Cazando por calentura – 02
Recuerdos.
Pasaron un par de días y yo seguia rondando el vecindario sin mucho que hacer, iba
seguido a buscar a quien me inicio en el mundo del sexo. Lamentablemente no lo encontre.
Mis caminatas habían cambiado drasticamente pues ya no miraba a la gente de la misma
manera. A los otros chavos los miraba primero a la cara e inmediatamente después a la
entrepierna. Me asombre de la cantidad de chavos guapos que encontraba por las tardes.
Algunos de ojos claros, otros no tanto; Altos y bajos; morenos y güeros. Pero los que
más me atraían eran aquellos cuyo bulto dejaba poco a la imaginación. Esto me ocasiono
que algunos me dijeran de cosas en la calle cuando me quedaba mirándolos con lujuria.
No puedo mentir comenzaba a desesperarme pues no tenia ni la menor idea de como encontrar
con quien saciar mi apetito. Me preguntaba como invitarlos a gozar en mi manos o mejor
aún en mi boca. Comencé a salir de casa con un papelito con la palabras «Mamo Rico». En
mi mente pensaba que en caso de algún problema me podría deshacer de el rompiéndolo o
algo así. Para mi mala suerte no funcionó ni una sola vez; los pocos que lo leyeron solo
se burlaron de mi. Mientras los días seguia pasando y mi unica forma de «des-estresarme»
era con mi mano.
Todo cambió un día, más bien casi tarde, que caminaba cerca de una secundaria poco
después de la hora de la salida. Caminaba yo cerca del puente peatonal que muchos de los
estudiantes usaban. Me quede parado en las escaleras mientras miraba el desfile de chavos
en uniforme. Estaba a punto de irme de regreso a mi casa; cuando vi a un chavo que venia
en mi dirección. Baje las escaleras al tiempo que el comenzaba a subir. De donde me nació
la idea, no sé, pero al pasar junto a el lamí mi dedo medio mientras lo miraba. Lo metí y
saque de mi boca rapidamente y continué mi camino. Supuse que nada había salido de mi
loca idea. Pero al voltear hacia el puente lo vi parado a la mitad del trayecto tocándose
el bulto sugestivamente. No lo pense, dí la media vuelta y subí el puente.
Temblaba de miedo con cada paso. Me acerque lentamente a el, nervioso en exceso. El
continuaba tocándose. Cuando estuve frente a el me sonrió y yo extendí mi mano lentamente
y el dejó de tocarse. Mi mano toco su bulto y en ese momento olvidé completamente mi
miedo. Sentía perfectamente su pene erecto y sus huevos. Continué acariciándolo mientras
lo miraba.
Era unos 25 o 30 centimetros mas bajo que yo. No exactamente delgado. Tenia todavia cara
de niño (primaria no secundaria). Un par de nalgas para morirse y una sonrisa de lo más
picara. Vestia los pants del uniforme de deportes, recuerdo claramente lo suave de la
tela de algodón. Tendría tal vez 13 años como yo, pero erá difícil de asegurar.
El seguía recargado contra el barandal del puente mientras yo tocaba su pene y acariciaba
sus huevos. Le dije: «Que rico se siente tu pito.» A lo que el me contesto: «¡Si te gusta
sácalo!» Obvio no pasó más de un par de segundos en lo que baje sus pants, shorts y
boxers un poco para mirar su pene. No era para nada grande, sin embargo estaba
completamente duro, estaba circuncidado y con muy poco pelo en su base. Lo acaricié
lentamente y meti mi mano para acariciar tambien sus huevos.
Su sonrisa seguia creciendo a cada instante. Me dijo vamos a las escaleras de allá. Las
escaleras del puente, nunca me había dado cuenta, creaban un escondite muy bueno. Por un
lado estaba una barda muy alta y del otro un par de arboles tapaban la vista de los que
circulaban por la avenida. Una vez sentados en las escaleras escondidos note que teníamos
también una buena vista por si alguien pensaba usar el puente por cualquiera de los dos
extremos.
Yo ya no aguantaba las ganas de tomar nuevamente esa verga entre mis manos y acariciarla.
Por lo que rapidamente voltee hacia el y me incliné lentamente sobre su entrepierna. Él
rapidamente entendió lo que queria y bajo sus pantalones y demás prendas. Dejó su pito y
sus huevos perfectamente descubiertos, se reclinó sobre uno de los escalones y me miró
sonriente mientras yo me acercaba a su pene.
Acerque mi lengua lentamente y tratando de minimizar el contacto lamí la cabecita.
Lentamente baje mas y lamí sus huevos, tratando de hacer el contacto lo más suave. Sentía
como temblaba mientras jugaba con sus genitales y también sentía la urgencia con la que
empujaba su pelvis buscando mayor contacto con mi boca en especial mi lengua. Jugué por
unos 5 minutos de esta manera hasta que me dijo temblando: «¡Ya mámala, deja de jugar!»
Obviamente obedecí de inmediato. Tome la cabecita en mis labios y me la comí toda de golpe.
Tenia mi nariz entre sus pocos pelos y mi barbilla entre sus huevos. !La tenia
completamente dentro de mi boca! (No la tenia muy larga.) El todavia trataba de empujarla
aún más adentro, pero era imposible. Yo succionaba con fuerza y sentia como su piel se
estiraba por la succión. Disminuí la succión y por debajo de su verga saque mi lengua y
lamí sus huevos tanto como me era posible. El trataba de bombear su verga en mi boca pero
yo no se lo permitía, estaba completamente pegado a el. Lo torturé por un minutos no más.
Y fue entonces cuando comencé realmente a mamar su verga.
