CASI SOBRINOS. (13)
Las ayudas se imponen, no sólo es Anabela, también Freya necesita de mi “empujoncito” y no se descarta a Gabriela. Noto que hay varios culitos a disposición y no me disgusta..
AYUDAS VARIAS – REUNIONES DEPURATIVAS. (13).
Freya se presentó a horario, la atendió muy amablemente Anabela pues la rubia había salido del comedor detrás de mí, en realidad, las dos tardaron muy poco en seguirme y sólo me di cuenta cuando escuché sus voces fuera de la oficina. Abrí la puerta, saludé a Freya con un beso en la mejilla y les dije a Anabela y a Marietta que me venían ambas de parabienes porque tenían que ayudarme a opinar sobre una mercadería que me traía mi amiga.
No fui descortés o desatento con ella, pero, aunque venía aleccionada por Gabriela y se mantuvo en un plano, digamos, profesional, mis modos me evitaban tener que lidiar con algún posible “avance” de la “veterana”, la que, sin lugar a dudas, estaba “vestida para matar” y seguramente debía haber provocado muchas miradas de interés.
Freya mantuvo la sonrisa de “vendedora” en todo momento y de un bolso que traía sacó un paquete enorme, extendió un paño sobre el escritorio y fue poniendo las piezas a consideración de mis dos empleadas. De un momento para el otro yo dejé de contar en la consideración de cualquiera de ellas, los ojos se les agradaron y se pusieron a mirar, admirar y comentar de tales o cuales piezas exhibidas. “Dame una idea de los precios de venta”, -le dije a Freya viendo que la aceptación era total-. Extrajo una lista de los productos y me mostró los precios que no me parecieron muy altos…
- Bien Freya, las convenciste a ellas y me convenciste a mí, lo que tengo para ofrecerte es un local de 3 x 3 ubicado frente a las cajas registradoras, hay tres desocupados, cualquiera de ellos tiene un pequeño ático, muebles exhibidores y buena iluminación, las llaves de acceso al mismo serán tuyas, no existen otras y sólo tendrás que hacerte cargo de hacer pintar las vidrieras y la puerta de ingreso.
- Sí, los he visto, cualquier persona que esté dentro de la tienda está obligada a pasar por el frente de estos, ¿cómo sería el trato?
- Esos locales se alquilan y su precio no es barato, vos verás si te rinden las ventas para hacerle frente al alquiler, tendrás 60 días de gracia desde el momento en que lo abras al público, gente que circule ante el local no va a faltar, es independiente del movimiento de la tienda, salvo por el tema del horario de apertura o cierre de la misma y la otra ventaja es que no pagarás ni un solo Peso ni para habilitarlo en el Municipio ni para ingresar y ponerte a operar en las ventas, -le dije alcanzándole el importe del alquiler en un papel-.
- Me interesa mucho, -dijo mirando el papel-. ¿Puedo operar con Tarjetas de Crédito o Débito?
- El local será tuyo como si lo hubieras puesto en cualquier calle y vos decidís independiente, si querés podrás cobrar en especias, pero, luego de los 60 días, el alquiler se paga, sí o sí, del uno al cinco de cada mes o se anula el contrato “de facto” por más amiga que seas del dueño de la tienda. Vos verás, lo tomás o lo dejas.
- Lo tomo, me interesa mucho y me evita lo de andar vendiendo de casa en casa o convenciendo a una u otra clienta, aquí el flujo de clientas es casi constante.
- Por eso el alquiler es caro, escuchá, yo debo atender unos temas con la señorita Marietta, andamos enloquecidos porque quiero modernizar informáticamente a la tienda y no te voy a poder llevar al lugar, pero mi Secretaria Anabela te va a acompañar para que veas y elijas el local que más te conviene y te llevará a confeccionar el contrato a RR.HH. Anabela, la única salvedad es que figure una cláusula donde conste que no paga anticipos de ninguna índole y los días de gracias, desde ahora hasta fin de mes y luego 60 días más, cualquier duda que me llamen, pero creo que soy claro en esto.
- Bien, correcto señor José Luis, déjelo por mi cuenta, yo me encargo.
- Gracias José Luis, me estás dando una mano que nunca obtuve de nadie y te juro que no te voy a defraudar, -me dijo Freya con ganas de tirárseme encima y las otras dos lo notaron-.
- Es sólo un pequeño “empujoncito”, todo lo demás depende de vos y espero que te vaya más que bien.
Me despedí de Freya con un beso en la mejilla y salí de mi oficina junto con Marietta que me miró con suspicacia y dijo: “La mercadería es buenísima, pero debe ser muy buena “amiga” para que le brindes todas esas facilidades” … “Algo así, ella es muy buena amiga de una buena “amiga” mía, hasta ahí vas a saber, además, y a mí me conviene que se vendan esos productos en la tienda y que el local no esté desocupado, al final es todo un tema de conveniencias y demás, aunque el “demás” con ella o con la buena “amiga” corre sólo por mi cuenta”.
Marietta se sonrió entendiendo claro lo que le di a entender y entramos en lo que serían sus nuevas oficinas para que me mostrara dónde se ubicarían los escritorios y dónde pondría su propia oficina confeccionada por paredes separadoras desmontables. Le di el visto bueno para todo lo que quería hacer y se me escaparon algunas miradas subrepticias a sus tetas y al hermoso culo que tenía la itálica.
Se dio cuenta de esto y tampoco me esmeré en disimular, pero no hubo nada que decir al respecto, ella sabía que atraía las miradas de admiración y hacia qué lugares las atraía, así y todo, se me ocurría que era una mujer que sólo aceptaría lo que ella quería y con quien quería, de todas maneras, yo lo llevaría con calma y me comportaría como todo un señor, aunque las ganas estaban y sobraban. Al rato y después de haber hablado también con el Jefe de Mantenimiento para que hiciera los gastos necesarios para los arreglos que quería la Directora, regresé a mi oficina, ya había regresado Anabela y le pedí novedades.
