Cazando por calentura – 01
Recuerdos.
Recuerdo que cuando tenia trece años pasaba la mayor parte de la tarde fuera de casa. Ya
fuera jugando Basketball en la cancha de la colonia, jugando en alguna maquinita o
simplemente caminando por el vecindario. Nunca me gusto estar encerrado en casa, la tarea
mucho menos. Todo este tiempo lo aprovechaba para mirar a otros chavos e inconscientemente
buscar alguno que tuviera las mismas curiosidades que yo.
Un día la cancha estaba vacía y yo estaba completamente aburrido. Me sente un rato
recargado contra el poste de la canasta. Poco tiempo después llego a la cancha un chavo
de unos 12 años, se veía que tambien estaba aburrido y estuvo a punto de dar la vuelta y
marchase cuando me vio y preguntó que si podíamos jugar un rato. Accedí y comenzamos un
21.
Al principio todo fue sana diversión, pero poco a poco comencé a notar que me gustaba
sentir su cuerpo rozarse contra mi espalda cada vez que intentaba quitarme el balón. Una
vez que me di cuenta de ello tambien me di cuenta de que podía sentir su pene en mis
nalgas y fue cuando la calentura me gano. Rapidamente mi pene creció (no mucho, pero sus
11cm estaban duros y pulsando) y más intentaba que el tratará de quitarme el balón. Pero
eso no fue todo cada vez que el lograba tener el balón en sus manos se invertían los
papeles y mis manos siempre terminaban rozando su pene en mis fallidos intentos por
despojarlo del balón.
Para mi mala suerte todo terminó rapidamente cuando su mamá le grito que regresará a casa.
Y así quedé yo caliente y solo. Ni quise esperar a que llegará mas gente a la cancha y
decidí caminar por el vecindario. Mi pene seguía erecto y mi mente no paraba de recordar
como se sentía su cuerpo en mi espalda, pero más importante como se sintió su pene contra
mi mano. No pude contenerme mas y me interne en uno de los parques cercanos y esconderme
detrás de unos arbustos y me masturbé pensando en lo que había pasado. WOW vaya si esa
fue uno de los mejores orgasmos de mi vida (si sólo fueron un par de gotas de semen).
Una vez que recuperé un poco la compostura guarde a mi pequeño amigo de nuevo y salí de
mi escondite un poco más tranquilo. Aún así la espinita de lo pasado seguía dando vueltas
en mi mente. No les voy a mentir diciendo que rapidamente encontre con quien saciar mis
ansias, pasó bastante tiempo antes de que tuviera un encuentro similar.
Habrán pasado unas 5 semanas desde mi pequeño faje en la cancha de Basketball y a él no
lo volví a ver. ¡Que mala suerte! Yo continuaba masturbándome cada vez que podía; bueno a
esa edad quien no. Lo hice en la escuela, en el deportivo, en casa, el parque, el cine,
incluso en clase de teatro. Muchas veces no me erá posible sacar al amigo para jugar con
el pero eso no me impedia meter la mano en el bolsillo del pantalon y disfrutar de un buen
rato. Durante una de esas ocaciones descubrí que eyacular dentro de mis calzones y salir
a caminar era exitante. Podía sentir la humedad de mi semen rozar mi pequeña cabeza con
cada paso, que sentimiento mas delicioso. Desde ese momento y hasta la fecha no he dejado
pasar la oportunidad de eyacular en mis calzones, pijama e inclusive trajes de baño (si, de
esos todos pegaditos que no dejan nada a la imaginación. De hecho tambien en los de tipo
short para la playa).
Todo cambió un día que para variar andaba de vago caminando sin ninguna dirección en
especial. Termine enfrente de una farmacia con varios juegos y me acerque para ver si
alguno de ellos me gustaba, y en efecto uno de ellos me atrajo. Puse mi moneda y comencé
a jugar. Logré distraerme y continué jugando por no se cuanto tiempo, en algún momento me
percaté que mirándome jugar estaba otro chavo como de mi edad. Yo seguí jugando y al poco
rato comenzamos a platicar y bromear; con más confianza las bromas se volvieron albures
(en México los albures son frases con doble sentido, normalmente sexual).
