CASI SOBRINOS. (16) – FINAL –
El fiasco con Gloria lo compenso con su hijito y se me hace difícil creer que abunden los culitos “gentiles” infantiles. Luego del lío en el Registro Civil, Marietta viene al pie y me da vuelta. Decido como seguir..
FIASCO – EZEQUIEL – TREMENDO LÍO – MARIETTA. (16)
Alejandro pretendió darme algún tipo de explicación, pero yo debía mantener mi tipo como serio y enojado, “no estoy hablando con vos, me desilusionaste haciendo algo que no debías, ahora te quiero mudo, ya hablaremos al respecto, quiero que Ezequiel me explique esto que vi y tengo grabado”, -le dije a Ale quien acusó el impacto y se le llenaron los ojos de lágrimas, mientras Ezequiel se ponía pálido y no atinaba nada más que a balbucear.
- Ale no tiene la culpa tío, yo le estaba enseñando algo que vi en un video.
- ¡Tío las pelotas!, no me tomes de idiota, aparte de mamarlo le estabas pidiendo que te la metiera por el culito. Quiero que me digas la verdad y que me digas cómo vas a convencerme para que no le cuente todo a tu madre.
- No, no señor José Luis, a mi mamá no le cuente, ya me dijo que me va a regalar a otra familia si yo hacía algo que no le gustaba, se va a poner muy enojada conmigo, -el mocoso rogaba y lloraba absorbiendo sus mocos y quedaba evidenciado que hay “amenazas” que terminan jugando en contra-.
- No sólo le voy a decir a tu mamá, sino que voy a mandar todo a las Redes y te van a apuntar todos como “puto”, ni los vecinos te van a querer, -dicho esto ya le costaba hilvanar palabras y lloraba desconsolado-.
- No lo haga, por favor se lo pido, ¿qué puedo hacer para que no se enoje?, ¿si quiere me dejo por usted o se la chupo toda?, pero no le diga nada.
- Contame primero a quien se la chupás y quien es el que te coge y no me mientas porque puedo ser muy malo cuando me enojo.
- Primero me cogió en los baños un chico de sexto que repitió un año y como me dolía la cola, al otro día me hizo chuparlo, pero vomité todo porque me ahogó cuando me tiró la leche. Después, como a los tres o cuatro días me la metió otra vez y quiere que me deje con un amigo de él que es más grande, pero ahora no hay escuela.
- Ahh, entonces te gusta que te cojan con vergas más grandes, ¿te gustó cuando te la metían?
- Sí, no, no sé, yo quería probar lo del video, pero Esteban se escupía la pija y me la quería meter de prepo, sólo entraba una parte y me dolía mucho.
- ¿Por qué lo hacías si te hacía doler?
- Porque me dijo que le va a contar a todos, que me va a cagar a palos y es más grande, le tengo miedo.
- No te creo mucho y en castigo y para que no diga nada vas a tener que dejar que te coja yo, también me la vas a chupar y pobre de vos si te escucho llorar a decir algo. Decime ya que vas a hacer porque tengo que ir a la casa y decidir si decirle o no a tu mamá.
- Sí, sí señor, yo me dejo que me la meta y se la chupo, pero no diga nada, por favor se lo pido, -el ruego sonaba a desesperación-.
- Ahora no puedo, vas a tener que pedirle a tu mamá que te deje quedarte con Ale y te cojo esta noche, si te vas le cuento todo. En cuanto a Ale, ya me encargaré de calentarle el culo a cintazos por haberme fallado, mientras tanto le voy a dar algo para que te vaya enseñando bien y nada de resistirse.
Aceptó todo como si estuviera resignado a ser fusilado y le pedí a Ale que me acompañara a la casa, en el camino le dije que le iba a dar un consolador mediano para que lo fuera cogiendo usando crema y le amoldara el culito, “nada de decirle que yo te cojo, cuando te toque será como un castigo y Ezequiel lo debe tomar así, igual sabés que hiciste algo que no me gusta y te voy a castigar duro”. Caminaba pensativo y callado asumiendo lo que yo le decía, pero, en cierto modo, estaba acostumbrado y no precisamente por mí.
Le di el consolador y la crema que metió en una mochila chica y se volvió a la pequeña cabaña de su bosquecito, sabía que sería castigado, pero, a la vez, estaba chocho porque con la excusa de la dilatación y preparación, le estaba dando la oportunidad de cogerse a Ezequiel. Luego de que se fue, la llamé a Graciela y apareció con Gloria que venía detrás y se le notaba una actitud de sumisión que no había visto antes.
- José Luis, quiero que me disculpes, hablé mucho con Graciela y estoy dispuesta a aguantar que me la metas por la cola, te prometo que no haré nada por impedirlo.
- No me interesa lo que hayas hablado con Graciela, espero que te sirva para futuros encuentros, aunque sabiendo que te vas a aguantar sin hacerte a la idea de gozar del momento de intimidad, hace que desaparezcan todas las intenciones de estar contigo, no me dan ganas de tocarte ni con una escoba. El sexo, salvo contadas ocasiones, debe ser consensuado y buscando el placer de quienes lo practican, en tu caso prefiero que hagas una íntima evaluación y vengas dispuesta a gozar sin que aparezcan fantasmas.
- Ya le conté a ella, sucede que a los siete meses de nacido Ezequiel salí a bailar con una amiga, ella se fue con un tipo y me quedé sola, rechacé a un par que se me acercaron y al salir me metieron adentro de una combi y me violaron en manada, eran cuatro tipos, se ensañaron con mi culo y hasta tuvieron que coserme porque me lastimaron feo, ahora me pone mal hasta cuando me tocan.
- Lo lamento, no debe ser nada agradable, pero yo no estoy para hacer de Psicólogo y vos tendrás que aprender a diferenciar. Cuando estés convencida en un 100% para entregarte sin problemas psíquicos o ataques de pánico podremos intentar nuevamente, eso sí, será lo primero que te voy a romper, es algo así como un “toma o déjalo”.
- Por favor, perdoname, no me pude contener, fue más fuerte que yo y no quiero que estés mal predispuesto conmigo.
- Si lo decís por tu trabajo, quedate tranquila, eso está asegurado, pero cada cual, en su lugar, yo no mezclo los tantos mientras me sean leales, de hecho, tu hijo me acaba de pedir de quedarse con Alejandro y le dije que podía hacerlo sólo si vos lo dejás, a Ale le vendría bien porque anda de capa caída con la ida de Felipe, como ves, una cosa no tiene que ver con la otra.
