Castidad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
-¡Estás mal de la cabeza si piensas que voy a ponerme eso!
-Créeme, cuando lo uses no te lo vas a querer quitar.
Te hará sentir tantas cosas que se volverá parte de tu vida.
Hay incluso personas que lo llevan puesto por meses.
-¡¿Meses?! ¿Cómo aguantan?
-Imagínate el placer que sienten- Bruno le dio la vuelta a la cama para acercarse a Sky, que respiraba de manera agitada-.
Con esto puesto no puedes tener orgasmos.
Sin embargo hay otras maneras de conseguir placer.
Te re descubres.
Cuando lo uses, en lo único que pensarás será en sexo, en sexo y en más sexo.
Estarás caliente todo el tiempo y tu vida girará sólo entorno a una cosa: el pene de tu noviecito.
-No es mi novio -repuso Sky con enfado-.
No aun.
-¡Que mejor! Usa esto y le darás el mejor sexo de toda su vida.
Te lo puedo asegurar.
Investigué en internet y dicen los activos, o semes, como tú les dices, que cuando se cogen a un pasivo…
-¡Uke! No digas pasivo, se oye… raro.
-… usando uno de estos, los prendé como dinamita.
No hay nada más sexy que un sumiso que sólo piensa en complacer a su seme, que no quiere venirse hasta que se vengan dentro de él.
Te lo puedo jurar aquí y ahora.
-Pero… se ve doloroso.
¿Es tan siquiera higiénico?
-Por supuesto que es higiénico, si no, no lo usaría tanta gente.
Puedes seguir tu vida normal, sólo que no podrás conseguir una erección, para esto sirve el CB-6000.
Tu cerebro deja de pensar en conseguir placer por ahí, y comienza a buscar otros medios.
-¿Cómo cuales? -Sky parecía un niño al que le cuentan una historia fantástica por primera vez.
De hecho, casi siempre estaba sorprendido de las cosas que Bruno le contaba.
-¿Has escuchado de los orgasmos anales?
-No.
-Pues básicamente te cogen tanto y tan rico que te vienes sin siquiera tocarte.
Con sólo la fricción que genera la erección del seme contra tu punto G es más que suficiente para que tengas un orgasmo explosivo.
-Eso se oye… bastante bien, de hecho.
-No sólo eso.
Sino también que estás tan caliente todo el tiempo que con el menor roce de alguien, te puedes venir -Bruno imaginó a Sky en su silla en el salón, cubriéndose los pantalones con los ojos cerrados y una mancha blanquecina que brotara de la tela.
La sala imagen lo ponía cachondo.
Sonrió malévolamente- y si a eso le sumas el uso de otros juguetes, te aseguro que llegarás al nirvana del placer.
-¿Por ejemplo?
-Puedes usar un plug durante el día, para cuando llegues a casa de tu “futuro noviecito” estés listo y preparado.
Lock and load dirían los gringos.
Así él no tendría que dilatarte antes de cogerte, sino que te baja los pantalones y listo.
No sé, hay tantas cosas que me vienen a la cabeza.
Pero si no quieres comenzar con esta, supongo que voy a guardarla y venderla por internet, al cabo está nueva.
La encargué para ti, pero ya que te da miedo…
Bruno guardó la caja negra en su armario, esperando que Sky lo detuviera.
El chico era demasiado inocente y transparente como para no darse cuenta de la curiosidad que sentía por aquel mundo que Bruno, poco a poco, le estaba mostrando.
Había picado su curiosidad, lo había visto en sus ojos.
Comenzó a cerrar la puerta del armario lentamente, sin mirar a Sky, quien un momento después lo detuvo con la mano en el hombro.
Tenía que ponerse de puntillas para alcanzarlo.
-Espera.
No lo vendas.
-¿Por qué no? No lo quieres usar.
Yo sólo quiero ayudarte, pero…
-Lo usaré, lo usaré.
Sólo estoy nervioso, nunca había usado algo como esto.
Me da un poco de miedo tener mi… mi ese encerrado todo el día.
-No debes estarlo.
De hecho, cuando te lo pongas, el miedo y los nervios se irán.
