Chisss, calla que la estás deseando.
ver aquello me había puesto muy pero que muy excitado, tenía una calentura que no recordaba. No podía dejar de mirar para el vecino, me imaginaba desnudo delante del siendo sometido, Dios cuando pensé en que me metía aquella tremenda polla por el culo, casi me corro de solo pensarlo..
Esta es una historia que le sucedió a un lector de mis relatos, Douglas Bonilla, me la contó para que la escribiera y publicara si era de mi agrado.
Cuando le ocurrió lo que voy a contar, tenía 28 años, estaba casado, es un joven de 1,68, delgado, trigueño con un cuerpo atlético, pues, aunque no suele hacer deporte, se conserva bien.
A donde fue a vivir cuando se casó, las casas estaban separadas por pequeños muros, como aquella zona todavía estaba en construcción, entre su casa y la del vecino, este muro todavía no existía, por lo que por la parte trasera se podía pasar de una casa a la otra sin ningún impedimento.
El vecino que fue con quien le sucedió lo que cuento en esta historia, era un hombre de 65 años, alto, delgado, de un carácter afable, una persona tranquila muy sociable.
En la parte de atrás, estaba el área de lavandería, ahí era donde su joven mujer, lavaba, era donde todavía no existía el muro, por lo que, desde la casa del vecino, cuando su mujer lavaba el vecino podía verla sin ningún problema.
La mujer que solía vestir de modo provocativo, cuando lavaba, solía hacerlo con una pequeña bata que solo usaba cuando estaba en casa. Dicha bata le quedaba algo corta y cuando estaba lavando, por momentos se le podía ver la ropa interior además de unas piernas muy bonitas.
Un día cuando llegó de trabajar, cuando fue a saludar a su mujer para decirle que ya había llegado, vio al vecino espiando a su mujer, el cabrón la estaba espiando mientras lavaba, le estaba viendo el culito y la ropa interior, pues cuando mi mujer se agachaba, se le podía ver las bragas que llevaba puestas.
No dije nada, solo me quedé mirando un ratito pudiendo comprobar que efectivamente el vecino estaba espiando a mi esposa. Aquello en lugar de enfadarme, me excitó y trajo viejos recuerdos, me estaba excitando ver como se ponía cachondo mi vecino al verle el culito a mi mujer. Sin hacer ruido me quedé mirando a ver que era lo que hacía el vecino, le veía la cara de lascivia que ponía, cuando me fijo que no solo la está espiando el muy cabrón, es que el muy puerco se estaba masturbando mientras espiaba a mi mujer y pedazo de rabo que tenía el cabrón, no se la podía ver en su totalidad, pero joder aquello asustaba, parecía que tenía la verga de un burro.
En mis años de adolescente, había tenido relaciones con otros hombres, pero aquello ya había quedado atrás, eso al menos era lo que yo creía, pero el ver como mi vecino espiaba a mi esposa, me había despertado la lujuria, vamos que me ponía cachondo, y no solo era por ver como el vecino espiaba a mi esposa, es que bufff cuando vi como se masturbaba y el pedazo de rabo que debía tener, todo mi cuerpo se estremeció, las piernas me temblaron y el estómago se me encogió, no podía dejar de pensar en el pedazo de verga que debía tener mi vecino, solo pensar en ella ya me ponía cachondo. Dios con que ganas me agacharía y me metería aquella polla que en mi imaginación veía inmensa, en la boca. Me estaba imaginando de rodillas chupándole la polla al vecino, mientras este espiaba a mi esposa.
Seguí viendo como el vecino espiaba a mi esposa, cuando veo que el muy cabrón de repente empieza a eyacular, Dios el cabronazo se estaba corriendo, joder, menudos trallazos de semen escupía aquella polla, parecía que no acababa de soltar leche nunca, más que una corrida parecía que se estaba meando, joder que manera de soltar leche. Cuando bufff, este termina de soltar aquella tremenda corrida y al moverse, le puedo ver la enorme polla que tenía el muy cabrón. Aquello parecía la verga de un burro, joder tremenda polla, en mi vida había visto cosa igual. En esos momentos yo estaba a tope, tenía un empalme de campeonato, ver aquello me había puesto muy pero que muy excitado, tenía una calentura que no recordaba. No podía dejar de mirar para el vecino, me imaginaba desnudo delante del siendo sometido, Dios cuando pensé en que me metía aquella tremenda polla por el culo, casi me corro de solo pensarlo.