- Ya hizo todos los trámites que había que hacer, pero algunos no parecen entender que ya no está más el señor Jacinto al frente de la empresa.
- ¿Por qué lo decís, hubo problemas?
- Casi… lo primero que me preguntaron es si el señor Jacinto lo había autorizado, como poniéndome escollos, pero lo arreglé fácil, les dije que, si lo tenía que llamar por teléfono al señor José Luis, se debería hacer cargo el de la duda. Algo similar pasó con la Encargada del Salón de Ventas que pretendió meterse a averiguar el porqué del alquiler del local y cuanto pagaba de alquiler, cuando a ella le compete sólo lo que sucede en la parte de las ventas.
- Anotame todo eso, mañana a las diez creo que tengo la reunión con los Encargados y Jefes, creo que allí pondré los puntos sobre las íes en varias cosas y. posiblemente habrá algunas modificaciones, me parece que Jacinto les dejó tomar demasiadas alas a muchos “caciques”.
- ¿Necesitás que te tenga algún listado o algo preparado para la reunión de mañana?
- Sí, yo me voy a ir a casa, pero vos haceme una lista con los Directores y Jefes de Sector, pedile a RR.HH. los horarios de ingresos de cada uno de ellos, creo que voy a comenzar a controlar más de cerca. Otra cosa más, no te olvides lo que pedí de tu madre, no estoy bromeando con eso.
- Está bien, mañana te traigo todo, te puedo hacer otra pregunta antes de que te vayas…
- Si, dale.
- Mi tío me dijo que es “vox populi” que vas a hacer limpieza y efectuar despidos, ¿es verdad?
- Es verdad, pero a medias, te explicó: Cada uno de los Directores o Encargados me va a tener que demostrar que es idóneo para el puesto que ocupa, les voy a respetar los “amiguismos” y los puestos otorgados a parientes, aunque éstos deberán mostrar la valía y sus conocimientos para el puesto que usufructan, si no sirve, no le sirve al pariente o amigo que lo puso en el puesto y tampoco le sirve a la empresa, lo mismo para cualquier otro.
- Mi tío me pidió que le pasara datos y si sabía qué pasaría con la gente del Sindicato.
- La gente del Sindicato se tendrá que amoldar a lo que yo decida, todo el personal está cobrando muy por encima del Convenio de Trabajo, hasta las horas extras las cobran siempre al 100%, pero si me joden le elimino al personal todos los beneficios y les hago saber que es por culpa de los Sindicalistas, veremos que le dice la gente cuando se vean perjudicados por ellos y respecto a las preguntas de tu tío… Eso que me decís lo pone en la lista de prescindibles.
- ¿Lo vas a dejar en la calle?
- En lo inmediato no, pero voy a tener muy en cuenta este proceder “bajo cuerda”, máxime que yo nunca le cerré las puertas para que viniera a preguntar. Algo más, por esta vez podés contarle lo que te dije, del mismo modo, te agradezco que me lo hayas venido a contar, pero que yo no me enteré que de esta oficina salga alguna información que yo no te pida que divulgues, yo sé bien lo que digo y a quien lo digo y si me entero de “filtraciones”, no tendré contemplaciones contigo, quedamos claro en esto, ¿no?
- Más que claro, quedate tranquilo, tenés toda mi lealtad, seré una tumba.
Me despedí de Anabela y me fui para casa pensando en que debería hablar con el Abogado dueño del Estudio Jurídico, había que prepararlo porque estaba seguro que habría varias cesantías en la empresa. Cuando llegué a casa me encontré con que sólo estaba Ale, vino corriendo desde la casita a saludarme, saltó aferrándose a mi cuello como si fuera un mono, lo besé, lo tomé de las nalgas, se las apreté y le pregunté dónde estaba la madre.
- Se fue hace un ratito con la mamá de Felipe, aprovecho que ella tenía que ir a hacer un viaje para llevarla y dejarla en el Súper porque dijo que no tenía nada comprado para cocinarte.
- Eso me viene genial porque vine con ganas de metértela por el culito, ¿qué decís?
- Síííí, papi-tío, sí, te estaba extrañando y tengo muchas ganas de que me cojas, ¿también te la puedo chupar?, ¿querés que vayamos a la casita?, -preguntaba entusiasmado y sin dejarme meter un bocadillo-.
- No, te quiero coger sobre la mesa y ver cómo te entra toda mi verga en el culito.
- Dale papi-tío, hace un rato me lavé el culito y te quiero recibir hasta el fondo.
Entramos al comedor y lo apoyé de espaldas en la mesa, le saqué el shorcito de lycra que tenía puesto notando que su pitito estaba totalmente erecto y endurecido, lo besé colocando mi torso sobre todo su cuerpo y me respondió con ganas y dejando que le recorriera la boca con mi lengua mucho más gorda y larga. “Esperá, esperá un poquito que traigo la crema”, -dijo bajándose de la mesa y corrió moviendo su culito desnudo hasta su habitación mientras yo me sacaba los pantalones-.
Regresó también corriendo con el pote de crema en la mano, me lo dio y me pidió que lo dejara chupármela un poquito. Alejandro quería hacer todo a las apuradas porque las ganas lo dominaban y no tardó en tirarse boca abajo sobre la mesa, dejando la cabeza libre en el borde para, sin soltar mi verga, comenzar a chuparla. Con esta posición me dejaba el culito liberado para que le pusiera la crema y le metiera los dedos, que, en definitiva, también era lo que buscaba.
