CASI SOBRINOS. (14)
Aparece un “polvo” inesperado y me encuentro con una sorpresa en la casa que me ayuda a estar más tranquilo. De vuelta en la empresa aparecen problemas que sublevan y me pueden llevar a tomar medidas que no esperaba..
LA FARMACEÚTICA – UNA “PELÍCULA” FEA. (14).
De camino a mi casa pensé en Graciela y Elizabeth, seguramente estarían las dos y serían un escollo para mis ganas de embocarlos a los dos nenes, entonces se me ocurrió una idea que podría llegar a resultar, algo, algún medicamento debía existir que las dejara dormidas y me permitiera retozar a gusto con sus hijos. Me dirigí a mi viejo barrio y pasé por la Farmacia de un conocido que había sido compañero del Secundario.
La Farmacia era súper moderna y enorme, se notaba que había “echado buenas”, él había heredado el comercio del padre, no había llegado a recibirse, pero operaba con el nombre de un Farmacéutico recibido, algo que suele ser, para bien o para mal, bastante común. No lo encontré detrás del mostrador y le pregunté a la empleada que atendía la caja si se podía hablar con él. “¿Él lo conoce?, usted pinta de Visitador Médico o vendedor de algún Laboratorio no tiene, le pregunto porque no suele recibir a los que lo vienen a ver”, -me dijo una chica de mi edad o puede que un poco más, se la veía bastante atractiva, cabello rubio teñido, ojos verdes, seguramente por lentes de contacto de colores y se te iban los ojos a la zanja de sus tetas por su chaqueta desabotonada para que se vieran, una “gordibuena” llamativa, aunque un tanto “metida” para con el dueño-.
- Jajaja, ¿usted es la Secretaria que le hace de filtro?
- No, soy la esposa, ¿usted quién es?
- Encantado, señora, yo soy un ex compañero de Julio, de la época de la Secundaria, hace mucho tiempo que no andaba por el barrio, hoy me tocó venir por un negocio y se me ocurrió visitarlo, -no me contestó, pero me miró prestándome más atención y le cambió el gesto adusto a una mirada pícara, casi sensual-.
- Te parecés al “Ferretero”, aunque José Luis era un flaco esmirriado que andaba atrás de todas las mujeres del curso y lo llevaba a Julio por el mal camino.
- Son las ventajas de la buena vida y de mucho gimnasio, también de años, a eso no podemos escaparle y los cambios surgen, ¿nos conocemos?
- Sí, yo te conozco, anduviste un tiempo con mi hermana Elena, no nos dábamos mucho porque soy tres años mayor.
- ¿Miriam?, ¿sos Miriam?, ahora te recuerdo bien, vos eras la que me sacaba corriendo de tu casa, ¿lo enganchaste a Julio?
- Sí, jajaja, costó lo mío, pero es el padre de nuestros dos hijos.
- Felicitaciones mujer, tanto tiempo, es un gusto verte, te debo el abrazo, ¿qué es de la vida de tu hermana?
- Se casó y vive en el sur, tiene un hijo y está bien, esperá, esperá que doy la vuelta al mostrador y te abrazo yo, de paso me contás de tu vida, Julio salió, pero viene dentro de media hora.
- Pero si mujer, será un gustazo enorme, -dejó a otra chica en la caja y me hizo pasar por una puerta dónde me esperó para abrazarme-.
Yo le llevaba como una cabeza y noté que la “gordibuena” estaba muy bien, el abrazo que me dio fue un tanto inesperado porque apoyó las tetas en mi torso como para que las sintiera y me di cuenta que debajo de la chaqueta no tenía sostén, allí no había nada caído en la medida de lo que podía esperarse, tuve que llevar mis manos a su espalda para no tentarme y bajarlas a sus nalgas que se me antojaban tentadoras.
- Vení, vení, vamos al privado, allí nadie nos va a molestar, -dijo tomándome de la mano y me pareció de esas de otorgar bastantes confianzas-. ¿En qué andás?, ¿te casaste?, la Ferretería la vendiste, ¿no?
- ¿Casarse, qué es eso?, ando bien y sí, vendí todo, mis negocios pasan por otro lado, estoy en el rubro de ropa femenina y de chicos, pero dejame decirte que Julio se llevó una joyita para admirar, -le dije coqueteando con ella porque se mostraba muy suelta y dada-.
- Cayeron un par de cirugías, pero trato de mantenerme, vos estás cada día mejor, cuando le cuente a mi hermana que te vi y lo “bueno” que estás, se va a querer morir. ¿De verdad te agrada la joyita?
- Claro que si mujer, es para envidiarlo a Julio.
- Sí, pero él está en otra, bah, los dos estamos en otra, somos swingers, ¿te jode?
- No, para nada, “cada cual de su culo un pito”.
- Es la única manera que funcione de vez en cuando, pero ya que estás acá me vas a tener que sacar una duda.
- Dale, preguntá en confianza.
- No te quiero preguntar nada, quiero que me mostrés, me agarré miles de calenturas cuando mi hermana me contaba de la verga que tenías, quiero chupártela… -No sólo me lo dijo estiró una mano y se adueñó de mi “paquete”, al que le bastaron un par de apretones para reaccionar-.
- Bueno, no te andas con “chiquitas”, me gusta eso, pero te costará hacerme acabar así, -le contesté ya que no daba para hacerse el remilgoso-.
- ¡Qué te parió, se nota grande y se te para al toque!, me encanta esto, dejame intentarlo, de última me cogés por dónde quieras, tenemos un poco de tiempo, -decía mientras me aflojaba el cinturón y me provocaba una repentina calentura-.