- Yo no tengo problemas en que se quede, pero no querría que molestara.
- A nosotros no nos molesta y si ellos se llevan bien van a jugar sin que haya problemas de que se lastimen o haya algún tipo de inseguridad, -acotó Graciela que también tenía la mirada hacia el suelo por la falla experimentada en el trío y por no haber podido complacerme-.
Después de esa charla, Gloria llamó al hijo, le dio una serie de recomendaciones y para colmo, le dijo con seriedad: “Te dejo porque me lo pidió José Luis, pero si me llego a enterar que no hiciste caso o que te ponés en caprichoso recordá que te la tengo jurada, José Luis me dijo que va a contarme todo”. Mejor imposible porque el nene al escuchar esto se puso pálido y miraba atentamente mi celular.
Gloria acotó que se iba a ir, los nenes salieron disparados de vuelta a su refugio moviendo sus culitos apenas tapados por los trajes de baño y nos volvió a agradecer que fuéramos tan pacientes con ella. Luego de que se fuera en el Uber que vino a buscarla, entré en la casa abrazando a Graciela y con una mano que colgaba desde el hombro hacia su pecho, jugaba con la teta más cercana apretando su pezón, variaba la intensidad de mis apretones y notaba como se aguantaba cuando el placer pasaba a ser dolor.
- No sé qué debo hacer con vos, primero me entregás atado de pies y manos a una mujer, que resultó un fiasco total, ¿en qué pensabas?
- No sé qué decirte, pensé que si la invitabas a la casa había extrema confianza en ella y cuando conversé en las compras se mostró muy interesada en tener algo con vos.
- Me hiciste quedar para la mierda con una empleada a la que tengo que ver todos los días, ahora puede llegar a pensar que mi pareja es una puta lesbiana a la que yo entrego a cualquiera acorde a las circunstancias, ¿te gustaba ella y querías joderme y meterme los cuernos en forma elíptica?
- No mi cielo, te lo juro, sólo quería que estuvieras bien, a mí no me gusta nadie fuera de vos, yo acepto sólo lo que vos quieras, -decía con la voz entrecortada, sollozante y a punto de quebrarse-.
- Desde ahora en más, mientras estés a mi lado podés pensar, pero no vas a decidir hasta no consultar, anda a cocinar, no me molestes y pensá en lo que te puede pasar esta noche en la cama, recordá que en mi habitación no se escuchan los gritos.
- Si mi vida, lo que vos desees, -acotó con las lágrimas silenciosas corriendo por sus mejillas-.
Me fui para el lado de la cabaña satisfecho con el sadismo empleado, no pensaba hacerle nada que la pudiera lastimar pues causar dolor físico era algo que no me agradaba, pero esa forma de tortura psicológica me generaba más satisfacciones. Ale me recibió también exhibiendo un altísimo grado de sumisión, estaba apesadumbrado por lo que le había dicho y esperaba su castigo convencido de que lo merecía. Ezequiel también esperaba con sus temores a cuestas.
- Señor, le juro que me voy a portar bien, Ale me lavó el culito por dentro y metió todo el “coso”, lo hizo despacito y me dolió un poco, pero me gustó, -acotó apurado Ezequiel apenas me vio entrar en la cabaña-.
- ¿Qué más hicieron?
- Nada más, estuvo un rato entrando y saliendo, pero no quiso que lo chupara ni metérmela porque dice que usted está enojado.
- Tiene razón, estoy muy enojado, tanto que ahora pasé a ser casi-tío para él. Vení, parate a mi lado, vamos a hacernos caricias, pero antes, ponte de espaldas y bajate despacio el shorcito.
A medida que iba apareciendo su culito ante mis ojos me di cuenta que “pintaba” para ser tan atractivo como el de la madre, gordito, parado, duro, pero mullido y que sería un placer ver como mi verga dura se perdía en el interior de sus nalgas. Sentado en la cama acerqué su cuerpo sin que se diera vuelta y tomé sus tetillas desde atrás, como si fuera instintivo Ezequiel movió sus caderas acercándolas a mi entrepierna y sentí un estremecimiento de todo su cuerpo cuando besé y lamí su cuello. Recorría con mis labios parte de su espalda y los costados de su cuello dejando que se moviera como una culebrita, me encantaba que fuera receptivo y escuchar los gemidos que dejaba escapar cuando el “paquete” presionaba contra sus nalgas. Luego lo levanté acercándolo al techo y mientras que con una mano lo sostenía, con la otra le abría las nalgas para pasar mi lengua por su agujerito.
Ezequiel no aguantó, sus gemidos parecían gritos y decía que le encantaba que le chupara el culito, Ale me miraba sin intervenir esperando por lo que pudiera indicarle y le hice señas para que me bajara el short y se dedicara a lo que ya había aprendido bien. Para beneplácito de mi casi-hijo, esto fue como una luz encendida en la oscuridad y se aplicó rápido a la tarea. La mamada era cada vez mejor realizada y aferrado a mis glúteos se tragaba mi verga como si fuera un caramelo.
“Meteme algo, meteme algo”, pedía casi a los gritos Ezequiel porque mi lengua no le alcanzaba, su cara estaba prácticamente pegada al techo y lo comencé a bajar lentamente. Ale dejó de mamar, dio un paso hacia atrás y me volví a sentar haciendo que el nene quedara con sus nalgas abrazando mi verga que asomaba por debajo de sus huevitos. Sin yo pedírselo comenzó a moverse como si caminara, aun a pesar de no moverse del lugar.
“Me gusta todo lo que me hace, mi pito parece que se fuera a reventar, pero le veo la pija gorda y no creo que me entre en el culito, me va a doler mucho”, -decía con algo de temor, aunque no dejaba de moverse gozando del pedazo que tenía entre sus nalgas gorditas-. Mi verga resbalaba bien por la saliva que le había dejado Ale, pero eso no alcanzaría para que el glande abriera su ano y se deslizara por sus tripas, la fricción sería tremenda por lo estrecho del lugar y se corría el riesgo de rajarlo. “Ponele crema al consolador y al culito, luego metéselo, así, de frente, de ese modo podrás chupársela un poquito, mientras tanto, aprontá tu culo porque voy a entrar en él”, -le dije a Ale que se puso rápido al metiers, esperando por la verga que adoraba-.
