Cesar
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Aquella mañana marcaría nuestra vida.
Yo terminé una reunión de trabajo y comencé a hacer planes para el resto del día.
Tuve ganas de fumarme un cigarrillo y eso casi siempre era el inicio de algo sexual, por lo que encamine mis pasos hacia una sexy shop con cabinas de pelis porno.
Pagué y comencé a subir las escaleras, no sin antes ver todos aquellos artículos eróticos que presagiaban la etapa más cachonda e mi vida.
El lugar tenía poca luz, pero pude darme cuenta de que no había nadie, estaba completamente solo y eso no hizo que la calentura se me bajara, así que comencé a ver en cual cabina estaban exhibiéndose cosas de verdad calientes.
No hubo ninguna etero que me anclara y de las gay tampoco, por lo que me quede parado afuera de una de las cabinas grandes, pues hasta tenía una banca que invitaba a hacer el amor.
Me quedé mirando la película que prometía buen sexo y aprovechaba para tocarme mi verga por encima del pantalón, pero sin ningún disimulo, cuando de pronto apareció un chico joven, delgado, moreno claro, que sin vacilar entro en la cabina y se sentó en la banca que estaba entre la TV y yo.
Voltee a verlo y apenas estaba hilando mis primeros pensamientos, cuando sin vacilar con un dedo me hizo la seña de que fuera hacia el.
De pronto, voltee hacia los lados, como para asegurarme que era a mí y al ver que sólo estaba yo, avance hacia el, cerrando la puerta de la cabina detrás de mí y sin más me baje el cierre del pantalón y me afloje un poco el cinturón para dejar paso a que saliera mi verga directo a su boca, para recibir una de las mejores mamadas de mi vida.
Mi verga no es muy grande, pero alcanzaba a sentir el fondo de su garganta.
A pesar de ser joven, lo hacía como y profesional y entre mamada y mamada volteaba a verme y me exitaba mucho ver la base de mi verga en sus labios.
No quería venirme en su boca, aunque su mirada era suplicante para que terminara en ese momento.
Saque mi verga de su boca, lo levante y comenzamos a besarnos.
Si la mamada me había llevado al cielo, aquellos besos eran de dos amantes locos y apasionados que chupaban sus lenguas, que hurgaban sus gargantas con sus lenguas y que mordían tiernamente sus labios.
Cómo dos enamorados en su noche de bodas.
Pero no desaprovechados aquellos besos, pues nuestras manos libres ocuparon el tiempo en ayudar a que cada una de nuestras prendas salieran hasta quedar totalmente desnudos.
Muy lentamente lo fui volteando, hasta tener aquel par de nalguitas enfrente de mi verga.
El se inclinó un poco, solo para abrir sus nalgas con sus manos y mostrarme aquel rico culito, invitándole a entrar.
Pero me aguante las ganas, me puse de rodillas y comencé a besarle el culito y a chuparlo, mientras él se abría más las nalgas y gemia sin parar, pidiendo más.
Ya que estuvo bien ensalibado, caliente y se abría y cerraba pidiendo más y mas, me levanté, puse la cabeza de mi verga en su culito y comencé a sobarlo.
Se abría y se cerraba, lo cual aproveche para irlo penetrando poco a poco.
De pronto me di cuenta que no me había puesto el condón, pero sobre todo que él no me lo había pedido.
Había no solo sexo, había pasión y hasta amor, que decidí dejarla ir a pelo.
Fue exquisito sentir la piel de su culo, rosando la piel de mi verga.
La verdad no duramos cogiendo más de cinco minutos, cuando me vine dentro de él, me seguí moviendo pero poco, porque deseaba ver cómo mi leche salía de su culo.
Lo mejor fue ver su cara de felicidad y agradecimiento.
Y la mía de sorpresa, cuando acepto darme su teléfono.
Pero eso se los contaré en mi siguiente entrega.
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