Dios como me había puesto al ver a mi vecino espiando a mi mujer, como se masturbaba el cabrón viéndole las piernas y el culito. Y lo que no me salía de la cabeza, era la enorme polla que tenía el cabronazo, tremendo rabo que se gastaba el animal, aquello parecía la verga de un burro.
Luego de este suceso, cuando mi esposa iba a lavar, yo siempre procuraba fijarme en lo que hacía el vecino. Por supuesto que yo no le había comentado nada a mi esposa de lo que había visto hacía unos pocos días, no se porqué no le comenté nada, el caso es que aquello me había excitado y traído viejos recuerdos que creí ya habían quedado atrás, pero que equivocado estaba, aquello me gustaba, y lo que más me gustaba, era verle la enorme polla que tenía el vecino. Me imaginaba siendo sometido por él, imaginaba que me tenía desnudo y me metía aquella enorme polla por el culo una y otra vez hasta correrse dentro de mí. Ya me veía siendo su putita, me veía estando a sus caprichos, me veía sometido a él.
Por supuesto que cada vez que mi esposa iba a lavar y no solo a eso, si no que cada vez que mi mujer estaba haciendo algo en esa zona donde además de lavandería, teníamos un aseo con ducha, era el aseo exterior que teníamos además del baño interior que teníamos en la casa, el vecino siempre se quedaba tratando de espiarla.
Durante los 2 meses siguientes, vi en varias ocasiones de nuevo al vecino masturbándose con aquella tremenda verga de burro que se gastaba, mientras espiaba a mi mujer, cuando ella iba a lavar, el cabronazo era todo un voyeur que se desahogaba viéndole las piernas y como movía el culito mi joven esposa.
Yo cuando lo veía, me quedaba espiando lo que el vecino hacía, el espiaba a mi mujer y yo hacía lo mismo con él, me excitaba y ponía muy caliente ver como se masturbaba el vecino viéndole las piernas y como movía el culito mi joven esposa. Estaba obsesionado con la enorme verga del vecino, verlo masturbarse, me gustaba, me ponía muy cachondo, no dejaba de soñar con ser sometido por el vecino.
Un día que mi esposa no estaba en casa, no recuerdo a donde había tenido que ir, creo recordar que había ido a casa de su madre, pues en ocasiones iba a ayudarla. Cuando esto sucedía, no volvía hasta la noche, incluso en varias ocasiones al hacerse tarde se había quedado a dormir en casa de su madre.
Pues un sábado que no estaba mi mujer en casa, al irme yo a duchar, como el baño interior de la casa estaba averiado, salí y fui a ducharme al aseo que teníamos fuera, estaba al lado del área de lavandería. No tenía puerta, teníamos una cortina para que no se viera, de un costado tenía una abertura a modo de ventana. Por ahí el vecino si se acercaba podía verte.
Cuando salí para ir a ducharme, vi que el vecino estaba sentado bebiendo unas cervezas, hacía un buen día y allí estaba el vecino tomando el fresco. Hice que no lo veía, pues cuando lo vi allí sentado bebiendo la cerveza, la lujuria se apoderó de mí, al momento me vino la idea de tratar de ponerlo cachondo, iba a ver si hacía lo mismo que cuando espiaba a mi mujer. Así que nada más meterme al aseo, dejé algo abierta la cortina, quería que pudiese verme el vecino, iba a provocarlo a ver que pasaba. La verdad es que aquello a mí me tenía muy excitado, me estaba poniendo muy pero que muy cachondo.