El consolador entraba despacio en el culito de Ezequiel que fruncía la cara y se mordía para no gritar, a la vez que su expresión pasaba del aguante del dolor y la casi sonrisa por el placer que experimentaba, todo eso, lo observaba por sobre la cabeza de Ale a quien noté retroceder sus nalgas cuando le apoyé el glande con algo de crema en la punta. Su asterisco dilató por sí acostumbrado a esto y la cogida se hizo conjunta.
Ale acusó la penetración, pero su esfínter se abrió complaciente permitiendo el paso del ariete y del tronco que se deleitaba con sus tripas estrechas. “¿Te la metió toda?, ¿no te duele cuando te coge con esa pija?, yo quiero dejarme, pero tengo miedo que me lastime y me duela mucho”, -decía Ezequiel hablando cerca del oído de Ale que no paraba de gozar “comiendo” verga y moviendo sus caderas como si bailara-. “No me aguanto más para las cosquillas, ya está agrandado, ¿se lo puedo meter?”, -me preguntó Ale torciendo la cabeza y le dije que sí-.
“Tu pijita está más calentita, no me duele nada y me gusta que me cojas”, -expresó Ezequiel hablándole a Ale que aguantaba los pijazos que yo le daba con ganas y profundidad-. Los gemidos de mi casi-hijo se mezclaban entre el placer de coger y ser cogido y el dolor que le provocaba con mis entradas y salidas más bruscas y profundas, hasta que yo mismo me obligué a disminuir el ritmo para no llenarle el culo de leche y lo esperé a que se recuperara un poco de los temblores que aparecían por la acabada en seco que había tenido.
Quería intentar la penetración en el nuevo culito gordito y le pedí a Ale que se corriera, yo también tenía la verga a reventar y cuando salió de Ezequiel, vi el agujero dilatado y apoyé el glande para cogerlo a gusto. La madre se había resistido y yo no volví a intentar, pero Ezequiel no correría la misma suerte, lo cogería sí o sí y acerqué mi mano a su cara preparado para cortar de raíz su posible grito. Se dio cuenta enseguida que no era lo mismo que con el consolador y el grito comenzó a incrementarse a medida que la verga penetraba su interior, mover no se podía mover por el peso de mi cuerpo, mi mano le tapó la boca y al notar una cierta resistencia cuando me faltaban tres o cuatro centímetros para tocar sus genitales con mi pelvis, me detuve. Aflojé la mano y la voz sollozante de Ezequiel me pedía que no la metiera más que le dolía mucho y que le parecía que había llevado adentro de su panza.
- Por favor, por favor señor, me duele mucho, mi culito es muy chiquito, -pedía llorisqueando y absorbiendo sus mocos-.
- Dijiste que te ibas a dejar y que te gusta, ahora te aguantás, de acá no te vas a ir hasta que la meta hasta el fondo, vos también vas a ser un putito mío y no te quiero escuchar más, -le decía mientras comenzaba a moverme entrando y saliendo despacio-.
Ale lo tomaba de la mano, besaba sus labios apretados y poco a poco comenzó a aflojarse, “tu pija es muy grande, me siento muy lleno, pero ya no me duele tanto”, -dijo al aflojar un poco su cuerpo ante el placer que aparecía-. Ex profeso, me contuve para no acelerar el ritmo, además para no acabar como un descocido pues el morbo estaba a mil y su interior me apretaba como si fuera una morsa cilíndrica.
Uno propone y la calentura dispone, en este caso la de Ezequiel, la verguita se le había puesto colorada y parecía que iba a estallar, los quejidos se habían convertido decididamente en gemidos de placer, las entradas y salidas fueron más cómodas merced a la crema que me había vuelto a poner Ale en el tronco y cuando menos lo esperé, el pendejo dio un caderazo hacia arriba y lo ensarté o se ensartó él solito, el ¡agggg! se escuchó nítido en la cabaña.
Fue mi “casi-hijo” quien le tapó la boca, yo esperé a que su esfínter se amoldara y vi la protuberancia en su vientre, no cabía ninguna duda, su última resistencia había sido vencida y la cogida con desvirgación incluida había sido plena. Él comenzó a mover sus caderas acelerando su propio ritmo, hasta llegó a pedir más cuando su pijita vibró y dejó escapar unas gotas de un líquido transparente, Ale miró asombrado la eyaculación de su amiguito y yo me moví un poco más para llenarle las entrañas de leche.
Ni fuerzas tuvo para gritar nuevamente cuando saqué mi verga de su interior, el dolor se le notó en la cara, el culo le quedó abierto como para meter cómoda una bola de golf, debí reconocer que había aguantado como todo un señorito inglés y no dudaría de su inclinación una semi sonrisa lo delataba, pronto me giré para que Ale terminara de tomar lo que quedaba de leche y me limpiara como él sabía hacerlo. El muy putito “casi-hijo” se tomó su tiempo gozando con lo que quedaba y cuando terminó me comentó que a Ezequiel le habían salido unas gotitas de su pito…
- Es normal, no te hagas problemas, ya te va a tocar a vos, en algunos suele suceder y acaban desde muy chicos.
- Bueno, seguiré esperando, papi, ¿me perdonás que me haya apurado con Ezequiel?, me pareció que le gustaba y si lo hacía conmigo no podría negarse con vos.
- No debería perdonarte, pero por esta vez pasa y te voy a decir lo mismo que a tu madre, pensá como quieras, sabiendo que, antes de hacer nada debés consultarlo conmigo, yo decido las cosas en esta casa, ¿te queda claro?
- Sí papi, no volverá a suceder.
- Bien, ahora váyanse un rato a la pileta, eso les va a ayudar a que el culito se les cierre un poco, creo que en un rato tu madre nos va a llamar a cenar y luego a dormir temprano, nada de jueguitos.
- No creo que Ezequiel vaya a tardar mucho para dormirse, debe haber quedado destruido como quedé yo cuando me cogiste por primera vez, quería jugar a ser putito y se comió toda tu verga, este va a ser más vicioso que yo, jajaja.
Me reí con Ale y Ezequiel nos hizo coro mirándonos desde la cama dónde estaba desparramado, luego de esto se pusieron los shorcitos y se fueron a la pileta abrazados y charlando entre ellos, seguramente comentando la experiencia inicial del nuevo amiguito de Ale. La cena tardó un poco más y comimos al costado de la pileta, después de esto los chicos se fueron a dormir y yo me quedé con Graciela que, al quedar solos, pretendió mostrarse mimosa y dispuesta a lo que yo quisiera.
