CASI SOBRINOS. (3).
Francisco deja de lado sus reticencias. Cynthia deja su virginidad sobre mi cama y se prepara un trío entre adultos..
FRANCISCO – VIRGINIDAD ENTREGADA Y SECRETOS. (3).
Como a las ocho de la noche, recién estaba comenzando a oscurecer y llegó Francisco con el Uber, el conductor tocó bocina en la puerta y salí a recibirlo, era un hombre de unos treinta y cinco años o un poco más, según me enteré por el nene, el papá de un compañero de la escuela, “me dijo que viera que usted lo recibiera”, -me dijo al bajar el nene del auto.
Francisco me dijo que el padre le había dado el dinero para pagar el viaje, pero de eso me ocupé yo, “eso guardátelo vos para comprarte algo”, -se puso contento por esto-. Le agradecí al señor y entramos a la casa cuando éste partía.
- ¡Hey Francis, ni siquiera me vas a dar un beso!, ¿no pensás saludarme?, -le pregunté luego de cerrar la puerta y viendo como él miraba todo el living-.
- Sí tío, disculpame, estaba mirando, tenés una casa muy grande, mamá me dijo que tenés una pileta grande, ¿es verdad?
- Sí, es verdad y como esta noche está muy calurosa, nos podemos meter un rato, ¿y el beso?
- Ah, sí, hola tío, -dijo acercándose para darme un beso en la mejilla-.
- No, así no, cuando estemos solos nos vamos a besar en la boca y con lengua.
- ¿Cómo los novios en las películas? Yo no sé cómo se hace bien.
- Algo parecido, dejame enseñarte, -le dije abrazándolo y apretando sus nalgas duritas que en poco tiempo tendría perforadas.
Se mostraba más reticente que Tommy, pero eso a mí no me importaba, le comí la boca metiéndole la lengua y recorriendo el interior de su boca. Me di cuenta que no colaboraba demasiado y lo dejé poniendo cara de enojado, se lo notaba temeroso.
- ¿Qué es lo que te pasa?, contame y no me ocultes nada.
- Tengo un poco de miedo tío, te juro que tengo ganas de que me lo metas, pero tu pito en mi boca me pareció grande y no creo que quepa en mi culito, me vas a lastimar y yo leí que puede salir sangre.
- Eso es cuando son muy brutos, yo tengo una crema que te duerme todo y entra despacito para que puedas gozar.
- ¿Me lo prometés?
- Sí, te lo prometo, ya encargué las pizzas y quiero que andes desnudo por la casa y tratá de que no me enoje porque no me gustaría tener que darte una paliza.
- No, no tío, te juro que me voy a portar bien, por favor no te enojes como hace mi papá.
No quería preguntarle que les hacía Javier cuando se enojaba, los tenía bastante atemorizados con eso. Me podía haber servido para aprovecharme más de esos culitos, pero me jugaba en contra, me apagaban la libido, yo quería que se convirtieran en dependientes de mi “pedazo”, aunque no a costillas del temor por las reacciones del padre.
Francisco comenzó a sacarse la ropa dejándome ver su culito apetecible y mi verga reaccionó haciendo que el bulto en mi short se notara, algo que el mocoso no dejó de notar y, a pesar de su miedo, se animó a preguntar: ¿Querés que te la chupe?… Le contesté que ahora no era el momento, que primero había que esperar al de la pizza y después veríamos. Lo llevaría con algo de calma, haciendo que el pendejo la deseara. Los ojitos le brillaban y ganas no le faltaban, pero, hasta ese momento, el miedo podía más. Luego de recibir al chico del delívery, cerré todas las puertas, le dije que cenaríamos en la cocina y me saqué la ropa que tenía para quedar tan desnudo como él. No perdió oportunidad de mirarme la verga morcillona y luego me siguió hasta la mesa donde dejé una de las pizzas.
Acerqué las gaseosas y le dije que se sentará sobre mis piernas para comer, claro está que lo acomodé haciendo que sus nalgas aprisionaran mi verga acamada sobre mi vientre y dejé que él se moviera sintiendo el “pedazo” entre sus dos montes de carne juvenil. Por momentos dejaba de masticar para acomodarse mejor y se hamacaba haciendo que la turgencia de mi pija abriera sus cantos y gemía tocándose su propia verguita endurecida.
- Tío, me dan las “cosquillas” cuando me muevo sobre tu pito duro y creo que te estás haciendo pis porque está todo mojado.
- No es pis, es un líquido que se llama pre seminal y sirve para lubricar tu agujerito, -le decía mientras le daba besos en el cuello sin que él pudiera evitar escalofríos y estremecimientos emitiendo gemidos.
- ¿Querés que me levante un poquito para que me la puedas meter?
- Parece que te gusta mi verga y ya se te pasó el miedo.
- Sí que me gusta tu verga y quiero que me la metas, pero igual tengo miedo, ¿ya está lista para entrar?
- Primero terminemos de comer y después te pongo el gel para que no te duela y cuando la tengas toda adentro pasarás a convertirte en mi “putita”.
- Bueno tío, yo confió en que no me vas a hacer doler, pero vos no le cuentes a nadie porque no quiero que me digan “putita” o “putito”.