Poco a poco sólo pensaras en lo mucho que quieres complacer a tu noviecito.
-Entonces, ¿me lo darás?
-Claro, Sky Bruno le tendió la caja y él la tomó-.
Soy tu amigo, quiero ayudarte con tu nuevo amor y en esta etapa de tu vida, no lo olvides.
-Gracias, eres un gran amigo.
-Ni lo digas, para eso estoy aquí.
Bajaron del cuarto de Bruno y se despidieron en la sala.
Le dio una bolsa oscura para que en la calle nadie viera lo que cargaba y evitar así miradas incómodas.
-Tienes que rasuraste ahí abajo antes de ponértelo.
-¿Por higiene?
-Y porque también se ve sexy.
-Oh, claro.
Lo haré.
Gracias por todo, Bruno.
-De nada, Sky, cuentas conmigo para lo que quieras.
Se dieron la mano y Sky echó andar hacia su casa, que estaba tan sólo unas cuadras más allá, justo detrás de la fuente con forma de coyotes bañándose en el agua.
Subió por el camino empedrado lleno de hojas de jacaranda.
Las aceras estaban vacías y sólo había algunos coches estacionados.
Eso le dio confianza.
Se dio cuenta que estaba trotando, así que comenzó a ir más lento hasta que su andar calmó su agitada presión.
Llegó a su casa y subió corriendo las escaleras.
Su perro, Lala lo siguió con el collar tintineando por los escalones.
Por suerte era el único miembro de la familia que se encontraba en casa.
Sky se encerró en el bañó y preparó la tina.
Se sumergió y respiró profundamente antes de poner manos a la obra.
A sugerencia de Bruno, había eliminado todo el vello que crecía debajo de sus cejas.
Era casi lampiño, así que fue bastante fácil deshacerse de él.
Pero en clase de gimnasia las chicas solían verlo y reír de sus piernas sin vello o de sis axilas depiladas.
Él trataba de ignorarlas, pero muchas veces no lo conseguía.
El único lugar donde conservaba algo de pelo, era entre sus piernas y ahora estaba a punto de deshacerse de él también, haciendo que su cuerpo se pareciese aun más al de un niño.
Tomó el jabón y lo pasó por todos lados.
Tardó algunos minutos en terminar, pero al final había salido todo bien, sin ningún corte ni aspereza.
Tan liso como el mármol y tan suave como seda.
Salió de la tina y se secó el cuerpo con una toalla.
Se untó crema -porque Bruno le dijo que así siempre estaría suave y terso- y se puso en pie.
Al mirarse en el espejo no pudo evitar pensar que había vuelto a tener doce años.
Se veía muy infantil con el cuerpo completamente lampiño.
Sus hermosos ojos azules resaltaban sobre su cuerpo pálido.
Entró a su cuarto y cerró la puerta con seguro -a pesar que ninguno de sus padres había llegado aun- y se echó sobre la cama.
Tomó la caja negra y vio la imagen de un aparato con forma de pene transparente bajo el nombre CB-6000.
Leyó las instrucciones y la abrió.
Lo que parecía la funda con forma de pene se veía demasiado chica para él, lo cual lo llevó a dudar una vez más.
Podría guardar aquella cosa extraña y seguir con su vida normal.
Le diría a Bruno que lo estaba usando.
No tenía porqué enterarse de nada.
Sin embargo, Bruno siempre se enteraba de las cosas.
Parecía un adivino.
Sky llegó a pensar que podía leer sus pensamientos, pues siempre sabía que era lo que tramaba o hacía.
La otra opción era ponérselo y ver que sucedía.
Pensó en los ojos cafés de Mario y en su sonrisa al pronunciar su nombre.
Quería que él se sintiera feliz y sobre todo, complacido.
Si él le pudiera que usará aquel aparato, lo haría sin dudar.
Sólo que él no se lo pidió, se lo sugirió Bruno.
Comenzó a dudar y a dudar.
Cerró los ojos por un momento y decidió dejar su mente en blanco.
Al abrirlos estaba decidido.
