CASI SOBRINOS. (8).
Ya tengo Ama de Llaves en mi casa y comienzo a sacar mis beneficios con eso..
AMA DE LLAVES E HIJO A DISPOSICIÓN. (8).
- Tío José Luis, ¿es cierto que nos vamos a ir a vivir con vos a tu casa?, -preguntó Alejandro después de que su madre había hablado con él y se había puesto a guardar algunas cosas-.
- Sí, es cierto, va a trabajar en mi casa como Ama de Llaves y los dos van a vivir allí por un tiempo largo porque tu madre necesita trabajar y tener un sueldo para mantenerte a vos y comprar los medicamentos para tu padre.
- ¿Y vos me vas a coger con tu pito grande y me vas a dejar que te la chupe?, -preguntó bajando la voz-.
- Sólo cuando se pueda y mientras siga siendo un secreto entre nosotros dos porque si abrís la boca, te portás mal o hacés berrinches yo la despido y se quedan sin nada.
- Yo me voy a portar muy bien y nunca te haré enojar, mi mamá antes estaba llorando porque no tenía plata había perdido el trabajo y ahora vamos a estar mejor. ¿Es linda tu casa?
- Yo creo que sí, tiene parque, árboles, una pileta grande, vas a tener una habitación con baño propio, televisor y una compu para vos, pero… ya sabés, yo mando y vos y tu madre obedecen.
- Te voy a hacer más caso que a mi papá. Va a estar buenísimo, ¿le puedo avisar a Tommy?
- No, no se le puede avisar a nadie, además Tommy se va a ir a vivir con el padre al Perú, creo que viajan mañana o pasado.
- Ya tengo todo listo, llevo la ropa indispensable, lo demás puedo venir a buscarlo cuando tenga franco. Tendría que pedirte, perdón, pedirle otro favor, -expresó Graciela apareciendo de improviso-.
- Está bien, el tuteo me gusta más, ¿qué necesitás?
- Tendría que comprar un candado grande para poner en la puerta trasera, la cerradura está falseada y no quiero tener una sorpresa al dejar la casa sola, si me podés prestar el dinero, voy acá a dos cuadras a la Ferretería y regreso enseguida.
- Bueno, dale, andá y no corras, no quiero que te lastimes las piernas antes de comenzar a trabajar, yo espero tranquilo, -le dije dándole el dinero, pero pensando en la boca de Alejandro-.
El nene me miró y se sonrió, seguramente, pensando en que iba a ser partícipe de lo que se me ocurriera y, lógicamente no le haría ningún asco, de hecho, no bien la madre salió se acercó a cerrar la puerta con llave y amagó con bajarse el short… “No putito, ahora no tengo tiempo para cogerte como a mí me gusta, vamos a tu pieza, quiero que me la chupes y te tomes toda la leche”, -le dije y estiró la mano para llevarme-.
Me senté en la cama bajándome el jeans y el bóxer que quedaron arrugados en mis tobillos, Alejandrito se arrodilló en el piso tomando mi verga con sus dos manitos. Si para las manos infantiles era una verga grande, parecía más grande aun cuando arrimó el glande a la boca, así y todo, había aprendido bastante bien, le pasó la lengua a toda la cabeza, escupió y comenzó a meterse el glande en la boca. No llegó a tragar la mitad de la verga y eso a mí no me agradaba demasiado, tenía que aprender a tragarla toda. El movimiento de mi cadera le provocó ahogos y toses, entonces la sacó de la boca que chorreaba babas y, con los ojos anegados en lágrimas, me dijo que así se ahogaba y que no podía.
- Tenés que aprender a tragarla toda sino a mí no me gusta y me hacés enojar, ahora te voy a coger la boca entrando sólo la mitad, pero te vas a tener que acostumbrar a tragarla toda, ¿entendiste?, -le dije poniendo seriedad en mi voz-.
- Sí tío, te entendí, pero así no puedo, -contestó-.
No me quedaba otra que ponerlo con la cabeza colgando, lo besé de lengua como a él le gustaba y le pedí que se acostara boca arriba y dejara la cabeza colgando en el borde de la cama, enseguida se dio cuenta de la posición y dejó que entrara en su boca lo más que podía. Resoplaba escupiendo baba y me tocaba la pierna cuando no aguantaba. Sólo pude meter dos tercios de mi verga y sentí su garganta en mi glande, ya habría tiempo para perforarla más y luego de varias entradas y salidas, le inundé directamente la garganta. Tragó todo lo que pudo y algo le salió por la nariz, aunque no se hizo mayor problema, al incorporarse se limpió con el dedo y lo chupó.