Terminar de comer la pizza no fue fácil, Francisco había entrado en confianza y al moverse con más soltura, mayor era la “paja” que me estaba haciendo con sus nalgas. Lo tenía totalmente empapado de precum y más de una vez me tenté para pararlo un poco y ensartarle el glande, pero sabía que si el glande entraba no me detendría y haciendo así gritara hasta mañana. Yo quería mirarle la cara de sufrimiento cuando se la estuviera “comiendo” y quería ver como ingresaba el tronco en su culito semi virgen.
Finalmente, la pizza no la terminamos y lo levanté abrazándolo para caminar hacia la habitación mientras él se reía y me pedía que no le sacara la pija de entre sus nalgas duritas. No me daba para muchas risas, la verga erecta estaba a punto de reventar, pero le seguí el tren y al llegar a la cama lo deposité despacio para que él se ubicara, sin yo pedírselo, fue en cuatro y me mirara para ver qué es lo que yo haría.
La Xilocaína ayudó a dilatar y lubricar su conducto y el nene se retorció gimiendo cuando mis dedos, primero el medio y luego el índice, horadaban con ritmo y entraban hasta que la palma de la mano hiciera tope con sus glúteos. “Tío, me gustan mucho tus dedos y no siento nada de dolor, ¿ya me vas a meter tu verga en el culito?”, -preguntó ciertamente excitado y esperanzado y, por lógica, ya no valía hacerlo esperar-.
El glande entró relativamente fácil porque su culito estaba acostumbrado a cierta penetración y apenas si se escuchó un quejido cuando sintió la carne que se le metía en el ano, pero, previendo lo que pasaría, pasé mi brazo por su abdomen y lo sostuve cuando entré sin detenerme. “Tío, tío, esperá, me duele mucho, sacala, sacala, es muy grande”, -decía y rogaba sollozando-, como fuere, con media verga dentro de su culito, ni borracho me sacaban de ahí, apenas si fui condescendiente y me quedé quieto esperando que se adaptara.
“Parece que tuviera todo dormido, pero igual me duele, siento como que todo se va abriendo, hacelo más despacio tío, me duele, me duele”, -decía sin ocultar sus lágrimas-. Indudablemente, debía ser verdad, yo sentía una especie de oclusión en la punta del glande y se me ocurrió que había allí una estrechez que era necesario vencer, pero no podía hacerlo a lo bruto y comencé a moverme saliendo y entrando sin profundizar y sin forzar más la entrada.
“Ahora ya no me duele tío, seguí, seguí, me está gustando y el pito se me pone muy duro”, -decía tratando de acompañar mis movimientos, ya lo tenía gozando de mi verga en su culito, pero me faltaba verle la cara, por eso lo giré sin que me importara su quejido al salir sin avisar y lo coloqué de frente levantándole sus piernas. La verguita le temblaba y el agujero abierto de su ano dilatado parecía llamar a mi glande que se posicionó enseguida para continuar.
El quejido volvió a repetirse y cerró los ojos cuando el enorme pistón de carne se introdujo nuevamente en su interior, era casi ilógico que esa verga entrara en ese culito, sin embargo, era lo que pasaba y hasta noté una sonrisa cuando me moví entrando y saliendo. “¿Te duele mucho, bebé?”, -le pregunté apretándole un poco los pezoncitos endurecidos. Me contestó que ya no le dolía nada y le gustaba que lo cogiera, es más me pedía que lo entrara todo moviendo las caderas para acompañar su pedido.
No se me notaban, pero me asomaban los colmillos, estaba esperando esa relajación y, al entrar, usaba un poco más de fuerza notando como el tronco avanzaba en su conquista. “Las cosquillas tío, me dan las cosquillas”, -dijo levantando la voz y el pitito comenzó a temblar mientras me apretaba los antebrazos con sus manos y lanzaba por su glande un par de gotitas que cayeron en su vientre, era justo el momento y, sin ser violento, empujé mis caderas.
La relajación de su orgasmo ayudó y pareció que todo el conducto se abría después de un instante de contracción. Francisco no emitió sonido, pero sus ojos se abrieron grandes cuando mi pelvis chocó con sus huevitos, no daba para esperas y mis movimientos se intensificaron haciendo que el sonido del choque de pieles fuera el preponderante en el cuarto. “¡Tío, me la metiste toda!, parece que estuviera en mi panza y no me duele nada”, -expresó con cierta alegría-.
Es lo que esperaba y la cogida se tornó, si se quiere, más violenta, pero no me importaba lo que pudiera sentir. Estuve un rato dándole bomba y su cara era todo un repertorio de dolor que se conjugaba con placer porque, aunque ya no hablaba, levantaba las caderas como pidiendo más, las manos me apretaban en los brazos como urgiéndome y ya no quise esperar más, Francisco estaba totalmente desvirgado y la descarga llenándole las tripas fue un alivio que nos encantó a los dos.
- Tu leche está calentita y me calienta toda la panza, no me dolió tanto y me gustó mucho que me cogieras, -afirmó mientras su pitito volvía a temblar y sus contracciones me apretaban-.
- Tu culito es maravilloso, me encanta cogerte así y ya sos toda una putita completa, pero tenemos que seguir practicando para que no te duela nada.
- Sí tío, a mí me gusta y no me dolió tanto, esa crema me duerme todo y tu vergota entró hasta el fondo.
Su cara complaciente me estaba volviendo a calentar y decidí salir despacio, verlo como gozaba de mi verga enterrada en su culito hizo que me gustara más, pero primero había que proceder a una limpieza total. Lo levanté y me lo llevé al baño para que él pudiera desalojar y para limpiarme los “regalos” que sus tripas me habían dejado. La leche sirvió como enema y Francisco me pidió perdón cuando evacuó sus tripas, eso era lo que parte jodía a la penetración y le tuve que enseñar a lavarse bien.