Siguió de nuevo las instrucciones y su pene quedó enfadado en el CB-6000, cuyas siglas se referían a Chastity Belt, o sea, cinturón de castidad.
A diferencia de los que se ven en el museo de tortura, este era una versión moderna y, sobre todo, prudente.
No estaba hecha para hacer sufrir -o quizás sólo un poco- a quien lo usara.
De hecho todo lo contrario, estaba diseñado para que su portador no se viniera bajo ningún medio y que no consiguiera una erección.
Era de plástico transparente y se sujetaba con piezas de plástico.
Tenía un agujero especial para un candado pequeño, el cual Bruno encontró en la caja.
Lo cerró sobre su ahora enfundado pene y espero a ver que sucedía.
Nada.
Nada de nada.
“No está tan mal” pensó mientras miraba a su órgano encerrado en aquella funda de seis centímetros.
Muy a su pesar, su pene no llenaba el CB-6000 -el cual era una de las versiones más chicas- y eso le recordó a lo que Bruno le dijo en una ocasión:
-Si no tienes una erección grande, tu destino es ser pasivo.
Recibir las embestidas de un verdadero hombre y someterte a él.
Serás sólo un instrumento para que consiga placer, un depósito de semen.
Pero no te preocupes, también tiene sus ventajas.
De hecho, a larga, suele ser más rico recibir, que dar.
Pero en ese momento Sky no sentía nada.
Se puso sus bóxers y luego la pijama.
Comenzó a hacer la tarea.
Al inicio le costó demasiado concentrarse por saber que traía aquella cosa entre las piernas.
Sentía el plástico en los muslos y al cruzar las piernas, notaba su presencia.
Sin embargo al acabar con los diagramas de Inglés, casi había olvidado que lo traía puesto y cuando comenzó a resolver las derivadas de Matemáticas, ya ni siquiera lo recordaba.
No fue hasta que sus padres llegaron a casa que recordó el secreto entre sus piernas.
Ocultó la caja debajo de su cama y se miró al espejo de cuerpo entero detrás de su puerta.
El CB-6000 no sobresalía ni hacía bulto en la entrepierna, por suerte.
Eso tranquilizó a Sky lo suficiente como para bajar y cenar con su madre y su padre.
-¿Qué tal el colegio hoy? -le preguntó su padre mientras servían el pavo en el plato de cada uno.
-Súper, por fin entendí como resolver las derivadas.
Alex y yo jugamos voleibol en el receso y casi volamos la pelota.
Se quedó atorada en la reja de la escuela.
Fue muy gracioso.
-Que bueno que te estés adaptando tan bien.
Sé que cambiarse de escuela es difícil, y más en la secundaria -terció su madre.
-Está todo bien.
Al inicio sí tenía miedo, pero ahora es como cualquier otra escuela.
Me siento cómodo, todos son muy amables.
Cenaron y platicaron sus experiencias del día.
Sky omitió muchas cosas por obvias razones.
Cuando estaba llevando su plato al lavavajillas, sonó el teléfono.
Su madre corrió a contestarlo y él programo la máquina para que lavara los trastes de todos.
-¿Vamos a ir al juego del domingo? -preguntó el padre de Sky.
-Sí, vamos.
Hace mucho tiempo que no vemos ningún juego.
-¿Prometes levantarte?
-¿A qué hora es?
-A las diez.
-Entonces sí.
-Los Potros vienen fuertes, no han perdido un sólo juego desde que comenzó la liga, y Guardias Presidenciales sólo perdió uno contra los Pumas.
-Era obvio, nadie le gana a los Pumas.
-Pues no, por eso va a estar reñido.
La relación que tenía Sky con su padre era muy buena.
Salían los domingos a jugar al parque o a ver los partidos de futbol universitario.
Sky no era muy fan de aquello, pero le gustaba ir porque a su padre le emocionaba y además pasaba el rato con él.
Además que en el estadio vendían el mejor helado de algodón de azúcar de la ciudad.
Sólo que desde que había iniciado la secundaria, sintió un distanciamiento con él.
Y cada semana le guarda un secreto nuevo.
