Cocky (II): Con mi primo Jizzy
Lo que hicimos mi primo Jizzy y yo cuando nos quedamos solos en casa de nuestra abuela..
El anterior relato de esta serie se encuentra aquí: https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/cocky-i-asi-empezamos-el-chiqui-y-yo/
Mi primo Jizzy y yo estábamos visitando a la abuela con nuestras familias. Los adultos nos habían dejado solos durante la tarde.
Nos quedamos en la sala mirando nuestros teléfonos. Yo estaba sentado en el sofá grande que siempre parecen tener las abuelas. Mi primo estaba sentado en un sillón individual frente a mí.
«¿Qué quieres hacer?», me preguntó, sonriendo.
Yo sabía que era más que una simple pregunta. Pensé en lo que quería hacer: bajarme los pantalones y jugar con mi pene. Algo en estar en la sala de mi abuela solo con mi primo y sin adultos alrededor parecía tener el mismo aire de libertad de cuando me encontraba solo en casa y me masturbaba abiertamente.
«No sé, ¿qué quieres hacer tú?».
«Tengo ganas de jugar algunos juegos sucios».
Le di una sonrisa pícara.
«Mmmmh… creo que yo también».
Se sentó a mi lado en el sofá. Alcanzó mi entrepierna y comenzó a frotar la parte exterior de mis pantalones.
«Tú también a mí», me dijo con total naturalidad.
Me acerqué y puse mi mano encima de su bragueta abultada. Él comenzó a manipular delicadamente mi pene hinchado, deslizando las yemas de sus dedos hacia arriba y hacia abajo, haciendo que se alargara con su toque. Copié sus movimientos. Su pene se alargó. Era tan grande y gordo como el mío. El Jizzy sonreía y reía cada vez que me miraba.
«Vamos a quitarnos los pantalones», dijo.
Ambos nos reclinamos y nos desabrochamos. Nos los quitamos, seguidos de los calcetines, y los tiramos al suelo. Él se inclinó hacia adelante, se quitó la camiseta y la puso encima de sus liváis. Yo hice lo mismo.
Mi primo se levantó y se arrodilló en el suelo frente a mí. Me miró y, sin decir palabra, levantó ambas manos y puso los dedos a cada lado de la cintura de mis bóxers. Sonreí y levanté mis caderas para que pudiera bajármelos hasta las rodillas. Mi pene engordado, pero no erecto, quedó expuesto.
El Jizzy tomó mi miembro entre el pulgar y los dos primeros dedos de ambas manos. Se inclinó hacia adelante entre mis rodillas abiertas y se lo metió en la boca. Cerré los ojos por la hermosa sensación.
Él movía la cabeza hacia arriba y hacia abajo deslizando mi miembro rígido dentro y fuera de su boca. Yo solo permanecí ahí sentado, mirándolo. Los músculos de mi abdomen comenzaron a sufrir espasmos de placer.
Se sentó, bajó mis bóxers por completo y los arrojó sobre mi ropa que se encontraba en el suelo. Ahora yo estaba totalmente desnudo en el sofá de mi abuela.
Volvió a chuparme el pene. Arriba y abajo, arriba y abajo, una y otra vez. Me aferré ligeramente a sus hombros. Cerré los ojos. Parpadeé y lo miré. Pude ver la concentración en su rostro mientras trabajaba entre mis rodillas. Me puse aún más rígido. Quería decirle que parara, pero no quería que lo hiciera.
Sacó de su boca mi pene completamente erecto. Comenzó a lamer el eje con la lengua. Su nariz chocaba contra la punta de mi erección. Miró hacia arriba. Sabía que yo lo estaba disfrutando.
Se detuvo después de un par de minutos. Se levantó y se bajó los bóxers.
Allí estaba. Colgaba ligeramente hacia adelante, apenas hinchado, de seis pulgadas de largo; debajo se veía un bolso rojizo, encima un mechón de pelo rizado negro azabache que parecía una pequeña barba.
Mi primo se subió al sofá con una rodilla a cada lado de mi torso reclinado. Agarró el respaldo del sofá con ambas manos y se deslizó hacia adelante. Estaba a centímetros de mi cara. Yo sabía que era mi turno. Mi erección tembló cuando me incliné para chupar su gorda verga. La levanté y la introduje en mi boca.
La cabeza encapuchada de su gran pene empujó suavemente entre mis labios. Podía sentir un sabor salado en la lengua. Moví su miembro suavemente hacia adelante y hacia atrás unas cuantas veces con mi mano y logré que se alargara. El Jizzy se balanceó de lado a lado para ajustar su posición y se deslizó más hacia adentro. Pude saborear más cuando su glande quedó por completo descubierto.
Comencé a mover la cabeza. Escuché un gruñido y mi primo se volvió más insistente, empujando sus caderas hacia adelante.
Aspiré el aroma del Jizzy. Alargué una mano para sostener sus huevos que colgaban por detrás. Esto me permitió mantener mi posición mientras su verga se ponía rígida y tomaba una curva más hacia arriba. Con la otra mano me agaché y comencé a tocar mi propio miembro duro.
Algunas veces empujó demasiado cuando yo me balanceé hacia adelante. Estaba tan rígido e hinchado que me ahogué un poco. Alcé la vista y lo vi mirando hacia abajo, con los ojos medio cerrados de placer. Mantuve mi cabeza firme contra el respaldo del sofá y le dejé empujar los primeros centímetros hacia adentro y hacia afuera a su ritmo. Me agaché con ambas manos y me froté con más fervor. Mi primo estaba completamente erecto en ese momento. Inclinó su pelvis hacia atrás para conseguir un mejor ángulo para entrar en mi boca.