- Hoy estás castigada por haber hecho las cosas mal, además, ¿no era que estabas con “esos días”?
- Sí, estoy en “esos días”, pero tengo la cola y la boca, además, como ya sabés estoy dispuesta a pagar aguantando chirlos.
- No te voy a dar el gusto porque los chirlos te terminan gustando y en lugar de castigo vas a gozarlo, no, hoy tendrás que dormir en tu habitación.
Se dio cuenta que no tenía sentido insistir y a mí me venía bien, primero porque ya tenía la cuota de sexo que podía tolerar sin esforzarme y, por otro lado, en la cabeza me comenzaban a danzar las posibles repercusiones por el tema del video antes del casamiento. Me fui a dormir pensando en el plan que había urdido y que Marietta me ayudaría a llevar a cabo, también pensé en el pobre Jacinto, imaginé que no le haría nada bien descubrir la verdadera esencia de su futura esposa, pero condolerme no serviría de nada.
Me despertó Graciela con un rico mate y le volvió el alma al cuerpo cuando la besé abrazándola y recorrí su espalda y sus nalgas con mis dos manos apretando sus glúteos con fuerza. Notaba, al igual que me sucedía con Ale, que su cola estaba más mullida y redondita, el short de jeans apenas si podía contenerlas y, sin dudas que lo sabía porque entre risas se colocó en posición de cuatro y me miró ofreciéndose…
- No me tientes mi cielo, tengo que bañarme e irme temprano a la tienda, trataré de regresar temprano para hacerle los honores al culito de la viuda.
- Estará esperando, siempre limpito y dispuesto, -contestó cuando me dirigía al baño-.
Al entrar en la oficina me encontré con Anabela, estaba radiante y la sonrisa afloró a su cara apenas me vio, “buen día jefecito, ¿cómo anda hoy?”. Le contesté que andaba bien y alabé su presencia, además, le pregunté por la madre y me contó que andaba bien y ansiosa porque no se le pasaban más los días.
- Le conté a mi mamá que sos vos quien nos está ayudando, no te apures, otras cosas no le conté, jajaja, no vaya a ser cosa que cuando se cure trate de “robarme al jefecito.
- Lo que me faltaba, no la conozco, pero si es como vos no tendrá que insistir demasiado, jajaja, no le hago ascos a las mujeres bellas.
- Mal no le vendría, a pesar del sufrimiento y los dolores, el medio siglo lo lleva bastante bien, se dejó estar un poco, pero vale la pena, jajaja, parece que te estuviera “entregando” a mi mamá.
- Por lo pronto que se opere y se ponga bien, yo tendré, en algún momento, el culito de la hija para entretenerme, jajaja, ¿te creías que me iba a olvidar?
- Jamás pensé eso, de todos modos, yo misma no te dejaría olvidarlo.
No había otras novedades para contarme y, encantado de comenzar mi mañana con la buena onda de Anabela, decidí salir a recorrer las tiendas. En la parte de Carga y Transporte había buena actividad que pareció incrementarse cuando llegué y me encontré con que todos los camiones medianos estaban en condiciones de operar, lo mismo sucedía con las dos camionetas chicas que en su momento iba a usar Elizabeth con las entregas a domicilio, ya no la usaban los Encargados y agendé el tema para darle alguna solución. En los locales de atención al público anexos a la propia tienda me encontré con Freya y Gabriela…
- Buen día chicas, ¿qué hacés vos acá?, ¿pediste algún tipo de licencia?, -le pregunté a Gabriela sabiendo que a esa hora debía estar trabajando como Secretaria en RR.HH. de mi empresa anterior-.
- Hola cielo, al final me puse de acuerdo con Freya para ser su socia y acá me tenés, al igual que hiciste vos, renuncié a esos tejes y manejes, -contestó acercándose para saludarme con un beso-.
- Buen día José Luis, ¿qué te parece, como quedó el local?, preguntó Freya saludándome también con un beso-.
- Está fantástico y se nota que bien surtido, habrá que prepararse para juntar el dinero con palas.
- Ojalá, Dios te oiga, por lo pronto, nos llueven los pedidos, tu tienda es un “llamador” muy importante.
- A todo esto, ¿qué opinó tu marido al respecto?, -le pregunté a Gabriela-.
- Digamos que es más “conservador”, igual, seguimos como cuando siempre, él está “en la de él” y yo hago mi vida, así que, cuando quieras paso por tu oficina para… tomar un café, jajaja.
Me fui de allí agarrándome la cabeza, esas dos juntas eran dinamita, pero estaba seguro que no me joderían a menos que yo las buscara. De regreso en mi oficina me extrañó que no hubiese aparecido Marietta y le pregunté a Anabela por ella. “La vi hace un rato, vino a buscarte, pero dijo que tenía que seguir con la instalación de los equipos, ¿querés que la ubique?”, -preguntó-. Le contesté que no lo hiciera, sabía que ella se acercaría cuando tuviera novedades para darme.
No obstante, esto era un auto convencimiento de mi parte, estaba que me salía de la vaina por preguntarle cómo había salido todo lo del video, pero no quería demostrar nada delante de Anabela. Para el mediodía la incertidumbre era total y la mandé a llamar a Marietta, una de sus ayudantes contestó que había salido con urgencia a comprar algo que necesitaba y tuve que bajar mis propios decibeles, sólo me quedaba esperar.
El tío de Anabela me informó que había algunos empleados que habían pedido permiso para asistir al casamiento de Jacinto, él se los había otorgado, pero yo quise saber de quienes se trataba y le pedí la lista de los que, supuestamente, concurrirían al evento, comprobé allí que la Jefa de Salón estaría y, además tres de las cuatro chicas que, obligadas o no, se reunían con ellas, me venía genial, mataría a varios pájaros de un tiro porque sus caras se veían bien en las pocas filmaciones que había podido ver. Finalmente, como a la una de la tarde regresó Marietta y se vino directamente para mi oficina. Su cara era una mezcla rara en que se notaba un poquito de temor por las consecuencias y de satisfacción por el trabajo realizado, sin dejar de lado que un pequeño lado sádico se imponía.
- Hola José Luis, disculpá que tuve que irme de raje, me llamó mi amigo para entregarme el trabajo terminado de la edición del video y no quise perder tiempo.