Ya fuera una salida con Bruno -amistad que ninguno de sus padres aceptaba- o un artículo nuevo que ocultaba detrás de su librero.
Bruno le decía que cosas se veían bien en él y que no.
Extrañamente lo que se le veía bien siempre solía ser demasiado provocativo y si su madre encontraba aquellas prendas al planchar la ropa, sin duda tendría una charla severa con Sky.
Eso en cuanto la ropa, pues tenía… otras cosas.
Cosas como la que tenía en ese momento evitando que tuviera una erección.
Mientras buscaba su iPad para terminar de ver el anime en turno -el cual en ese momento era SHIKI- su madre lo buscó desde la sala y le extendió el teléfono.
-Es un tal Mario, dice que es amigo tuyo.
Sky tomó el teléfono en seguida y corrió a su cuarto.
Cerró la puerta y contestó:
-Hola, Mario.
-Hola, guapo, ¿cómo estás?
En ese momento Sky supo que el CB-6000 era efectivo.
Muy efectivo.
Se recostó en la cama y cruzó las piernas.
-Muy bien ¿y tú?
-Triste, porque hoy no te vi.
Te busque por los pasillos, pero no te encontré en ninguna parte.
-El profesor de Deportes nos llevó a correr al circuito.
Lo siento.
-Eres un niño malo, debiste avisarme.
-Perdona, lo haré la próxima vez -su corazón latía rápidamente.
La voz de Mario era suficiente para que su ritmo cardíaco aumentara el doble.
Sin embargo su erección no tardó en ocupar los escasos centímetros del CB-6000.
-Pues sigues siendo un niño malo, y debes ser castigado.
-Mario…
-¿El próximo viernes quieres salir conmigo? Podemos ir al cine, o al parque detrás del Museo de Arte Contemporáneo.
Casi nadie camina por ahí.
-¿Qué hay ahí?
-Nada, pasto y árboles.
-¿Para qué quisieras ir ahí entonces?
-Para que puedas chupármela sin que nadie nos vea.
Sky sintió el Knock Out de un boxeador.
Vio estrellas y su vista se nubló por un segundo.
Incluso se hizo hacia atrás del shock que las palabras de Mario le habían ocasionado.
Mario río tiernamente.
-Descuida, si te sientes incómodo no pasa nada.
Vamos al cine solamente, yo te invito.
Las palabras se apilaron en la lengua de Sky sin que pudiera salir nada coherente.
-Bueno, piénsalo, guapo.
Paso por ti el viernes en coche.
Usa algo sexy para mí, ¿sí? Eres el mas guapo de todos los de la escuela, pero cuando te vistes de esa manera que sólo tu sabes, me vuelves loco… en el buen sentido.
-Mario… yo…
-Me acuerdo cuando nos encontramos en el salón de ciencias después de clases y no sabes que tan dura se me pone.
“Ojalá a mi se me pudiera poner dura en este momento” pensó Sky mientras miraba bajo sus bóxers.
Buscó la caja bajo la cama buscando la llave.
Podría comenzar al día siguiente.
En ese momento tenía que librarse del CB-6000.
-Casi todas las noches pienso en como te arrodillabas frente a mi y como me veías a los ojos mientras me chupabas.
Recuerdo tu cara llena de mi semen y no puedo evitar venirme.
-Mario…
-O cuando nos encontramos en el circuito mientras corríamos y noté que traías unas panties hermosas.
Me acuerdo cuando te jalé el elástico del short y vi esas hermosas nalgas enfundas en esas panties de líneas blancas y azul cielo.
¡Te veías precioso!
-¡Mario!
-De hecho te tengo una sorpresa en casa, pero deberás esperar a recibirla.
Es algo que llegó por internet.
Si tan sólo imaginaras las cosas que puedes comparar…
-Yo también te tengo una sorpresa -admitió Sky mirando su pene enfundado, del cual comenzaban a salir gotitas de presemen.
Las tomó con sus dedos y, cerrando los ojos, se lo untó en los labios, dejándolos brillantes.
Bruno le dijo que eso lo haría mejor besador.