La “gordibuena” se puso loquita cuando, luego de bajarme la ropa, me vio la verga en plenitud y se lanzó a mamarla y a tratar de “devorarla”. “Tenía razón la puta de mi hermana, mirá la verga que se comía”, -decía dejando de mamar para luego continuar-. Sabía lo que hacía, pero aun esforzándose no pasaba de tres cuartas parte del tronco y eso a mí no me provocaba ningún morbo. “¡Que aguantador, madre mía! yo ya tuve un orgasmo al chupártela y ni te mosqueás”, -decía tratando de intentar avanzar en su cogida bucal, pero…-.
“Así no vas a lograr nada”, -le dije viendo que se baboseaba toda y tosía teniendo arcadas al intentar-, “apoyate en el escritorio y dejame metértela”. Me miró como dudando, pero se decidió rápido y se ubicó como yo quería después de bajarse sus pantalones elastizados junto con la tanga. Las nalgas eran más grandes del común a lo que estaba acostumbrado, pero eran firmes y duras, apenas un poco de adiposidades en las piernas, más eso no me molestaba.
Tiempo no había, el “polvo” surgió de improviso y no iba a quedar mal, enseguida ubiqué su orificio vaginal empapado mirando a la vez el agujerito del ano que parecía palpitar y me mandé por el hueco “natural”. La gordita Miriam acusó la penetración hasta la mitad ahogando un grito, después me moví más despacio y me quedaron unos tres centímetros afuera. “¡Hijo de puta, que verga que tenés!, tenía razón mi hermana cuando decía que veía las estrellas”, -decía moviendo las caderas tratando de acoplarse a mi ritmo.
No tardó mucho en tener un par de orgasmos seguidos y cambié de lugar, allí no se hizo tantos problemas y, como no hice escalas, un grito se le escapó y pataleó con sus zapatillas contra el piso, “¡Mierda, mierda, mierda!, al fin, creo que hoy me lo terminaste de romper, dale con ganas”, -pidió y no la hice desear-. No estaba para aguantar demasiado, había otros culitos que me esperaban y le di bomba hasta que orgasmó golpeando el escritorio con el puño y apretándome con sus contracciones, entonces le llené todo el conducto.
Ella sola se giró, y se prendió a mi verga para limpiarla, era evidente que se hacía una buena limpieza interior y luego de esto se metió en un baño chico que había en ese privado, que era, a la vez, depósito de medicamentos pues sus paredes estaban atiborradas de anaqueles con cajas y frascos. Al rato salió y con una sonrisa me dijo que el marido volvería más tarde de lo debido.
- Disculpame José Luis, no te podía dejar pasar, eras como una “materia pendiente” y apenas te vi, me hizo como un “click”.
- No hay historia, me encantó darle la razón a tu hermana, jajaja.
- No haberme dado cuenta antes cuando te corría de casa, ¿no me digas que andás necesitando esas pastillas?, -preguntó cuándo me vio con una caja de un Viagra alternativo o Sildenafil de otra marca-.
- No, creo que ya comprobaste que no es así, lo que me vendría fenomenal serían unas gotas para dormir, todos los quilombos que tengo en el trabajo no me dejan descansar bien.
- Te puedo dar unas que te aseguran ocho horas de sueño con sólo diez gotas, no te despiertan ni a cañonazos, te cuento, una vez teníamos una reunión en mi casa y le dimos a mis hijos y a mi cuñada, jajaja, podíamos tirar la casa abajo, cogimos como descosidos entre todos los invitados y ellos ni se mosquearon ni enteraron, llevalas tranquilo, son naturales y no producen acostumbramiento, ni gusto tienen.
Me dio el frasco con el medicamento, me pidió el número de celular por si alguna vez tenía ganas de repetir el “empalamiento” como le llamó entre risas y me fui de la Farmacia saludando a Miriam con un beso en la mejilla y dejándole saludos para Julio. Fue solamente un “polvo sorpresivo”, ni “tan, tan” ni “muy, muy”, no hubo caricias ni besos antes, durante o después, el caso es que se cagaría llamándome, no pensaba repetir nada y me fui con las gotas que había ido a buscar.
Al llegar a casa las encontré a las dos mujeres charlando, estaban sentadas en un banco de plaza que había colocado debajo de un enorme roble. Entré el auto y noté que sus caras de eran de lo mejor, algún problema había por allí con sus vueltas y crucé los dedos esperando que Felipe no se hubiera mandado ninguna cagada o abierto la boca con su madre. A los chicos no los vi y entendí que estarían en su cabaña. La duda me duró hasta que se acercaron al auto, sus saludos fueron los normales, cada una de ellas recibió un lindo beso en la boca y sus nalgas se prestaron gustosas al apretón de mis manos. Aun así, la cara de Elizabeth no era de lo mejor y pregunté si había algún problema dando vueltas…
- Elizabeth tiene un problema familiar grave y necesita que le des una mano, -dijo Graciela debido a que vio que la madre de Felipe dudaba para hablar-.
- Si hay problemas, hay que buscarle soluciones, contame cielo, ¿en qué te puedo ayudar?
- La única hermana que tengo y que hace años que no veo me mandó a llamar, me avisó mi cuñado por teléfono, ella tiene un cáncer terminal, le queda poco más de un mes de vida y quiere verme antes de morir. Por temas familiares que, a la larga resultan ser una sarta de idioteces, dejamos de vernos y ahora, ahora…, -expresó sin poder contener las lágrimas-.
- Lo lamento mucho, ¿cuándo te irías?, porque me imagino que vas a ir a verla, -acoté viendo que le resultaba difícil seguir hablando-.
- Tiene todo listo para irse ahora, el tema es que necesita que le prestes algo de dinero y le permitas quedarse a Felipe en la casa con nosotros porque no quiere llevarlo precisamente para que vea morir a una tía que no conoce, -expresó Graciela con cierto temor por mi respuesta-.