“Hoy está más grande, no me entra toda en la boca”, -expresó tosiendo y dejando de mamar-, yo sabía que era por la posición de su cara de costado y le comenté que debía ser por las ganas de “hacerle la colita” y no bien terminé de lubricar todo su recto metiendo hasta tres dedos, se giró, puso el culo al borde de la mesa y levantó las piernas tomando con las manos el interior de sus rodillas, dejando sus nalgas, decididamente más redonditas y su agujerito a disposición.
“Ayyyy, papi-tío, me duele, está más grande o mi culito se cerró”, -acotó con la voz estrangulada y tratando de sonreír cuando comencé a penetrarlo con el ariete endurecido, verdaderamente parecía que se le había cerrado bastante, entonces retrocedí un poco y volví a empujar, así un par de veces ingresando cada vez más hasta que nuestras pieles se juntaron. Ale tenía la cara arrebolada y apretaba los ojos aguantando el dolor, pero eso le duró muy poco.
“Metela bien al fondo, mirame, siento como se me abre todo el culito con tu pijota, dale con ganas, me encanta que te guste mirar cuando me la metés”, -dijo y ya la sonrisa era mucho más franca, buscando que lo que decía me agradara-. Claro que miré, disfrutaba horrores viendo como el tronco grueso abría el conducto y entraba y salía de ese agujerito tan chiquito, parecía que, a simple vista no sería posible, pero yo ya sabía que dilataban y que los chicos se la aguantaban mejor que muchas mujeres adultas.
Alejandro gemía en un tono alto, casi que gritaba manifestando su placer y yo me sentía genial cogiéndolo a buen ritmo. Estaba atento al posible sonido del portón de entrada y, por las dudas, me apuré a terminar llenándole el culito de leche mientras él tenía temblores y gozaba con sus “cosquillas”. “No la saques papi-tío, dejala un poquito más que quiero tratar de apretarla”, -me pidió poniéndose colorado-.
- ¿Dónde aprendiste eso?, -le pregunté sin sacarle la verga-.
- Lo vi en un video, el chico joven le decía a uno más grande que se la dejara adentro que quería apretar el culito para sentirla más.
Lo dejé que intentara y no hubo caso, no podía apretar nada, el músculo del esfínter estaba saturado de verga, pero no me molestó el intento, finalmente salí de su interior y se bajó rápido de la mesa para irse al baño corriendo porque decía que la leche que le chorreaba por las piernas. Caminé detrás llevando el short y las zapatillas que habían quedado en el piso al lado de la mesa y también levanté mi ropa, dejé lo de él sobre la cama y me fui a mi cuarto.
Al rato apareció Ale ya cambiado y me dijo que se iría a la casita para que la madre no se diera cuenta de nada cuando regresara. No me pareció oportuno aclararle nada respecto a que la madre lo sabía y, como ya me había duchado y refrescado, me puse un short, una remera y me desparramé en la cama esperando a que viniera Graciela, pues seguramente no tardaría. Apareció como media hora después, yo me había quedado dormido con el cuarto en penumbras y el aire acondicionado encendido, entró tratando de no hacer ruido, me vio, se acercó a la cama y al darse cuenta que dormía se giró para salir de la habitación.
- ¿No me vas a saludar?, -le pregunté haciéndola frenar en seco cuando estaba cerca de la puerta-.
- Sí mi cielo, pensé que dormías, hoy viniste más temprano, -dijo sacándose la remera y el jeans-.
- ¿Qué estás haciendo?, -le pregunté regocijándome con su cuerpo y con el acto, los dos sabíamos el por qué-.
- Me saco la ropa vida, vos no querés que ande con mucha ropa cuando estás en casa y yo cumplo contigo.
- Me parece bien, vení acostate a mi lado y contame cómo te fue esta mañana, -le dije notando como me calentaba con el culotte que marcaba sus nalgas chiquitas y duras-.
- Bien, dentro de todo bien, me acompañó Elizabeth, Ale no quiso acercarse al cajón, yo tampoco lo hice y les firmé el conforme para que procediera, esperé a que me dijeran que ya estaba y tampoco quise retirar las cenizas.
- ¿Estás bien?
- Ahora sí, pero sentí que tenía mucha bronca encima, luego me fui calmando, me di por conforme al ver que Ale estaba bien y no pensaba nada triste, bueno, algo habíamos hablado la noche anterior, fue una muy mala experiencia de vida y ya pasé página, mi hijo y yo tenemos mucho por darte y recibir junto a vos, -lo dijo mirándome con ternura y con deseo, algo que afirmó acariciándome el bulto por sobre el bóxer-.
- Me alegro por ello y como estoy con un poco de dejadez, quiero ver cómo te desnudás con sensualidad y dejaré que me hagas gozar con todo tu cuerpo, -apoyé la espalda sobre el respaldo de la cama y me quedé mirándola-.
- Es lo que iba a proponer, tengo muchas ganas de sentirte y entregarme por completo, -dijo con los ojos brillantes mientras se sacaba el sostén-.
¡Iluso de mí!, creí que podría aguantar sin participar y mantenerme quieto mientras ella se ocupaba de mamarme y cogerse con mi verga. Luego de desnudarse se sentó sobre el miembro que quedó acamado entre sus labios vaginales y me besó con pasión y un poco de desenfreno, después los besos fueron a mi cuello y comenzó a descender por mi torso, allí, de buena gana la hubiese sentado de golpe sobre mi verga y penetrado de una sin que me importara cualquier atisbo de dolor, pero aguanté un poco más notando como crecía mi excitación.
Graciela se adueñó de mi verga con su boca y la fue haciendo “desaparecer” mientras me miraba con deseo, esto hasta que se tragó un cuarto de miembro, después ya no pude seguir viéndola, sólo tuve la mata rubia de su cabello ante mis ojos, pero lo que me provocaba con la boca absorbiendo el falo en su totalidad como si fuera un pequeño chupetín me desquiciaba.
