CASI SOBRINOS. (5)
Clara resulta ser muy putita y lo pasé muy bien, Julia no se quedó atrás. Me presentan al nene que era cogido por el padre “accidentado”..
AMIGAS EN TRÍO – ALEJANDRO. (5)
Me levanté como a las nueve, bien descansado y con un ánimo genial, desayuné, arreglé la habitación, la perfumé y cambié la ropa de cama poniendo sábanas oscuras, encargué unas masas secas para la merienda y como tenía tiempo metí algunas cosas en la valija de viaje, me venía bien prevenir para no andar a las corridas.
Ya cerca del mediodía almorcé algo de carne dándole un golpe de horno a un poco de carne que tenía en el freezer, luego me tiré un rato al sol, en realidad en el solario debajo de la sombrilla grande, no era muy amigo de andar a “lo lagarto”. Estaba medio adormilado cuando escuché la bocina del auto de Julia y abrí el portón con el control remoto, no me quise levantar, le daba la espalda al lugar por dónde aparecerían y me imaginaba sonriéndome solo por la sorpresa que se llevaría Clara. Tal como esperaba aparecieron desde el frente de la casa bordeando hacia el costado porque Julia sabía que yo estaría en la piscina.
- ¡Sos vos!, no lo hubiese esperado nunca, sin dudas de lo más discreto, -afirmó sorprendida Clara cuando me paré y me puse frente a ellas dos-, en gran parte me alegra porque siempre te miré con ganas, jajaja, hola José Luis, -dijo acercándose a saludarme-.
- Jajaja, ¿viste que no era un “paquete” y que no te iba a desilusionar?, -dijo Julia acercándome y parándose en puntas de pie para comerme la boca con ganas-.
- Hola chicas, bienvenidas, es un gusto tenerlas en mi casita, déjenme admirarlas, las dos están hermosas y excitantes, -expresé separándome de Julia y mirando que estaban vestidas de remeras ajustadas y shorcitos de jeans que parecían slips-.
- ¡Casita!, menos mal que es una casita, a mí me parece una casa de la puta madre, ¿cómo se hace para tener algo así?, -preguntó mirando todo y, seguramente, comparando-.
- Padre con plata que te hereda, lo demás viene de arriba, -dije observando que el cabello rubio suelto era teñido, muy bien teñido y el maquillaje era mínimo, pero atildado-. Debo decir que vos te ves irreconocible, pensé que vendrías con polleras largas y estás infartante, -acoté mirándole las tetas bien puestas que la remera dejaba adivinar-.
- Las tengo en el auto, de casa no salí así, hay que mantener las formas, jajaja.
- ¿Quieren tomar algo fresco?, ahh, perdón Clara, ¿vos no me vas a saludar?
Eso que le dije pareció romper el escaso hielo que existía y se acercó a besarme, fue tan directa o más que Julia y prácticamente me comió la boca ella a mí. Las lenguas se entrechocaron con beneplácito de los dos y parecían sacarse chispas, “¡la puta madre, me calienta verlos besarse!”, -expresó Julia y volvió a arrimarse de costado apoyando sus tetazas en los dos. No tardé en besarlas a una y a otro mientras cada una de mis manos se soslayaba recorriendo y apretando sus nalgas, las de Julia que eran formadas y duras, ya las conocía, las de Clara, por el contrario, eran duras, pero más chicas, casi como la de una adolescente normal, más a mi mano y a mis ganas eso no le importó, ella no se sentía mal con sus nalgas y me lo demostró moviéndose y gimiendo como pidiendo más apretones.
- ¿Nos quedamos con las tangas o nos desnudamos?, -preguntó Julia sacándose la remera-.
- Mejor andamos desnudas, no vinimos a rezar y yo quiero ver la “mercadería”, -dijo Clara tratando de bajarme la bermuda que se resistía por la posición-.
- Vas a ver que te va a gustar, -acotó Julia dirigiéndose a la amiga y yo me acomodé para que la prenda bajara sin problemas-.
- El “bulto” promete, jajaja, “a por él”, como diría una española, -expresó riendo y arrodillándose-. ¡Ayy, la puta madre!, ¡es fantástica!, voy a salir de acá con el culo abierto como una flor, -gritó y la manoteó para meterse el glande en la boca-.
- Pará fanática, en la reposera no vamos a estar cómodas, ¿Por qué no vamos a la habitación José Luis?, -interrogó Julia haciendo ademán para irnos-.
- Dale, vos conocés el camino al cuartito, caminen delante, me encanta verlas mover el culito.
- Si te portás bien te doy la conchita, pero primero me tenés que romper bien la cola, muero por sentir “eso” adentro, -expresó Clara ya totalmente sacada y emputecida-.
La esposa del Contador Jefe que se mostraba con ropas holgadas, dando una imagen de seria y recatada estaba dejando ver a una mujer totalmente liberal que, ciertamente, yo esperaba por los comentarios de Julia, pero que no esperé que se soltara tan rápidamente. Se tomaron del brazo y caminaron delante de mí riendo y moviendo las nalgas de forma exagerada, por momentos giraban la cabeza y me dedicaban unas sonrisas pecadoras, aunque Clara fijaba más la vista en mi verga erecta y palpitante.