Los culitos de mis “casi sobrinos” estaban hechos, el de su madre también, sólo me faltaba amoldarlos con un poco más de practica y me sentí más que satisfecho de cómo empezaba mi año nuevo. Practiqué un poco más con los besos dándome cuenta que, sin miedos de por medio, en nene actuaba mejor y se sentía con ganas de dar. Luego del “ejercicio” y la higiene retornamos a la cocina dónde dimos cuenta de otras porciones de pizza.
Después tocó el turno de ir a la pileta y desnudo como estaba arrancó para el lugar, yo lo seguí dándome cuenta que el movimiento de sus nalgas volvía a repercutir en mi verga que se alzaba como si hubiera logrado una excelente victoria y retornaba por más, entonces decidí que, si se levantaba había que usar los agujeros infantiles para bajarla y ahora le tocaría atragantarse con el tronco en la garganta.
En definitiva, dentro y fuera de la pileta Francisco tuvo que tragarse toda mi verga y allí no tuve contemplaciones como las había tenido en su cuarto, no dejó escapar nada de mi leche, salvo por un hilillo que le colgó desde la comisura de su boca que mi dedo se encargó de recoger y regresar al lugar que le correspondía. Su culito volvió a sentir mi “pedazo” en su interior, pero ya no hubo reticencias, terminó pidiendo más y lo mimó como si fuera su “juguete” preferido.
Quedamos los dos como “fusilados” y dormimos desparramados en la amplia cama de mi dormitorio. Me despertó Francisco prendido a mi verga como si fuera un biberón y mientras tenía los ojos llorosos, resoplando y dejando caer babas en mi pelvis se tomó su primer desayuno. Se recompuso rápido y pidió que se la metiera, ya estaba completamente rendido a mi verga, pero tuve que darle explicaciones y enseñarle cuál era su lugar y como tenía que comportarse.
No fue difícil y lo entendió, yo me sentía todo un semental y recordé que ese día tendría que atender a Cynthia, la nena vendría por sus “regalos” y sabía también que recibiría verga por todas sus oquedades. El baño se imponía, pero lo mandé solo porque no quería tentarme, luego preparé el café con leche, con tostadas, manteca y dulce, lo cual nos vino de maravillas, nos comimos todo y sólo restaba llevarlo a la casa, contento, feliz y bien cogido. Cuando lo llevé a la casa me recibió la madre y los ojos le brillaron al mirarme, pero mantuvo su postura disimulando ante los chicos.
- ¿Cómo les fue anoche?, -le pregunté a Julia-.
- Más o menos, ¿podés creer que esos dos idiotas querían que hiciéramos un menaje?, tuvimos que disimular con Clara y nos negamos, pero quedamos las dos recalientes, -me comentó al apartarnos un poco de los hijos.
- Pero, ¿no era con Clara que vos te entendías?
- Sí, pero no íbamos a demostrarlo y nos hicimos las ofendidas.
- ¿Cómo fue que les agarró por eso a los maridos?
- Debe haber sido por el alcohol que tomaron y, al final terminaron discutiendo, Ahh, otra cosa, hablé con Clara de que tenía a alguien que la podía hacer gozar horrores con una verga más grande que nuestros consoladores, está entusiasmadísima por conocerte, yo no le quise decir quien eras.
- Hiciste bien, ya veremos la semana entrante si nos podemos reunir en mi casa, ¿te parece?
- ¡Estaría genial!, dejame organizarlo, la voy a tener en ascuas sobre quien es el “pijudo”.
- Lo dejo por tu cuenta, ¿qué va a hacer tu hija?, ¿ya sabe lo que quiere comprar?
- Sí, haceme el favor llevátela, está insoportable, aguantala vos con lo que te pueda pedir.
- Jajaja, yo me arreglo, llamala porque cuanto más rápido podamos ir más rápido me desocuparé de eso.
Julia la llamó a Cynthia para que se preparara y le dio recomendaciones, toda una serie de ellas, respecto a lo que debería comprar y a como se debería portar conmigo. Yo no quise ni opinar, la pendeja y yo sabíamos que iríamos a comprar, pero después de gozarla por todos sus agujeritos. Tommy se acercó con cierta timidez para preguntarme si se podía venir con nosotros y no alcancé a contestar porque la madre le dijo que yo tenía que ir con la hermana a hacer compras y él molestaría.
El pendejito tenía ganas de recibir verga nuevamente, pero tuvo que abstenerse, era mejor así, aunque no me hubiese molestado tener al culito de la hembrita y el del machito menor a mi disposición, igualmente le dije que, si el padre y la madre los dejaban, al día siguiente podrían ir con Francisco a pasar el día en la pileta, enseguida pensé que no estaría nada mal verlos en acción a los dos hermanitos.
Parecía un pendejo “calentón” con esos culitos paraditos revoloteando alrededor de mi verga y ésta no tardó en comenzar a ponerse morcillona. Me despedí rápido de Julia que aprovechó a decirme que, si me los llevaba, ella aprovecharía a salir con Clara para terminar de finiquitar nuestro próximo encuentro, “por la nena no te preocupes, yo la mando a casa de una de sus amigas, así no te lleno la casa de chicos”, -acotó sonriendo-.