“Me gusta tu leche y primero me ahogó, pero creo que podría meterme más de tu pito, ¿querés probar?”. Le contesté que en ese momento no había tiempo, pero él tenía que aprender a aguantar por la garganta del mismo modo en que la aguantaba por el culito, “sí tío, te lo prometo”, -acotó poniendo de manifiesto cierto grado de sumisión y estuve seguro que haría su mejor intento-.
Regresé al comedor y le saqué el seguro de la llave a la puerta, él se fue a lavar y a enjuagar la boca. Me sentía bien, la descarga en la boca de Ale me había puesto de mejor humor y ya pensaba dónde y cuándo lo podría penetrar a gusto. Recién me había acomodado cuando entró Graciela trayendo el candado que colocó enseguida en la puerta trasera, “así me quedo más tranquila”, -expresó-, luego me dijo que ya podíamos irnos y no le acepté el vuelto, “tenelo vos, así tenés algo de efectivo”, -le dije y lo llamó a Alejandro para irnos-.
- Qué te sucede, ¿estás arrepentida del trato?, prefiero que me lo digas ahora, una vez que comencés con el trabajo no quiero dudas, -ex-profeso mi tono fue como para no admitir discusiones pues noté que la rubia flaquita iba callada cuando nos ubicamos en el auto y siguió así mientras nos dirigíamos al Súper-.
- No José Luis, para nada, tengo claro lo que acepté, es más, creo que me hará dejar de lado la porquería de vida que tenía hasta ahora, aunque reconozco que gran parte de culpa era mía.
- ¿Tan malo era?
- Ahora no, pero cuando quieras te cuento, -contestó señalando para el asiento trasero en que viajaba el hijo-. Otra cosa más, ¿podría comprar algunas cosas para mi aseo personal?
- Sí, vas a poder comprar lo que necesites, yo prefiero que estés cómoda y que en la casa no falte nada, soy una persona que exige, pero no tengo inconvenientes en dar, siempre y cuando quien recibe lo merezca.
Ya dentro del Súper, tomamos un carrito cada uno y le dije que en la casa no había nada de lo que se pudiera necesitar en una casa común. Llenamos los tres carros a tope, ya le había avisado que prefería que sobrara a que faltara y ella se encargó de poner en los carros las cosas que iba sacando de las estanterías y, salvo por el sector de Ferretería, Jardinería, Pinturería, Bazar e Indumentaria no faltó sector por recorrer y del que no nos lleváramos cosas. Ya en la caja nos anotamos los dos y con un número de código y los números de mi tarjeta de crédito podíamos pedir por teléfono lo que restara y eso se entregaría a domicilio.
Al llegar a la casa se sorprendieron los dos, Graciela me miraba a mí y miraba la casa sin poder creer que vivirían allí, Alejandro bajó del auto y se largó a recorrer el parque y los alrededores de la casa, yo no le dije nada y le pedí a la madre que no interviniera, “dejalo disfrutar, ya le dije que acá podrá disfrutar, pero no toleraré discusiones y rebeldías, espero que lo entienda él también”. “Él tiene claro lo que es obedecer, el padre le enseñó con mano dura y te hará caso en todo, yo también”, -dijo bajando los ojos-.
Ese gesto, demostrando que estaba dispuesta a que yo hiciera lo que estimara conveniente, me calentó sobremanera, pero igual no haría nada para apurar las cosas. Le pedí que esperara para bajar las bolsas del auto, entramos en la casa y estando en el living se puso a mirar por las puertas corredizas de vidrio como Ale jugaba en las cercanías de la pileta, “esto es un sueño”, -dijo como para sí-. Yo la saqué de ese ensueño y le pedí que se pusiera cómoda, que me gustaría verla siempre en traje de baño, preferentemente una tanga.
- Tengo un sólo traje de baño, es enterizo y viejo, pero me puedo poner una remera corta y unos shorcitos recortados que me quedan como un slip, que en casa nunca podía usar porque mi marido no me dejaba, -me contestó ruborizándose-.
- Mañana mismo te vas a comprar un par de tangas, biquinis no, tangas y si por mí fuera te pediría que anduvieras desnuda, me molestan los tapujos y las hipocresías, además creo que tenés un cuerpo para lucirlo, pero comprendo que estando Ale va a ser algo difícil.
- Es algo que nunca hice, una línea que jamás crucé, pero si vos me lo pedís, estoy dispuesta, aunque, es cierto, Ale me condicionaría bastante. ¿Te puedo hacer una pregunta?, -le permití que la hiciera-, ¿no traés amigas o amantes a tu casa? y, ¿cómo harías ahora?, -preguntó dando por sentado que las que venían se movía con total libertad de ropas-.