- No hay problemas, lo importante es que se pueda llevar a cabo el traspaso simultáneo a todos los celulares, ¿te confirmó eso?
- Jugate la vida que eso va a ser posible, está todo muy bien hecho, un poco comprimido, pero salen las caras y los cuerpos de todas ellas y tiene una presentación que hará que todos lo miren sí o sí. Sin embargo, hay algo que me pone mal y no por la tipa, es por el futuro marido, vos me dijiste que era un hombre mayor, ¿no?, ¿no tenés miedo de que le vaya a pasar algo?
- Ya lo estuve pensando, pero llegué a la conclusión que es algo que sólo él tendrá que digerir, además, no se puede llegar a una edad y dejarse engañar tanto por tratar de tapar agujeros o soledades idiotas, tiene dinero y presencia como para haberse buscado “alegrías pasajeras” y no encajetarse como un pendejo por uno u otro mimo. Él mismo debe saber que, a esa edad, es difícil que las mujeres más jóvenes se le acerquen por enamoramientos sinceros.
- Estás un tanto cínico, ¿no?
- Puede ser, es que estoy enojado con él, lo de ella, más o menos, lo puedo entender, pero lo de él, actuando como un chico enamoradizo me subleva.
- Bueno, dale, mirá el video y decime si no me merezco un besito por el contacto que te conseguí.
Tenía razón Marietta, en video comenzaba con una leyenda que decía: “¡Atención!, mirar antes de concretar el matrimonio”, de seguido continuaba con un primer plano de la cara de Esmeralda, este primer plano se iba alejando mostrando su desnudez, hasta que quedaba completamente desnuda en la pantalla. Seguía con las caras de las otras mujeres que participaban de las sesiones de sexo, éstas se veían en una esquina de la pantalla y el fondo eran sus cuerpos desnudos acariciándose, besándose o mamándose a mansalva.
Terminaba con una leyenda que preguntaba: “¿Estás seguro Jacinto que vas a casarte con una lesbiana extorsionadora sexual?”. No me cabía ninguna duda de que eso revolucionaría toda la oficina de la Jefa del Registro Civil, el griterío que se armaría allí sería de proporciones y, verdaderamente, esperaba que Jacinto no se viera afectado físicamente por esto, pero, a la vez, me daba cuenta que no me importaba demasiado, si se recuperaba de eso, viviría más feliz lo que le quedaba, o no, aunque eso era ya un problema de él.
Marietta logró su merecido “besito” que se transformó en una “comida de boca” en toda regla y tuvimos que contenernos y aguantarnos para la salida del sábado en la noche. Luego de que se fue de la oficina y que nos pusimos de acuerdo con la señal que le daría al amigo para que iniciara la transferencia a los celulares de la zona, la llamé a Anabela y le dije que me iría para casa, mi día de tienda había terminado y tenía ganas de meterla en algún culito gentil.
No hubo quorum con esto, Graciela había salido con los chicos a hacer compras, cuando regresaron no hubo tiempo para escaparme y encerrarme con Ezequiel para reventarle el culito, aun a pesar de que el mocoso me buscaba para repetir, ya me lo había dicho al oído cuando lo saludé y se me trepó abrazándome, “tengo ganas de que me la metas de nuevo, me gusta cuando tu pijotota está bien adentro de mi culito”. Ale se relamía porque sabía lo que su amiguito me estaba diciendo y él también recibiría su parte.
Cuando se dio que me liberé un rato de Graciela y pretendía irme a acompañar a los chicos a la cabaña, apareció Gloria en un coche de alquiler a buscar a su hijo, la saludé impidiéndole que hablara demás con sus excusas y pedidos reiterados de disculpas y me fui a buscar a Ezequiel a la casita del fondo. Apenas me vio que entré en la cabaña se dispuso a bajarse los shorcitos, lo mismo iba a hacer Ale, pero los frené a los dos diciéndole que lo había venido a buscar la madre.
- ¿Cómo vamos a hacer ahora?, yo tenía ganas de que me cogieras de nuevo, me dijo Ale que ya no me dolería.
- A mí también me gusta tu culito gordito y me hubiese gustado metértela, pero vamos a tener que esperar a otro día que vengas, eso sí, recordá que no podés decir nada y que todavía tengo el video.
- No, ya me dijo Ale, no voy a abrir la boca y tampoco voy a dejar que me cojan otros, igual ahora no hay colegio y no salgo de mi casa.
- Eso está bien, tu culito es sólo mío y lo que podemos hacer es pedirle a tu mami que te traiga todo el fin de semana, ¿querés?
- Sí, sí, se lo voy a pedir porque también me quiero tomar tu lechita, mi dijo Ale que es riquísima.
- Bueno, ahora dame un besito y luego vayan saliendo, -le dije mientras le comía los labios y le metía la lengua por todo el interior de su boca mientras le apretaba las nalgas-.
Ezequiel respondía moviéndose al sentir mis manos y gemía por el beso, mientras Ale me acariciaba y apretaba la verga erecta por sobre el short de baño y sonreía sabiendo que a mí no me había disgustado que lo preparara mentalmente a su amiguito para que otra vez recibiera mi verga sin tantos temores. Seguramente había tenido sus compensaciones cuando quedaron solos en la noche, mucho más sabiendo que yo lo había permitido.
Gloria no tuvo inconvenientes para darle el permiso, la morocha trataba de hacer todo para no disgustarme y al despedirla le pregunté hablándole al oído si no estaría en condiciones de gozar el fin de semana. Se le encendieron los ojos, los pezones se le endurecieron como tocados por un cubito de hielo y me aseguró que estaría lista, luego de esto me quedé mirándola cuando se iban para el portón de salida, no tenía dudas de que ese culo sería enteramente mío aun cuando su dueña gritara y pataleara.
Una vez que nos quedamos solos Graciela recibió varios besos que la pusieron a tono, pero no la dejé avanzar, aunque tenía la verga a reventar, me había dicho que se iba a bañar y el culito de Ale se me puso entre ceja y ceja. Diez o quince minutos después, cuando Graciela salió del baño y se dirigió a la cocina para comenzar a preparar la cena Ale, que tenía el culito dilatado a vergazos y la panza llena de leche por la mamada prodigiosa que me había dado, estaba nadando y riendo en la pileta mientras yo lo miraba.