Cynthia se acomodó enseguida en el asiento delantero del auto, se sentó mostrando sus rodillas que se exhibían por sobre su pollera y me miró con deseos, “tengo muchas ganas de sentir de nuevo tu vergota y te estaba esperando”, -me dijo mordiéndose el labio inferior-. Le contesté que yo también tenía ganas de sentir como su culito parecía tragarme y agregué. “Mi verga también te extrañó y cuando demos vuelta en la esquina podés tocarla y mimarla un rato, desde afuera no se ve nada”, -expresé-. Lo que le dije le gustó y me dijo que haría todo lo que yo le pidiera. Enseguida se me ocurrió que no me vendría nada mal que la pendeja se pusiera a practicar con su boca pues, con sólo verle la cara, se me puso como piedra.
Me bajé el cierre, desabroché mi cinturón y tuve que sacarla haciendo malabarismos porque aun en erección estaba doblada y me dolía. Ella me miraba y cuando la vio abrió los ojos sorprendida y expresó sin apartar la vista de la pija erecta: “Tu verga es enorme tío, ¿todo eso me entró en mi culito?”. Le contesté que sí y que ahora se tenía que tomar toda mi leche, “para ser una verdadera mujer la tenés que probar por todos lados, tenés que ser mía por completo”, -le dije acariciándole la espalda y dejando que se recostara sobre mi entrepierna-.
No sabía dar una buena mamada, pero se esmeraba gimiendo y, a veces, quejándose porque yo le mantenía la cabeza apretada y más de una vez la presioné sin hacer caso a sus dientes que me rozaban. Solté su cabeza notando que se movía sola y, con la misma mano, busqué sus nalgas casi descubiertas y tapadas solamente por una bombachita blanca de algodón.
Ni siquiera necesité ensalivarme los dedos, su conchita destilaba lubricación y allí mojé el medio y el índice para presionar su asterisco inquieto y deseoso. La posición no me permitía meterlos y volví a lubricarlos pellizcando en parte su clítoris. La muy putita tuvo un orgasmo que mojó más mis dedos y movió sus caderas para que yo pudiera maniobrar mejor. El gemido fue largo e indudablemente de placer cuando la mitad de los dos dedos estuvieron dentro de su culito. “Cogeme con los dedos tío, mové los dedos porque voy a acabar de nuevo”, -me dijo apartando su boca de mi verga y enseguida volvió a tragarla hasta un poco más de la mitad-.
Tuve que parar al lado de una acera y debajo de un árbol, la cuadra estaba desierta de gente y moví mis dedos con ganas, entraba y salía llevándolos hasta lo más profundo que podía y Cynthia no se aguantó, gritó cuando el orgasmo le sobrevino. Igual mucho no se pudo escuchar, fue una especie de chillido porque su boca recibió la lechada de, según me dijo después, su primer oral completo con la verga de un hombre grande. Tragó todo y no amagó a echarse atrás en ningún momento, es más, siguió chupando como si quisiera absorber todo lo que podía y me la dejó limpia y lista para guardarla.
“¡Ufff, me hiciste acabar un montón!, falta mucho para llegar, todavía tengo ganas”, -me dijo intentando que la besara, pero le dije que podían vernos por el parabrisas y se acomodó la ropa sentándose en su lugar y mirándome de una forma que se asemejaba al de una mujer hecha y derecha. Contagiaba su calentura, tanto así que mi verga apenas si perdió algo de vigor.
Entré dejando el auto en el garaje, pero no me bajé y cuando el portón levadizo se cerró, le comí la boca con ganas recorriendo con mi lengua todo el interior de su boca, sin que me importara el aroma a mi propia leche. Cynthia, en la medida de lo que podía, me devolvía los besos y gemía extasiada por esto. “Metémela acá, adentro del auto”, -me pidió abriendo las piernas-, pero yo no estaba por la labor, reventaría sus oquedades, pero arriba de mi cama.
La saqué del auto prácticamente poniéndola sobre mi hombro y, ante sus risas y pataleos que no denotaban ser por ninguna negativa, la ingresé a la casa directamente desde el garaje. “Qué linda casa que tenés, ahh, seguí ahí tío, dame más dedos”, -decía al jugar yo con mis dedos en toda su entrepierna, a esta altura más que anegada-. Se desnudó rápido con movimientos viboreantes cuando la dejé sobre la cama y aproveché a hacer lo mismo.
“Tu verga me parece cada vez más grande, yo tengo una amiga que también coge con el tío, pero si ve tu pija se puede poner loquita, jajaja. ¿Cómo me querés coger tío?, ¿querés que me ponga en cuatro con el culito parado?”, -preguntó denotando una gran excitación-… Yo estaba sobrepasado de calentura y quería verle la cara cuando mi “pedazo” penetrara su vagina virgen de carne masculina. “Ponete de frente y levantá las piernas”, -le contesté y no tardó en ponerse como yo quería-.
“¿Te gusta así?, ¿viste que linda conchita tengo?, jajaja”, -preguntó riendo con las piernas levantadas y sostenidas por sus manos por debajo de sus rodillas-. No le contesté y me arrodillé de frente para poder pasar el glande por toda su rajita, noté como se contrajo toda al sentir la cabeza sin neuronas en contacto con su agujerito y se le desdibujó toda la sonrisa.