Sus dedos apretaban mi cadera y su mamada se hizo constante, se la metía en la boca como si fuera tragando de a bocados y la sacaba chupando y jugando con su lengua. Lo hizo varias veces y, aun a pesar de que quería penetrarla, me fue imposible aguantar y le llené la garganta de leche. Sí, bien digo, la garganta porque cuando notó que el miembro temblaba y me disponía a descargar se la tragó por completo recibiendo toda la lechada directamente. Se tomó su tiempo para limpiarla y dejarla libre de semen y saliva, me hizo temblar con esto, pero, aunque me provocaba contracciones y rechazos que parecían acalambrarme la pelvis y el estómago, traté de aguantar porque el placer era aún mayor.
- Me secaste cielo, me encantó, pero me debés el culito, -le dije cuando me volvió a mirar con los ojos brillantes y satisfecha de su labor-.
- Sabés que podés usarlo a discreción, ya le dije a Ale que te siento como si fueras mi pareja y que no debería de sentirse mal si nos ve en alguna manifestación cariñosa o más que cariñosa.
- ¿Se molestó por algo?
- No, para nada, me dijo que él también te quería mucho, aunque no dijo una palabra y no manifestó ni con gestos respecto a lo que tienen ustedes dos.
- Mejor, que él no sepa alimenta sus fantasías, de todos modos, aunque sea chico, tiene sus prioridades bien marcadas y lo fundamental para él es que vos estés bien.
- José Luis, quizás me creas una enferma, pero me gustaría mucho ver como entra tu verga en su culito, creo que sería un espectáculo erótico que me haría gozar una barbaridad.
- ¿Querés ver como tu hijo sufre cuando lo penetro?
- El dolor de la penetración no se puede evitar, máxime cuando su conducto debe ser más chico que el de un adulto, pero, aunque cueste mucho más entrar allí, creo que vos no estás por la labor de hacerle daño.
- En eso de que “cueste más” te equivocás, yo también lo estaba, pero me ha demostrado que se “come” mi verga con más facilidad que cuando lo hacés vos.
- ¡No te puedo creer!…
- Créelo, es así, el ano tiene más terminaciones nerviosas que la vagina y, cuando se vence el dolor que produce la penetración, se experimenta más placer, en el hombre es distinto porque se hace contacto con la próstata y el placer se incrementa, además el chico tiene una capacidad de dilatación que no tiene el adulto.
- ¡Es increíble lo que me decís!
- Es cierto, sé lo que te digo, claro está, cuando esa penetración es con suficiente lubricación y tomándose todos los tiempos. En el caso de tu hijo costó un poco porque, aunque la verga del padre era más chica, el pobre venía siendo violado sin ninguna consideración y allí sólo había dolor.
- Por favor, no hagas comentarios sobre ese hijo de puta, ya lo saqué de mis pensamientos, lo único en que quiero pensar es en cómo será la vida de mi hijo como gay.
- Tampoco des nada por descontado, creo que debe aprender a disfrutar del sexo por el sexo en sí mismo, sin parafilias torcidas y sin que nadie le ponga “etiquetas”, podrá ser gay, bisexual o tornarse enteramente hetero, de cualquiera de las maneras habrá que respetar lo que elija y tratar de que no se sienta mal con eso.
- ¿Sabés una cosa?, debe ser por todo eso que demostrás, decís y hacés que los dos estamos entregados a vos y te amamos más allá de todo.
- Yo también los quiero y me gusta que sepan ambos con las cartas que juego. Ahora quisiera cenar temprano porque tengo que trabajar hasta tarde pues mañana pienso hacer “limpieza” en la empresa.
- No te envidio por eso, debe ser difícil pasar a ser el “ogro” de la película apenas comenzás a conocerlos.
- Lo que quiero es ponerlos en antecedentes, no va a ser todo inmediato, pero estando allí me di cuenta que Jacinto era muy buena persona e hizo lo mejor que pudo, pero conservó siempre la mentalidad de “tendero” y delegó cosas en personas que no son de lo mejor, por eso quiero modernizar todo y “sacarles punta a los lápices”.
- Hoy me preguntó Elizabeth si habías visto el tema de las entregas a domicilio de los pedidos, le contesté que no sabía, que yo no preguntaba ni me metía en las cosas de tu trabajo, además, yo sé que con vos no va eso de “te dije, me dijiste”.
- No, todavía no vi nada de eso, aunque Elizabeth es un tema que me da vueltas en la cabeza, el problema es que Felipe se lleva bien con Ale, pero a ella no la quiero muy seguido por casa, una cosa es uno o varios “polvos” para pasarla bien en el momento y otra cosa es que se haga habitué, ese es un rol que sólo te otorgo a vos.
- ¿Querés que le diga que no venga más?
- Por ahora no, primero voy a tratar de conseguirle el trabajo, estando más ocupada y con otras responsabilidades, ella sola irá espaciando sus visitas.
Luego de esto Graciela se fuera a preparar la cena y yo me dispuse a llamar al Abogado, mientras tanto pensé en que me agradaba a conversar con ella sobre las cosas que hacía o dejaba de hacer en la empresa o las que haría. No estaba acostumbrado a eso y me resultaba extraño, pero agradable. Claro que ella no incidiría en las decisiones que yo tomara, sin embargo, me sentí necesitado de hacerla partícipe de lo que emprendía.
Hablé después con el Abogado y me dijo que no podría asistir él en persona a la reunión porque tenía una presentación en un Juzgado, pero que mandaría a alguien, le agradecí, me despedí de él y me fui para la cocina. Graciela se encontraba frente a la mesada, dándome la espalda y con las nalgas casi al descubierto porque vestía sólo la tanga, me acerqué para ver lo que estaba cocinando y lo vi a Ale que, sentado frente a la mesa, me miraba intrigado.