- Algunas mujeres conocen la casa y otras la conocerán, siempre son de paso, pero mi habitación está insonorizada, vos no tendrás que hacer de empleada de ninguna de ellas ni opinar al respecto, por lo pronto, no dejaré que anden desnudas ante Ale.
- También se lo puede mandar dos o tres veces por semana, todo el día a una Colonia de Vacaciones, eso solucionaría algunos inconvenientes.
- Esa es una muy buena idea, -le dije mirándola de arriba abajo y notando su rubor-, por ahora andá a elegir las habitaciones en que se van a instalar, yo voy a hacer unas llamadas y después te ayudo a acomodar las cosas que compramos.
Las soluciones siempre estaban al alcance de la mano, sólo había que saber canalizarlas. Graciela lo llamó al hijo y se fueron a elegir las habitaciones, yo me dediqué a llamar a la Empresa Aérea Peruana para comprar los pasajes de ida para cuatro personas a Lima. Había un viaje a las dos de la tarde del día siguiente y lo único que tenían que hacer los pasajeros era presentarse ante el mostrador de la compañía en el aeropuerto y retirar las ubicaciones haciendo mención a un código que ya le pasaría a Julia, después de eso la llamé.
- Hola preciosa, ¿cómo estás?, ¿tienen todo preparado?
- Sí bombón, sólo nos faltaría guardar los cepillos de dientes, ¿le arreglaste el problema a mi amiga Graciela?, no pude comunicarme con ella porque no me contesta.
- Sí, estoy en eso, ya conseguí ubicarla, pero te llamo por otra cosa, el vuelo es mañana a las dos de la tarde, tienen que estar en el aeropuerto a las doce en el mostrador de la empresa “tal”, te mando un código que tendrás que presentar para que te den las ubicaciones, ya está todo pago y los papeles de permanencia los arreglan en ese país.
- ¡Ayyy, por Dios, qué rápido!, ni tiempo a despedirme de nadie. ¿Vas a venir a despedirte al aeropuerto o a casa?
- No lo creo, tengo mucho trabajo y mañana voy a estar en la empresa, además nadie sabe que te regalé los pasajes. Por lo demás, hacé las despedidas por teléfono, mandale saludos a los chicos de mi parte, posiblemente yo vaya a Perú en una semana y charlamos allí.
- Sí, José Luis, como vos digas, no sé cómo voy a agradecerte todo esto.
- Pásenla bien, arreglá tus cosas, yo me “cobraré” cuando sea el momento, jajaja. Fuera de broma, no me hagas cornudo a mí. Besos, besos y no me gustan las despedidas.
Escuché sus sollozos antes de cortar la comunicación, pero, por otro lado, sentí un alivio enorme, ella se estaba volviendo o se volvería un poquito pesada y, aunque los culitos de los chicos y de Cynthia me venían fenomenales para una que otra descarga, yo no estaba para andar jugando a las escondidas o para ver cuando podía “embocar” a uno de ellos o no, ahora tenía otros a mano y eso de “ir a Perú…” ni en sueños.
Ya estaban, ya fueron, por lo menos me habían servido para darme cuenta que me encantaban los culitos “especiales” y que no era tan difícil conseguirlos. Pensando en eso se me cruzó por la cabeza el culito de Alejandrito, la verga se me encabritó cuando pensé en un “rapidito” y comencé a pergeñar el modo de llevarlo a mi habitación mientras la madre acomodaba las cosas en la alacena y la cocina.
Se me ocurría llevarlo a mi habitación con cualquier excusa y cogérmelo sin más ni más, hasta había pensado en la posición, con sus pies en el suelo, Ale estaría apoyado en la cama dejándome el culito a disposición, un poco de crema que guardaba en mi mesa de noche y adentroooo. No me importaría si gritaba o pataleaba, los gritos no se escucharían y estaba seguro que terminaría gozando esas penetraciones, además, era una forma de hacerle saber quién era el que, definitivamente, mandaba en la casa. El celular vibrando me sacó de la calentura que me estaba recorriendo el cuerpo, la que llamaba era Gabriela y me resultó extraño porque ya había pasado el horario de oficina. Atendí esperando que no hubiera tenido problemas con el marido.
- Hola cariño, ¡no me digas que tuviste problemas en tu casa!
- Hola amor, no, nada que ver, ni siquiera regresó de sus vacaciones en la Costa, quiere que vaya el fin de semana, veremos que hago, por ahora vengo muyyy dulce y satisfecha, jajaja. Te llamaba por otra cosa.