Yo terminé mi juego y el comenzó uno nuevo. Continuamos bromeando y al poco rato el
comenzó con bromas mas subidas de tono. No recuerdo como llegamos a ello, pero el comenzó
a decir que si yo queria jugar utilizará su palanca (refiriéndose a su pene). Al
principio creí que sólo bromeaba. Yo tenía mis manos recargadas sobre el borde de la
maquina (que suerte la mia, pues quedaba justo a la altura de su pene), el se dio cuenta
de ello y cada vez que bromeaba acercaba su pene a mi mano. Yo me hacia el que no me daba
cuenta, pero temblaba. En una ocasión el colocó su bulto en mi mano y ahí lo dejó. Yo
estaba nervioso, mi mano temblaba todavia. Según yo disimuladamente moví mi dedo para
sentir todo su pene. Obviamente el movimiento no paso desapersibido y su boca dibujó una
sonrisa y empujó un poco más su pene contra mi mano.
Ambos continuamos haciendo como que no notábamos el contacto, sin embargo ambos lo
buscábamos más y más. El terminó su juego y me con una sonrisa volteo a verme y me dijo:
«Tu ocasionaste esto, así que ahora me ayudas a solucionarlo.» Y apunto con su mirada a
su bulto, que no escondia para nada el hecho de que su pene estaba erecto. Yo me quedé
atónito siguiendo su mirada. Pasaron seguramente 30 segundos sin que yo pudiera decir
nada. Finalmente lo miré a la cara y él sonreía. Sólo me dijo ven. Y yo, lo seguí.
Tenia mucho miedo. Aún así iba detrás de él. Lo seguí hasta una pequeña calle cerrada,
rodeada de matorrales y arbustos. Al fondo de la calle había una pequeña camioneta
estacionada. Uno de sus costados estaba recargado contra los matorrales y él agilmente se
metió entre ellos. Que ingenio el suyo. Era el perfecto escondite, desde la calle no nos
veían pues la camioneta estorbaba, de la misma forma desde la casa no se veia nada por los
matorrales. Nos sentamos en la banqueta y yo seguía mudo. El sólo me sonreía.
Mi vista poco a poco bajo a su bulto y se quedo pegada en la forma de su pene erecto. Él
se dio cuenta; lentamente desabrochó su pantalon y bajo su cierre. Yo no me movía.
Finalmente su pene quedo expuesto, en comparación al mio era grande 14 ó 15 centimetros.
Finalmente habló y dijo: «Que esperas, se que lo quieres tocar.» Y no mentía. Mi mano lo
tomó y lo acarició. Erá la primera vez que tocaba un pene que no fuera el mio y no puedo
negar que me encantó. Comencé a masturbarlo y él simplemente lo gozaba. Aumente la
velocidad de mi mano y ahora lo masturbaba con fuerza, sabía lo que iba a pasar y no
podía esperar. Me sorprendió cuando tomo mi brazo por la muñeca y detuvo el movimiento de
mi mano, alejó mi mano de su pene y volteó a verme. Su boca tenia la sonrisa más picara
que he visto en mi vida. Su pene pulsaba rapidamente. Pense que había terminado, pero no.
Me miró y dijo: «Se siente rico que me la jales. Pero, yo lo que quiero es una mamada.»
Fue en ese momento que realmente me asuste. Que rapido había cambiado todo. Mi primera
vez tocando un pene rapidamente se transformaría en mi primera vez efectuando sexo oral.
Nunca había caído en cuenta de lo que mi curiosidad por otros chavos realmente
significaba. En un par de segundos pasaron mil ideas por mi mente. ¿Soy puto? ¿Me gustará
tragar verga? Y lo más importante, ¿en algún momento me voy a dejar coger?
Con la misma rapidez con la que vinieron las preguntas a mi mente, las respondí. Si. Si.
Y definitivamente Si cuando tenga la oportunidad.