Le di un pequeño chirlo en la nalga a su madre y ésta dio un grito porque la tomé desprevenida, ¿qué hiciste de rico?, -le pregunté y Alejandro lanzó una carcajada cristalina debido al salto que había dado la sorprendida. De inmediato la rubiecita chiquita miró al hijo y se unió complacida a sus risas, “hice pastas, ya las sirvo, sentate al lado de tu compinche”, -expresó contestando y señalando a la mesa con el cucharón de madera-.
Ella nos sirvió y dejó su plato para lo último, yo esperé y no lo dejé comenzar a Ale, “tu madre es la que nos sirve, nadie comienza a comer hasta que ella lo haga, ella es la primera que merece disfrutar de su comida”, -le dije-. Recordé de improviso que eso en mi casa no sucedía porque había una señora que cocinaba y nos servía, nunca nos habían inculcado algo de consideración por la mesa y por quien servía…
Lo había visto en la casa de un compañero de escuela cuando había sido invitado a comer, “si todos comenzamos a comer antes, cuando tu madre se sienta no disfruta de su comida porque tiene que levantarse para volver a servirle al que ya terminó y eso no puede ser”, había dicho el papá de ese compañero y me pareció bien que eso se respetara, aunque creo que siempre pasa que la madre insiste en que comiencen para que no se enfríe tirándote al cuerno determinadas reglas. Graciela hizo lo esperable…
- Empiecen antes de que se enfríen los fideos, -dijo como por inercia-.
- No, vos tratá de servirnos rápido, somos tres gatos locos y podemos esperar, el que quiera repetir tendrá que aguantarse a que termines la comida de tu plato, -le dije y noté que los ojos se le llenaban de lágrimas-
- Esto que decís, el chirlo cariñoso en mi cola y la risa de Ale por eso, es algo que jamás vivimos en la otra casa, no sabés lo bien que me hace sentir. -Cambié la conversación preguntando si había novedades de la Inmobiliaria y si había aparecido algún inquilino en ciernes-.
- Hay una parejita que tiene seis meses de casados, trabajan los dos y quedé en contestar porque quería consultarlo con vos y con todo esto que pasó, me olvidé, tienen la garantía del padre de la chica que es un comerciante.
- Decile que sí, sacarte de encima la preocupación de esa casa sería otro tema superado, abrí una cuenta de ahorro y depositá todo allí, eso no es necesario que lo utilices para hacer ningún gasto.
- Bueno, mañana mismo lo llamo y le digo que proceda.
La cena “en familia” me puso de buen humor y luego de tomar un rico café, le dije que me iría a trabajar en el escritorio, Ale se despidió diciendo que jugaría un rato en la compu y Graciela vería una película en la tele. No había terminado de ubicarme en el sillón de mi escritorio cuando vibró mi celular y vi que era Gabriela, seguramente llamaría por el tema de Freya y su nuevo local en la tienda, atendí saludándola…
- Hola preciosa, ¿cómo estás?
- Hola cielo, estoy un poco celosa porque mi amiga se va a llenar de plata, jajaja. Está enloquecida con la posibilidad que le diste.
- Ahora todo depende de ella, ya se lo puse muy claro.
- Lo tiene claro, no te va a joder a menos que vos lo decidas, yo ya había hablado bien con ella, pero yo te llamaba por otra cosa, me dijo mi marido que mañana tiene que ir a tu empresa por una reunión y te quería avisar que sabe lo de nuestra reunión y la copa en el hotel Libertador.
- ¿Qué pasó?, ¿cómo es que sabe?
- Nos vio uno de los Abogados del Estudio y le comentó que me había visto con otra mujer y un joven muy bien puesto tomando una copa en la confitería del hotel. Ergo: Se me vino a las barbas preguntando desconfiado que quien era el tipo y ya sabés, no hay nada mejor que una verdad a medias para disfrazar una mentira.
- ¿Qué sucedió, le contaste?
- Claro, le dije que eras vos y que te había citado allí a pedido de Freya para que trataras de conseguirle un lugar en la tienda y que nos había llevado un tiempo porque vos le preguntaste varias cosas. Me preguntó también como sabía yo que eras dueño de esa tienda y le contesté muy seria que me lo había dicho él mismo y que, si a eso le sumaba que habías renunciado a la multinacional para atender tu propia empresa y yo estaba enterada de eso por mi puesto, lo más lógico era hablar personalmente con vos.
- Hiciste bien, si me pregunta algo no tengo necesidad de inventarle nada, pero, lo del alquiler de la habitación no se lo digo, ¿no?, tampoco lo que pasó allí adentro…
- Tonto, jajaja, no creo que te lo entienda, igual vamos a tener que buscar otro método, pero solos, jajaja, ya está, ya le di a probar a mi amiga, que se conforme con eso, jajaja. Ahh, tengo otros chusmeríos que no te conté…
- Dale, contá, ¿qué novedades hay?
- Tengo Jefe nuevo, al Director de RR.HH. lo jubilaron y al Contador en Jefe le dieron un patadón, directamente lo despidieron de un día para el otro, saltó el tema de la disponibilidad de fondos para pagar la deuda de Javier.
- ¿No es que eso se había arreglado antes?
- Sí, pero hubo un Ejecutivo que tiró la bronca de nuevo, lo reflotaron y les sirvió de excusa para despedirlo sin indemnización, el único que zafó fue Javier, pero creo que morirá en Perú.
- Mejor, que se quede allí.
- Ahora la que no tengo ganas de seguir soy yo, el nuevo Jefe es un pelotudo que se quiere hacer el galán y en cualquier momento le meto una denuncia por acoso y me voy de la empresa con una buena suma, Freya me habló para ponerme de socia con ella, ¿vos me dejarías?