Procurando que viera mi culito, me fui quitando la ropa teniendo cuidado de que si el vecino me espiaba como solía hacerlo con mi mujer, pudiera ver mi culito.
Cuando estuve desnudo por completo, disimuladamente me fijé a ver que reacción había tenido mi vecino, pudiendo comprobar que efectivamente, el vecino no quitaba la vista de allí, así que, para mortificarlo y excitarlo aún más, procuré abrir un poquito más la cortina para que pudiera ver mejor.
Luego abrí la ducha y esperé a ver que era lo que hacía mi vecino, me metí en la ducha y mientras me enjabonaba, procuraba mover y acariciarme el culito, quería provocarlo y hacer que se masturbara viéndome duchar. No tenía prisa, iba a tardar para que pudiera joderlo bien, quería ponerlo bien caliente.
Cuando llevaba ya un buen rato, no se como me fijé y vi que, por la ventana del lateral, esa abertura que no estaba tapada había alguien, era el vecino que me estaba espiando por ahí. En esos momentos yo me puse muy nervioso, había conseguido excitar al vecino y el cabrón se había acercado para poder verme mejor, sin yo saberlo acababa de despertar a la bestia que desde ese día iba a cambiar mi vida. Saber que había conseguido que el vecino no solo me espiase como hacía con mi mujer, sino que además se atreviese a acercarse para verme mejor, me puso nervioso, pero a la vez aquello me excitaba, me estaba poniendo cada vez más cachondo, así que seguí como si no lo hubiera visto.
Saber que estaba siendo espiado por el vecino, me estaba poniendo cada vez más caliente, ya tenía la polla tiesa de solo saber que el vecino me estaba viendo. Para tratar de excitarlo más, empecé a acariciarme el culo, quería que se pusiese a masturbarse como solía hacer cuando espiaba a mi esposa, quería ponerlo bien caliente. Escuché como gruñía a la vez que soltaba unas maldiciones, cuando noto que de pronto separan la cortina que hacía de puerta y ya tenía a mi vecino detrás mía.
Dios, cuando giré la cabeza para verlo, ya lo vi que estaba con la enorme polla de fuera, el cabrón no pudo aguantar más y se había metido en el aseo. No pude decir nada, solamente miraba para aquella enorme verga que el vecino traía ya de fuera, miraba para aquella verga de burro que le colgaba del medio de las piernas y a la vez miraba para su cara. Era incapaz de decir nada, veía la enorme polla y la cara de lujuria que tenía el vecino y era incapaz de decir nada, me había quedado mudo.
Había provocado a la bestia, sin sospechar lo que aquello iba a cambiar mi vida. Vi como se acercaba llevando su mano a mi culito mientras decía:
Chisss, calla que la estás deseando, o es que crees que no te he visto cómo me espías cuando me masturbo viendo a la puta de tu esposa. Ya sabía que t gustaba mi verga, se te nota en la cara que la estabas deseando. Me decía pasando su mano por mi culito.
Tienes un buen culito, es mejor que el de la puta de tu esposa, se ve más rico. Seguro que está deseando que lo abra y le dé una buena cogida.
¿Verdad que sí, perrita?
¿Verdad que lo estás deseando?
Yo era incapaz de decir nada, notaba su mano acariciándome el culo mientras le miraba a los ojos. Aquello era lo que había estado buscando, en mi fuero interno
sabía que era así, desde que vi la enorme polla de mi vecino, la había deseado.
Noté como me ponía con la cara pegada a la pared, como luego de bajarse el pantalón se pegó a mí, empezando a restregarme su enorme verga por el culo.
Así maricón así, mira como me has puesto, siente todo lo que te voy a meter por este culito.
Dios, notaba como se restregaba por mi culo haciendo que me estremeciera de gusto a la vez que todo mi cuerpo temblaba. Sentía lo caliente que estaba aquella enorme polla y aquellos huevos que mi vecino restregaba por mi cada vez más caliente culito mientras me mantenía pegado contra la pared.