- Dale, te escucho…
- En cualquier momento te llega el telegrama pidiendo que dejes las vacaciones y te presentes urgente en el trabajo a hacerte cargo de tus funciones, yo misma lo transcribí y lo mandé.
- ¡¿Y eso por qué?!
- Porque el Contador en Jefe insistió, dice que ahora que se fue Javier te necesita más que nunca en la oficina y le llenó la cabeza a la Directiva.
- ¡Pedazo de cornudo, picha corta!, esa manera de actuar de la empresa me afirma más en la idea de renunciar y dejarme de joder con la dependencia laboral.
- ¿Cornudo y picha corta?, ¡no me digas qué…!
- No te digo nada, ya te dije que hay cosas de las que no hablo, -lo cual era una manera de decirle que sabía el porqué de lo que ella preguntaba y le daba una respuesta afirmativa velada-.
- Jajaja, ¡mirala a la mosquita muerta! Bueno, eso de que podría interpretarse como un “apriete” y que te podrías mandar a mudar se lo dije al Director de RR.HH. Tuve que morderme porque el muy tarado dijo que “por la plata baila el mono” y no creía que fueras a ganar mucho más en ningún otro lado, jajaja.
- ¿Así que esas tenemos?, esperá, están llamando a la puerta… ¡Graciela fijate si es un mensajero y recibí lo que traiga!, -le pedí tapando el celular-… Disculpá Gabi, recién acaba de llegar un mensajero, yo no le voy a dar pelota a lo que pidan, seguiré las vacaciones y un día antes voy a renunciar.
- Se van a querer morir y lo van a poner de vuelta y media al Contador en Jefe, jajaja.
- Que se joda, es un inútil y para no quedarte con el entripado, deciles que yo te llamé apenas recibí el telegrama para contactarme con tu marido y te conté.
- ¿Qué es lo que me contaste?, explicame bien porque me parece que estoy a punto de hacerme una panzada con estos idiotas, con el Director de RR.HH. incluido.
- Explicales que quise contactar a tu marido porque está de responsable del Estudio Jurídico que atiende todos mis temas comerciales, para avisarle que iba a seguir con mis vacaciones y a renunciar al finalizar las mismas debido al telegrama que me mandaron y que, en la charla, te enteraste que soy dueño de tal empresa desde hace tiempo, que tengo inversiones, un fideicomiso de diez millones de Dólares que me paga intereses mensuales y que mis ingresos superan en siete u ocho veces el sueldo que me ofrecen.
- ¡Mierda, eso no lo sabía ni yo!, ¡con razón te movés tan cómodo!… Te juro que voy a contarles tratando de no reírme en sus caras, jajaja, sos de lo que no hay. A todo esto, ¿a lo mío también vas a renunciar?
- No mi cielo, seguiremos en contacto, pero no tengo ganas de regresar a la empresa, además, me tengo que hacer cargo de mi propia empresa porque el Encargado se casa y hay que ponerse al frente por un tiempo.
- Bueno, ya te iré a visitar allí, por lo pronto, mañana voy a hacer saltar los fusibles en la empresa, jajaja, te mando un beso mi “rompedor de…”.
- Llamame y teneme al tanto.
La novedad que me había comunicado Gabriela me había decidido, estar allí no me otorgaba ningún tipo de beneficios y me sería engorroso pedir días de licencia anticipada cuando se casara Jacinto y me tuviera que poner al frente de las grandes tiendas. Eso me hizo recordar que le había dicho a Graciela que tenía que comprarse mejores ropas y unas tangas, deduje que Alejandro también necesitaría cambiar y modernizar su vestuario. Como vi que quedaba bastante tiempo para el horario de cierre, un par de horas le alcanzaría y le dije a la flaquita rubia que dejara todo como estaba y que nos fuéramos a comprar la ropa que quería para ellos. “Ya, ya, ya, sin comentarios”, expresé y me di cuenta que no era necesario que les exigiera, yo decidía y ellos acataban-.
- La tienda a la que vamos a ir es mía, no dudes en elegir lo que te guste, te quiero sexi y despampanante, te voy a presentar con el Encargado como mi nueva Ama de Llaves y a poner a una empleada para que te ayude a elegir, zapatillas, sandalias, tangas, ropa interior, vestidos y jeans para los dos. Al verte quiero que me alegres el día ya sea vestida o… en traje de baño.
- ¡Por Dios José Luis, nunca hice algo así!, pero, está bien, trataré de elegir lo mejor, -contestó al ver que la miré-.