Algo recibió Graciela después de cenar y yo estaba completo, no había sido para tirar manteca al techo, pero ella estaba más que feliz de poder levantar el culo y ofrecérmelo para que yo dispusiera a mi antojo. Al día siguiente no fui a la tienda, desayunamos temprano, nos arreglamos, nos vestimos y nos fuimos los tres para el Registro Civil donde, a pesar de lo prometido, esperaba no tener que firmar como testigo de la boca del viejo amigo de mi padre.
Justo antes de salir me llamó Marietta para avisarme que estaba todo listo, sólo tenía que dar la señal con una llamada perdida a un número determinado, esto apenas nos llamaran para comenzar la ceremonia. Me reí solo porque se me ocurrió que esto era como en el fútbol, uno no está seguro del resultado hasta que suena el silbato final, pero me tenía mucha fe, estaba todo preparado para brindar una goleada y el rival ni siquiera se lo esperaba.
La sala de espera del Registro Civil estaba llena de gente, Anabela, Gloria y Marietta estaban despampanantes, lo mismo podría decir de Graciela que había sabido elegir un vestido claro que resaltaba sus formas de adolescente, todos los demás estaban bien vestidos y no había sólo gente de la tienda, entre todos destacaban los miembros de la Comisión Directiva del importante club de fútbol al que pertenecía Jacinto y algunas “caras” que, seguramente, oficiaban de custodios de éstos. También había algunas personas mayores con una edad aproximada a la de Jacinto y entendí que eran parientes, aunque no me fueron presentados, la proximidad con el “veterano” y las bromas que les hacían a la futura pareja, me daban a entender cierta intimidad parental.
Además de todo esto, a Esmeralda y Jacinto, los dos muy elegantes, se los veían excitados y destilando sonrisas, a la par que les hacían señas a los dos fotógrafos y los dos camarógrafos para que no dejaran a nadie sin filmar, estuve tentado de decirle que no se perdiera nada de la ceremonia, pero me pareció que estaba demás, para eso estaban contratados y, como “eso” sería “para filmarlo”, no dudaba que no se perderían ninguna cara.
Tal como yo podría esperar, la testigo por parte de la novia sería la Jefa de Sala y a ambos nos avisó la Secretaria de la Jefa del Civil que seríamos llamados a iniciar la ceremonia apenas saliera la pareja que se casaba con anterioridad, llegaba el momento y supe que apenas viera salir a la pareja recién casada, enviaría la señal convenida. No era tan complicado, ya tenía el celular preparado para darle al “Send” y por lo que veía allí adentro, todo el mundo usaba el teléfono o lo tenía a mano.
Los minutos parecían hacerse eternos, ya estaba pensando que no sucedería nada, que todo se estiraba demasiado, pero la algarabía y el bullicio de los recién casados y de sus parientes y amigos me hizo volver el alma al cuerpo. Normalmente, como cualquiera que allí usaba el celular, lo saqué de mi bolsillo y apreté el “Send”, sonó una vez y corté la comunicación antes de apagar el aparato, luego entré en la Sala dónde nos esperaba la Jefa del Registro Civil escribiendo en un libraco de Actas y nos hizo señas para que nos sentáramos.
Nos acomodamos frente a ella, los novios, los testigos, los parientes más directos y los amigos más íntimos, los demás quedaron parados, era tanta la gente que algunos quedaron mirando desde la puerta y esos tres o cuatro minutos de espera se me hicieron de goma. Los cuchicheos amainaron y el sonido de los mensajes de los celulares de todos los presentes se hizo escuchar como si fuera un concierto discontinuo e irregular.
De inmediato un silencio general se hizo dueño de la Sala, salvo los chicos y algunos que no quisieron darle bola al sonido del mensaje o, como en el caso de Jacinto y de la novia, yo mismo y algunos otros, que habían apagado el celular, todo el mundo estaba enfrascado con la mirada en la pantalla de sus celulares, la Jefa del Registro Civil y la Secretaria de ésta incluida, el silencio se tornó sepulcral y yo miraba las caras que tenían distintas reacciones.
Graciela se acercó alterada con su celular en la mano y me dijo en voz baja, ¿viste esto?, a la vez que me daba el aparato dónde se veía nítidamente el video que yo ya conocía. Miré lo que me alcanzaba y escuché los primeros gritos, “¿con esta puta reventada te vas a casar?”, -gritó preguntando una mujer de edad avanzada que luego supe que era una prima hermana de Jacinto-. Todos hablaban, insultaban, gritaban, los increpaban y los novios miraban sin entender que era lo que sucedía.
Alguien le alcanzó un celular a Esmeralda y luego de mirarlo se puso blanca, con una palidez casi mortal y cayó redonda en el piso sin que nadie hiciera nada por ella, la testigo de la novia gritó como si la estuvieran matando y corrió despavorida escapándose del lugar, las otras “actrices” que también aparecían en el video hicieron lo mismo perseguidas por sus novios o esposos y lo mismo sucedió con la gente del club, se hicieron a un costado y se fueron yendo en silencio, a la par que algunos esbozaban alguna sonrisa sarcástica.
Jacinto miraba el celular que le había dado la prima y su cara iba cambiando, los ojos los tenía llenos de lágrimas, la pera le temblaba y aun rodeado de un montón de gente que hablaba y gritaba, dio una imagen de soledad que me llegó y me acerqué a abrazarlo. Un “puta lesbiana” reiterado varias veces se dejaba escuchar como una letanía algo violenta y algún que otro “viejo pelotudo y cornudo” afloró entre la parentela, Jacinto no estaba para escuchar nada de eso.
No bien lo abracé, el “veterano” se desplomó en mis brazos con la cara desencajada y le grité a la Secretaria de la Jefa para que llamara a un médico, la gente salía en tropel de la sala de casamiento, se escuchaba el escándalo y los gritos que venían del exterior cuando ingresó una enfermera al lugar, la tomé del brazo para que se ocupara de Jacinto, Esmeralda seguía desmayada en el piso y lo que más me interesaba era lograr que trataran de volver en sí al que parecía ser presa de un infarto.
La R.C.P. dio resultado y luego de eso le indicaron ejercicios de respiración, la mujer no se apartó de él y a Esmeralda trataron de reanimarla la Jefa y la Secretaria. Gloria la miraba con cara de bronca y Marietta me miraba a mi sin decir nada ni dejar escapar ningún gesto, preocupada por Jacinto, pero los ojos le brillaban de satisfacción, había salido todo mejor de lo pensado y sólo ella y yo sabíamos todos los entretelones de ese video.