- Yo no tengo problema, mientras paguen el alquiler a término y tengas claro que te daría la misma pelota que si estuvieras trabajando en la empresa, sólo de vez en cuando, como hasta ahora.
- Sabés que yo soy de respetar eso, bueno, te dejo y recordá lo de mi marido.
Corté la comunicación con Gabriela pensando en que tener a mano la capacidad de Gabi, su buena estampa y su culito complaciente no era mala idea. Trabajé un par de horas con los listados de personas a los que se tendría que dedicar Marietta para averiguar sus ingresos, sus gastos, sus capitales y sus comunicaciones telefónicas, estaba seguro que más de uno de ellos “trabajaba para sí mismo”, Jacinto nunca se había dedicado a desconfiar de los empleados de jerarquía y las tentaciones eran muy grandes.
Terminé con el trabajo y salí un rato al parque, Graciela dormitaba sobre el sofá y no quise molestarla, la noche estaba espléndida, pero húmeda, pegajosa y calurosa, lo sentí más al salir del clima del aire acondicionado y aspirar ese aire puro. La luna llena alumbraba con su esplendor y me provocó estar allí a oscuras, de inmediato apagué todas las luces y senté en la orilla de la pileta poniendo los pies dentro del agua, aunque no tardé en apoyar mi espalda en el piso y con las manos en la nuca traté de identificar algunas constelaciones.
El ruido casi imperceptible de la puerta corrediza del living me dio a entender que Graciela se había despabilado y se acercaba, “¿puedo quedarme un rato a tu lado?”, preguntó con voz suave al pararse cerca de mi cabeza y la miré dándome cuenta que estaba totalmente desnuda. Toqué con la palma en el piso a mi costado y se sentó adoptando mi misma posición.
- ¿Te desnudaste para venir a mi lado?
- Me di cuenta que habías apagado las luces y me pareció que te iba a gustar que viniera así, ¿querés que me vista?
- No, quedate así, no me molesta, pero ya sabés lo que puede llegar a pasar.
- Sí, ya sé, se te va a parar y me vas a romper el culito de nuevo, jajaja, bueno, lo de “romper” es un decir, pero es algo que me encanta, cuando quieras me decís como querés que me ponga.
- Por ahora no, pero se me ocurre una pregunta, ¿cómo es eso de que querés ver cuando me lo coja a Ale?
- No sé, se me ocurrió, creo que me gustaría porque, por un lado, sos mi dueño y por el otro, porque imagino el placer que debe recibir mi hijo, se me hace que debe estar aprendiendo a gozar a tu lado, de la misma manera en que lo hago yo.
- Está bien, en algún momento te voy a dar el gusto, pero no quiero que él sepa, tendrá que mirar sin intervenir.
- Sí, ¡ufff!, me corre todo un escalofrío por el cuerpo, prometo portarme como vos desees.
- Más te vale… Ahora vamos a meternos un rato al agua.
No tardamos en hacerlo, claro que allí lo que menos hicimos fue nadar. La penetré por dónde quise, hice lo que quería con ella y su culito. “Haceme gritar”, -pidió en un momento-. Sabía que hacerla gritar en el silencio de la noche sería como para despertar a los muertos, pero ella misma solucionó el problema. Se colocó con el cuerpo a 90° y tomándose con las manos del borde de la pileta, paró el culito para que yo hiciera.
Costó, no fue tan fácil, el agua no es suficiente lubricante, más cuando lo logré Graciela gritó amortiguando el sonido con el agua, su cara se sumergía y gritaba a gusto generando una especie de gárgara gigantesca, salía unos segundos a respirar y volvía a gritar poniendo la boca en el agua mientras yo entraba y salía de su conducto. Era un “polvo” con pasión y ganas, matizado con un cierto grado de jocosidad en que se sucedían sus apretones y temblores.
Algunos “futuros nenes” quedaron flotando, pero fueron los menos, el cloro se encargaría de eliminarlos, la gran mayoría se estacionó dentro de las tripas de quien empezaba a mirar con otros ojos, dándome cuenta que los sentimientos surgían, en cierto modo, avasallantes. Yo me conocía y sabía que, aun haciéndome el duro y tratando de no sentir, Graciela y Ale se estaban metiendo en mí como por ósmosis y no me desagradaba para nada. Nos reímos un rato largo por su peculiar ocurrencia con el tema de los gritos, luego salimos del agua, la dejé que me secara con mimos y cariños y nos fuimos a dormir, a mi habitación, por supuesto…
Me despertó dándome un mate y me dijo que vendría Elizabeth para llevarlo a Ale a la Colonia, me había olvidado completamente de que el nene iba a la Colonia, todo el tema del padre del chico y el trabajo que tenía encima me habían sacado de contexto, “no hay problema, anda a llevarlo y yo me preparo para ir al trabajo”, -le contesté como por inercia-.
“Yo no voy, me quedó en casa para atenderte, de eso se ocupa Elizabeth que viene a buscarlo, ¿necesitás alguna ropa en especial?, decime y yo te tengo todo preparado para cuando te termines de bañar”, -expresó convencida y fue otra cosa no esperada que tampoco me desagradó-. Le dije que ropa me pondría, me la preparó y me dijo también que, al regreso de la Colonia, Felipe pasaría el día con Ale, más que decirlo, me lo preguntó y le contesté que no había problemas, el tema sería conmigo a la noche y los dos culitos.
Llegué a la oficina, después de la hora de ingreso del personal, pero lo suficientemente temprano para que Anabela me pusiera al tanto de todo antes de la reunión. Ese día su camisa era oscura, de un gris oscuro casi negro, pero la pollera, unos veinte centímetros por encima de la rodilla, era tableada y completamente blanca, lo cual, además de las piernas, resaltaba lo parado de sus nalgas por las sandalias de taco con las cuales se movía con suficiencia.