¡“Qué te parió con el cuartito!, -expresó la rubia mirando todo antes de subirse a la amplia cama. Las pieles blancas de las dos se hicieron notar sobre las sábanas oscuras y Clara, puesta en cuatro sobre el borde de la cama, le pidió a Julia que se pusiera delante de ella, “te quiero gastar la conchita a lengüetazos mientras José Luis me la manda a guardar de una”, -le dijo a su amiga íntima-, luego se dirigió a mí, “dale José usá únicamente saliva, te la puedo aguantar bien”.
Demasiado puta para mi particular gusto, pero, ya que estábamos en el baile, mi verga no diferenciaba mucho a las putas de las pseudo virtuosas, primero pensé en cogerla por el hueco “normal” para lubricarme mejor, pensaba hacerlo como yo quería sin escuchar sus pedidos, más, decidí transigir y luego de un salivazo coloqué el glande en el agujerito que parecía dilatarse solo. Me encomendé a “San Vergudo” rogando para que no me doliera lo que pensaba hacer y me mandé.
Cuando el glande ingresó acomodándose en el recto ella se movía y chupaba la conchita jugosa de Julia con deleite y gemidos que acompañaban el acto, el problema fue lo que siguió. El pijazo hasta chocar mi pelvis con sus nalgas me dolió a mí también y, aunque no fue físico pues apenas si noté el roce en sus paredes, ya que me di cuenta que la muy putita venía previamente lubricadas en su interior, no, el dolor que experimenté fue por una especie de osmosis al escuchar el grito que la entrepierna de Julia no pudo absorber.
- ¡Por Dios, por Dios, José Luis, no la aguanto, es enorme, ¡ayyy, madre mía!, quedate quieto, me rompiste, me rajaste. ¿Cómo hiciste Julia?, no la aguanto, por Cristo, no te muevas, -decía con la voz llorosa-.
- No debe ser para tanto, -expresé pensando que la familia de Javier, nenes incluidos se la “comían” sin tantas quejas-.
Clara podría llegar, de alguna manera, a dominar a Julia en sus juegos de cama, pero a mí eso no me importaba, su calidad de “dominante” no la iba conmigo, no se lo permitiría a ella ni a nadie y enseguida se lo hice saber. Apoyé una mano en su cabeza zambullendo su cara en la entrepierna de Julia y comencé a moverme con ritmo y ganas en un entrar y salir que pareció un pistoneo.
Tardó un poco en cambiar los quejidos por gemidos, pero a mi aguante eso le era indiferente, lo que si me producía más morbo era ver la cara levantada de Julia que se sonreía socarronamente y con algo de malicia al mirar mis ojos y observar los movimientos que le imprimía a la cogida de ese culo “experimentado”. Fuera de esto, que a Clara le gustaba el anal quedó fuera de discusión cuando comenzó a gemir y trató de acoplarse a mi ritmo. Además, ya no tuve necesidad de apretar su cabeza, ella mismo se aferró a las caderas de Julia y la mamada que le daba pareció ser muy buena y placentera porque la gordita comenzó a acabar y a gritar que la estaba “matando de placer”. La rubia tampoco no disimuló sus temblores y sus contracciones pues me apretaron el tronco cuando sus orgasmos pequeños, cortos y repetitivos se sucedieron.
“Esto nunca me pasó, soy una ametralladora de polvos, ¡qué aguante que tenés!, ¡hijo de mil… tu puta madre!, hacé lo que quieras conmigo”, -gritó Clara y aproveché para cambiar de lugar sin pedir permiso-. Al contrario de lo que debía ser, la boca y las paredes de la vagina eran más estrechas y el placer de penetrar esas carnes notando como se abrían al paso del ariete fue gratificante. Aquí sí que sobraba lubricación, pero me tomé mi tiempo para entrar y, aun a pesar de sentir el dolor provocado por el grosor de mi verga, Clara se desesperaba pidiendo más y sin que le importara el choque contra su útero empujaba reculando para meterse más carne en su interior.
“Preñame, llename la concha de hijitos, ni a mi marido lo dejo, después tomo algo”, -pidió a los gritos con un tinte de desesperación en la voz-. Ya vería después con las ganas de Julia, en ese momento yo tenía ganas de terminar y recordando que tenía las pastillas del “día después”, con un último empujón comencé a descargarme en esa concha estrecha y, al parecer, con poco uso. Clara, a su vez acababa como enloquecida, moviéndose y con un alarido que pareció surgir desde sus tobillos.
Julia pareció contagiarse y también acabó gritando, pero de su cara no se borraba la sonrisa satisfecha y sarcástica. La rubia no esperó a que mi verga se “desinflara” y se quejó cuando se giró a un costado desparramándose en la cama, “¡Cristo santo!, no haber sabido antes esto, perdimos un montón de tiempo amiga, dos cogidas así por semana y nos morimos contentas, hay cosas de algunas mujeres que no entiendo…”, -le dijo riendo a Julia-.