No sé qué idea se habría hecho Graciela de la tienda a que yo hacía referencia, pero se paró en seco frente a la puerta cuando descendimos del auto, “pero, pero, ¿esta es la tienda?, ¿este negocio es tuyo?”, -preguntó anonadada-… “¡Esta tienda sale en la tele mamá!”, la completó Alejandro y yo me acerqué a la Encargada del personal de planta, la que me saludó de modo deferente y le pedí que pusiera a una empleada para ayudarla a Graciela a elegir. Luego las dejé solas y me fui a verlo a las oficinas a Jacinto. La saludé con un beso a Esmeralda, la secretaria y futura esposa de mi socio minoritario y entré a su oficina para saludarlo con un abrazo enorme.
- Parece que te sentó bien el sol de Brasil, tenés un color espectacular, hiciste más playa que cama, -dijo sonriente-.
- De todo un poco Jacinto, ¿cómo anduvieron las cosas por acá?
- De diez, a pesar de lo que dicen de la Economía, las ventas aumentaron.
- Mejor así, te quería agradecer el favorcito, además decirte que ya no seguiré en el trabajo que tenía y podés contar conmigo para cuando quieras, ahora se lo digo también a Esmeralda para que te apure con el casamiento.
- Jajaja, se va a poner contenta. ¿Viniste solo?
- No, algunas cosas cambiaron, vine con una señora a la que contraté como Ama de Llaves, mi casa daba asco, jajaja.
- Es bueno que comencés a pensar con la cabeza sobre los hombros y los pies sobre la tierra. Por lo otro, si necesitás algo más sólo tenés que avisar.
Bromeamos un rato más, tomamos un café, les presenté a Graciela y a Alejandro y un poco antes de que cerraran nos fuimos cargados de bolsas con las compras. Madre e hijo estaban eufóricos y no sabían cómo agradecer lo que tenían, “no tienen nada que agradecer, ya les dije que les puedo dar, todo lo demás dependerá de ustedes y de cómo me traten”, -acoté y la mirada a la mujer fue significativa, algo que no le pasó desapercibido porque el rubor encendió su cara-.
Ya en casa la madre de Alejandro preguntó que quería que hiciera de cenar y le contesté que todavía era temprano que luego pediríamos un par de pizzas con gaseosas porque a mí no me gustaba la cerveza y los dos aceptaron la propuesta con beneplácito. Graciela fue a su habitación a dejar unas bolsas con lo comprado y mirando el culito de Ale me volvieron las ganas, le apreté las nalgas con una mano y le dije en voz baja:
- En la primera oportunidad que tengamos te quiero coger, te la pienso meter toda y no quiero llantos ni lamentos.
- Bueno, yo también quiero y te prometo que voy a aguantar, aunque me duela, -contestó moviendo las nalgas que mi mano apretaba- y agregó: Mi mamá se va a bañar, siempre lo hace, va a tardar un poco porque me dijo que se compró una tanga y tiene que pasarse una maquinita que compró en la tienda.
- Listo, en cuanto tu madre se meta en el baño nos vamos a mi habitación, te quiero desnudo y apoyado en la cama con el culito a mi disposición, -acoté recordando lo que había pensado antes de la llamada de Gabriela-.
- Bueno, pero me tenés que poner crema porque sin crema me duele mucho, mucho, tu pito es muy grande, -decía a la par que me tocaba el bulto sobre el pantalón-.
- Está bien, ya la tengo preparada.
- Tío José Luis, ¿te puedo preguntar algo sin que te enojes?, -asentí con un gesto de la cabeza-. ¿A mi mamá también te la vas a coger con tu pito grande?
- No sé, si ella quiere y se deja, yo la puedo coger, es una mujer muy linda, ¿por qué lo preguntás, estás celoso?
- No, a mí me gustaría que se la metieras, ella me dijo que sos muy bueno y no hay que desobedecerte, además yo sé que no le pegarías ni la atarías como hacía mi papá. Él me dejaba mirar a escondidas y se la metía por el culito agarrándole del pelo y le daba golpes en la piel, ella gemía, pero también lloraba y yo no quiero que sufra.
- ¿Acaso querés mirar si me cojo a tu mamá?, -le pregunté teniendo presente lo de las ataduras-.
- Sí, no, no, bueno, si vos querés, yo no voy a decir nada de nada.
- Sos un putito vicioso, ya vamos a ver, pero eso sí, ella jamás se debe enterar que vos sabés.
- No, no, eso te lo prometo, -me dijo cuando escuché los pasos de Graciela y lo senté a un costado del sofá-.
- José Luis, ¿me puedo dar un baño antes de cenar?, te pregunto porque voy a tardar un rato, a menos que quiera que espere a cenar primero.
- No hay problema, andá a bañarte y tomate tu tiempo. Nosotros vamos a hablar sobre el tema de la Colonia de Vacaciones.