La prima veterana que la había increpado a los novios con insultos la escupió a Esmeralda cuando estaba reaccionando y otros parientes tuvieron que contenerla y ayudarla porque era otra candidata al infarto. En cierto modo tuvimos la suerte de que era el último casamiento del día, el Registro Civil cerró sus puertas con nosotros adentro y los cuchicheos del personal del Organismo pasaron a convertirse en risas no tan veladas, pero lo peor había pasado.
La ambulancia llegó relativamente rápido, los paramédicos lo estabilizaron a Jacinto y se lo llevaron junto a la pariente alterada y algunos de ellos le gritaron a Esmeralda que no se acercara a la casa o que le iban a tirar sus cosas a la calle, hasta Graciela recibió insultos de la parentela porque fue la única que se acercó para ayudarla a reincorporarse y a que se sentara en una de las sillas del lugar.
No le dije nada, a ella le había agradado de entrada y no era momento para decirle nada en contrario, además no había en su gesto nada más que algún tipo de consideración samaritana. Anabela estaba sentada en otra de las sillas y miraba absorta todo lo que sucedía alrededor, Gloria se acercó a mí preguntando que íbamos a hacer ahora y la llamé a Graciela pidiéndole que se la llevara a casa con los chicos, a Anabela le pedí que se fuera a pasar el día con la madre y Marietta se quedó a mi lado con ganas de comentar lo sucedido.
Luego de que quedamos solos hablé con los fotógrafos y los camarógrafos que habían trabajado a destajo y me hice cargo de lo que se les adeudaba, eso sí, todo lo fotografiado o grabado me sería entregado a mí, todo lo acontecido en ese momento lo disfrutaría yo sólo, nos despedimos después de la Jefa que dijo lamentar todo lo sucedido y no bien transpusimos las puertas que nos abrió un policía de custodia, se escucharon las risas estridentes de todo el personal, ya no era necesario disimular nada.
Marietta le habló al amigo felicitándolo por el trabajo realizado y entrecruzó algunas risas con él al contarle algunas de las cosas que habían sucedido, luego se giró y me miró con toda la sensualidad y la calentura reflejada en su cara de rasgos latino-europeo, “llevame a algún hotel o a mi casa, rompeme toda, tengo una calentura que ya no me aguanto”, -pidió y no me pareció correcto dejarla con las ganas-. El que quedaba más a mano y cercano al Registro Civil era el Hotel Libertador y me dirigí hacia allí, saqué una habitación para todo el día y ya en el ascensor se me prendió como un pulpo besándome y tocándome por sobre la ropa. Toda la fogosa esencia latina se puso de manifiesto y poco faltó para que bajara desnuda del ascensor, ya dentro de la habitación comenzó a sacarse la ropa y me pidió que la penetrara sin “chiches” anteriores.
Su cuerpo desnudo sobre la cama, sus brazos abiertos en cruz y sus piernas entreabiertas donde se dejaba ver la vagina humedecida no me dejaba coordinar cuando me despojaba rápidamente de mis ropas. “¡Mierda, me quedé corta!, bueno, no importa, creo que la aguantaré”, -expresó cuando me paré frente a ella con el ariete en su plenitud y goteando precum-. Había pedido sin “chiches” y tendría lo solicitado, sólo me prendí a su boca cuando el glande hizo contacto con su cavidad empapada. La precaución resultó acertada, ahogué su grito cuando entré despacio recibiendo en el miembro todas las sensaciones de su interior rugoso. No se podía mover demasiado, mi peso se lo impedía, pero no tardó en cruzar las piernas sobre mi cintura y se tragó toda mi verga intercalando gemidos y quejidos y sí, después que se acostumbró al “pedazo”, me cogió como pocas.
Se movía, levantaba mi peso con sus caderas, me apretaba con sus músculos interiores, se acoplaba a mi ritmo, muchas veces lo marcaba ella y, lo mejor, resultó multiorgásmica y, debido a mi aguante, no se privó de gozar lo que quiso. El amago de grito cuando comencé a entrar en ella pasó al olvido, todo eran exclamaciones de placer, pedidos de más y fue ella misma quien se giró y se puso en cuatro pidiendo que no le tuviera piedad. Incrustado dentro de ella, acariciando sus nalgas y metiendo un pulgar en su culito palpitante fue demasiado para mí y en uno de sus orgasmos repetitivos, mi simiente rebalsó su útero, sin tapujos y sin complejos gritó como condenada al sentir el líquido caliente y se desplomó de bruces arrastrándome con ella.
Las emociones vividas en el Civil, las que tenía con ella, el tremendo polvo que le había entregado y el hambre que se hacía sentir, me dejaron para el arrastre, ella no estaba mejor y nos relajamos con tranquilidad, “no creas que me quedo conforme, estoy destruida, pero después de comer algo quiero más, esto fue sublime”, -me dijo y me tembló la pera-. Nos duchamos, comimos algo que mandé a pedir a la habitación, comentamos lo que había pasado, quizás por alguna culpa que la rondaba, me hizo llamar por teléfono para saber cómo seguía Jacinto y se quedó tranquila al saber que lo físico no había sido más que un susto y me preguntó qué pasaría de ahora en más.
- ¿Con nosotros?, -le pregunté-…
- No cielo, lo tuyo lo tengo claro, está visto que tu pareja es Graciela, aunque sé que cuando se pueda esto se repetirá, me refería al tema laboral.
- Nada que me haga temblar el pulso, habrá avisos de una supuesta investigación y despidos justificados, eso en tanto y en cuanto no renuncien antes, lo de la tienda es lo de menos y Jacinto, bueno, él tendrá que hacerse a la idea y mejorar o no, pero eso ya no está en mis manos.
- Bueno, dejemos todo eso de lado, creo que ahora me toca comenzar a mí, -acotó y su mirada volvió a cambiar, había regresado la “itálica devoradora”-.
En un parpadeo la tuve entre mis piernas ocupándose con sus manos y su boca de mi verga erecta, que sabía lo que hacía no quedaban dudas, pero dominar la garganta como lo hacía Graciela o el mismo Ale, le llevaría tiempo, no obstante, decidí dejarla que se diera gusto con la verga en su cavidad bucal. Por momentos me miraba elevando su cara y sus ojos brillaban con todo el deseo flotando en ellos, lo cual me provocaba un morbo tremendo, de todos modos, no podría hacer que terminara de ese modo y cuando se dio cuenta se puso en cuatro sabiendo lo que venía.