Entendí que hacía referencia a mi ex esposa, pero no le di mayor importancia. Los tres nos recuperamos y luego ellas fueron al baño de esa habitación, yo me dirigí otro, luego salí para el living a servirme una copa y saqué una pastilla para que Clara no me diera sorpresas posteriores. Regresaron ambas cuchicheando y Julia me abrazó buscando lo suyo. Clara, ya había tomado su pastilla y servía copas para ellas dos cuando me senté en el sofá y la gordita se ocupó de tragarse mi verga que enseguida se puso a tono con la situación.
- Eso me encanta de él, la predisposición es inmediata y siempre nos hace el honor con una reacción acorde, le das un beso y es suficiente, -expresó sacándosela de la boca apenas por unos segundos y dirigiéndose a la amiga rubia, alta y, sin ninguna duda, bien putita y mal cogida-.
- También tenías razón con lo del “aguante”, sí o sí tenés que acabar en uno o varios orgasmos o reventás, nunca me había pasado, -opinó Clara con la cara radiante-.
- ¿Van a seguir hablando o me van a dar una mamada como me merezco?, -pregunté riendo-.
Ninguna de las dos pudo perforarse la garganta, apenas si pasaban un poco de la mitad, pero eso no era tan importante y dejé de lado mi tentación para forzarlas a eso empujando sus cabezas. Algo habían hablado en el baño porque Julia se agachaba a mamarme y Clara jugaba en sus nalgas provocando sus gemidos y contracciones, pronto descubrí porque ya que la gordita se giró dándome la espalda y, acomodando el glande, se fue sentado poniéndoselo en el culo tragón. La rubia se había ocupado de lubricarla con algún tipo de crema y entrar no me costó, tampoco le costó a ella comerse toda la tranca hasta sentarse sobre mí apoyando su espalda en mi pecho. Clara fue hasta el auto y regresó con un consolador de medidas respetables y nos lo mostró mientras lo encremaba, luego penetró a Julia por su vagina y la doble penetración le arrancó un grito de dolor que enseguida se transformó en gemidos de placer.
Sentí el entrar y salir del plástico cuando me apropié de las tetas de Julia y jugué apretando sus pezones endurecidos. La dejé que fuera la que se moviera y no me defraudó saltó metiendo y sacando mi verga de su culo y la amiga se desesperaba con el consolador para tomar el mismo ritmo. Todo se dio hasta que me pidió que terminara porque no aguantaba más y se le juntaron los dos orgasmos en uno cuando se expresó gritando como desquiciada sin que Clara pudiera taparle la boca con sus labios.
Era al pedo aguantar y le llené las tripas de leche caliente que acusó con una especie de contracción que se asemejó a un escalofrío, “en cualquier momento te toca a vos”, -le dijo sonriendo la gordita a la rubia quien expresó que no podría porque estaba toda irritada-. Después del intercambio amoroso de fluidos nos fuimos a la pileta y pasaron un par de horas allí, comimos parte de las masas secas que me habían traído desde la confitería y terminamos la tarde ante el pedido de Clara para regresar a la casa.
El tiempo de relax en la pileta y la ausencia de mimos me vino genial, estaría descansado para todo lo que se me avecinaba, pero, muchas veces, uno propone y las circunstancias disponen. A punto de irse sonó el celular de Julia y alcancé a ver que en la pantalla aparecía un “Marta-vecina”, de inmediato recordé lo del vecino que manejaba el auto, el mismo que lo había tocado a Tommy y no me equivoqué.
- ¡No, no puede ser, qué horrible!, si mujer sí, contá conmigo, -decía Julia mientras seguía escuchando y no nos decía nada a nosotros que esperábamos-.
- ¿Qué pasó mujer?, no nos dejes con la intriga, -acotó Clara cuando Julia cortó la comunicación-.
- Parece que lo asaltaron al marido de Marta, mi vecina, le robaron todo y le dieron una paliza tremenda, está en Terapia en el hospital con pronóstico reservado y esperan para operarlo.
- ¿Le rompieron la cabeza?, -preguntó Clara, sin interesarse demasiado, lo hizo sólo por preguntar-.
- Sí, además de varias costillas y la cara, pero se ensañaron a patadas con sus genitales. Ella cree que él tendría alguna aventura y hay alguna venganza de por medio, la policía piensa igual.
- ¿Tienen idea de quién puede haber sido?, -pregunté cómo al pasar-.
- No, dice la policía que será muy difícil porque no hay testigos, el coche se lo llevaron y aparecerá desguazado o quemado, hasta que él no se recupere no sabrán nada. Lo peor es que quiere que la acompañe para no estar sola cuando lo operen porque no saben qué puede pasar.
- No será tan dramático…, -opiné-
- No es por mí, es por los chicos, los míos están alterados por el tema del padre, creen que nos divorciamos y tendrán que quedarse con el nene de Marta que, según parece, ya sabe todo lo que pasó, imaginate esos cuatro histéricos y solos en la casa.
- No es tan jodido, todo tiene solución, si querés yo te los cuido, mañana viajo, pero a la noche, ayudá a esa mujer y me avisás que vas a hacer, de última duermo en tu casa y regreso a la mañana, -acoté pensando en que podía hacer algo con el culito del vecinito, lo de Julia y Clara me había dejado un gusto a poco-.
