lado. Ahora tenés un mejor panorama y decime, ¿de dónde la conocías?
- Nos hicimos amigas antes de que se separaran y fue yendo al mismo gimnasio, es uno que está en…
- Ubicado sobre la calle “tal”, conozco el lugar y tengo fotos de ella haciendo un trío con los dos monitores de ese gimnasio, el trabajo de los Detectives fue exhaustivo y me llevó unos buenos dólares, pero debido a eso ella no se llevó un centavo de todo lo que yo tenía. Humillado, dolido y cornudo puede ser, de tonto no tengo un pelo.
- Lo tuyo es una novela colombiana, jajaja, -acotó Gloria que estaba atenta a mi relato-. Lo único que faltaría es darle un toque morbo-erótico, algo así como decir que no cumplías o no servías ni para la cama, jajaja, -siguió con la broma-.
- Bueno, sobre eso también…, comenzó a decir Anabela-.
- Ah no señoritas, sobre eso no pienso dar explicaciones, jamás me defenderé con palabras al respecto, yo estoy muy seguro de lo que soy y lo que doy en determinados lugares, pero hasta ahí llego, mejor nos vamos a la oficina, quiero redactar el memo y vos Gloria tendrías que ir a hacerte cargo de tu nuevo cargo.
- Listooo, ya me voy, pero, a decir verdad, me dejás intrigada, jajaja.
Estuve tentado de decirle que cuando quisiera la sacaba de dudas, pero preferí ponerme en Jefe y no seguí con el tema, eso sí, noté claramente que Anabela quedó bastante intrigado con esto. Al regresar a la oficina me encontré con Jacinto y con Esmeralda a la que saludé con un beso y el consabido abrazo para el viejo amigo de mi padre.
- Jacinto, hay algo que no me gustó y quiero cambiarlo, el personal con algún cargo de jerarquía e incluso los Dirigentes Gremiales se hacen servir la comida en sus oficinas para dos o tres personas, seguramente, digamos secretarias para no ponerme en moralista, ¿sabías algo de esto?
- Ni idea ¿y eso por qué es?
- Porque quieren cagar más alto que el culo, ya ordené que desde mañana eso cambie, espero que no te incomode.
- No, para nada, en realidad nunca me fijé en eso, pero eso, entre otras cosas te las quiero dejar claras y recién lo estuvimos hablando con Esmeralda, vos sos el dueño de la empresa, vos serás quien deba decidir y salvo que tengas alguna duda, podrás comunicarte conmigo para soslayarla, por lo demás, no tenés porque pedirme opiniones sobre tus decisiones.
- Sí, en los papeles es así, pero sabés que no me gusta pasar por encima de ti.
- Nada que ver, Esmeralda y yo nos casamos y luego de la luna de miel va a ser difícil que regresemos a la empresa, es hora de mi retiro y de disfrutar en pareja.
- Está bien, se lo merecen, pero no quiero que…
- Nada, no me digas nada, yo no te voy a dejar pagando en nada y estaré a disposición, pero vos quedarás al frente, tal como debe ser, ya mandé a cambiar las titularidades de las cuentas bancarias, hay que blanquear todo lo demás, el Contador se encarga de eso, así como de los saldos y de hacerte llegar los Inventarios y Balances a la fecha.
- Ya te lo tenías pensado.
- En realidad, no, pero lo decidimos con Esmeralda cuando nos dijiste que habías dejado el otro trabajo, es hora de que te ocupes de uno de los sueños de tu padre, él me ayudó, me hizo millonario y entregué todo por esta empresa, ahora me toca pasarla bien.
- Yo sólo deseos que ustedes dos sean muy felices y sabés que poder contar conmigo para lo que sea. Otra cosa más, la gente que hablaste cumplió totalmente con tu pedido, en cualquier momento me caso con una viuda, jajaja.
- ¿Tanto así?
- Con ella estoy como nunca con nadie, igual, es sólo un decir, ya sabés que, “el que se quema con leche, cuando ve a una vaca llora”, jajaja.
Me dio varias referencias respecto al trato con diversos proveedores, hablamos de compras con facturas y compras sin facturas, del Inventario paralelo que existía debido precisamente a estas compras sin facturas y me marcó a los Encargados de estos entuertos, de ellos me dijo que le merecían la mejor de las confianzas, pero que nunca estaba de más hacerles saber que se los podía estar controlando.
Aproveché a consultarlo sobre la idea de Elizabeth y me informó que recordaba ya se había implementado antes, pero que no podían ser más de tres personas y había que controlar bien el tema de las entregas, me dijo que resultaba, más, como él no quería hacerse problemas con algunos faltantes en las entregas, había disuelto el servicio, “es más, -me avisó- hay dos vehículos chicos que se utilizaban para ese servicio, creo que están fuera de uso en el estacionamiento de los camiones”.