No bien se metió en su habitación y cerró la puerta, Ale se levantó y se fue para mi cuarto, el shorcito, la remera y las zapatillas desaparecieron como por arte de magia mientras yo cerraba la puerta con traba. Al girarme estaba tendido con su torso sobre la cama, los pies apoyados en la alfombra y con las dos manos se abría los cantos dejando ver el agujerito que sería nuevamente penetrado.
“¿Así está bien tío?”, -preguntó con una voz que se me antojó sensual-. No le contesté, lo acaricié como al pasar y sólo me limité a abrir el cajón de la mesita y sacar el tubo de crema. Bajé mis pantalones y bóxer dejándolos a la altura de los tobillos y pronto estuve metiendo mis dedos impregnados de crema en su recto mientras escuchaba sus gemidos y veía sus movimientos viboreantes sobre la cama.
No podía perder mucho tiempo, además, mi verga pedía acción cabeceando como encabritada y arrimé el glande a su orificio lubricado. Gimió y se quejó tensionándose todo cuando el glande penetró en su totalidad, “te dije que no te quejaras y te aguantaras”, -expresé con voz dura y me contestó que no lo haría más-. Ubicado el ingreso del recto comencé a meterme en su interior decidiendo que no haría escalas. Era una delicia entrar en ese culito predispuesto. Ale sorbía sus propios mocos por la nariz y había agarrado una almohada para que no se escucharan sus quejidos, seguramente se le caían las lágrimas y lo dejé, pues aun si gritara sabía que desde afuera no se escucharía nada. Sólo me quedé un poco quieto cuando mis huevos contactaron con la parte baja de sus nalgas y luego comencé a moverte despacio.
Salía casi totalmente y la volvía a hundir en su interior mirando que el agujero de su culito más no podría dilatarse, luego de tres o cuatro veces de hacer lo mismo noté que los quejidos de Ale habían cambiado, ya eran gemidos y se movía tratando de acoplarse a los movimientos de la cogida, entonces apuré el ritmo y éste se hizo más rudo causándome más excitación el sonido del choque de mi pelvis en sus nalgas.
- Me gusta mucho tío, seguí cogiéndome fuerte, cuando me lo metés toda la siento en mi panza y me dan cosquillas en la punta de mi pito, me pasó dos veces y eso me agrada, -decía un tanto desencajado, aunque contento por la cogida que recibía-.
No habían pasado diez minutos y no quise aguantar más, dándole un último empujón, acabé en su interior llenándole las tripas de leche caliente. Todavía temblaba y sufría de distintas contracciones cuando me quedé quieto instalado en el fondo de su culito flaquito y tragón…
- ¡Uff!, me cogiste con todo tío, estuvo buenísimo y ahora no me duele tanto como antes, -decía tratando de girar la cabeza para mirarme-.
- A medida que practiquemos te va a doler menos y cada vez te va a gustar más”, -acoté saliendo despacio de su interior para que no sintiera dolor-.
Nos metimos los dos en el baño, él evacuó todo lo que tenía en sus tripas y yo me lavé bien en el lavatorio, regresamos al living y noté que Graciela aún no había salido del baño. El nene me dijo con picardía que todavía le quedaba tiempo para darme una mamadita, pero yo no entendí la chanza y le respondí que yo decidiría cuando se podrían dar nuestros encuentros…
- Ya lo sé tío, era una bromita por lo que tarda mami en el baño, -acotó-.
- Es verdad, preguntale si podemos encargar las pizzas.
- Bueno, pero, ¿qué era eso que le dijiste a mami de la Colonia?
- Tu madre me comentó que podrías ir unos tres días por semana a la Colonia de Vacaciones para poder compartir con otros chicos, ¿te gustaría?
- Sí, me encantaría, ella sabe que mi papá nunca me dejó ir a una Colonia, decía que no quería compartirme con nadie y que si sabía que cogía con otros me iba a matar a golpes, así me decía.
- Yo te dejaría ir a la Colonia, aunque ya sabés que si me engañás vos y tu mamá se quedan sin nada. Te tendrás que portar muy bien y decirme si hay otros compañeritos tuyos a los que les gustaría que yo le metiera mi verga, ¿no sabés de ninguno que sea putito?
- Sí, sí, en mi escuela hay dos compañeritos a los que les gusta, uno es rellenito como Tommy y ya coge con el primo que tiene catorce, otro es más gordito, vive sólo con la mamá y me dijo una vez que le gustaría que se lo cogiera uno grande y el otro que me parece que es putito con el hermano es Tommy, pero, si se fueron a Perú no se puede saber. ¿Vos querés que cojamos todos juntos?