Julia no sabía cómo agradecerme y les pedí que se fueran, que yo iría a la casa en una hora y que no se preocupara por la comida de los chicos, les pediría unas pizzas con gaseosas y estarían entretenidos sin pensar en pavadas. Luego de que ambas mujeres se fueron lo llamé a Jacinto. Ni siquiera llegué a saludarlo, “ya está, quedate tranquilo, salió todo bien y barato, que lo pases bien”, -me dijo dejando claro que no se hablaría del asunto-.
Lo único que me podía arruinar los planes era la presencia de Cynthia, sin dudas que ella querría su parte y yo no estaba con ganas de pendeja, además no me interesaba por “atender” ni a Francisco ni a Tommy, lo único que me interesaba era el culito del vecinito, saber que el padre se lo cogía le agregaba un morbo extra a la cosa y podría sacar algún partido de eso. Decididamente había cambiado mi perspectiva hacia los demás, pero eso no me movía un pelo.
El botiquín del baño cuando me cambiaba me dio la solución, tenía un frasco con gotas para dormir y eran bastante potentes, lo había comprado cuando daba vueltas en mi cama torturándome por la hijoputez que había tenido mi ex mujer conmigo y las culpas que asumía unidas a la desazón del fracaso y a las broncas me quitaban completamente el sueño. Había más de medio frasco y el prospecto explicaba que sólo eran necesarias cinco gotas en un vaso grande de líquido para un efecto de cuatro a seis horas, eso me venía de maravillas porque tampoco tenía contraindicaciones con menores.
Tomé las medidas en el gotero y así me sería más fácil volcar las gotas en el vaso sin andar contándolas, la idea era clara, los tres hermanos dormirían y yo me ocuparía del vecino putito, ya vería que tanto sabía de “comerse” una buena verga. Al rato me llamó Julia diciendo que ya había hablado con los chicos, que me esperaban y que se iba al hospital a acompañar a la vecina, que fuese cuando quisiera, no esperé, salí para donde me esperaban.
Al rato llegué a casa de los chicos, en la puerta estaban los varones porque Cynthia estaba en su habitación meta y ponga con el celular, algo que yo consideraba como una obsesión enfermiza, se solía dar que podían estar con amigos y amigas o compañeros de la escuela y lo que tenían que decirse era muy limitado oralmente, pero bastaba con que se separaran para iniciar, a poco de separarse, sus diálogos virtuales moviendo los pulgares en el teclado del celular como si les diera electricidad.
Ni me calenté por preguntar por ella, Tommy fue quien se arrimó a mí y me abrazó poniendo su mejilla en mi bulto, algo similar hizo después Francisco, ambos dejaron entrever una sonrisa de complicidad y me presentaron a Alejandro, el amigo y vecino de ellos. Me explicaron enseguida el porqué de la estancia del amiguito en su casa y me puse a observarlo bien, era rubiecito, con un jopo que le caía sobre un costado de la frente y de la misma altura de Tommy, sus rasgos tenían algo de femenino y me saludó con cierto respecto.
Francisco lo llamó para que se sentara a su lado frente al televisor donde tenían conectada la play para reanudar el juego que interrumpieron al yo llegar, al moverse hacia el lugar pude observar que debajo del shorcito de lycra (similar en los tres) existía un culito paradito que se movía con algunos toques de sensualidad, aunque lo más probable era que yo me los imaginara por mis propias “películas”.
El nene parecía ser muy tímido y me encantó que tuviera los labios gruesos, especiales para meter mi “pedazo” entre ellos, a mi verga también le gustó y amagó con erectarse, habida cuenta que ya estaba medio morcillona. “Tío, si vas arriba a verla a Cynthia yo te acompaño”, -dijo Tommy y su mirada dejó entrever algo más-. Al subir la escalera me dijo en voz baja: “Si vas al baño conmigo te la chupo y me la metés rápido, tengo muchas ganas, ¿sí?, dale tío, cogeme un ratito”, -dijo exudando urgencias de verga-.
- Bueno, vamos, pero hasta que te den las cosquillas porque no quiero acabar porque tu mamá puede volver en cualquier momento y, además, están todos los demás, -le expresé notando que ya estaba completamente erecto y con ganas de penetrarlo completo a como diera lugar-.
- También te la puedo chupar toda y tomarme tu lechita, -afirmó con las mejillas coloradas-.
- También la vas a chupar, pero nada de tomarte la leche, es eso o nada porque si todos llegan a querer no voy a poder, lo hago con vos porque sos “especial”.
- Bueno tío, vení, vamos al baño de mami, allí hay crema, -acotó tomándome de la mano y sonriendo complacido-.
Entré confiado al dormitorio de la madre y nos metimos en el baño que existía allí, me giré para trabar la puerta y ya el putito se había sacado los shorcitos y trataba de bajarme el pantalón, lo ayudé con esto y cuando mi verga surgió imponente y deseosa de su culito, la tomó en la mano como adorándola y se la llevó a la boca. Jugó un poco con su lengua y pronto comenzó a meterla y sacarla como sabía que me gustaba, pero sólo podía con unas tres cuartas partes del tronco, “hoy te la tenés que comer toda, relajate y respira por la nariz”, -le dije al ponerle la mano en la parte trasera de la cabeza-. Sólo asintió moviendo la cabeza y en un movimiento le metí la verga hasta que chocó su nariz en mi pubis, lo dejé dos segundos escuchando como amagaba con vomitar y lo dejé salir para que tomara aire.