No podía dejar de pensar en la enorme polla que el vecino me restregaba, moría de ganas por sentirla dentro de mis entrañas, pero tenía algo de miedo, aquella verga era enorme, aquella verga me iba a reventar.
¿la estás deseando, verdad maricón?
Mira cómo tiemblas de gusto, me decía a la vez que mordía mi nuca llevando luego sus dedos a la entrada de mi cada vez más caliente culo.
Estás bien cerradito, maricón, pero no te preocupes que hoy te lo vamos a dejar bien abierto. Hoy vas a quedar bien preñado, vas a ser mi perrita a partir de ahora. A partir de ahora todas las semanas te voy a montar para que no me andes en celo, no quiero que le des el culito a nadie, a partir de ahora solo tu macho te montará.
Yo que a cada paso estaba más caliente y excitado, escuchar lo que mi vecino me decía me hacía estremecer, estaba algo asustado, pero en el fondo lo estaba deseando, deseaba ser su perrita, quería que me montara y me hiciera suyo, sería su perrita sumisa.
Ya me había abierto el hoyito con 2 de sus dedos cuando veo como escupe en su mano pasándola luego por su polla, arrima luego la cabeza de aquella enorme polla, la pone en la entrada de mi ano, me sujeta por las caderas empezando a introducírmela por el culo.
¡Ahhh! ¡aaahhh! ¡aaahhh ahhh! Grité al notar como aquella enorme polla me empezaba a abrir el culo.
Espera espera, le gritaba. Es muy grande, me haces daño.
Viendo que mi culito se resistía a tragarse aquella enorme polla, el vecino desistió haciéndome agachar para que le chupara la polla.
Tienes razón perrita, tienes el culito muy cerradito y seco, anda abre la boca y chúpala bien para que luego pueda metértela por el culo que se que la estás deseando, me decía mientras empujaba mi cabeza para que tragase a fondo aquella tremenda verga.
Abrí todo lo que pude la boca y a la vez que me sujetaba con mis manos a su cadera, chupaba y mamaba todo lo que mi boca me permitía aquella enorme polla.
Varias veces me atraganté abriéndome en arcadas, los ojos me lloraban y las babas me caían por la barbilla y pecho y ni siquiera me había podido tragar por completo aquella enorme verga, el cabrón de mi vecino tenía una polla muy pero que muy grande, joder si parecía la verga de un burro.
Cuando se cansó de que le chupara la polla, me hizo levantar, me volvió a colocar cara frente a la pared, fue a por un poco de jabón pasándolo luego por mi caliente agujero, y sujetándome por las caderas me ordenó que me agachase para que mi culito se abriera más.
Anda inclínate y echa el culo para fuera. Así así, agacha un poquito más me decía a la vez que con sus pies pegaba en los míos para que abriera más las piernas.
Así maricón así, abre las piernas y junta las rodillas para que el culito se abra más, me estaba diciendo cuando siento como tira por mis caderas y mi culo se empieza a abrir dejando que aquel monstruo de polla se empiece a introducir por él.
¡Ahhh! ¡aaahhh! ¡aaahhh ahhh! Chillé notando como la enorme polla del vecino me entraba por el culo. Dios notaba su pubis y pelotas pegadas a mi culito, el cabrón me la había metido toda, ya me la había ensartado hasta los cojones, de una embestida me la había hincado hasta la empuñadura.
Así maricón así, ya la tienes toda dentro, ya te he abierto el culito, zorra, ahora disfruta de ella, es toda tuya. Me decía a la vez que impulsaba su pubis, tratando de hincarme más profundamente su verga.
Dios, me notaba muy abierto, me sentía como un pavo relleno, el cabrón del vecino ya me tenía ensartado en su enorme verga, ya era suyo, ya me estaba convirtiendo en su perrita y aquello me gustaba, me gustaba mucho.