- Por el dinero no hay problemas, ya le conseguí un trabajo fijo en la tienda, lo tomaría como un adelanto y en cuanto a Felipe, si Ale y vos están de acuerdo, yo no tengo problemas, ¿dónde vas y cuánto tiempo te quedarías?, -le pregunté a Elizabeth-.
- Es en Catamarca, cerca de la frontera con Tucumán, tengo para un rato largo de viaje, pero quiero ir tranquila con el auto porque mi cuñado tiene campos allí y es difícil llegar desde el aeropuerto sin medio de movilidad.
- Vos sabrás, manejá con cuidado, la ruta siempre es un riesgo y apurarte no va a curar a tu hermana, arreglá las cosas con tu hijo mientras yo te busco el dinero.
- Gracias, gracias José Luis, te prometo que haré lo que sea para devolverte este favor.
- Ahora te salvás porque tenés un largo viaje por delante, pero cuando regreses te voy a tener dos días atada a la cama, jajaja, llamalo a Felipe, arreglá tus cosas con él, yo enseguida regreso.
El tema del dinero no era problemas para mí, retiré de mi caja fuerte una cantidad más o menos equivalente a dos meses de sueldo y regresé hacia donde ya se hallaban los cuatro reunidos. “Hola papi-tío, me dijo Ale que te llamara así, mi mamá se tiene que ir a ver a una tía que tengo y me dejará en tu casa”, -expresó Felipe echándome los brazos al cuello al saludarme-…
- Ya te habrá dicho tu mamá que habrá que portarse bien, ¿no?, -inquirí-.
- Sí, te tengo que hacer caso a vos y a la tía Graciela y no pelearme con Ale.
- Ténganlo cortito, me estuvo dando varios dolores de cabeza porque no quería que el vecino viniera a cuidarlo.
- Eso era porque el vecino lo trataba mal y le pegaba, -dijo Ale abrazándose también a mí-.
- Quedate tranquila Elizabeth, Graciela ya sabe cómo moverse con el tema de los Uber y los llevará a la Colonia cuando sea necesario, estando acá no tendrán que cuidarse de ningún eventual peligro.
- Eso lo doy por descontado y creo que va a ser mejor que me vaya yendo.
Le di el dinero que debía llevar, hubo abrazos y besos de despedidas, recomendaciones y, finalmente, Elizabeth subió a su auto y se marchó. Los chicos ni problemas que se hicieron, se llevaron la play para la cabaña y se olvidaron pronto de la que se iba por un tiempo, Graciela me abrazó por la cintura y apoyó la cabeza sobre mi pecho, “¿te sirvo alguna copa mientras esperás a que termine la comida?”, -preguntó mí, seguramente, futura pareja después de emitir un gemido ante el apretón a uno de sus pezones.
“Bueno, servime un whisky con hielo, voy a ver a los chicos y enseguida regreso”, -le contesté y me fui para la cabaña-. Los encontré entusiasmados frente al televisor jugando en la Play, dejaron todo cuando entré y se me tiraron encima cuando me senté en la cama, el beso como para comerle la boca lo recibió primero Felipe y luego Ale, ambos respondieron con gemidos y Felipe quien parecía más apurado me preguntó entre gemidos, gozando porque le apretaba las nalgas duritas:
- ¿Nos vas a coger?, ¿querés que nos saquemos la ropa?, tengo muchas ganas y Ale recién me dijo que él también tiene ganas, -agregó-.
- Vamos a esperar a la noche y lo haremos en una cama grande, espero que hayan preparado bien sus culitos, otra cosa, ¿qué es eso que me dijo tu madre respecto al vecino?
- Nada, él quería venir a cuidarme para poder cogerme y yo le dije a mi mamá que no quería que viniera, lo que no le dije es que a vos no te gustaba que cogiera con otros, jajaja. ¿Me la vas a meter a mi primero?, ya nos preparamos lavándonos bien.
- Así me gusta, tu culito es sólo mío y eso de primero o segundo no cuenta, ya veremos a quien le toca, pero lo decido yo y no quiero caras largas por eso.
Los dejé que siguieran jugando y me regresé a la casa grande, Graciela me alcanzó el vaso con el whisky y agregó: “Te puedo preguntar cómo te fue hoy”. Le contesté que me podría preguntar lo que quisiera, pero que muchas veces se podía encontrar con que no le diera respuestas, luego le conté lo que había pasado en la tienda. Me gustaba porque Graciela no opinaba al respecto si yo no le pedía la opinión, sólo me escuchaba. Después me dijo que ya había alquilado la casa donde vivía antes y eso era un problema menos para contabilizar.
Después de la cena los chicos volvieron para la cabaña y Graciela dijo de ir a cambiarse porque hasta ese momento tenía una remera que no tapaba el ombligo y un short de jeans muy pequeño. Yo aproveché a sacar el frasco con el somnífero, lo puse en uno de los estantes interiores del bar y salí un rato a recostarme sobre una de las reposeras al costado de la pileta. Al rato la tuve al lado con la tanga que lucía como invisible ante su cuerpo y digo invisible porque con ese cuerpo por delante, nadie perdía tiempo en observar los pedacitos de trapo.
- Estás hermosa y da gusto mirarte, la noche está muy calurosa, ¿te tomás una gaseosa conmigo?
- Bueno, sólo un vaso, la gaseosa me hincha toda, es peor que cuando estoy indispuesta, ¿te traigo una?
- No, dejame a mí, te doy una parte de la mía, además tengo que decirte algo importante.
