Celebrando a mi país
Cómo entregue todo a una persona que pedía comida.
Historias que ocurrió hace tan solo unos minutos.
Soy una persona de 19 años recién cumplidos. Me encontraba en mi casa en las fiestas patrias de mi país, en las que es costumbre que la gente se vaya fuera de la capital a celebrar. Yo me había quedado en casa porque no tenía plata para irme a otro lado, pero tampoco quería irme con mi familia y no salir a celebrar ningún día. Mis padres, junto, con mi hermano y hermana, se habían ido al sur del país para pasar las fiestas con mis abuelos.
En el mismo 18 (día más importante) me encontraba en mi cama a punto de dormir después de haber almorzado una gran cantidad y haber tomado lo suficiente para estar un poco curado. Estaba en eso cuando escucho que tocan insistentemente el timbre. Al ser una persona un poco miedosa no quise abrir de inmediato la puerta por si querían intentar entrar y asaltar la casa. Al mirar para afuera me di cuenta que era una persona que estaba pidiendo comida, confiando en la bondad dieciochera de la gente. Me pareció raro todo, sobre todo, porque siempre solían pasar personas pidiendo comida, pero eran las mismas de siempre, y él era nuevo. Lo miré unos segundos desde mi ventana para asegurarme que no pasara nada raro. Lo vi tocar nuevamente el timbre de tres casas simultáneamente para asegurarse que le respondieran, pero solo una casa tenía gente, la mía. A través de mi reja logré ver que era una persona un poco más alta que yo, morena, y bastante guapa, a pesar de su claro estado de suciedad total.
Viendo su desesperación decidí abrirle, a lo que él me dijo:
”Hola buenas tardes y feliz 18, sabe que estoy pidiendo comida para poder dársela a mis hijos en esta fecha tan importante así que le quería preguntar si tenía algo que me pudiera donar, todo me sirve”.
Yo llevaba una semana solo por lo que no me quedaba prácticamente nada, así que le respondí:
”Hola, feliz 18, sabe que no tengo nada para darle lamentablemente”.
Pero verlo en ese estado y junto con el alcohol que tenía surgió una idea en el fondo de mi mente. Mi casa estaba vacía, las otras casas también por lo que había visto, era hora de almuerzo, por lo que la mayoría de las personas estaba comiendo o durmiendo siesta. Además, no solía pasar gente caminando a esa hora, solo en auto, y como estaba solo y ebrio, no lo pensé y simplemente le dije:
”Pero oiga, no hay nadie acá y todavía es hora de almuerzo. Creo que le puedo dar algo que no le van a dar en otro lado. No sé si le gustaría, pero estoy bien curado y caliente y si quiere le puedo echar una paja a través de la reja”. Claramente no quería dejarlo pasar porque seguía con miedo de que me pudiera robar, pero mi calentura me hizo hacerle esa sugerencia.
Su reacción de confusión hizo que por un momento se me helara la sangre, pensando que me iba a gritar y toda la calle se iba a enterar de esto. Pero luego de una breve reflexión vi una cara de resignación, mezclada con una extraña alegría, y sin decir nada procedió a bajarse el pantalón y poner su flácido miembro en los espacios de la reja.
Yo me acerqué nerviosamente esperando tocar ese pene, sin saber el tamaño que iba a tener. Lo tomé con la mano y empecé suavemente a masturbarlo para que se le parara. El potente hedor de una persona que no se había duchado invadió prontamente mi nariz y mi pene empezó rápidamente a endurecerse. Al mismo tiempo sentía que el suyo se endurecía, así que tiré un escupo en mi mano y seguí. Poco a poco se fue revelando el monstruo que había traído, llegando a más o menos 20 centímetros de largo, lo que hizo que me calentara más y empezara a tocarme arriba del pantalón.