- Me ahogo tío y me dan ganas de vomitar, -me dijo mirándome con los ojos llenos de lágrimas-.
- No vas a vomitar, pero tenés que aguantarla toda porque es como a mí me gusta.
No me contestó, pero intentó volver a tragarla toda y no pudo, tuve que usar nuevamente las manos para empujar su cabeza e hice eso un par de veces sin hacer caso de sus sonidos. Fue una especie de triunfo notar que ya no necesitaba hacer presión y lo hacía solo, eso me excitó y tuve que controlarme para no llenarla la garganta. El tiempo era escaso y le pedí que se apoyara en el borde de la bañera, lo hizo y me arrodillé para estar a la altura de su agujerito. “La crema tío, la crema”, -pidió señalando el botiquín y saqué una crema humectante que me puse únicamente en el glande. El sólo agarró para toalla para morderla cuando el ariete comenzó a entrar en ese conducto estrecho y sus quejidos quedaron apagados. Ese culito me enloquecía y ver como la verga entraba abriendo todo y escuchando que Tommy apenas emitía unos quejidos me hizo recordar los lamentos de Clara, ni punto de comparación entre un goce y el otro.
Me paré sin sacársela y lo apoyé en la pared luego de haberlo subido al inodoro, quedaba un poco más bajo, pero casi justo para que me moviera a gusto y me lo cogí con ganas y ritmo en mis penetraciones. “Dale, dame más tío, me gusta que me cojas”, -decía en voz baja, gozando la cogida y tratando de mover sus caderas, ergo: Mi aguante se fue al carajo.
“Abrí la boca”, -le dije cuando se la saqué de golpe y lo hice girar para que quedara boca abajo mientras lo sostenía de la cintura-., no fue necesario explicarle nada, el muy putito se metió media verga en la boca y recibió la leche que venía pidiendo. Fue un “rapidito” en toda regla y cuando lo enderecé le brillaban los ojos de la alegría, era increíble como gozaba y transmitía su goce…
- Estuvo genial tío, me tomé toda la leche estando cabeza abajo, ¿lo vamos a hacer de nuevo?
- Sí, cuando vuelva de las vacaciones lo haremos de nuevo, -le dije mientras me subía los pantalones, él ya se había encargado de limpiarme-.
No pensaba ponerme a explicar que trataría de que se fueran a Perú con el padre y quizás esa era la última vez que me sentiría penetrando sus entrañas. Luego golpeamos en la puerta de la habitación de Cynthia y nos abrió cuando escuchó mi voz, el aroma que flotaba en el aire, aun con el aire acondicionado prendido, era inconfundible y lo mandé a Tommy a que fuera con el hermano.
- ¿Qué hacías putita? y no me digas que no hacías nada porque me doy cuenta de que estabas jugando con tus dedos.
- Sí, es cierto, te escuché hablar con los chicos y me dieron muchas ganas, pero, como están todos en la casa sabía que no se podría y jugué un rato conmigo, pero no lo voy a hacer más.
- Seguramente estabas usando la cam, espero que no me juegues sucio y no tenga que buscar en la compu.
- Era con mi amiga y ella también lo hacía, ¿querés que me conecte de nuevo?
- No, ahora no, jugá tranquila cuando me vaya, ¿vas a querer pizza con gaseosa?, -le pregunté dándole un beso con toda la lengua-.
- Sí, tío, que sea con Coca Cola fría, -contestó con ganas de seguir, pero la dejé sola y salí de allí, por el momento, ya estaba hecho con Tommy-.
Regresé enseguida al living, aún seguían con los jueguitos y Tommy veía unos dibujitos en otro televisor, les pedí que me escucharan y les pregunté si querían comer pizza con Coca Cola. La algarabía fue tremenda y se pusieron a elegir los gustos, al final fueron cuatro de las comunes y dos botellones de Coca. Luego de llamar por teléfono les dije a los chicos que me tiraría en el sofá y ni problemas que se hicieron, bajaron un poco el volumen y se sentaron en el suelo para seguir con sus jueguitos.
No bien llegó el chico del delívery puse los individuales en la mesa y me fui a la cocina a colocar las pizzas en una bandeja y a “preparar” los vasos largos con las gaseosas. Cynthia me acompañó para ayudarme y le dije que se quedara con los chicos, que eso me gustaba hacerlo solo y atenderlos, pero ella quería decirme algo más, “Tío, ¿vas a venir a mi cuarto cuando nos vayamos a dormir?” … “Sí preciosa, vas a tener que estar lista”, -le contesté-. La mentira no me hacía mella pues, una vez dormida no se daría cuenta de nada y al despertar yo ya estaría en mi casa. Independientemente de eso, en el vaso de Cynthia puse un par de gotas de más y llené los vasos de los hermanos, lógicamente, en el de Alejandro y en el mío sólo puse Coca Cola, ya veríamos que resultaba. Llevé todo junto viendo que no se cambiaran los vasos y, además de bajarse los vasos de gaseosas, dimos cuenta de las pizzas bromeando entre todos.