Se me quedó mirando y yo me fui a servir las bebidas, el gotero tenía las dosis especificadas, pero yo ni me fijé, estoy seguro que fueron más de diez gotas, pero eso no importaba, luego le llevé medio vaso de gaseosa y yo tomaría directamente de la latita. Tomó el vaso, revolvió el líquido con el dedo para eliminar el excedente gaseoso y tomó un buen sorbo mirándome y esperando por lo que tenía que decirle…
- En una semana es el casamiento de Jacinto y Esmeralda, la pareja que te presenté en la tienda, ¿los recordás?
- Sí, son de lo más dados y simpáticos, ¿piensan en hacer fiesta?
- Jacinto me dijo que es una ocasión muy especial y piensa tirar la casa por la ventana, yo seré testigo-padrino y no puedo faltar, debo ir bien vestido y mi acompañante tiene que provocar tortícolis en mucha gente cuando se giren para mirarla.
- Jajaja, me imagino, ¿pensás ir con alguna modelo?
- ¡Qué graciosa que sos!, andá pensando en que va a ser con vestido largo de noche y quiero que luzcas despampanante.
- ¡José Luis!, ¿me estás pidiendo que sea tu acompañante?
- Lógico, cumplís con todos los requisitos, pareja, amante, esposa, putita, esclava de ocasión, ¿quién sino vos para acompañarme? Vas a tener que ir a comprar el vestido, las sandalias y bueno, el tema de la Peluquería y el maquillaje.
- Pe, pe, pero, yo no te quiero hacer pasar vergüenza, -me dijo titubeando y a punto de soltar un sollozo-
- Yo creo que me vas a hacer quedar como un rey, mañana la llamo a Esmeralda y le pregunto dónde compran los vestidos para esa ocasión, vas a ir allí y ellos te dejarán como Cenicienta, con la ventaja que no te tendrás que escapar antes de las doce de la noche y los zapatos te los voy a sacar yo cuando te desnude en la habitación que nos toque del hotel en que se hará la fiesta.
Ya había comenzado a bostezar, pero no se le notaba mucho porque la noticia la hizo irrumpir en un llanto casi desconsolado y la dejé que llorara. El cambio era tremendo para lo que estaba acostumbrado, pero tenía la plena convicción que ella sería mi pareja y estaba seguro que no me haría quedar mal. Tragó lo que quedaba de su trago y no tardó en arrojarse encima de mí para comerme la boca.
- Andá a mi habitación y esperame desnuda en la cama, yo veo lo que hacen los chicos y festejamos por anticipado.
- Ayudame a llegar cielo, las piernas no me responden, estoy en las nubes, esta es una noticia que nunca esperé y es algo que nunca pensé vivir. Hacé lo que quieras conmigo.
La ayudé a llegar porque se quedaría a mitad de camino y creo que ya estaba dormida cuando la coloqué sobre la cama. Quedó boca abajo, sus nalgas parecían llamarme y le saqué la tanga aprovechando para recorrer todas sus curvas con las palmas de mis manos, mi verga estaba endurecida a más no poder y me faltó muy poco para no penetrarla allí mismo dejando a los chicos de lado. Como fuere, reaccioné a tiempo, esa noche quería escucharlo gritar a Felipe y Ale me ayudaría.
Lo llamé al celular a Alejandro y le pedí que vinieran rápido y desnudos, que yo los esperaba en su habitación, luego me desnudé y cerré la puerta de mi cuarto dejándola a Graciela que durmiera su sueño narcotizado. Me dejaba caer en la cama de ellos, desnudo y erecto y los escuché que entraron a la casa corriendo, riendo y encararon directos para dónde yo los esperaba. ¿Mi mamá está dormida?, -preguntó Ale-. Le contesté que sí y pedí que cerrara la puerta para que no escuchara. Yo sabía que no lo haría, que no se aparecería, ni molestaría, pero él no tenía por qué saberlo. El que estaba decidido a todo fue Felipe pues mientras Ale cerraba la puerta, el hijo de Elizabeth se subió a la cama y se lanzó a aprisionarme la verga inhiesta.
- ¡Fahh, papi-tío, está enorme!, mi culito me va a doler, pero me encanta cuando me cogés, -expresó con asombro, era propio de él y a mí me recalentaba eso-. La voy a chupar toda, -agregó llevándose el glande y un poco más a la boca-.
- No quiero que dejes nada afuera, Ale, vení, sentate sobre mi cara que quiero chuparte el culito.
- Sí papi, -contestó marcando una sutil diferencia en el trato y se ubicó de frente a mi pecho y a su amigo-.
Ale movía sus nalgas, decididamente un poco más alimentadas, armadas, cogidas y crecidas, aunque no eran tan naturalmente paradas ni redonditas como las de Felipe, de todos modos, gozaba y sabía transmitir su goce. Sus huevitos se movían por debajo de mi barbilla mientras mi lengua trataba de penetrar su culito hambriento y sus manos se apoyaban a la altura de mi vientre. “Más adentro, tragala toda, si no puede ayudalo vos Ale”, -dije sacando mi boca de entre las nalgas de mí ya “casi hijo”.
Ale entendió enseguida lo que le pedía y sin hacer caso de las toses y las arcadas que invadían a Felipe, estiró el cuerpo hacia adelante y enseguida sentí como mi verga penetraba la garganta de quien me mamaba poniendo lo mejor de sí en el tema. El “casi hijo” dominaba muy bien la técnica de la mamada y supo que no podía mantener mucho tiempo a su amigo con la nariz en mi pelvis, lo exigía empujando, aflojaba su presión y volvía a exigirlo.