El ritmo de sus embestidas aumentó. A veces su miembro se escapaba de mis labios. Lo volvía a colocar rápidamente. Mi mandíbula estaba completamente estirada por el tamaño de su cabeza hinchada y mi lengua se estaba cansando. Levanté los ojos y lo vi haciendo una mueca, con la boca tensa, mientras me observaba tomar su grueso falo. Podía escuchar jadeos profundos e irregulares a medida que sus embestidas se intensificaban.
«Chupa más fuerte», me dijo, con voz insistente.
Eso hice. Pude ver que su escroto se había tensado. Los pelos negros y rizados sobresalían, erguidos, rodeando la base de su pene. La cabeza se hizo más gruesa, la cresta se ensanchó con más firmeza en mi boca. Mi primo empezó a gruñir.
«Ungh… Ungh… Ungh…»
Cada vez más rápido empujaba su miembro hacia adelante con sus caderas. Yo tenía problemas para chupar lo suficientemente rápido. No pude evitar que la saliva saliera de las comisuras de mi boca.
«Uuh… uuh… me… me voy… ¡voy a venir!».
De repente sentí que su verga daba un fuerte tirón hacia arriba.
«¡Unnggh!»
Una ráfaga de leche golpeó el fondo de mi garganta. Empecé a tener arcadas. Intenté sacarme su pene de la boca.
«Unngh.»
Otra explosión se disparó hasta mi garganta.
«Uuuh…»
El Jizzy se estaba volviendo loco. Me retiré lo suficiente para que su tercer disparo estallara justo cuando su verga se liberaba de mis labios. Una parte me cayó en la nariz y el resto en la cara. Estaba tragando lo que tenía en la boca.
«Nnnh…», gimió, desesperado por volver a meter su verga en mi boca.
Agarró su miembro y puso su cabeza gorda entre mis labios justo cuando volvía a brotar. No intenté alejarme, sólo atrapé con fuerza su glande hinchado y bulboso.
«¡Unh… unh… ohhhh…!».
Vació unos cuantos chorros salados más en mi lengua. Gran parte goteó, bajó por mi barbilla y llegó a mi pecho. Sostuve la punta de su pene en mi boca mientras sus espasmos se desaceleraban.
Sacó con cuidado la cabeza de su pene de mis labios. Estaba morada y roja y muy brillante por mi saliva.
«¡Estuvo muy rico!».
Yo solo sonreí.
Se puso de rodillas mientras yo me limpiaba la cara con los dedos.
Se acercó y empezó a lamerme el rostro. Tomaba leche con la punta de la lengua y me la metía en la boca. Así, hasta que me limpió por completo.
«¿Quieres que te la chupe de nuevo?».
«Está bien», fue todo lo que pude decir como respuesta.
«Párate».
Lo hice y mi primo se sentó en el suelo frente al sofá. Agarró mi trasero con ambas manos, metió mi pene firme en su boca y me chupó. Pasó la lengua por la punta. Me senti mareado.
Miré hacia abajo y lo vi con mi erección en la boca. Debajo vi su verga flácida, pero aún distendida, sentada sobre sus muslos. Su prepucio se había enrollado y estaba notablemente rojo contra su piel blanca.
Sentí calor. Empujé dentro y fuera de su boca. Después de unos minutos se detuvo, se levantó y se sentó en el sofá.
Me senté a su lado. Estábamos desnudos, uno al lado del otro en el sofá de nuestra abuela.
«Házmelo otra vez».
Me incliné sobre su regazo. Tomé su polla flácida en mi mano y comencé a chuparla. Podía saborear los restos de su venida, especialmente cuando su prepucio retrocedió.
Pasó su mano derecha por mi cabello mientras se erizaba en mi boca. Puse mis pies en el sofá para poder estirarme y apoyé mi cabeza en su regazo mientras subía y bajaba sobre su miembro rígido. Podía oler el aroma de la adolescencia subiendo desde su entrepierna. Con su mano izquierda frotó mi espalda y finalmente pasó su mano hacia abajo, para acariciar la suave piel de mi trasero. Podía sentir una humedad en el interior de mis muslos mientras apretaba mi erección entre ellos por mi excitación.
El Jizzy sostuvo mi cabeza y empujó su erección hacia arriba.
«Chupa más fuerte».
Me balanceé hacia arriba y hacia abajo y la verga rígida empujó contra la parte posterior de mi boca.
«Nnhh… nnhh… nnnhh…»
Podía sentir sus piernas tensarse. Me abrazó con fuerza.
«¡Ya voy a acabar!».
Entre mis labios su miembro se hinchaba y luego comenzó a palpitar repetidamente mientras eyaculaba.
«Unnghh… Unggh… ¡Unnghh!»
Sentí arcadas de nuevo, pero dejé que la espesa crema se deslizara de mi boca. No era tanta como la última vez.
Después de que las pulsaciones se calmaron, pasé suavemente mi lengua alrededor del miembro de mi primo porque me gustaba tenerlo en la boca. Cuando intenté lamer más arriba alrededor del borde de su cabeza, él se estremeció.
«¡Ya no! ¡Ya para!».
Retiró mi cabeza de su erección. Su glande estaba más morado que antes. Su leche se había derramado y se había pegado en sus vellos negro.
Alcé el rostro y nos besamos de nuevo. Nos chupamos las lenguas y los labios por un buen rato.
«Vamos a vestirnos», le dije.
Una vez que lo hicimos, nos aseguramos de que la sala pareciera que no había pasado nada en ella.
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