Sky por supuesto no creyó, sin embargo el sabor y el hecho de ponerse aquel fluido en los labios le parecía delicioso.
-Entonces la veré el viernes a las tres.
No puedo esperar, guapo.
-Ni yo.
-Bueno, te dejo para que pienses en nosotros.
Descansa.
-Descansa, Mario.
Sueña bonito.
-Igual tú, guapo.
Cortaron la comunicación.
Sky dejó el teléfono en su mesa y tomó la caja donde venía el CB.
Pero dentro de ella no había ninguna llave ni nada que se le pareciera.
Comenzó a sentir unas ganas tremendas de tocarse hasta venirse, pero el CB le impedía tocar, de cualquier forma, su erección.
Sólo tenía un agujero para que Sky pudiera hacer sus necesidades, pero resultaba insuficiente para darse placer.
Lo intentó de todas las maneras posibles.
Rozando la punta de su erección sólo conseguía calentarse más y acariciando su saco lo único que lograba era estremecerse.
Tomó un clip de su escritorio para tratar de forzar el candado, pero fue inútil.
Estaban las tijeras y los alicates de su papá, pero no tenía la más mínima intención de acercar algo filoso a su tesoro más preciado.
Ni de broma.
Esa noche se despidió de sus padres y se fue a dormir temprano, pero el sueño tardó mucho en llegar hasta él.
Giraba y giraba en la cama sintiendo un deseo incontrolable de liberar la presión en su entrepierna.
Pasadas las cuatro de la mañana consiguió conciliar el sueño, el cual no traía descanso, sino más erotismo.
Soñaba con aquel día en el que estaba con Mario en el salón, solos, y como él cerró la puerta.
Sabía que Sky haría lo que fuera por él, así que le pidió que se lo chupara.
Sky, como si fuera una computadora, accedió.
Recordó todos los trucos que Bruno le había dicho -poner los labios debajo de los dientes, meterla hasta la garganta y sacarla lentamente, llenarla de saliva, mirarlo a los ojos y siempre, pero siempre, tragar- y se sentó sobre sus piernas.
Mario sacó su miembro del pantalón gris escolar y se sentó en un escritorio.
Se veía tan apuesto con la corbata de la escuela suelta y su camisa arremangada.
Sky lamió la punta de su erección y bajó por el tronco hasta los testículos, los cuales tomó con una mano y acarició.
Pasó por ellos su lengua y luego subió de nuevo.
Dejó completamente lubricada su erección, tanto, que la saliva comenzaba a gotear.
Sky probó cada gota y la bebió como si de una fuente se tratara.
Abrió grande y metió el pene de Sky hasta el fondo de su garganta.
Sintió como se abría paso a través de su boca hasta el fondo de su cuello.
Pensó que si pudiera verse a si mismo, podría notar como la verga de Mario iba marcándose por su piel.
Mario lo tomó de los hombros y comenzó a cogérselo por la boca.
Sky obedeció a ese impulso y no bajó la vista de los ojos de Mario.
Mientras lo acometía una y otra vez, Sky siguió acarreando su saco.
-¿Te gusta, no es cierto, guapo? Te encanta chupar penes como el mío.
Se nota porque lo haces increíblemente bien.
Jamás, ningún chico ni chica, me había dejado hacer esto: cogérmelo por aquí.
Y tú lo haces como un profesional.
Se ve que has andando de putito por ahí, pero no importa.
Eres tan lindo que hagas lo que hagas, será tierno.
La respiración de Sky se acopló a las embestidas de Mario, quien comenzó a cogerlo con más pasión y velocidad.
-Uf, voy a venirme, guapo.
Abre grande, quiero ver como te tragas mi semen.
Te vas a ver hermoso con él por toda la cara.
Aquí viene… Abre…
Mario sacó su pene, pero antes de sacarlo por completo, se vino, llenando de aquel delicioso y hermoso líquido la boca y lengua de Sky.
Después sacudió su erección sobre su cara, esparciendo el semen por sus mejillas, su frente, sus párpados y hasta su cabello.
-Espera, espera, no lo tragues aun – Mario sacó su celular y abrió la cámara-.