Como a los quince minutos, quizá un poco más, comencé a notar las cabeceadas y la mandé a Cynthia a su habitación, algo que hizo con prontitud luchando entre sus ganas de estar conmigo y el sueño que la vencía, con Francisco y con Tommy pasó algo similar y Alejandro se fue con ellos porque dormirían todos juntos, yo les dije que les llevaría la play para que siguieran jugando y me quedé desconectando los cables del televisor. Al subir para conectar el televisor del cuarto de los chicos Francisco y Tommy estaban entregados en brazos de Morfeo.
- Me dijeron que no tenían ganas de jugar, se quedaron dormidos y yo todavía no tengo sueño, -me dijo con una voz suavecita como para no despertarlos-.
- Mejor, así me acompañás a mí, tomamos un poco de helado y charlamos un rato, yo tampoco tengo sueño, ¿te parece?
- Dale vamos, me encanta el helado. ¿Mi mamá no llamó por teléfono?
- No, pero seguro estarán casi toda la noche allí, ¿qué le pasó a tu papá?
- Tuvo un accidente con el auto y lo iban a operar de una rodilla, espero que se mejore pronto porque lo extraño.
- ¿Es bueno tu papá con vos?
- Sí, más o menos, pero si yo no le digo que no y no me quejo, no se enoja, en cambio mi mamá siempre lo está peleando y, a veces, me grita y me pega, es muy mala y nunca me compra helado.
- A ver, a ver, dejame adivinar, ¿sabías que yo adivino lo que piensan las personas?
- ¿Sos como un mago o un adivino como esos que tienen una bola de vidrio grande?
- Algo así, dejame que me concentre porque estoy seguro que tu papá te hace mimos y algunas cosas más, ¿es cierto?, ¿ahora estás pensando en lo que te hace tu papá?, pero, ¿te gusta o no te gusta?, síííi y últimamente te gusta más que antes, -notaba que se ponía colorado cuando yo le decía esto-
- Sí, no, sí, ¿de verdad sabes todo?
- Sí, es verdad y sé que él te dijo que no le podés contar a nadie, pero conmigo eso no sirve. Ufff, los veo a los dos juntos, ohhh, esto es tremendo. Sos muy chico, esto tiene que saberlo tu mamá.
- Noooo, mi mamá no, no puede enterarse, me mata a mí y a mí papá, no mire más, no miré más, por favor no siga adivinando, por favor, mi papá es bueno y a mí me gusta lo que hacemos, siempre soy yo el que quiero, él no me obliga.
Al pobre se le caían las lágrimas y repetía un “relato” que, seguramente, le había enseñado o metido en la cabeza el padre. Llegaba el momento de sacar un rédito de todo eso e incentivar mi morbo no venía nada mal. “Ahora lo tengo incorporado y hay una sola manera de que todo esto se me vaya de la cabeza”, -le dije mirándolo fijo-. “Dígame como se hace, le juro que yo no le digo a nadie”, -prometía poniendo los dedos índices en cruz y besándolos-.
- Me vas a tener que contar todo lo que sentís cuando tu papá te coge, como se la chupás y si te besa de lengua, a la vez que me lo contás tendrás que hacerme lo mismo a mí y dejar que te la meta sin quejarte, es la única manera de que me vaya olvidando de todo esto y no se lo cuente a tu mamá.
- Pero… para eso tendría que dejar que me la metas toda en el culito y yo le prometí a mi papá que él sería el único.
- Está bien, no hay problemas, andá a dormir, yo hablaré con tu mamá mañana, -le dije y me levanté amagando con irme, entonces se desesperó-.
- No, no, no, por favor, no podés contarle nada, está bien, si es la única manera para que te olvides, yo me dejo, pero no digas nada de mi papá ni de nosotros, tiene que ser un secreto.
- Listo, te lo prometo, vení sentate arriba de mis piernas y comenzá a contarme. ¿Cómo fue que empezó a cogerte?
- Como mi mamá trabaja en un asilo de viejitos en la noche, papá era quien siempre me bañaba, a mí me gustaba verle el pito parado debajo del bóxer y un día se lo toqué pidiéndole que él también se sacara toda la ropa. Primero me dijo que no y me retó, pero al otro día me dijo que era mejor si él también se sacaba la ropa y bueno, le toqué el pito duro y él me lo hizo meter en la boca, así empezamos y me enseñó a chuparlo todo y a tomarme la leche de hombre.
- ¿Te cogió en el baño o te llevó a la cama?
- Lo chupé varias veces más y un día me dijo de irnos a la cama y me la metió, lloré porque me dolió mucho, pero él tenía razón, después me acostumbré y me empezó a gustar.
