Clases de conducir a un chico de 14 – 2a parte
Continúan mis clases de conducir a un hermoso femboy.
Antes que todo, mis agradecimientos a todos quienes comentaron la primera parte de esta historia (https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/clases-de-conducir-a-un-chico-de-14/). La verdad, me sorprendió la buena acogida. E insisto en lo escrito es completamente real.
Después de haber tenido varias prácticas de conducir en el estacionamiento del mall, y transcurridos unos 3 meses desde la primera práctica, después de lo cual tuvimos algunas aventurillas con Leo en el subterráneo del edificio donde vivíamos y algunas otras locuras en mi departamento (pero nunca con penetración), el siguiente paso fue llevarlo a las afueras de la ciudad, a una zona semi-rural pero sin demasiado tráfico, para que la práctica fuera más realista.
Cuando fuimos a esa zona, ya era otoño, así que la ropa que usamos no era tan liviana como durante la primera clase, pero igual Leo se veía hermoso: jeans ajustado y desgarrado en algunas zonas, sudadera de manga larga color damasco, zapatos deportivos tipo tenis, y siempre con su cabello con corte tipo melena, de color castaño oscuro. Además, ahora había agregado unos aros de oro en cada oreja y un piercing en la nariz, que su madre le había permitido debido a sus buenas calificaciones en el colegio.
Él también había crecido un poco; ya medía como 1,60, así que ahora alcanzaba perfectamente los pedales del carro y no existía la excusa para subirlo a mis piernas. Sin embargo, ya habíamos tenido algunos encuentros privados y estábamos casi «de novios», como a Leo le gustaba decirme.
Ese día practicamos bastante y con algo de tráfico, y vi que Leo lo hacía muy bien, así que lo felicité y lo abracé cuando terminó la práctica. Al abrazarnos, me dice al oído:
- Ahora quiero mi premio – mientras me agarraba el paquete.
- Es todo tuyo – le digo, abriendo mi cremallera y sacando mi verga que todavía no estaba dura.
Él la toma con suavidad y la acaricia tiernamente, para luego agacharse, besarla unas cuantas veces y luego metérsela a la boca. Ya mamaba muy bien y se notaba que le gustaba. Mientras me la chupaba, aproveché para meter mi mano bajo su pantalón y acariciar esas nalgas tan suaves y tersas que me volvían loco, y luego meter mi dedo en su agujerito de a poco y suavemente. Cuando yo hacía eso, él suspiraba y gemía mientras me la chupaba.
- Así, mi bebito – le decía yo – . Chupa mi verga que tiene mucha leche para ti.
Yo notaba que cuando le hablaba de esa forma, él se ponía aun más caliente y chupaba con más dedicación y fuerza. A ese paso, no pude aguantar mucho más y mi leche pronto inundó su boca. Leo se la tragó toda y luego alza su cabeza, me mira a los ojos y me dice:
- Qué rico, Franco. Me encanta chupártela y tomarme tu leche.
- Y a mí me encanta ver tan hermoso bebé chupándomela…es lo más hermoso del mundo. Y ahora que has completado tu práctica de conducir tan exitosamente, tengo un regalo para ti.
- ¿Un regalo? – me dice, abriendo los ojos y sonriendo, con esa sonrisa tan bella, mezcla de ingenuidad y sensualidad.
- Sí, mira… – y estiré mi mano hacia el asiento de atrás donde yo traía una bolsa, de la cual saqué una minifalda muy cortita, una blusa diminuta, de esas que dejan la cintura al descubierto, y unas sandalias de taco alto muy sexys.
Yo sabía que Leo fantaseaba con vestir de chica porque me lo había comentado una vez que estábamos en mi departamento, así que, con tiempo, había buscado algo en internet y me había llegado la compra justo el día anterior.
- Quiero que uses esto un día conmigo en mi departamento – le dije. Quiero verte tan bella como lo mereces – le dije tratándolo en femenino.
Sus ojitos se llenaron de lágrimas y me abrazó más fuerte todavía y me dijo:
- ¡Me encanta! ¡Quiero verme muy linda para ti! – contestando y asimilando el femenino que yo le había dicho.
Así que nos cambiamos de asiento y tomamos el camino de vuelta. Yo conducía mientras Leo miraba las prendas y hacía como si se las estuviera probando. Era una niña examinando sus ropas nuevas… me encantaba mirarlo/a. Al llegar a los departamentos, tomé la bolsa y le dije que yo la guardaría, ya que él tendría problemas con su madre si ella llegaba a verla. A regañadientes aceptó, pero me prometió que esa tarde iría a probársela.
Cuando estacioné el carro, nos fuimos cada uno a su departamento y nos despedimos sin besos ni agarrones porque a esa hora circulaba mucha gente en el estacionamiento. Cuando entré al departamento, me fui directo al baño a darme una buena ducha y prepararme para la tarde, donde iba a disfrutar de la nena que tendría para mí.