Yo me abría de piernas todo lo que podía, notaba como la polla del vecino entraba y salía una y otra vez, dándome un tremendo gusto. No podía dejar de gimotear en un lloriqueo constante, aquello me hacía gozar como nunca, me llevaba al delirio. Ya mi culito estaba abierto a tope, ya mi esfínter se había dilatado y aquella verga de burro que tenía mi vecino, entraba en mi sin ningún problema, cuando de pronto mi vecino me dice a la vez que tiraba por mis caderas hacia él tratando de que fuese hacia atrás.
Ven perrita, ven que me voy a poner más cómodo me decía, llevándome ensartado en su verga. Bajó las tapaderas del inodoro, sentándose sobre ellas, a la vez que yo seguía con su enorme polla clavada en mi abierto culito.
Así maricón así, ven que te voy a seguir follando, me decía teniéndome ensartado en su verga.
Dios, así como me tenía, podía notar su polla llegar a mi estómago dándome un tremendo gusto, estaba gozando tanto que no quería que aquello acabase, mientras mi vecino me daba mordiscos en la nuca y hombro, yo subía y bajaba clavándome una y otra vez la tremenda verga que tenía. Yo ya estaba que deliraba de gusto, cuando escucho decir a mi vecino que ya se viene.
Ya perrita ya me voy a correr, ya te voy a preñar, ¡ahhh me corro! Me corro, me corro, ¡aaahhh! ¡aaahhh ahhh! Gritaba empezando a soltar unos largos chorros de semen, dejándome preñado. Yo podía notar como su polla se hinchaba e iba soltando a borbotones los trallazos de semen con los que mi macho me estaba preñando, me estaba dejando sus hijos en lo más profundo de mis entrañas y aquello me gustaba, me gustaba mucho.
Una vez acabó de soltar todos sus mecos dejándome preñado, mientras mordía mi base del cuello y nuca, con una mano acariciaba mi pecho y abdomen mientras con la otra acariciaba y meneaba mi polla.
Así mi perrita así, ya te he dejado mi semilla, ya la llevas dentro tuya, ya me perteneces, a partir de ahora eres solo mía, ya tienes a tu macho para que cuando necesites te preñe, me decía mientras me masturbaba a la vez que me iba acariciando y mordiendo con su boca.
Yo que sudaba y seguía gimoteando, empecé a temblar a la vez que le gritaba, me corro, me corro, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a soltar trallazos de semen que pegaban en mi pecho y abdomen.
Así que recuperamos la respiración y nuestros cuerpos se fueron normalizando, nos levantamos y luego de darme un beso y morderme el labio, me dio varias palmaditas en el culo a la vez que me decía:
Descansa y ya sabes que este culito tiene dueño, cuando necesites que te vuelva a montar, ya sabes donde estoy, solo tienes que hacerme una seña y vendré a preñarte.
Después de que mi vecino saliera, yo me volví a meter en la ducha, me tocaba el abierto culo que me había dejado mi vecino, notando como de él se iba escurriendo la gran cantidad de semen con el que me había preñado, ya me había abierto el culo el que desde ese día iba a ser mi macho, me había dejado un buen agujero, pues su polla era bien grande y gorda.
Ahora cada vez que nos vemos, siempre me sonríe pícaramente, sabe que soy su perrita y yo se que él es mi macho. Me hace gozar y chillar como jamás soñé, me hace el hombre más feliz de la tierra.
Y así fue como desde ese día, me convertí en la perrita sumisa de mi vecino, todas las semanas me dejaba montar por mi macho, algunas semanas dos veces otras una, y en ocasiones hasta en tres ocasiones me hizo suyo, incluso cuando sabía que mi esposa se quedaba a dormir en casa de su madre, yo iba a dormir y ser montado por mi macho, y así seguimos de momento.
Esta es la historia de Douglas Bonilla, un lector que me escribió contando lo que le sucedió, me pidió de que si me gustaba se la escribiera y publicara, y eso fue lo que hice ya que su historia además de gustarme me excitó y puso muy caliente.
Yo también desearía tener un macho así que me montase cuando ando caliente, sería su perrita sumisa y me entregaría completamente a él.
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