- Está todo muy bien, pero aquí falta algo importante, -le dije mirándola serio mientras terminaba de leer el listado del personal que concurriría a la reunión-.
- No puede ser José Luis, ahí está todo lo que me pediste, ¿qué me olvidé?, -preguntó un tanto preocupada-.
- Me estás fallando, andá, sentate en tu escritorio y cuando recuerdes todo lo que te pedí, regresá a verme, -le dije con la vista metida en los listados que me había traído antes-.
No me había alcanzado los papeles que le pedí de su madre referidos al tratamiento que debería hacer, a la operación y a los costos de ésta. Pensando en ese tema, a pesar de que sabía que los fondos que yo tenía superaban muy holgadamente los importes que me podría pasar Anabela, abrí la página de Internet de mis Bancos y verifiqué si ya estaba el depósito de los intereses mensuales por el fideicomiso y por el saldo que tenía en la cuenta dónde figuraban los intereses sobre el saldo de la venta de las Ferreterías.
Merced a que antes me movía solamente con el sueldo que ganaba en la multinacional y a lo que me pasaba mi padre mensualmente, tenía abiertas cuatro cuentas en distintos Bancos, pero el movimiento, digamos diario sólo lo tenía con una de ellas, era algo así como la cuenta personal de libre acceso, luego estaba la cuenta dónde Jacinto depositaba lo producido por la tienda, esos dos eran Bancos nacionales , en cambio, los intereses del fideicomiso y sobre el saldo del dinero de las Ferreterías estaban en cuentas de Bancos extranjeros y en éstas sólo tenía acreditaciones que engrosaban el saldo.
Comprobé que tenía todos los saldos en orden y podía disponer de casi setecientos mil dólares para la modernización de la empresa y, acorde al cambio en Pesos, arrojaba un importe millonario. La estaba por llamar a Marietta para preguntarle sobre los presupuestos que tenía pensado y recordé que yo sólo me fijaba en los saldos de lo estrictamente mío, me faltaban los saldos de las dos cuentas de la tienda y me sorprendí con la cantidad que figuraba en éstas cuentas.
En eso Jacinto había sido muy eficiente y tenía dinero suficiente para hacer frente a las modificaciones en Informática y a las posibles indemnizaciones que, seguramente, cada vez estaba más convencido, tendría que efectivizar. Esa pauta me la dio el listado que me había pasado Anabela, allí había Directores, Subdirectores, Encargados de Sector, Sub Encargados y si a eso le sumamos que había como diez Sectores en que se dividía la tienda, el resultado arrojaba demasiados “caciques” para tan pocos “indios”.
Me decidí de inmediato con esto, la llamé a Anabela y le dije que llamara urgente al Director de RR.HH. y a Marietta a mi oficina y que les avisara a los demás Sectores que la reunión se aplazaba hasta nuevo aviso. La primera en llegar fue la Informática que era la que estaba más cercana a mis oficinas, me saludó efusivamente y alabé su buen vestir, el pantalón de vestir hacía juego con la camisa y se notaba como parte de un conjunto ejecutivo de verano, pero, no había caso, las tetas y el culo parado de la itálica no podían disimularse.
- Hola José Luis, ya comencé a hacer los pedidos y al mediodía vienen dos chicos por los que respondo para ponerse a órdenes de la Dirección.
- Bien, eso manejalo vos, cuando venga la mercadería me avisás y te hago los cheques, ahora necesito que te pongas a tono con otra cosa y lo necesito con carácter de urgente.
- Bien, vos dirás, ¿qué necesitás?
- Tenés que hacer un bosquejo para reducir los Sectores de la empresa, tendrán que quedar tres o cuatro.
- Cuatro, ya lo tengo hecho. HH., Ventas, Compras y Administración, en cada uno de estos habrá sub sectores y…, -se interrumpió porque llegó el Director de RR.HH. junto al Abogado del Estudio al que saludé con un apretón de manos-.
- Disculpá que no entré antes, me paró Freya en la entrada, estaba haciendo pintar las vidrieras del local y no paraba de contarme, -dijo el esposo de Gabriela y se me dio que había ido él a verla para sacarse alguna duda, pero no hice comentarios-.
- No hay problemas Doctor y es mejor que estemos los cuatro juntos, -dije saludando al Director-. Anabela me acaba de decir que la empresa puede ser dividida en cuatro Sectores bien determinados, esto implica que sobrarán cargos y gente, quiero que usted me haga urgente un listado de gente que recibirá el telegrama de despido, a menos que el Abogado opine en contrario.
- Nosotros nos tendremos que encargar de defender a la empresa ante posibles juicios, pero el que decide quien le sirve y/o quien cumple con las expectativas o no como trabajador es el dueño de la empresa, -afirmó el Abogado-.
- Podemos llegar a tener problemas con los Delegados Sindicales, -expresó de mala gana o dubitativo el Director de RR.HH. quien me estaba comenzando a molestar-.
- Voy a ser claro con usted, o se pliega a las directivas que voy a dar o es el primero que se va a la calle y no me interesa la antigüedad que tenga en el empleo, si los Sindicalistas ponen “palos en la rueda” tengo tres razones para darles y que acepten las normativas:
- Uno: Se seguirán respetando los actuales sueldos o se volverá a lo que fija el Convenio, lo mismo con las horas extras.
- Dos: Ellos serán los responsables por estas medidas y…
- Tres: Los despide a los tres o al que se ponga más en estúpido. No acepto medidas de fuerza o huelgas, meten presión y todos pierden, me conviene más bajar las cortinas que hacerme problemas con tipos que viven de arriba y a costillas de los que trabajan.
- No, sí, está bien, usted decide, yo decía para evitar algún problema que pudiera surgir, -se lo notaba apichonado y no lo eché en ese momento porque quería que antes supiera que si no lo hacía era por Anabela-.