Llevaba 6 minutos de masturbarlo y él seguía como si nada, pero por suerte los autos que habían pasado no se habían percatado de lo que ocurría. Al momento de yo cambiar de mano porque se me había cansado una, sentí que su mano entraba y me empezaba a tocar el miembro por sobre el pantalón. Yo seguí en mi labor y el me acariciaba desde el pecho a mi pene por arriba de la ropa. Luego de un rato así procedió a meter su mano por abajo de mi polera, y a la tercera vez bajando me desabrochó el cinturón y metió su mano. Corrió lentamente el calzoncillo y procedió a masturbar mi pene que ya a esas alturas pedía a gritos que lo tocaran.
Seguíamos en eso y él no parecía estar ni cerca de eyacular, y la misma voz que me había instado a todo esto empezó a sugerirme más cosas para liberarme de él, que a decir verdad no sabía si quería aún. Influido por la voz decidí arriesgarme y agacharme, para luego echar su pene en mi boca. Su miembro no sólo tenía el olor, si no el sabor de no haber sido lavado hace mucho, pero eso solo le daba más calentura a la situación en la que estaba, haciendo que me masturbara a mí mismo con aún más pasión.
Luego de otro rato así sin éxito me dijo en voz baja que venía una persona y estaba muy cerca. Yo sabía que no podía haber visto porque sólo estando a unos metros de mi casa es que algo así se hubiera visto realmente. Pero en mi desesperación y por asegurarme de que no se viera nada, apresuradamente me levante, abrí la puerta y agarrándolo de la mano lo hice pasar a mi entrada, y luego, a mi casa.
Al mirar afuera vi que la persona siguió de largo sin siquiera mirar mi casa, por lo que era seguro que no me había visto. Al darme vuelta vi que la persona se había desnudado totalmente y me agarraba el pene para masturbarlo y chuparlo. Yo, loco del placer, dejé de lado mi miedo y me dejé llevar. Ahora que estábamos dentro, nadie nos podía ver y no había problema con liberarme.
Al breve tiempo de empezar a chuparme, yo sentí que me iba a venir e intenté separarme, pero él, agarrándome fuertemente de las nalgas, se metió más profundamente mi pene y se tragó todo mi semen que salía fuertemente en chorros, como si fuera una manguera. Luego de tragarse parte me dio vuelta y empezó a poner el resto en mi ano, y dilatarlo con su dedo y mi semen.
Luego de mover su dedo ricamente adentro mío, lo sacó, se escupió en la mano mientras con la otra me acomodaba, se masajeo el pene y me dijo al oído:
”Con un dedo es suficiente para alguien como tú” y me introdujo la cabeza del pene.
Yo solté un grito de placer puro y él lentamente iba metiendo más adentro su enorme pene. Seguía abriéndome y yo sentía que me partía en dos, aunque no podía más del placer. Yo era incapaz de decirle que parara o siguiera, y solo emitía gemidos que él interpretaba a su gusto. Una vez que sentí sus huevos tocar mi culo, supe que había entrado totalmente. En ese momento inició un mete y saca a toda velocidad y yo solo respondía con mis gritos de placer. Al mismo tiempo me pegaba la cara a la puerta, que tenía una parte de vidrio, para que viera afuera a ver si venía alguien y calentarme más. Un par de personas pasaron y ni se inmutaron de lo que pasaba en la casa que no miraban, pero yo no podía con la calentura y me masturbaba ferozmente.
Luego de diez minutos de varias corridas mías, y de un fuerte bombeo, sentí que me tomaba de las caderas y metiéndomela profundamente me llenaba el ano de su caliente semen, lanzando dentro incontables chorros.
Yo caí al suelo agotado mientras él se limpiaba con su ropa y se vestía. Reuní mis fuerzas para abrirle con el citofono y le pedí que por favor no intentara volver a tener sexo consigo a menos que yo le abriera y le hiciera una señal, por miedo a que mi familia se enterara por una indiscreción suya. Él accedió, y recogiendo sus carro se marchó. Yo caí dormido del cansancio y placer por 40 minutos, y al despertar vine de inmediato a contar esta historia.
Espero que la hayan disfrutado.
Ufff que morbo con los relatos con hombres de la calle, indigentes, inmigrantes en camino o vagabundos me calienta mucho imaginar situaciones así.. gracias por compartir tu relato.
PD: si conoce alguien más me recomendaría? Gracias