Se me hizo que no había tenido preliminares, que las caricias no existían y que tampoco sabía besar, lo convencí para que, antes de que me siguiera contando me dejara darle besos y acariciarlo para que me dijera si le gustaba o no. Los besos en el cuello y las manos acariciando su espalda lo hicieron contraerse, pero la perseverancia rindió sus frutos y se aflojó emitiendo unos gemidos que pretendía disimular. Le pedí, hablándole al oído, que se sacara la ropa y cuando estuvo desnudo y con el pito duro, supe que lo tenía.
Yo me acomodé la verga que tenía erecta y torcida, pero no quise sacarla, cada cosa en su momento y terminaría por pedir que lo penetrara. Los besos en el cuello lo desarmaban y cuando tomé su barbilla para “comerle” la boca se asombró porque nunca lo habían besado. Sus labios gruesos eran espectaculares y, sin yo pedírselo, comenzó a mover su lengua y a dejar que se la chupara haciendo él lo mismo con la mía. “Me gusta darte besos, mi papá nunca me dio unos besos de novios, como los tuyos”, -decía con la voz enronquecida y pleno de calentura. Ya no contaban las amenazas con cuentos a la madre, Alejandro estaba gozando y sumando goces con ayuda de mis manos.
“¿Vas a sacar tu pito para que te lo chupe?”, -preguntó con el putito a flor de piel y mirándome con deseos-, no podía decir que era una mirada sensual, pero no cabían dudas de que sus ganas ya se notaban. Le contesté que no había que apurarse, que yo lo iba a hacer gozar primero a él. Le pedí que se acostara en el sofá y se puso en cuatro, “a mi papá le gusta metérmela cuando me pongo así, dice que entra más”, -dijo torciendo la cabeza-. Poco me importaba a mí lo que hacía o decía el padre, Alejandro terminaría el día deseando volver a ser cogido por mi verga y dejando a su padre por el suelo con las comparaciones. Para lo que quería hacer, la posición me venía al pelo y me dediqué a bajar con mis besos por su cuello y su espalda, la meta era su culito más flaquito y allí mi lengua se haría un festín.
“Me gustan mucho tus besos y tus lamidas, mi pitito está por reventar y me están por dar cosquillas, tengo como ganas de hacer pis”, -decía moviendo su cuerpo-. Finalmente llegué a la zanja de sus nalgas y la lamida abarcó gran parte de la hendidura con el agujerito incluido, esto provocó un estremecimiento tremendo en el nene que se agitó diciendo que las “cosquillas” en el pito eran fuertes. No dejé que se moviera mucho, tomé sus caderas con mis manos y mi lengua se disparó a su ano haciendo que su gemido fuera largo y sostenido. “¡Qué lindo que es esto!, nunca lo había sentido, meteme algo en el culito, me gusta, me gusta, cogeme si querés, cogeme”, -decía denunciando sus ganas y la entrega-, entonces, diciendo que me esperara, me aparté para ir a buscar la crema al baño, se quedó esperando en la misma posición y cuando regresé ya no traía puesto el pantalón. A partir de ese momento, mis dedos se hicieron cargo de ese territorio apetecible y “al dente”, presto para ser perforado.
A la dilatación natural que el nene tenía por el continuo uso que le daba a ese culito, se le sumaron mis dedos rebosantes de crema. Fue excitante escuchar el gemido que dejó escapar cuando el dedo medio punteó el orificio e ingresó sin que hubiera síntomas de rechazo. Una mano recorría toda su espalda cuya piel parecía tener escalofríos cuando la tocaba y un segundo dedo ingresó en el recto, entrar y salir lo desesperó y pidió verga elevando la voz, “dale José Luis, sé bueno, metela toda, quiero sentirla”, -exigía rogando y no le hice caso-. Los culitos infantiles me habían sorprendido con su elasticidad, pero aún lo veía chiquito y probé con más crema y un tercer dedo.
Con esto algo se quejó, aunque enseguida cambió la pequeña queja con un gemido de satisfacción que se incrementó cuando los hice girar buscando más apertura anal. Finalmente, esos mismos dedos encremados se ocuparon de mi glande y lo apoyé en el ano dilatado, notando como se tensaba. “Mi papá me lo mete de golpe, empujá, yo me aguanto, te prometo que no grito”, -expresó como dando a entender que su papel era el de aguantar el pijazo, pero yo lo haría distinto-.
Ver como el glande hinchado entraba en el agujerito de ese culito delgado me encantó, empujar despacio notando como se abría el agujerito y me recibía su interior liso y caliente casi me hace empujar de una y hasta el fondo, pero mi goce era mayor así y a él parecía que le gustaba más. “Siento que tu verga es mucho más grande, me duele mucho cuando entra, pero me dan muchas cosquillas y mi pitito se mueve solo, seguí, seguí así, me gusta”, -decía con la voz entrecortada, aunque gozando con la verga en su interior-.
- Noto que te gusta más como te cojo yo, ¿tu papá nunca te cogió así?
- No, nunca me la metió así, tampoco me dio besos ricos ni me chupó el culito, antes no quería, pero ahora quiero que siempre me cojas vos. Metela toda y movete más fuerte, no sabía que era tan grande, me abriste todo el culito, igual ya no me duele.
- ¿Así, así de fuerte te gusta?, -le pregunté acelerando mis entradas y salidas mientras el sonido de mi pelvis chocando con sus nalgas se repetía y repartía por todo el lugar-.