Estaba claro para mí que Jacinto ya no tenía el mismo ímpetu para encarar el trabajo, es más, estaba casi seguro que delegaba y se desentendía de muchas cosas y eso no siempre era producente, menos que menos en los repartos en camiones grandes a diversas localidades del interior, tenía un montón de trabajo por hacer y seguramente caerían algunas cabezas, aunque, trataría de llevarlo con calma, por lo pronto me fui a ver las camionetas que podían ser útiles en el reparto.
Me fui caminando para el sector de depósitos, cargas y estacionamiento y descubrí que de cuatro camiones medianos que había para repartos, sólo funcionaban dos, nadie se calentaba por mandarlos a arreglar y preferían que pagaran los clientes provocando demoras en las entregas, pero los conductores cobraban igual. No podía entrar en conflicto con todos los Encargados, amén de descubrir que eran demasiados y comencé a pensar en una instalación en Red porque ninguno de los sectores estaba conectado entre sí por un sistema único de computadoras y para eso había que poner una Dirección de Informática que unificara varios sectores.
Las dos camionetas chicas funcionaban, pero se utilizaban para uso personal de dos Encargados y los arreglos y gastos de combustible, lubricante o gomería eran abonados por la empresa. Ordené que las camionetas se pusieran en óptimas condiciones de operatividad, lo mismo que con los camiones y me regresé a las oficinas de RR.HH., allí hablé con el Director que se puso blanco cuando me vio entrar con cara de pocos amigos, lo saludé y le pedí…
- Necesito para ayer un listado del personal de cada uno de los sectores, nombres, apellidos, dirección, número de teléfono, cargo por el que se le paga, importe del sueldo, fecha de ingreso y antigüedad en la empresa.
- Me va a llevar un par de días hacerle confeccionar ese listado detallado, ¿hay algún problema con el personal de distintos sectores?
- Ya lo creo que sí, acabo de notar una cierta desidia en un sector determinado y ahora compruebo que en su sector también trabajan como si esto fuera un Supermercado de barrio, tienen computadoras para jugar al Solitario y yo necesito otro tipo de ritmo de trabajo, en una empresa seria lo que le estoy pidiendo debería salir casi al instante sacándolos de archivos de información y con sólo apretar un botón o saber usar un mousse. Seguramente ni siquiera saben usar un programa de Inventarios que contemple compras, ventas, existencias y salidas.
- Los equipos que tenemos no son los más modernos y no existe una actualización en el personal, todavía nos movemos con papelería, de todo el tema informático se ocupa el Estudio Contable.
- Pasado mañana después del almuerzo vamos a tener una reunión con todos los Encargados de los sectores y los Directores, si el personal no rinde o está sobrando o no tiene capacidad para actualizarse deberá quedar afuera de la empresa, por lo pronto voy a poner un sector de Informática, al final del día yo tengo que saber de todo el movimiento de la empresa, ingresos, egresos, reparto de mercaderías, conformidad de los clientes, creo que usted me entiende y si no lo hace será uno de los primeros en dejar el trabajo.
Regresé a la oficina y le dije a Anabela que mandara el memorándum con la orden para el comedor y los almuerzos, además le pedí que me consiguiera una copia del contrato de concesión del comedor y lo que se pagaba mensualmente al Estudio Contable y al Estudio Jurídico, estaba embalado con todo eso y ya me había dado cuenta que el trabajo que me esperaba no iba a ser sencillo…
- ¿Cómo te fue?, ¿estuviste metiendo los dedos en los enchufes?, ya me llamaron del depósito.
- Sí y al respecto quiero hablar contigo, esto no funciona como yo quiero, vengo de una multinacional y me doy cuenta que esto no funciona como yo quiero, hay demasiadas filtraciones, muchos que se rascan las pelotas y una falta total de actualización.
- Eso te lo tengo que aceptar la tecnología se me adelantó muchísimo, pero traté de llevar las cosas lo mejor posible.
- No te estoy achacando nada, pero voy a hacer limpieza y a modernizar todo esto y que estés por acá va a generar problemas como ese de recién, que ya te llamaron por teléfono para, en cierta forma, “pedirte la escupidera”.
- Jajaja, ya lo hablamos con Esmeralda, me estás allanando el camino y me dejás las manos libres para dedicarme a lo mío personal, si te parece bien, mañana vengo hasta el mediodía y desde la tarde asumís el control total.
- No quiero que lo tomes a mal, pero prefiero que no estés acá cuando empiece a remover el hormiguero.
- Tranqui José Luis, hace rato que espero que te decidas a tomar las riendas y ya te lo dije, esto me viene al pelo y a Esmeralda también, estamos con la cabeza en otro lado.
Me fui para mi casa antes del horario de cierre, tenía miles de cosas en que pensar y quería estar tranquilo en casa para anotarme todos los pasos a seguir. Ni siquiera había llamado por teléfono a Graciela y, verdaderamente, esperaba que estuviera sola en la casa. Hoy no había quorum para atender los culitos de nadie.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excelente excitante y muy buena historia.