- Ya lo veremos, hay que pensarlo bien para que vayan a hablar y que todo sea secreto. Mañana le digo a tu madre que te vaya a anotar, ahora andá y preguntale si encargo la pizza porque ya tengo hambre.
Se fue a preguntarle a la madre y yo me quedé pensando en que me estaba volviendo un obsesivo de los culitos infantiles, me encantaba penetrarlos y escuchar sus quejas, lamentos y, finalmente, gemidos de placer. Descubría, sin esforzarme demasiado, que existían muchos más nenes con ganas de experimentar o que ya experimentaban que lo que cualquiera podría pensar. Como fuere, me tendría que cuidar mucho con eso y actuar con cuidado o extorsionarlos de alguna manera para comprometerlos a guardar los secretos.
Graciela apareció en la cocina con el cabello seco, bien peinada y radiante, las zapatillas y la remera se veían nuevas, no así el shorcito recortado de un jeans que marcaba su entrepierna y dejaba asomar sus nalguitas por debajo de algunas hilachas, se notaba que se había hecho una limpieza de cutis y sus piernas parecían más largas a las que noté muy bien formadas.
No pudo evitar el rubor y bajó los ojos cuando con su hijo le dimos la aprobación aplaudiendo su ingreso a la cocina. “¿Te gusta el short que tengo puesto?, me lo hice yo”, -preguntó y afirmó con cierto temor-. Le contesté que me encantaba y la hice girar para ver como sobresalían sus nalgas de la prenda, lo que se presentó ante mis ojos me agradó y me imaginé esos cantos que aparentaban ser de quinceañera, parados y esperando.
Ya había pedido las pizzas y el timbre del portón de entrada me sacó de mis pensamientos y ayudó a que no se notara el bulto que se formaba en mi entrepierna. Aproveché para pedirle que pusiera los vasos e individuales mientras yo me ocupaba de recibir al muchacho de la moto con el delívery. Cenamos distendidos y le avisé que tendría que ir a anotar a Ale a la Colonia, ella me dijo que así lo haría y me pidió permiso para pasar por el hospital.
Le di permiso y le dije que se tomara el día por si quería arreglar otro tipo de cosas como ir a la inmobiliaria a poner la casa en alquiler o traer alguna cosa que le faltara, “yo pienso levantarme tarde y después me pasaré el día panza arriba en el sol o la pileta”, -dije-. Luego de eso le pedí a Alejandro que me ayudara para mudar de lugar la computadora y el mueble que tenía en el living, tal lo prometido, todo eso iría a su habitación y me lo agradeció dándome un abrazo y un beso en la mejilla.
Graciela me ayudó un poco con el mueble de la compu y después nos dejó solos para que mudáramos las demás cosas y la pusiéramos a funcionar, ella dijo que, si yo no opinaba en contrario, se iría a la habitación a ordenar la ropa que había traído y la que había comprado. Luego de que se hubiera ido, Ale me miró con una cara de deseo que nunca pensé que un nene pudiera tener, se mordió los labios y luego de mirarme a los ojos, dirigió la vista a mi bulto.
- ¿Qué te anda pasando vicioso?, ¿ya querés verga de nuevo?, -le pregunté en voz baja-.
- Con mi papá no podía decir que no, pero con vos me dan ganas de que me cojas a cada rato o de chupártela, ¿me dejás?, -preguntó utilizando el mismo tono bajo de voz-.
- No, no te dejo, vas a tener que aprender a aguantar, no se puede estar a cada rato con esto, además no tengo crema, te va a doler mucho y todavía no aprendiste a chupármela metiéndola toda en boca y así no me gusta mucho.
- Podemos practicar para que yo pueda aprender.
- Ahora no tengo ganas y ya te dije que sería sólo cuando yo lo dijera, ¿querés que te caliente el culo a chirlos para que entiendas?
- No tío, no te enojes, yo solamente quería que te sintieras bien, -expresó haciendo pucheros-.
- Cerrá la puerta con traba y vení a darme unos besos, pero nada más.
Lo hizo rápido y luego corrió hacía mí abriendo los brazos y saltando para quedar cara a cara mientras yo lo mantenía aferrado de sus nalgas. Entre beso y beso entrechocando lenguas le fui explicando cómo se tenía que portar en la Colonia, que no podía usar slips ajustados, ni mostrarse “amariconado”, además, que hiciera caso a los Monitores, pero que no les diera más confianza de la debida, por otro lado, que viera como se movían los compañeritos con ellos, pero que no apurara ninguna conversación sobre sexo.