No supe en qué momento se había lubricado el ano, sólo sé que no me costó ubicar el agujerito y entrar, el grito ahogado en la almohada, los golpes de puño en la cama y los pataleos y movimientos de caderas se hicieron notar cuando una tercera parte de mi verga se internó en sus entrañas. Estaba tan ajustado como si fuera un culito de nene y yo ya estaba acostumbrado para hacer que se fuera abriendo de a poco.
Un par de veces me pidió con voz llorosa que trataba de demostrar un tono de firmeza para que me detuviera y ella mismo volvía por sus fueros a mover sus caderas cuando lo creía necesario o cómodo. “La siento enorme, pero me encanta la delicadeza de esperarme, seguí, seguí un poco más”, -pedía moviendo la boca de la almohada y reiniciaba sus quejidos que ya se mezclaban con suspiros y gemidos-. Finalmente, su grito sonó a triunfal cuando pegué mi pelvis a sus nalgas y se quedó quieta acostumbrándose por completo.
Después poco pude hacer para seguirle el ritmo, su “perreo” se volvió infernal, no me dejaba entrar ni salir, sólo me limité a permanecer instalado profundamente en su interior y ella hizo todo lo demás. ¡Qué tremenda cogida me dio Marietta con su culo!, me sorprendió, admito que me sorprendió, para mejor sus músculos me apretaban como si hubiera una mano que estrujara todo el tronco y cuando noté que tenía su segundo orgasmo, distinto, más violento y casi descontrolado, me dejé ir llenándola.
No me quedó ni una sola gota por salir, sus músculos y sus apretones se encargaron de exprimirme hasta que llegó a resultar doloroso y salí de ella como pidiendo un favor. “Esto fue bestial, hacía mucho tiempo que no entregaba el culito de esta manera, creí que no podría, pero, ya vez, me encanta el anal”, -dijo girando la cara que brillaba de satisfacción-. Había llegado la horma de mi zapato en cuanto a hacer un culo y Marietta me demostraba que siempre hay un espacio para una sorpresa más, lógicamente, no se lo dije, aunque, por otro lado, casi no podía hablar, me había exprimido.
A los dos, nos costó levantarnos para irnos al baño, eso en parte me alegró, mi machismo estaba a salvo, luego, el chorro potente de la ducha nos recuperó a ambos y los mimos se repartieron para la enjabonada en conjunto y las caricias y las risas diciendo que no podíamos más, allí mismo, entre risas y chanzas, decidimos posponer la salida pactada para la noche posterior.
Era tarde ya cuando la dejé en la casa y regresé para mi propia casa pensando en que ni Graciela ni Gloria podrían disponer de mi cuerpito magullado y vapuleado, los chicos ni hablar. No hubo mayores problemas, me cosieron a preguntas sobre lo que había sucedido, preguntaron cómo estaba la salud de Jacinto y les conté como se encontraba dando a entender que había estado en la Clínica en que estaba internado.
Cuando me preguntaron qué había pasado con Esmeralda me percaté de que no la había tenido en cuenta y no sabía si se había ido antes que nosotros del Registro Civil o se había quedado allí adentro, a ellas les pasaba igual, había pasado a ser un alguien a quien ya no se lo contemplaba. Me contaron que en la puerta del Organismo se encontraron con un tumulto, uno de los novios o esposos de una de las chicas gritaba e insultaba tratando de pegarle a la mujer que se había refugiado dentro de un coche.
Pregunté quién era la chica y no supieron decirme porque al estar con los chicos decidieron seguir su camino para pedir un taxi, pero si vieron que entre tres personas no lo podían tener al tipo y, por lo que decía, si lo dejaban ponerle la mano encima, estaba para salir en los diarios. De inmediato imaginé que con las demás podría suceder algo similar, pero no era algo que me moviera un pelo.
- Me salvé de una buena con esta asquerosa, ¿no tenés idea de dónde pudo venir ese video?, -afirmó y me preguntó Gloria-.
- No y no creo que se investigue nada porque no existió delito ni denuncia por eso, pero yo me inclinaría por alguna de las chicas que sufrió la extorsión, según Marietta, eso es muy posible de hacer con algunos equipos y algo de conocimientos, aunque eso no me interesa indagarlo.
- ¿Qué pasará con Jacinto?
- No sé, no tengo idea, primero hay que ver si se recupera del golpe, luego hablaré con él porque está la posibilidad de hacerle una oferta por la parte de las acciones que tiene de la tienda, pues esto, de alguna manera, me puede convenir.
- Pobre hombre, se lo veía tan ilusionado, si se recupera, lo más probable es que quiera desaparecer de todos sus allegados, -terció Graciela-.
- Ya veremos cielo, ya veremos, ahora no podemos elucubrar nada, -contesté yéndome para el lado de la pileta-.
Llevaba un vaso con whisky en la mano, disfrutaba de un cielo estrellado sentado en la reposera al borde de la pileta y me puse a pensar en todo lo que había pasado desde que me separé de la que creía que era el amor de mi vida. Después de aquella reunión de fin de año en que se dieron las cosas con mis “casi-sobrinos”, hijos de Julia y Javier hasta estos días, todo había ido para mejor.
“sobrinos” nuevos que nunca pensé que pudieran aparecer, nuevas y mejores mujeres, hacerme cargo de mi propia independencia, ingresos superiores que me auguraban una vida de lujo y buen pasar, mi propia empresa, algunas “cosas sucias” de por medio que no me afectaban y hasta había congeniado con una mujer enamorada, leal, entregada y que “pintaba” para ser más que una mera pareja de momento.
Para mejor, culitos que me encantaban y que me recibían sin empachos provocándome una morbosidad y unas ganas que excedían el tabú de “lo que no se debe”. Me convencí que trataría de gozar de todo lo que tenía, pero no descuidaría mi inteligencia para actuar pues tenía mucho que perder en esto, aunque, claro está, el placer era insuperable. Ya veríamos… Ya veríamos…
FIN.
Hola me gustó mucho toda la saga pero creo que faltó mas historia con Graciela y su hijo, profundizar más en el avance de su relación y las cosas que creo quedaron pendientes como el que ella fuera testigo de la penetración a su hijo, la reacción de él y la inclusión y participación de los 3 en la misma cama, realmente me quedé esperando eso.
conmovido