No podía ver nada, pero sentía la presión que ejercía Ale con las manos en la cabeza de su amigo y como hacía que mi verga llegara a la garganta de éste, lo hizo unas cuatro o cinco veces y deje de sentir la presión, aunque si sentí como mi verga entraba en la garganta por la cogida bucal que Felipe ya se propinaba solo. “Me dan las cosquillas papiiii”, -gritó de forma moderada Ale cuando su orgasmo seco apareció y su esfínter apretó la punta de mi lengua.
Lo dejé que se calmara y lo saqué de arriba de mi cara, allí fue cuando le dije a Felipe que dejara lo que hacía porque quería cogerlos, “sí papi-tío, me toca a mí primero porque le gané en el juego a Alejandro”, -me dijo y, con agilidad, se acomodó en cuatro dejando sus nalgas a disposición. Ale me alcanzó la crema para ayudarlo con la lubricación y dilatación y se ubicó con las piernas abiertas dejando su pitito cerca de la cara de Felipe que enseguida se lo tragó.
Fue un deleite acariciar las nalgas duras, redonditas y paradas de Felipe, su agujerito parecía palpitar cuando arrimé dos de mis dedos encremados y se los metí ayudando a dilatar y lubricar su conducto anal. Lo escuché que se quejó por esto y le dije que hoy iba a metérsela de una y sin parar, que él tenía que aguantar y no quejarse, “yo ya sé que me va a doler, pero, bueno, dale, metela, te prometo que me aguanto”, -dijo apartándose de la mamada al pitito casi fraterno-.
Mis dos dedos entraban y salían cómodos de su hueco anal y pronto estuvo listo, sin embargo, cuando acaricié sus nalgas abriéndoselas para colocar el glande en el hueco a profanar, como siempre me pasaba, lo vi muy pequeño para la verga que se “comería” y, aunque sabía que, dolores más o menos, entraría todo sin mayores problemas, recordé lo de la mamada a Ale…
“Sacate el pito de tu amigo de la boca, no quiero que sientas el vergazo y aprietes los dientes, mejor ponete crema y abrile el culito a él”, -le dije viendo que pronto Ale se ponía una almohada entre la cara de Felipe y su pubis y no esperé más-. Ubicado el recto en la punta del glande no me quedó más que dar un caderazo y entré sin detenerme, ¡ahhhh, fue una delicia meterme en ese culito gordito!, tenía muchas ganas de coger esos culitos pequeños, aunque a Felipe no debió parecerle muy delicioso, el grito, aun atemperado por la almohada, se hizo sentir.
“Me duele mucho tío, esperá, esperá, tu pija es grandota”, -decía y pedía mientras Ale lo sostenía de los hombros para que no se levantara, algo que le resultaría un tanto difícil porque mi cuerpo, prácticamente, los cubría a los dos. No esperé ni me detuve, el ritmo se hizo sostenido haciendo que el sonido del choque de pelvis y nalgas se escuchara en toda la habitación. Felipe se puso a sollozar y el chirlo en cada una de sus nalgas lo hizo callar.
“Querías verga, pues vas a tener que aguantarla así, yo te cojo como quiero”, -le dije sintiéndome un tanto salido y con ganas de entrar más de lo que podía-. Estiré mis manos y lo tomé de la nuca a Ale para que acercara su boca y lo besé metiendo mi lengua hasta sus amígdalas, estaba chocho con esto porque no lo dejaba de lado y trataba de devolverme los besos hasta que me dijo: “Cuando me toque a mí quiero que me cojas igual, me dan escalofríos cuando me la metés de golpe”.
Eso incentivó mis entradas y salidas, pero a la vez noté que Felipe movía sus nalgas disfrutando de la cogida que recibía, “dame más tío, cogeme fuerte, ya no me duele”, -pedía el muy putito absorbiendo sus propios mocos-. De todos modos, más no podía entrar, aunque no detuve mi cogida casi violenta, sus cosquillas llegaron justo a tiempo para sofrenar mi ritmo, esperarlo con sus contracciones y finalmente, salir de su culito que quedó abierto y satisfecho.
Ale, solito se colocó en una posición similar a la de Felipe y, como su amigo no le había puesto crema, usó sus propios dedos para lubricarse. Me corrí dejando a Felipe acostado boca abajo y me puse detrás de Ale que se abría las nalgas con sus manos. Lo quería igual y se lo di igual, la penetración fue profunda, sin detenciones, pero más tranquila y notando como se abría su conducto ante el paso del ariete erguido.
Ale no gritó, sabía desde antes como aguantar, sólo emitió varios quejidos que se perdieron contra la almohada y pronto estuvo moviendo su culito gozando de la cogida. Giró la cabeza, vi sus ojos llenos de lágrimas y, con la voz entrecortada, pidió más, entonces mi bombeo se hizo incesante mientras mis manos acariciaban sus nalgas y luego pasaban por toda su espalda usando mis uñas como si tratara de rasguñar su piel, aunque sin producir daño.
Esto, junto con el placer de la penetración lo hizo gemir en voz alta y sus contracciones y temblores no tardaron en aparecer. Su esfínter me apretaba el miembro en cada contracción y ya no me daba para seguir aguantando, “sí papi, sí, dame toda la leche calentita, te quiero”, -expresó en un grito cuando le llené las tripas-. Aún me quedó resto para seguir un pequeño rato más y mi “casi hijo” se movía como electrizado a medida que mi verga se desinflaba en su interior. Finalmente, una de sus contracciones me expulsó y se giró rápido para limpiarme utilizando su boca.
Felipe ya se había recuperado y se colocó detrás de Ale para chupar su culito y tratar de obtener parte de lo que éste dejaba escapar. Los dos gemían entrecortadamente y me estaban llevando a una reacción que no quise que pasara de allí. Les pedí que se levantaran para acompañarme al baño, “quiero que se bañen, se vistan y duerman tranquilos, tu madre no debe de enterarse de esto”, -les dije-.