“Despacio tío, por favor”, -pidió mirándome con una mezcla rara de deseo y de miedo en su mirada-. Pensé que, en definitiva, gozaría igual si la penetración era con dulzura o con rudeza y, verdaderamente, tenía ganas de dar el caderazo y perder la verga en su interior hasta dónde llegara, pero me obligué a disfrutar toda la penetración, sintiendo todos sus pliegues interiores y observando todos sus gestos.
“No te quiero escuchar”, -le dije con cierta dureza en la voz y lo aceptó con un movimiento de cabeza-. No quedaba más por hacer que introducirme en ella y es lo que hice. Cynthia abría los ojos lo más que podía y su boca también se había convertido en un túnel sin fondo, pero pronto comenzó a mezclar gestos de labios apretados y seguramente de dientes que trataban de aguantar el dolor de la cogida que, no por esperada, menos dolorosa.
Su vagina estaba bien lubricada, pero me apretaba todo el tronco y no pudo contener un gemido cuando me detuve con media verga dentro de su calidez. Aunque el impasse le vino bien, no fue por ella, me sentía tan aprisionado en ese túnel estrecho que me sería imposible retener el polvo. No sé cómo hice para aguantar, pero lo logré y ahora sería Cynthia la que sentiría lo que era ser cogida por un tipo con aguante. “Metela más tío, me siento en las nubes”, -acotó con un hilo de voz que sonaba ronca y rayana con la desesperación-.
Seguí en lo mío y me causó algo de asombro notar que le cupo toda, apenas si llegaba a tocar su útero y comencé el vaivén con un poco más de ritmo. El primer orgasmo fue casi inmediato, la pendeja gozaba como una mujer experimentada, luego se sucedieron otros más chicos, pero igual de intensos y yo estaba gozando enormemente de esa cogida. Mis manos se extasiaban con los apretones a sus tetas y a sus pezones y la pendeja parecía vibrar cada vez que se los apretaba con la punta de mis dedos.
Claro está que con la vagina sola no me conformaría e intenté salir rápido de un lado y entrar en el otro. Lo logré y aunque su culito estaba un poco acostumbrado a recibir, no pudo retener el grito de dolor cuando ¾ parte de mi pija ingresó en su recto. “Agggg, tío, me duele mucho el culito, más despacio, por favor, más despacio”, -rogó con los ojos llenos de lágrimas, pero poco caso le hice.
Se me salió un poco la cadena y entré a moverme con ganas, salía y volvía a entrar imprimiendo cierta rudeza y haciendo que mi pelvis chocara con sus nalgas, ese sonido en la habitación parecía incentivarme la veta sádica, aunque me duró poco, Cynthia comenzó a seguirme el ritmo y a pedirme más ayudándose con un movimiento de caderas exigiendo más penetración. Su rostro era una máscara de sonrisa en los labios y llanto en los ojos, pero no había dudas de que gozaba la cogida. Había un modo en que la sintiera más y la saqué de su culo para hacerla girar y ponerla boca abajo, pero no dejé que elevara sus caderas.
En medio de sus nalgas un agujero enorme parecía llamarme y en él apoyé el glande viscoso para lograr lo que quería, efectivamente, tal como yo quería escuchar, el grito retumbó en toda la habitación cuando entré de una y hasta el fondo e imprimí un movimiento ancestral al entrar y salir. Los temblores y las contracciones comenzaron no bien dejó de gritar y el movimiento de las caderas se convirtió en algo sensual.
Mi eyaculación sería tremenda, ya se aprestaba a salir y poniendo mi boca cerca de su oído le pregunté: “¿Quién es la putita del tío y de quien son todos sus agujeritos?… “Tuyos tío, tuyos y yo seré tu putita siempre”, -contestó sin dudar y gimiendo cargada de satisfacción cuando sintió sus tripas invadidas por la leche caliente-. “Dame toda tu leche tío, me encanta tu lechita en mi culito”, decía mientras yo pensaba que ya no era culito, había ascendido de categoría, ya era un “señor culo” incluso mejor que el de la madre.
Mientras nos recuperábamos nos pusimos de costado y no la saqué de su interior, me seguí moviendo a medida que se “desinflaba” y me entretuve apretando sus tetas con la mano que tenía libre. Yo no daba más, pero la pendeja quería seguir, me apretaba la verga con sus músculos anales y gemía cuando yo pellizcaba sus pezoncitos erectos.
- Pará un poquito Cynthia, dejá de moverte, me vas a agotar, -le pedí hablándole al oído-.
- Es que me encanta sentirte adentro, tu verga es grande y me llena toda, la siento como parte de mí, jajaja.
- Ya te dije cómo es esto, vos vas a ser mi número 1, pero yo quiero tener otros culitos más para mí y los podemos compartir o no, todo depende de que no me jodas y te mantengas fiel.
- ¿Vas a traer a otros tipos para que me cojan entre los dos?
- No, nadie más que yo va a entrar en tus agujeritos y más vale que te lo metas en la cabeza, se acabaron los noviecitos.
- Está bien y tampoco voy a dejar que me coja el tío de Anna, el otro día me acarició el culito y me dijo que me tenía ganas, pero a mí no me gusta y me dijo mi amiga que tiene una pijita, su sueño es ser perforada por una pija como la de los videos.
- Eso es lo que te decía, ¿no nos podremos coger a tu amiguita entre los dos?
- Si querés le digo, ella tiene mi edad, pero es más flaquita y más putita, yo creo que no va a decir que no.
- Otros culitos que me gustan son los de tus hermanos y creo que a ellos les gusta que se los cojan.