- Ayyyy, la siento en la panza, ahora me duele, pará, José Luis, pará, me está doliendo, -gritó y le cambió el tono de la voz, eran súplicas y no me importó, ese culito flaquito me desquició-.
- A partir de hoy voy a ser el único que te coja, nadie más podrá tener ese culito, ¿entendiste?, -le decía tirándole del cabello y tratando de perforar hasta lo que no se podía en ese lugar estrecho-.
- Sí, sí, te lo juro, vos vas a ser el único, por favor, por favor, -pedía y se notaba un sonido sollozante y a la vez totalmente entregado-.
No valía la pena hacerlo esperar más ni aguantarme, había tenido una serie de orgasmos secos y el placer de sentirse cogido había derivado en dolor por las penetraciones fuertes y profundas a las que no estaba acostumbrado, además, también hay que decirlo, yo me había “sacado”, nunca había tenido una actitud tan dominante, pero se me había cruzado por la cabeza que, aunque ya no tendría los culitos gorditos de los hermanos, el culito apetecible de Alejandro cumpliría la función de satisfacer esas ganas nuevas que habían surgido.
Le gustó cuando le llené las tripas de leche y decía que era calentita, sus dolores parecían haber aminorado y volvió a moverse con cierta sensualidad. “Ahora soy todo tuyo porque me diste la lechita muy en el fondo, dolió, pero me gustó”, -decía meneando las caderas y demostrando que el putito lo llevaba en el alma, así como también dejaba entrever que tenía incorporada una cierta vena sumisa que me encantaba.
Salí despacio de Alejandro y satisfecho por haber logrado lo que quería. Lo dejé recostado en el sofá, fui a lavarme y, de paso, a fijarme que los demás efectivamente durmieran su narcotizado sueño. La tapé a Cynthia que se había desnudado esperándome, me tenté con ganas de cogerla dormida y mi verga reaccionó, pero, de ese modo no tenía tanta gracia y, sabiendo que dormirían por unas cinco horas más, regresé al sofá dónde, con el culito al aire, remoloneaba mi nuevo putito.
- Mi culito todavía no se cerró del todo, me lo abriste mucho porque tu pito es enorme, mi papá no la tiene tan grande, -afirmó mirándome la verga semi erecta-.
- Preparate porque te lo voy a volver a abrir, hay que acostumbrarlo.
- Bueno tío, te voy a llamar tío como hace Tommy, pero metelo despacito porque me duele todo adentro, está como lastimado, -acotó sumiso y bajando los ojos-.
- Mejor no, luego te pongo una pomada, vamos a ver qué tal andás para una mamada y no quiero tantas lamidas y besitos, te la tenés que tragar toda.
- Me va a costar tío mi boca es chiquita para tu pito y siempre me dan ganas de vomitar, pero mi papá me empujaba la cabeza y me acababa adentro.
- Vas a tener que aprender conmigo y ya no me hables de tu papá, ahora sos sólo mío.
Se puso a la tarea aceptando lo que le decía y verdaderamente le costaba, pero yo no estaba por la labor de empujarle la cabeza y provocar su ahogo y el posible roce de sus dientes, me bastó con que se la metiera hasta la mitad y absorbiera el glande moviendo su lengua en el interior.
Sabía lo que hacía, la metía y la sacaba haciendo una especie de succión que me gustó y a él también porque gemía al dedicarse a la verga que sostenía con una de sus manos y con la otra acariciaba sutilmente mis huevos. Ya no quería aguantar mucho, había tenido un trajín tremendo durante todo el día y tuve que esforzarme para poder expulsar lo poco que quedaba en mis testículos. Se notó que Alejandro esperaba más porque apretaba y succionaba con ganas aplicando sus labios gruesos en todo el tronco y se la tuve que sacar porque ya me provocaba molestias. “Había poca porque me la dejaste todo en el culito, jajaja, mejor me voy al baño”, -dijo y salió corriendo hacía el baño más próximo-.
En ese momento vibró mi celular y era Julia para avisarme que se había atrasado todo y para preguntarme como la estaba llevando. “Todo bien mi cielo, tomate tu tiempo, los chicos están dormidos y yo estaba a punto de irme a dormir”, -le contesté-. Me pidió que lo hiciera en su cama y que ella regresaría como a las siete de la mañana. “No hay dramas, te espero y apenas llegues me voy, tengo que preparar todo lo de mi viaje”, -le avisé y eso me evitaba que me fuera a despertar y que se pusiera mimosa, ya había tenido suficiente-.
A Alejandro apenas le quedaron ganas de despedirse y se fue a dormir en una cama de la habitación de los dos hermanos, quedó “planchado” apenas apoyó la cabeza en la almohada, controlé que no hubiera nada fuera de lugar, me puse nuevamente la ropa, puse la alarma del celular y me entregué sin pensar nada más que en el día de mañana.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Los querés follar a todos y todas y atacas al vecino que tiene tus mismos gustos y tratas a los chicos peor…y encima no quieres que follen con mas nadie…la historia no está mal vamos haber el próximo relato!
Excelente muy excitante.