Si contestarle o decirle nada me agache y puse la punta de su pene en mi boca. Y así fue
que comenzó mi primera mamada. En cuanto mis labios tocaron su pene sentí su mano en mi
cabeza haciendo una leve presión. Esta por demás decir que no erá necesario, ya había
decido comerme todo ese pene. Mis labios lentamente recorrieron la longitud de su pene,
me asombró el hecho de que sin pensarlo ni darme cuenta todo su pene entró en mi boca.
Su pelitos hacían cosquillas en mi nariz y sus bolas se apretaban contra mi barbilla.
Una vez que pasó la primera impresión de mis actos comenzó la diversión. Acariciaba sus
bolas, lamia su cabecita, chupaba un testículo y después el otro al tiempo que tocaba su
pene. Lamia lentamente desde sus bolas hasta la cabecita para después de golpe meterlo
todo en mi boca. Lo estaba disfrutando mucho y supongo que él todavia más. Terminé por
acomodarme entre sus piernas para poder chupársela a gusto. Poco a poco logramos
encontrar un ritmo. Yo bajaba mi cabeza y el empujaba su pene en mi boca. Él lo retiraba
y yo subia mi cabeza. Aumentábamos la velocidad y fue entonces que comenzó a hablar.
Me asombró cuando empezó a hacer comentarios a la vez que me excitó. No paraba de decir
lo rico que se la mamaba, que era la mejor que había recibido en su vida, que mi lengua
hacia maravillas con su verga. Sabía que lo decía solo por la calentura, erá mi primera
vez y realmente no sabia lo que hacia. Aumentábamos cada vez la velocidad. Y fue entonces
que nuevamente puso sus manos sobre mi cabeza y dijo: «Ya casi salé. Te vas a tragar mi
leche.» Otra cosa que no había considerado… va a eyacular en mi boca. Superado el
trauma decidí llevar a termino lo que había empezado. Segui succionado su pene, lamiendo,
acariciando sus bolas y sin darme cuenta tomándolo de la cintura y jalándolo hacia mi.
Y casi tan rapido como empezó así terminó. Sus piernas se pusieron rigidas y
completamente estiradas, sus manos empujaban mi cabeza contra su pelvis, sus nalgas se
contraían y empujaban su pene al fondo de mi boca. Su pene creció un par de milímetros
más, sus bolas se guardaban cerca de su cuerpo y explotó. Vaya si explotó. Tres, cuatro,
cinco veces su pene expulsó su semen. Y yo no podía mas que asombrarme de lo mucho que me
gustaba, otro chavo estaba teniendo un orgasmo en mi boca, estaba eyaculando en mi boca y
yo estaba encantado. El sabor de su leche era potente en mi boca, amargo, salado, un poco
dulzón talvez. Y lo trague. Y al hacerlo mi garganta acaricio un poco su pene que de ser
un centimetro mas grande hubiera invadido completamente mi garganta. Y él brincó al
sentir como tragaba yo su semen, pero no me dejó ir. Mantenía su pene en mi boca.
Pasaron dos o tres minutos y yo no sabía por que no la sacaba de mi boca. Lentamente su
pene regresaba a su tamaño natural mientras dejaba atras su sabor y el de su semen que
todavia invadia mis sentidos. Fue entonces que me soltó y su pene finalmente se liberó.
Yo seguia saboreando su semen cuando me dijo al fin: «Sabía que te iba a gustar. Puto.»
Me asombro que se refiriera a mi de esa manera. Pero no me importó y peor aún tenia toda
la razón. Guardó su pene en sus boxers, subió su cierre y abrocho el pantalon. Se levanto,
embarro su bulto contra mi cara y mientras salía de nuestro escondite me dijo con tono
burlon: «Mañana nos vemos otra vez putito. Te la vas a comer diario.» Y se marchó.
Tuve miedo por unos minutos mientras lentamente salía del escondite. No sabía que iba a
pasar o si esto se iba a saber. Pero una vez que estuve fuera y consideré lo pasado no me
importó. Seguramente al otro día estaria allí para hacer lo que él quisiera.
Llegué a casa y me fui a dormir.
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