- Sí, yo sé que a los dos les gusta la verga, son dos putitos, ellos creen que no me doy cuenta, pero yo los vi meterse el consolador de mami, aunque no creo que tu pijota les entre, me gustaría ver como gritan cuando vos se la vayas metiendo.
- Mañana se quedarán conmigo y si puedo voy a tratar de cogerlos a los dos, si querés los filmo y después te muestro el video mientras te la meto por todos lados, ¿te animás?
- Sí, sí, sí, dale y yo voy a tratar de decirle a Anna para juntarnos en tu casa, ¿no querés cogerme un ratito más?, -preguntó con la voz cargada de deseos-.
- Ahora no mi cielo, vamos a bañarnos porque tenemos que ir a hacer las compras.
Nos fuimos a bañar y se empecinó en enjabonarme y cuidarme porque, según expresó, “yo era su hombre”. Aprendía rápido la pendeja y tuve que recompensarla porque mi verga volvió a erguirse y su culo recibió todo mi pedazo mientras ella se agarraba firme de las canillas de la ducha y gritaba complacida con todo su recto lleno de carne.
Finalmente nos secamos y la llevé a hacer las compras prometidas, en la tienda le puse a la par a una empleada jovencita para que pudiera moverse con comodidad y yo me fui a merendar a una confitería de las cercanías porque no tenía ganas de pasar por las oficinas centrales. Me tomé un regio café con leche y comí un par de tostados, estaba como cuando hay que recuperar energías después de dar sangre, aunque en este caso yo “había dado leche” y con ganas.
Cuando regresé a la tienda ya habían pasado como dos horas o más y Cynthia me estaba esperando toda entusiasmada para contarme que había comprado unos conjuntos de ropa interior “insinuantes”, la empleada se reía y, aparentando determinada seriedad le dije que esperaba que la madre no se enojara.
“¡Tío, algunos los voy a esconder!”, -expresó con picardía-. “Lo que no sé es cómo vas a esconder esa cantidad de paquetes”, -le dije señalando los dos carros cargados de cosas-. La empleada y la cajera se reían y cuando me alcanzó el ticket por la compra se acercó la Jefe de Cajeras, la saludé amigablemente y lo firmó junto conmigo para devolverle a la chica el original, “el señor jamás paga lo que lleva”, -le dijo y nadie preguntó nada-. Me despedí de ella, le pedí que le dejara mis saludos a Jacinto y a Esmeralda y me fui empujando uno de los carros cargados.
Al meter las cosas en el auto Cynthia me dijo que había varias bolsitas que deberían quedar en mi casa, “esas son cosas que puedo usar solamente con vos”, -expresó y no le quise preguntar nada, aunque imaginé de que se trataba-. Luego su intriga pasó por otro lado…
- Papá dijo que vos le llevás la Contabilidad a estas tiendas y por eso te hacen precios, pero yo noté que no te pusieron ningún “pero” y te trataban como si fueras el dueño, ¿cómo es eso?
- Es que soy muy amigo del dueño y Jacinto me debe muchos favores.
- Ayer escuché que mi mamá le contaba a mi papá sobre la casa que tenés, del auto y lo bien que te vestís y que, como cobrás mucho menos que mi papá seguro que venías de una familia acomodada.
- Es verdad, mis padres tenían mucho dinero, pero eso no importa tanto, yo soy solo y no tengo muchos gastos.
- Bueno, pero mi papá te debe tener envidia porque le dijo a mi mamá que vos debías andar en algo raro y terminaron discutiendo.
- Son cosas de momento, no le des mayor bola, ya se le pasará, mostrame algo de lo que compraste.
Eso que le pregunté la alejó de los comentarios odiosos y comenzó a mostrarme unos vestiditos que había elegido. Yo miraba sin ver porque tenía mis pensamientos enfocados en el cornudo de Javier, el muy hijo de puta se hacía el bueno conmigo y hablaba mal a mis espaldas, se me fueron por las cloacas los últimos pruritos que conservaba por él y aparte de hacerlo cornudo y cogerme a los hijos buscaría la manera de cagarlo en la empresa.
Pasamos primero por mi casa y dejamos varias bolsas que había comprado Cynthia, eran esos famosos conjuntos de ropa interior “insinuantes” que ella decía que estrenaría sólo conmigo, después la llevé a la casa y me encontré allí a Julia que tenía una cara de lo peor, se notaba a las claras que había estado llorando y, sin darle bola a los paquetes que cargaba la hija, me dijo que quería hablar conmigo.
Se me frunció el culo ante esto porque lo primero que pensé es que alguno de los chicos había dicho algo que no debía y me imaginé preso y perdiendo todo lo que tenía. De todos modos, los culitos ya estaban rotos y no dejé entrever ninguna preocupación, le pregunté qué quería decirme. El tema tenía que ver con su marido y con lo que había acontecido en la empresa…
- A Javier lo mandan a Perú a hacerse cargo de la parte contable de la empresa radicada allí. Parece que ya lo decidieron y tiene que partir en dos días, ¿no podrás vos hacer algo al respecto?
- Ni idea de lo que debe haber pasado, debe haber habido problemas en Perú y sabés que yo estoy un escalón por debajo de Javier, normalmente no me avisan nada de esas decisiones.
- Es que esto me parece que excede el tema de la empresa tiene que ver con lo que pasó en la cena en casa de Clara, el Contador en Jefe me tiene ganas, fue directo con eso y Javier se fue de boca diciéndole “picha corta” y otras boludeces, posiblemente por lo que había tomado, hoy hablé por teléfono con Clara y me dijo que el marido estaba disgustado con él.