Pasadas las 16 horas, llega Leo, pasa, y luego de darnos nuestro beso postergado, me pregunta donde estaba la ropa para probársela. Lo hago pasar al dormitorio, en donde, sobre mi cama, estaba la ropa. Me pide que lo deje a solas para vestirse, así que vuelvo a la sala, y enciendo la tv para que pasen los minutos… y pasado un rato, siento unos tacos por el pasillo y Leo aparece con su atuendo de putita.
Lo que vi me dejó pasmado y con la boca abierta… era una mujercita en toda la palabra. La blusa le tapaba su parte superior, dejando al descubierto su estómago liso, con un ombligo precioso… y la minifalda cortísima, le tapaba menos de la mitad de sus hermosos muslos, delgados pero muy bien torneados. Aparte, su carita preciosa con su cabello con corte femenino, le otorgaban una imagen que no se puede olvidar
Al verme todavía con la boca abierta, me dice casi susurrando y mirándome con un poco de vergüenza:
- ¿Como me veo?
- Leo – le digo yo – si te vieras más hermosa, sería ilegal.
Se sonroja hasta las pestañas, y me dice:
- Pero se te olvidó algo…
- ¿Qué cosa?
- No había nada de ropa interior.
- Ah… es que conmigo no quiero que la uses, tesoro. Conmigo serás una hembrita libre.
Era cierto… uno de mis fetiches es que la hembra (mujer o, en este caso, femboy) no use ropa interior cuando se ponen minifaldas. Es algo que lo traigo desde muy joven, y que, hasta con mi ex-esposa y también con mi esposa actual, me produce una calentura que no controlo.
Me levanté y me acerqué a Leo, le tomé su carita y le di un beso largo y apasionado… nos abrazamos y nos empezamos a acariciar. Sin decirme nada, abre mi cremallera y saca mi verga que ya se había puesto dura. Me mira a los ojos y hace el gesto de arrodillarse para mamármela, pero lo detengo…
- Espera. Hagamos esto en mi dormitorio.
Yo no quería perderme detalle de lo que iba a pasar, y en mi dormitorio tengo un espejo muy grande de cuerpo completo. Llegamos allí y ahora sí le digo:
- Ahora sí, mi bebita. Pero no te arrodilles… ponte en cuclillas y abre bien tus piernas.
Al agacharse, me permitio ver en el espejo toda la escena completa: una nenita hermosa, con ropa de putita, chupando mi verga de una manera deliciosa, con su pequeña verguita muy dura, apuntando hacia arriba, y con unas gotitas en la punta.
Leo también se miró al espejo y al principio se quedó como asombrado, pero luego se fue haciendo a la idea y empezó a mamar mirándose como se veía cuando lo hacía, sus movimientos, su apariencia, y empezó a masturbarse, mientras yo gemía y le acariciaba su cabello.
Al poco rato, lo tomé de su carita y lo hago incorporarse, para llevarlo a mi cama. Allí nos acomodamos en un 69, en donde tenía a mi disposición su culito totalmente lampiño y su verguita y huevitos, pequeñísimos y casi sin vellos también…sólo algunos vellitos rubios casi imperceptibles. Además, en esta posición podía introducir mi dedo medio en su culito en el ángulo perfecto para alcanzar y rozar su próstata, lo que lo volvía loco. Le chupé su culito como un loco, metiendo mi lengua lo más posible y mi dedo medio también… y también le chupé su pequeña verga y huevitos, los que me cabían completos en la boca.
Luego de un rato, sentí que me iba a correr y le avisé, y Leo empezó a mamar con más fuerza, con más gemidos y masturbándose más rápido. Y cuando empiezo a derramar mi leche en su boca, él alcanza su orgasmo también, tirando su lechecita en mi pecho. Luego de nuestros orgasmos, nos quedamos acostados frente a frente, hablando, riéndonos, besándonos y disfrutando uno del otro. Y así nos quedamos todo el resto de la tarde para después ducharnos juntos.
Como expliqué en mi relato anterior, en nuestros comienzos no lo penetré porque él era pequeñito de cuerpo, y seguramente le habría hecho mucho daño, ya que mi verga es muy gruesa. Él tampoco quería todavía penetración completa (sólo lo había hecho con mis dedos y mi lengua), así que le había dicho que lo haría cuando él se sintiera listo para ello. Ello vendría unos años después…
Más adelante, le fui comprando más ropa sexy (algunas la elegía él mismo) y lo pude disfrutar vestido de colegiala, enfermera, y hasta de policía. También lo convencí para que le sacara un baby-doll a su mamá y su ropa interior… y recuerdo que la primera vez que las usó, me preguntó mirándome sospechosamente «¿te gusta mi mamá?». Yo solamente sonreí cerrándole un ojo.
Traté de detallar lo mejor posible mis recuerdos y pensamientos, enfatizando los detalles que fueron muy importantes para mí. Espero les agrade. Los comentarios los agradezco de antemano por tomarse el tiempo para ello.
Y si tienen alguna idea o pregunta por algún detalle en especial, en mi perfil están mi correo, twitter e instagram.
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