Lo aceptaron abrazándose entre risas, pero, una cosa es decirlo y otra muy distinta era verlos a los dos nenes besándose y apretándose las nalgas dentro de la bañera. Mi verga estaba volviendo a erigirse y opté por lavarme y volver a mi habitación luego de besarlos a ambos. El “polvo combinado” y el toque de sadismo había sido muy satisfactorio, más esa demostración de los chicos me había trastocado mi nivel de morbo y pensé en el culo de Graciela.
Continuaba dormida en la misma posición en que la había dejado y su culo parado hizo casi una conexión directa con mi verga morcillona y pronto estuve listo para guardarla en su estuche de carne. Acariciarla a gusto sin que se diera por enterada, abrir sus nalgas y meter mi lengua en ese sabor agridulce, usar saliva y dedos para lubricar y entrar despacio, firme y tranquilo para no dañarme por la falta de dilatación, tuvo un efecto raro.
Fue una especie de necrofilia con un cuerpo que latía y estaba caliente, pero eso no me detuvo y le di “bomba” hasta que los cambios de ritmo me cansaron. Salía, miraba su ano abierto y volvía a entrar, sus tripas se acomodaban al paso del glande y si hubiera estado despierta, de seguro, habría gritado, aun sabiendo que el placer terminaría por imponerse y que a ella también le gustaba esa rudeza. Finalmente, terminé dejando el resto, me quedó apenas para salir, girarme y dormirme agotado.
- Buenos días amor, -dijo despertándome mientras me acariciaba una nalga y me alcanzaba un mate-. Tengo un lío bárbaro en la cabeza, me duele todo, tengo la cola irritada y tuve que ponerme una pomada, pero no me acuerdo de nada del acto en sí, -acotó sonriendo-.
- Buen día Gra, tendrías que preguntarles a los chicos, gritaste como una condenada, jajaja, menos mal que el cuarto está insonorizado, como dirían los españoles “se te fue la olla”, pero estuvo muy bueno, -le respondí en el mismo tono jocoso-.
- ¡Por Dios, qué vergüenza, jamás me ocurrió algo similar!
- No importa, ya me resarciré, debe haber sido por la noticia de la fiesta de casamiento de Jacinto, cuando regresé te diré dónde ir para que te pongas más linda aún.
Luego del baño y del desayuno, ella se iría con los chicos a la Colonia y yo me fui para la tienda. Daba por descontado que Anabela no estaría en la Secretaría pues se iba a tomar el día para llevar a la madre al Médico, la que sí se encontraba era Marietta, me extrañó verla de jeans remera y zapatillas y luego de saludarla le dije:
- Estás hermosa, igual de mortal, pero distinta, jajaja, ¿te estás preparando para salir de picnic?
- No, nada que ver, me puse cómoda porque van a llegar los equipos nuevos, hay que acomodar las cajas, desembalarlos y comenzar con la distribución por cada sector, lo quiero hacer yo mismo y no daba para vestir de Ejecutiva, igual me agrada que te fijes.
- Es sólo porque lo merecés, ahora sentate que vamos a ver el tema de lo “ilegal” con respecto a los datos que necesitaré.
- Ya tengo los programas operativos, sólo tendrías que darme los nombres y apellidos completos y yo te averiguo hasta el número de calzado de la abuela, pero eso no puede usarse legalmente, salvo que exista una orden judicial.
- Lo entiendo y no quiero que te hagas problemas, tengo el pálpito de que muchos de los que serán despedidos me han estado robando desde hace tiempo, si ellos hacen juicios se buscarán las órdenes judiciales y sólo se cambiará la fecha de la obtención de esos datos, pero quiero estar preparado desde antes.
- Listo, apenas el Director de RR.HH. te dé la lista me pongo a trabajar con eso.
Se fue moviendo sus caderas con cierta coquetería, pero ya me había dado cuenta que era innato en ella, algo que, en muchas mujeres, suele dar lugar a malas interpretaciones ante los ojos del/la mediocre que las trata. Apenas salió Marietta, golpeó la puerta el tío de Anabela, para alcanzarme la lista de los empleados que habían sido despedidos.
- Ya lo conversé con la gente del Sindicato y me confirmaron que no van a hacer ningún problema por las decisiones.
- Usted parece no entender mi forma de trabajo, no hay nada que conversar ni consensuar con los Delegados, yo tomo las decisiones y el Director de RR.HH. las ejecuta. Voy a ser muy sincero, su puesto aún sigue ocupado por un pedido de su sobrina porque usted parece no adaptarse a mi modo de trabajo y yo necesito allí a un Director que cumpla las normativas, trate bien al personal y no transe nada con nadie, en este caso, Delegados, además, que acate mis órdenes, salvo que pueda demostrarme que me equivoco al darlas y para eso voy a aceptar escuchar sus posibles “peros”, mientras tanto, yo decido, ordeno y usted obedece.
- Le aseguro que voy a adaptarme a su modo de actuar, de por sí, creo que la juzgué mal a mi sobrina. Por lo demás, estoy de acuerdo con lo que me dice, pero, en algunos casos existen trabas legales.
- Para eso está usted que es quien deberá hacérmelas ver, luego dirán los Abogados cuales son aplicables o no, ¿quedamos claros en esto?, ahora explíqueme en que se basó para el listado de despedidos.
- Cada uno de la lista tiene un dossier en que se explica la medida, hay algunos por faltas disciplinarias pendientes, por flojo desempeño, pero, fundamentalmente por reestructuraciones en los diversos sectores.