Sonríe, lindo, para mí, por favor.
Sky dudó un segundo, pero no quería decepcionar a Mario.
Sonrió de una manera dulce.
-Muéstrame tu lengua, Sky, por favor.
Sky lo hizo y un hilo de semen se estiró hasta llegarle al chaleco escolar.
-Ahora trágatelo.
Sky obedeció.
Mario pasó su lengua por el semen esparcido por la cara de Sky y se lo dio en la boca.
Él lo aceptó y se lo tragó.
Sky recordaba a la perfección el sabor, sin embargo, al despertar de aquel sueño cuatro horas después, sintió una pesadez terrible, pues algo le impedía saborear al cien por ciento aquel recuerdo.
Se llevó la mano al pantalón de la pijama y recordó el porqué.
El CB no dejaba ni siquiera que pudiera disfrutar del roce de la tela con su pene.
Desesperado por sentir algo más que frustración, Sky se levantó y caminó de puntitas hasta su librero.
Hizo a un lado el manga de Host Club y encontró una caja de madera.
La llevó a su cama y la abrió.
Tomó lo primero que vio: un dildo de unos doce centímetros.
Dejó la caja en su lugar y llevó el dildo a la cama, se ocultó bajo las sábanas y comenzó a lamerlo para lubricarlo.
Iba a conseguir el orgasmo anal del cual hablaba Bruno de una manera u otra.
Cuando su saliva lo lubricó, utilizó su presemen -el cual era abundante y del cual siempre se burlaba Bruno diciéndole que se mojaba como un chica- y lo untó entre sus nalgas.
El dildo se abrió paso poco a poco.
Sky sintió como la cabeza entraba lentamente.
Dolía, pero no mucho.
Era la parte más difícil, una vez que la cabeza entró, el cuerpo se deslizó sin problema, haciéndole soltar un gemido muy fuerte a Sky quien se cubrió la boca con ambas manos.
Una vez estuvo seguro de no escuchar nada fuera de su habitación, continuó cogiéndose con el juguete.
Pensó que al lubricarse con su propio presemen, era como si se cogiera a si mismo.
Eso lo hizo reír, pero lo prendió.
Comenzó a sentir algo, algo que crecía en su interior y que contrastaba con la privación de su erección.
Sentía placer, pero no en su pene, sino en un punto que el dildo no alcanzaba a rozar realmente.
Se imaginó que era Mario el que lo cogía -cosa que ansiaba con todas su fuerzas pero que aun no sucedía-, se dijo cosas que le prendían imaginando que era Mario quien se las decía.
Gimió en voz baja, pero no consiguió aumentar el placer.
Se introducía el dildo hasta la base y lo sacaba por completo, metiéndolo y sacándolo.
Pronto, su entrada quedo abierta, del tamaño de una moneda.
Pero no consiguió nada.
Tres horas estuvo jugando, intentado conseguir un orgasmo que no evolucionaba.
Cuando escuchó a sus padres bajar a preparar el desayuno aquel sábado por la mañana, se dio por vencido.
Dudó en dejarse el dildo puesto, como sugirió Bruno.
Pero desechó la idea.
Si sus padres se enteraban…
Sintió escalofríos.
Limpio el dildo con una toallita y con gel desinfectante.
Luego lo lavaría con agua y jabón.
Lo guardó en su caja y, resignado a que no se vendría aquella mañana, bajó a desayunar.
No logró evitar pensar que se había vuelto como una niña, pues su pene ahora no servía para gran cosa, y como descubriera después, tenía que sentarse para hacer sus necesidades.
Iba a ser una larga semana.
Una muy larga.
Pensó en llamar a Bruno después de desayunar para pedirle la llave -estaba seguro que él la tenía-, pero conociéndolo, no se la daría hasta que consiguiera llegar a lo que él llamaba “el nirvana del placer”.
El comentario mas hot y dominante tendrá la siguiente parte.
Se los digo mientras uso mi CB 😉 y creanme cuando les digo que de verdad te hace querer ser cogido día y noche.
Este relato lleva 2 años de que se publicó y me encantó, yo quiero leer que más pasará