La verga se me había puesto a tope con los besos y con las nuevas posibilidades que se podían abrir con otros culitos, pero, aunque hubiese podido, no iba a penetrarlo, tenía que mantenerme en “mis trece” y demostrarle que era yo quien decidía, eso no impidió que metiera la mano por sobre el elástico del slip y buscara su agujerito con dos dedos. La “cogida de dedos”, lubricados sólo con saliva, le encantó y se movía gimiendo con el pitito duro apoyado en mi cintura, hasta que tuvo sus “cosquillas”.
Lo dejé con la computadora funcionando y le pedí que no se acostara tarde, yo me fui nuevamente al living y me serví un whisky con hielo que me fui a tomar al lado de la pileta, la noche estaba fantástica, los ruidos del tránsito de la ciudad, aunque bastante disminuidos por la hora, se escuchaban lejanos y no molestaban. Al rato de estar allí sentí a mi lado la presencia de Graciela, tenía un vaso de gaseosa en la mano y la invité a sentarse a mi lado.
- ¿Y Graciela, cómo la estás pasando?, ¿te parece que te vas a adaptar al lugar y a todo lo mío?
- Estoy viviendo una especie de sueño, el lugar me fascina, creo que por primera vez mi hijo y yo estamos sabiendo lo que es la felicidad, sin gritos, sin miedos, sin golpes y siento que todo lo que pueda venir en la parte íntima será para placer, aunque tendré que aprender lo que es.
- ¿Y qué esperás de esa parte íntima que vos decís?
- Espero lo que quieras darme, estoy segura que lo que vos me des me provocará felicidad y placer, lo que fuere no será con miedos porque he decidido pertenecerte en cuerpo y alma, no te has acercado a tomar lo que crees que te pertenece, te acercaste a dar y eso merece retribuciones sin tapujos ni deslealtades. Me acerqué a decirte eso, que estoy a tu disposición.
- De todos modos, tendrás que tener en cuenta que soy muy exigente, tendrás que ser ciega, sorda, muda, fiel a full y dispuesta a lo que se me ocurra.
- Lo sé, lo entendí desde el primer momento y lo acepté así, seré tu esclava, tu sirvienta, tu mujer, tu amante, tu compañera, tu pedazo de carne, sólo aspiro a estar a la altura y pondré todo de mí para hacerte sentir bien.
- ¿Cómo sos sexualmente?, ¿te gustan los tríos? Contame porque todo eso me calienta y quiero saber antes de…
- No lo sé, mi esposo nunca hubiese accedido a ningún trío y siempre fui algo así como uno, dos o tres agujeros a rellenar nada más que por él.
- Siendo así, creo que lo mío que te va costar un poco, pero no quiero flojedades. Desnudate despacio que quiero verte y después me vas a dar una mamada como a mí me gusta y no, no me digas nada, yo te voy a enseñar.
Comenzó despacio, se incorporó como en cámara lenta y se puso delante de mí para proceder a sacarse la remera, su piel era blanca, pálida y comparada con la mía que estaba bronceada parecía notarse más, pero su vientre era firme. Se arregló el cabello y vi que sus tetas eran más grandes de lo que denotaban ser cuando estaba vestida, los pezones estaban erectos y las areolas eran chicas, apenas si destacaban por sobre los pezones de un tamaño similar a la yema de un dedo meñique.
Le siguió el short y, al no tener ropa interior, pronto me dejó ver sus labios vaginales cerrados y completamente depilados. Le hice una seña para que se girara y apareció su culito de nalgas paradas y mucho más rellenas que las de Alejandro, era una preciosura, un verdadero culito tipo “durazno” y hasta la piel era similar. “Tenés un cuerpo precioso”, -le dije- y me agradeció con la voz un poco ronca, seguramente por su propia excitación. “Gracias José Luis, es y será todo tuyo”, -agregó arrodillándose para sacarme la bermuda que tenía puesto. La ayudé incorporando un poco las caderas y mi verga erecta emergió en su esplendor, “Ohhh” fue lo único que dijo, pero sus ojos celestes no pudieron disimular la sorpresa, me miraba a mí y miraba el falo palpitante y goteando ante sus ojos.
Su mano no podía abarcar totalmente mi grosor y su lengua se lanzó como la de un lagarto para absorber el juguito que despedía el glande y luego dejó eso y lamió todo el tronco desde los huevos mirándome con los ojos brillantes de deseos. La dejaría desenvolverse con su mamada, pero al igual que tendría que hacerlo con el hijo, a ella también tendría que forzarle la garganta para que la pudiera tragar toda como a mí me gustaba, aunque con Graciela no me entrarían dudas ni me temblaría la mano para presionar su cabeza…
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excelente muy excitante y con morbo.