- Tendría que figurar un ítem que diga, “porque hay demasiados caciques para tan pocos indios” y eso es algo que usted debería haber tenido en cuenta al confeccionar el organigrama de la empresa. Está bien, haré de cuenta que eso pasó y desde ahora en más estableceremos una nueva relación con usted, espero que no me falle.
- Pierda cuidado señor José Luis, no le fallaré, nada se hará sin que usted esté enterado antes, me va a resultar más fácil así pues usted va de frente y no emplea histerismos.
Lo despedí notando que, aun sin pensar en lo que había pasado la noche anterior con los chicos y Graciela, toda la vorágine que desarrollaba en el día con la aparición y solución de problemas me excitaba. Pensé en hacerle unos “tiros” a Marietta, pero desistí enseguida de eso, estaba “casi” seguro que no me diría que no, aunque ese “casi” era lo que me contenía, además, me había quedado dando vueltas en la cabeza eso del “histerismo” a que había hecho mención, eso era propio de mujeres y entendí que a ellas se refería.
La única mujer que podría haber aplicado algo de “histerismo” en la empresa y que, de alguna manera, afectara al Director de RR.HH. era Esmeralda, para más, recordé lo que me había dicho Jacinto respecto a que era ella la que elegía a las empleadas que trabajaban en el salón. Yo tenía “mierdas” en la cabeza para repartir cuando se pensaba en sacar algún tipo de provecho en lo sexual y se me dio por pensar que Esmeralda aún estaba bastante bien y que Jacinto se dedicaba por demás al tema de ser Directivo de un Club.
¿Y si se dedicaba o le gustaban las mujeres?… ¿Por qué era ella las que las elegía?… ¿Acaso no estaba en un lugar privilegiado como para exigir algunas cosas?… ¿Sí así fuera, estaría Jacinto involucrado?… De pronto, se me metió el “bichito de la duda” en la mente y enseguida pasó de ser “bichito” a convertirse en un “elefante de duda”, también se me ocurrió que la que podía saber era Gloria.
Me sonaba a que allí había algún tipo de “gato encerrado”, de buenas a primera pasaba de segunda Secretaria a ocupar el puesto de Jefa del Sector Administrativo, para más, su puesto en la Presidencia pasaba a ser ocupado por una rubia que estaba buenísima por dónde la miraras, separada y con problemas graves a nivel personal. Cualquiera podría llegar a pensar que le ofrecía algo a una para tapar su boca y se quedaba con la rubia quien estaba para “hincarle el diente”.
El guión de mi propia “película” se completaba con el “grano en el culo” que le salió, el cual venía a ser yo y la renuncia de mi trabajo anterior para pasar a hacerme cargo de toda la empresa. Conociéndome sabía que ya no podría hacer ninguna trastada y le vino genial el tema de casarse antes de lo pensado y auto jubilarse de la empresa. La “película” podría llegar a ser cierta y hasta bien pensada, pero tenía un agravante feo, alguien ahí me había tomado de pelotudo y eso no se lo permitiría a nadie. La llamé a Marietta y le pedí que dejara lo que estaba haciendo porque tenía que hablar urgente con ella. La Itálica tardó como diez minutos porque estaba ayudando a colocar un equipo en la zona de Cargas y se la notaba agitada cuando entró en mi oficina.
- Disculpá la tardanza, estaba en la otra punta de la empresa e hice lo más rápido que pude, ¿estás molesto con algo?, -preguntó cuándo vio mi cara que, de seguro, no sería de lo mejor-.
- Sí, estoy muy molesto, pero no es con vos, se me hace que alguien me ha tomado de idiota y tengo que encontrar el modo de joderlo y que le duela.
- Pobre tipo, no quisiera ser el que tenga que estar frente a vos cuando te enojás, ¿qué necesitás que haga para ayudarte?
- Yo sé que a nivel policial y judicial se suele pedir el desmenuzamiento de todo lo que se guarda o se guardó en un celular, ¿tenés manera de hacer eso “bajo cuerda” y sin que se entere nadie? y no es “tipo”, puede que sea “tipa”.
- Algunas cosas puedo extraer de un celular, pero no tengo los conocimientos necesarios ni los equipos para hacerlo tal como vos lo querés, pues imagino que querrás “pitos y señales”, no obstante, tengo a un conocido, es un hacker que lo puede hacer en el día, pero no es barato, te puede llegar a pedir unos dos mil dólares por día.
- El dinero no me importa, incluso podría ofrecerle un plus, pero necesito todo el movimiento de whatsapp, de mns y de conversaciones, por lo menos desde un año a esta parte de dos teléfonos.
- Yo creo que se puede hacer, dejame llamarlo, -de inmediato llamó por el celular y explicó lo que quería, aunque sin dar muchas explicaciones-. Esperá un segundo… José Luis, te saldría dos mil por día, son dos días mínimo y te hace todo el seguimiento a los otros teléfonos a los que llamó. Si aceptas tendría que llevarle un adelanto y ya comienza a trabajar.
- Está bien, dejá todo lo que estás haciendo, llevale el dinero y decile que quiero todo lo antes posible.
- Bueno, te voy a hacer un correo electrónico “especial” para que puedas recibir todo allí y nadie pueda hackearlo, luego te doy los datos y lo podés ver en tu casa a medida que los whatsapp vayan apareciendo, quedate tranquilo porque serás el único que los verá, la máquina los deriva automáticamente a medida que aparecen, igual que los audios.
- ¿Se puede hacer algo similar con una computadora o tablet?
- Sí, se puede, pero eso te lo haría directamente yo, dame el nombre y el apellido completo y voy a tratar de ubicar lo que usan esas personas y les saco todos los datos.
- ¿Cuál será el extra que te tengo que pagar a vos?
- En dinero no, me vas a tener que llevar a cenar a algún lugar caro y selecto, jajaja, es un gusto que me quiero dar.