- Yo me haré cargo de los problemas que surjan, usted hágame el listado y hará los telegramas cuando yo le vaya marcando a quien quiero afuera, esto independientemente de que, quien quiera seguir en la empresa deberá demostrar su idoneidad, sino, tampoco me sirve a mí ni a la empresa, no quiero más “amiguismo” y “nepotismo”, llegadas tardes, mal trato con los clientes, irrespeto con los compañeros o dejadez será motivo de despido.
- ¿Qué hago con la reestructuración?, -preguntó Marietta-.
- Comenzá con eso “para ayer”, mañana o pasado quiero eso sobre mi escritorio. -Se fueron los dos y me quedé con el marido de Gabriela-.
- Me dijo Gabriela que se había encontrado con vos en el hotel Libertador, -dijo cómo al pasar-…
- Es verdad, quería consultarme para hacerle un favor a la amiga y creo que la amiga dijo de reunirnos en esa confitería, yo no tuve inconvenientes, ya ves lo que resultó, me gusta la mercadería que quiere vender.
- Sí, ya vi, es buena mercadería, hablando de otra cosa, ¡lindo lío armaste en la multinacional!, algo me contó, -expresó saliendo de la conversación referida a la reunión con su mujer-.
- Nada que no se merecieran, no saben sembrar, además, esto me convenía más y tenía que hacerme cargo.
- Te entiendo, creo que mi mujer quiere largar y ponerse de socia con la amiga aportando algo de capital para comprar más mercaderías, ¿vos tendrías problemas?
- Ya se lo dije a Freya, mientras paguen el alquiler a término, está todo bien, adentro del local que hagan lo que quieran, sola o con socia me da igual.
- Bueno, ya le diré, por lo de las reformas laborales no te hagan problemas, nosotros nos encargaremos de los problemas que puedan surgir.
Se fue contento el cornudo y, en realidad, no me molestaba que la mujer le metiera los cuernos conmigo, él me molestaba porque era un hipócrita, sabía por comentarios con el dueño del Estudio que tenía un par de amantes a las que bancaba con un departamento a cada una y mal podía ponerse a ser más papista que el Papa, yo estaba seguro que esas amantes no les llegarían a los zapatos a su mujer, pero no era algo de mi incumbencia.
Luego del mediodía conocí a los chicos que iban a trabajar con Marietta y se me antojaron dos nerds, pero ella sabía bien que rendirían en su trabajo, luego de esto me tocó hablar con Anabela y le dije que dejara todo lo que estaba haciendo porque teníamos que hablar seriamente en mi oficina. Entró cabizbaja y se sentó frente a mi escritorio ante mi indicación.
- ¿Qué te pasa, andás asustada con las nuevas medidas?
- Me caben las generales de la Ley porque no alcanzó a discernir en que fue que te fallé esta mañana.
- Ya te lo digo, pero antes me vas a decir si querés que tu tío siga en la empresa o se vaya despedido.
- ¡¿Yo lo tengo que decidir?!…
- Sí, no es tan difícil, si se portó bien con vos lo mantengo en el puesto, si se portó mal, lo echo a la mierda.
- Es un cagón y se gasta el dinero en putas caras, pero conoce su trabajo, tendrías que marcarle pautas y seguramente mejorará, no le conviene quedar en la calle, vive al día.
- Lo otro es lo de tu madre, eso es lo que olvidaste esta mañana.
- No lo olvidé, pero es mucho dinero, me da no sé qué pedirte que solicites ese crédito, no podría pagártelo ni con “especias”.
- Ahora que lo decís, lo de las “especias” no es mala idea, pero, porque no te dejás de joder con pavadas y no digo que pensarte físicamente sea una pavada, ¿no crees que tu madre está por encima de esas boludeces que se te ocurren?
- Sí, ya no sé lo que digo, anoche no pude dormir pensando en todo esto. Tomá, estos son los datos del Médico, de la prótesis y del costo de la operación, no sé cómo vas a hacer ni lo que querés hacer.
- A ver, dame, ya te digo, -lo primero que miré es el importe, era una bicoca para mis ingresos y me decidí, tomé el celular y llamé al Médico-. Hola, ¿el Doctor XXX?, mi nombre es José Luis XXXX, represento a la señora Silvia XXXX y quería averiguar cuando puede proceder a la operación de la susodicha, bien, le entiendo, yo le hago llegar el cheque por el importe que me dice y luego le mando a la señora a hacerse los estudios. No, no, gracias a usted, espero buenos resultados.
- ¿Qué hiciste?, ¿con quién hablaste?, ¿no me digas que era el Médico?, ¿cómo es eso de que la mandás a hacer los estudios?…
- ¿Tenés alguna pregunta más para hacerme?, si cerrás la boca vas a entender mejor, tomá este cheque, dáselo al Médico mañana a la mañana cuando lleves a tu madre para los exámenes pre quirúrgicos. Ya se puso todo en marcha, ¿viste que fácil que fue el tema del crédito?
- ¡No puede ser, esto es increíble!, voy a quedar supeditada a vos de por vida. ¿Cómo podré pagarte un favor así?, -dijo explotando y poniéndose a llorar-.
- ¡No me jodas con esas pavadas de los “pagos” !, yo no te pedí ningún pago, llevá mañana a tu madre y si hace falta pagar algo más avisá para que se comuniquen conmigo, no quiero una Secretaria con la mente ocupada en lo que pasa en la casa con su madre.
La dejé que se fuera con sus lloriqueos, seguramente ya surgiría el momento en que debería hacer los “pagos por el favor” y daba por descontado que serían en varias “cuotas”. Me había calentado con las posibilidades del culo y el físico de Anabela y me fui para casa, allá, en la cabañita de troncos, seguramente me esperaban los culitos complacientes de Ale y de Felipe.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Muy excitante y con morbo.