Retiraba mi boca hasta que solo mis labios tocaba la puntita y después de golpe mi nariz
golpeaba contra su pubis. Subía y bajaba rapidamente mientras mi lengua no se despegaba
de la vena de su pene, asegurándome de no dejar nada de su pene sin lamer. La posición en
la que estábamos no era la más comoda pero sin importar nada yo seguia mamando. Sólo
unos cuantos minutos habían pasado cuando sus manos me agarraron de la cabeza y empezó a
guiarme rapidamente al tiempo que bombeaba su verga en mi boca. Sus movimientos tenian
cada vez mayor urgencia. Mis manos acariciaban lo que hubiera al alcance, una sus piernas
y la otra sus huevos. Sentia como los músculos de sus piernas se ponían duros como rocas,
sabía que estaba a punto.
No me equivoqué. Un minuto después estampó mi cara contra su pubis, empujó su verga tanto
como pudo dentro de mi boca y jalo de mi cabeza tan fuerte como pudo. Sentia en mi lengua
como su pene pulsaba y en mis manos como sus escroto se tensaba. De pronto saboreé su
leche en mi lengua, fueron tan solo un par de gotas de sabor fuerte. No nos movimos por
un par de minutos, todo su cuerpo tenso y su verga tan dentro de mi boca como erá posible.
No dijo nada por lo que a mi me parecia una eternidad. Yo por mi parte succionaba
suavemente su pene tratando de extraer mas de esa deliciosa leche, sin mucha suerte. Su
cuerpo comenzó a relajarse poco a poco, sin embargo no soltaba mi cabeza ni retiraba su
verga de mi boca. Empezó a hablarme: «Que rico me vine en tu boca. Lo haces con mucho
gusto. ¿Te gusto mi leche?» Pense que sacaría su pene de mi boca y me asombró cuando al
no dejar que mi cabeza subiera. «Dilo con la cabeza.» me dijo. Yo levante mi mirada y
mientras succionaba su verga un poco más dentro de mi boca miré hacia arriba y asentí.
«¿Quieres más?» Me preguntó al poco rato. Yo lo volví a mirar y nuevamente asentí.
No dijo nada. Simplemente comenzó a bombear lentamente su pene, usando mi boca para su
placer. No puedo explicar lo mucho que eso me excitaba. Me estaba usando en toda la
extensión de la palabra y yo era feliz mientras lo hacía. La lentitud de sus movimientos
poco duro y en segundos nuevamente estaba bombeando rapidamente. En esta ocasión había
más control en sus movimientos y no guardaba silencio. Me decía todo cuanto se le ocurría.
«Que rico es tener tu boca chupando mi pito. Lo chupas tan rico. Mira como me tienes de
caliente que estoy a punto de volverme a venir. Te voy a llenar la boca de mi leche otra
vez. ¡Venga chúpamela con ganas!»
Me soltó pero solo un poco. Con esa liberte me acomodé entre sus piernas y comencé a
mamarla nuevamente. Mis manos no paraban de tocar su cuerpo. Las metí debajo de su
camiseta para acariciar su pecho y sus pezones. Acaricié sus nalgas, sus piernas y su
estomago. Encontramos un buen ritmo, tristemente acabo rapidamente. Tal vez habrían
pasado unos 6 u 8 minutos cuando nuevamente su orgasmo recorrió todo su cuerpo. Esta vez
jalo de mi cabeza y solo dejo dentro de mi boca la punta de su pene. Sentí en mi lengua
como su pene escupía su leche tres veces. Nuevamente no fue mucha su leche, tal vez un
poco menos espesa y con un sabor más dulce.
Nos quedamos un rato mas sentados en esas escaleras a la sombra de los arboles y
escondidos de cualquier mirada curiosa, o al menos eso creía. En un futuro muy cercano me
encontraría con que estaba muy equivocado. Me acomodé entre sus piernas y seguia chupando
muy suavemente su verga que rapidamente se encogía.
¡RING RING RING! Los dos saltamos del susto. Era su telefono. Su mamá lo estaba esperando
en casa. Estuvo hablando con ella un par de minutos mientras yo seguia consintiendo su
pene. En un par de ocasiones se la mordí suavemente y lo miraba sudar evitando que su voz
cambiará al telefono. ¡Increíble se le paró otra vez! Y mientras hablaba con su mamá yo
me dedique a mamársela rapida y bruscamente. Chupaba y succionaba tanto como podia. A
momentos la sacaba de mi boca y se la jalaba con la mano rapidamente. Para mi se había
vuelto un reto hacer que se viniera mientras seguia la telefono. Y lo logré se vino en mi
mano mientras hablaba. Yo lo miraba a la cara mientras el hacia el mejor esfuerzo por que
no escucharán como respiraba profundo y medio gemia. Finalmente colgó. «Me voy a vengar.»
me amenazó, pero será otro día. «Ya me voy. ¿Nos vemos mañana? ¿Estará tu casa sola?» me
preguntó mientras se subia los pantalones, shorts y boxers. «No lo sé. Mañana vemos.» le
conteste mientras nos despedíamos.
Regresé caminando a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Me preguntaba que podría pasar
al otro día y que otras cosas divertidas podríamos hacer. Estaba impactado de cuanto
podría llegar a cambiar en un par de semanas. Estuve tan distraído durante el encuentro
que hasta que llegue a casa y me acosté noté lo fuerte de mi erección. Casi era doloroso
el estado en el que estaba. Dí tres mamadas en lo que tal vez habían sido 45 minutos y en
todo ese tiempo no me percaté de mi excitación. Cerré la puerta de mi cuarto, me tumbé en
la cama y me masturbé. Poco menos de 10 minutos y estaba chorreando mi leche en mi pecho.
Creó que fue una de las veces en las que más leche he derramado en mi vida. No podía
dejar de pensar en lo que me esperaba al otro día.
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