- Peor que peor, encima yo no tengo relación con el Contador en Jefe y allí la política es: “o se acepta lo decidido a nivel de empresa y/o surgen las renuncias o despidos”. Renunciar no le conviene y si lo echan va a tener que ir a juicio y no es factible que lo gane, quedaría con una mano atrás y otra adelante, además, si va como Encargado a Perú no deja de ser un ascenso. ¿Ustedes también van a viajar con él?
- No sé, no creo, así, de buenas a primeras no podemos dejar todo.
- Normalmente le dan dos meses de plazo para ubicarlo en alguna casa para que pueda llevar a la familia, pero, en realidad no sé mucho.
- Estoy asustada José Luis, estando solo Javier es un desastre, nosotros no tenemos un Peso ahorrado y él está pagando deudas por malas inversiones.
- No te hagas problemas antes de tiempo, hablá bien con él sobre lo que quiere hacer y contá conmigo, yo no te voy a dejar “colgada”, a vos y a los chicos puedo ayudarlos, pero no le digas nada a él.
Quedamos en que me mantendría al tanto de las novedades y me fui para casa pensando en qué era o qué fue lo que había precipitado todo. No tuve mucho que esperar para enterarme de lo que había pasado. Estaba entrando al garaje, pensaba cenar tranquilo e irme a dormir temprano cuando vibró mi celular anunciando una llamada entrante, era Gabriela, una veterana de las que se podría llamar “infartante”, cuarenta y cuatro años de belleza condensada en una mujer y ella lo sabía.
Era la Secretaria Ejecutiva del Director de Recursos Humanos de la empresa, hacía lo que quería con él y mantenía una cierta adoración de hermana conmigo, por cierto, hermana incestuosa, si se quiere, porque habíamos salido un par de veces y siempre terminaba en una cama con ella. Era de las tres con que había tenido “roces” en la empresa y no precisamente por haberla conocido en esas oficinas. Gabriela sabía lo que yo tenía y los puntos que calzaba en cuanto a lo económico.
La conocí en una reunión en casa del Abogado dueño del Estudio Jurídico que representaba todos los bienes que eran de mi padre y que ahora me pertenecían. Para ser más preciso, fue en la fiesta de los 15 años de la hija de éste.
Ella, Gabriela, estaba casada con el Abogado que era segundo del dueño del Estudio, quedamos algo así como “flechados” cuando fuimos presentados y supo que yo era un millonario, empresario y dueño de una empresa que era conocida por casi todas las mujeres. “Además es un poco loco lindo, pero yo lo quiero muchísimo, los conozco desde chico”, -agregó el padre de la festejada-.
Cambiamos algunas palabras entre ella, su marido y otros invitados y la cosa no pasó de allí, incluso me maldije por haberme mostrado corto y no pedirle el número de teléfono, no había dudas de que había “buena onda” entre los dos. El tema fue unos diez días después, hubo una reunión informativa de la gente del Departamento Contable con el Director de Recursos Humanos y éste apareció en la reunión con la Secretaria Ejecutiva, la cual nos fue presentada a los siete que habíamos concurrido a la reunión.
Los ojos le brillaron cuando me descubrió, pero, a la vez, quedó sorprendida al verme como ocupando una tercera o cuarta línea en el rango de los presentes. “Nos conocemos, ¿verdad?”, -me preguntó cuándo me dio la mano no exenta de cierta intriga-… “Sí, pero de acá no”, -le contesté de buen tono y amablemente-. En definitiva, después de la reunión buscó un momento para llamarme a su oficina.
- Hola José Luis, -me saludó al entrar en su oficina-, lo de hoy fue una verdadera sorpresa, ni siquiera me llamó la atención tu nombre y apellido en el listado del Departamento Contable, menos que menos como Ayudante de Contador, por lo que deduzco que hay una gran mentira dando vueltas, tuya o de la gente del Estudio Jurídico y a mí no me gusta que me mientan, ¿me podés explicar todo esto?
- Es muy simple, no hay ninguna mentira dando vueltas, ni mía, ni de tu marido ni del dueño del Estudio Jurídico, a lo sumo, alguna pequeña falta de información que nadie pidió y que me gustaría que siguiera así. Yo soy quien ellos dijeron que soy y puedo demostrarlo. Entré a trabajar aquí buscando escapar del dominio de mi padre y de sus millones, luego fallecieron los dos y me encontré con millones en efectivo y en propiedades, entre ellas, la tienda a que hicieron referencias en la fiesta de quince a la que concurrimos.
- ¿Por eso fue lo de “loco lindo” a que hizo mención mi marido y su jefe?
- Debe ser, ellos opinan que pierdo tiempo aquí y que podría expandirme aprovechando mi propio capital, pero a mí no me interesa eso, tengo un ingreso respetable que supera las expectativas de muchos y que, como vivo solo en una gran mansión, ni siquiera llego a gastar, lo que sucede es que me siento muy útil haciendo lo que hago.
- Pero, pero, de acuerdo a lo que me decía mi marido, tus ingresos mensuales en intereses y ganancias de la tienda superan en diez o doce veces lo que ganás acá, ¿por qué aguantás a estos idiotas?
- ¿Por qué los aguantás vos?, tu marido debe ganar lo suficiente como para mantenerte bien.