- Listo, conseguí eso que te pido y elegí el lugar adónde quiera ir.
Estaba seguro que no habría cena sin postre, pero eso se vería en el momento en que aconteciera, nos sonreímos los dos, creo que, pensamos lo mismo, le di el dinero como adelanto y los números de teléfonos de Jacinto y Esmeralda. Luego de que se fue me quedó un gusto amargo en la boca porque se me hacía que me iba a sorprender muchísimo con lo que encontrara allí.
Se había hecho el mediodía y como para “desacelerarme” un poco me fui a buscar la comida al comedor de la empresa, hice un pedido, conversé un rato con el dueño, saludé a varios empleados que se acercaron y me llevé a mi oficina un par de bandeja de plástico con el almuerzo que me prepararon. Ya comido y un poco más tranquilo, la llamé a Gloria a mi oficina, daba por descontado que la pizpireta Jefa Administrativa algo sabría de lo relacionado con el guión de “mi película”.
Vino a mi oficina con bastante rapidez, por lógica, como no estaba Anabela, golpeó y le dije que pasara, ingresó portando una hermosa sonrisa y con el cabello suelto que se arreglaba con una mano. La pollera casi tubo de su presunto trajecito sastre de verano demostraba que curvas no le faltaban y noté que la camisa blanca que completaba su atuendo exhibía un par de botones desabrochados que dejaban asomar la hendidura de sus tetas apetecible y aptas para la caricia, pero yo no debía demostrar ninguna simpatía.
- Hola jefecito, ¿cómo estás?, ¿me necesitabas para algo?
- Hola Gloria, estoy bien, por favor, tomá asiento, quiero decirte algo con respecto a la reestructuración de tu Sector y hay cosas que prefiero decirlas yo mismo y de frente, -mi cara, mi mirada y la ausencia de gestos no auspiciaba nada bueno para ella y vi como su sonrisa se esfumaba y la palidez ganaba su cara-.
- ¿Entonces es verdad?, ¿vas a prescindir de varios jefes de sección?, ¿eso es lo que me querés decir?, no pensé que me podría tocar a mí, pensé que había una buena relación entre nosotros.
- Había, hasta que me enteré de cosas que no me gustan y si hay algo que aborrezco es que me “escondan la leche” y no me cuenten determinadas “verdades”.
- ¿De qué verdades hablás?, por favor José Luis, necesito este trabajo y no creo haber hecho nada mal.
- No quiero llevarme de comentarios y creo que vos, mejor que nadie, me podrá contar cómo es que pasaste de Secretaria de segundo orden a Jefa Administrativa, después, de acuerdo a lo que escuche, decidiré tu destino en la empresa, pero te aclaro que no estoy nada feliz.
- Esto es por la hija de puta lesbiana de Esmeralda, no pudo encamarse conmigo, por eso la trajo a Anabela, para tratar de lograrlo con ella y por eso fue que me dio la jefatura administrativa con la promesa de mantener la boca cerrada, pero eso no tiene nada que ver con vos, siempre hice bien mi trabajo, me mantuve con lealtad a la empresa y a vos mismo desde que te conocí.
- Es que precisamente, por esconder esos “secretitos” muy leal no has sido. Las versiones que yo tengo están referidas a que vos la ayudabas con otras chicas con las que sí “llegaba a buen puerto”, quiero nombres, “pitos y señales” de lo que sucedía.
- ¡Esas son mentiras!, conmigo no pudo lograr nada porque a mí me gustan los hombres y porque el puesto me lo dio Jacinto que es muy amigo de mi padre, su compinche era o es la Jefa de Salón, hay cinco o seis chicas que tuvieron que “transar” con ellas para no ser despedidas, una de ellas me dijo que tenían relaciones y las filmaban en una casa que tienen a unas diez cuadras de aquí.
- ¿Y ocultarme todas esas cosas te convierte en leal y fiel para conmigo y la empresa?, tácitamente te convertías en cómplice de esas dos, no es precisamente para aplaudirte…
- ¡Qué querés que hiciera!, yo tengo un hijo que mantener, estoy sola, estudio y trato de mantenerme dignamente, hablar implicaba perder todo eso y sí, lo admito no quería terminar de empleada doméstica o de puta para mantenernos, -dijo sin aguantar y poniéndose a llorar a mares-.
- Llorá lo que quieras, las lágrimas no me conmueven ni es algo que se pueda solucionar con lágrimas, ¿decime que tenía que ver Jacinto en esto?, -acoté tratando de mantener su posición de “dureza”-.
- Nada, ella siempre opinó que era un infeliz manejable, el problema fuiste vos, cuando te hiciste cargo le desmoronaste todo lo que tenía montado y apuró el tema del casamiento, lo lamento por Jacinto, pero es una arpía, por favor José Luis, ¿qué tengo que hacer para que me creas y para seguir en la empresa, no puedo quedarme sin el trabajo?…
Gloria estaba “jugadísima”, incluso con la cara desencajada por las lágrimas estaba más que apetecible. Ella no podía notarlo por el escritorio que nos separaba, pero mi verga no entendía de razonamientos ni de lágrimas cuando veía la posibilidad de “embocar” algún culo que la llamara y, a todas luces, la desesperación de la Jefa Administrativa llamaba a aprovechar la situación. No obstante, por el momento, me abstuve, … quería que ella quisiera, que viniera “al pie” agradecida por la posibilidad que yo podía otorgarle y no que se sintiera obligada a entregarse, por eso desvié todos mis pensamientos a tratar de joderla a Esmeralda y, si él no tenía nada que ver, evitar que se casara con Jacinto…
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excelente muy excitante y la trama mejor.