- Bueno, me conoció como Secretaria acá y es lo que siempre quise ser, fue una especie de “arreglo de partes”.
- Lo mío fue similar, pero conmigo mismo, jajaja, no contaba con que se murieran mis padres…
- Está todo bien, pero para que mantenga la boca cerrada me vas a tener que invitar a cenar y no me gusta la pizza, jajaja.
- ¿Es una especie de chantaje?
- No, tonto, son ganas de salirme del ostracismo y de la compañía de viejos babosos, pero si tenés compromisos lo entiendo y el secreto igual muere conmigo.
- ¿Te va el restaurant del Hyatt mañana por la noche a las diez?
- Me encanta, no tengo hijos y mi marido está en un Congreso en UU. Allí charlaremos más tranquilos.
De la espléndida cena que disfrutamos, del “pedazo de mujer” que entró al restaurant acaparando las miradas de los otros comensales y la mía propia y de los gritos que pegó luego al sentirse penetrada por, según ella, la pija de sus sueños, mientras se encontraba desparramada, espléndida en su desnudez, sobre la cama enorme de una habitación del Palacio Duhau no pienso contar.
También conoció mi casa, pero la relación era meramente sexual, ella jamás dejaría al marido y yo, bueno yo, seguía saliendo de mi fracaso matrimonial. Decía entonces que fue ella quien me llamó por teléfono para decirme que se había hablado de mí para ocupar el lugar de Javier en la empresa.
- Hola mi amor imposible, sueño todas las noches contigo y me martiriza el no tenerte.
- Hola vida, no me hagas en “verso”, a esta altura no me como ninguno, ¿por dónde andás?
- Estoy en El Cairo, en Egipto y cagado de calor.
- ¡¿De verdad estás en la ciudad de las pirámides?!, te estoy envidiando.
- No, te estoy haciendo una broma, estoy en casa, pero cuando quieras te llevo a recorrer las pirámides, eso sí, las vas a tener que mirar desde la ventana de la habitación porque te pienso secuestrar en ella, jajaja.
- No jodas porque te tomo la palabra y me pongo a hacer las valijas llevando suficiente pomada para recomponer mis partes maltratadas, jajaja. Te llamaba por el tema de Javier, lo mandan a Perú y piensan en vos para ocupar su puesto.
- Ahora estoy de vacaciones y no pienso darles bola, ¿qué fue lo que pasó con ese inútil?, ¿sabés algo?
- Antes de las Fiestas llegó una sentencia judicial por un juicio de una empresa importante para retenerle el 40% del sueldo, parece que se salvó de una buena porque esa empresa representa a capitalistas de juego, el tipo debe estar hasta las manos con el tema de deudas por esa índole y ya sabés que en nuestra empresa ese tipo de cosas no se perdonan.
- Sí, tengo claro que te dejan en la calle por menos que eso.
- Bueno, el caso es que a Javier lo defendió el Contador en Jefe, la deuda se saldó con rapidez, pero a él lo mandaron a Perú a cogerse a las llamas, la sacó baratísima y tendrá que devolverle a la empresa ese importe abonado, era eso o el despido justificado.
- ¿Y la familia?, ¿qué pasará con la familia?
- Eso es algo que tendrá que solucionar él, pero no creo que esté en condiciones de negarse al traslado.
- ¿Le darán casa y facilidades?
- Por lo que sé, no, eso se tomará como descuento de la deuda que mantiene, apenas si se tendrá que arreglar con el sueldo y allí es bastante alto porque cobra en dólares. Hagamos así, yo no te pude ubicar porque estás de vacaciones, pero me vas a tener que llevar un fin de semana de paseo.
- En una semana pensaba instalarme en las playas de Maceió, en Brasil, si te va, hay un fin de semana largo que podrías aprovechar, me decís y te saco el pasaje de ida y vuelta desde Ezeiza que es más directo.
- ¿Qué si me va?, decime la hora en que sale el vuelo y, si me aguantás seis días o una semana, yo pido unos días que me deben y nos vamos juntos, la tanga ya la tengo, jajaja.
- Ya me estás haciendo transpirar de sólo pensar, mañana saco los pasajes y te aviso. Te dejo mi cielo, nos estamos viendo.
Corté la comunicación con mi Secretaria favorita pensando en que ya tenía compañera de viaje que se podría prender en cualquiera y también pensé en Javier, es muy crápula le había “cargado las tintas” al Contador en Jefe ante la esposa, sin tener en cuenta que éste había sacado la cara por él, sin decir que él era el único culpable de su traslado y tenía razón Gabriela, había zafado por poco, pero, en lo inmediato se me presentaba un problema enorme.
Lo de los culitos complacientes de los chicos y la madre estaba muy bien y me gustaban, ¡la pucha que me gustaba penetrar con mi verga en esos culitos gorditos!, pero tampoco era cuestión de hacerme cargo de toda una familia por la idiotez de un vicioso del juego. Tenía una semana para aprovecharme de esos culitos, luego me iría de vacaciones y a mi regreso buscaría la forma de hacer que viajaran a Perú a reunirse con el padre y esposo. Me jodiera o no, lo de mis “casi sobrinos” tendría que llegar a su fin.
GUILLEOS1 – CONTINUARÁ… SE AGRADECEN COMENTARIOS Y VALORACIONES.
Excelente y excitante y con mucho morbo.
Alguna vez dale una mamada a un niño o chico que te cuesta no vaz hacerte un putito por una mamada esas leches de niños son atole de arroz