Cogida con novio de amiga
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una amiga llevó una vez a su novio a mi depa, en el que vivo solo. Ambos estudian en la UCR y se querían sólo dos noches. Estaría ciego si negaba que el muchacho era un chico guapo de televisión. De tez trigueña, ojos café, cuerpo de atleta, sonrisa de modelo, de 1.70 y voz ronca. Tiene 25, lo sé por su Facebook. Mi amiga sabe que soy gay y no de esos que andan con quien se les aparece. Soy un chico normal, de esos que dejan dudas de lo que son.
Ese día, llevaron cervezas, pero yo sólo llego a los ligues. Hablamos de todo un poco y durmieron en un colchón a mi lado. Su novio me hacía preguntas sobre mi orientación sexual, preguntas como lo que había dicho mi familia y sobre cómo lo había enfrentado. Yo le conté todo. Con las horas, mi amiga se durmió y él comenzó a tocar el lado sexual. Sobre mi primera vez y cómo me había sentido. Yo me reí nervioso, pero se lo conté. Una pregunta me dio un chispazo de desconfianza y me erizó la piel:
-¿Sentió rico cuando se la metieron?
-Eh… sí, muy rico -respondí inquieto-. Me gustó mucho.
-¿Le dolió? -quiso saber.
-Al principio. Pero luego lo disfruté
-¿Cuando se la meten usted se queja? -Luego añadió rápidamente-: Claro, si se puede saber. No quiero que sienta incómodo
-Tranquilo, sé que esto les causa curiosidad a los heteros -le dije riendo-. Sí. Si me gusta mucho gimo de placer. Lo normal, ¿no?
-¡Claro! -rió y luego dio un bostezo- Creo que ya me voy a dormir. Que descanse
-Buenas noches.
No soy de levantarme muy temprano y la mañana siguiente no fue la excepción. Me sorprendió verlo acostado en el colchón de al lado, sin mi amiga con él. Su cara era preciosa. Y como si me hubiera escuchado los pensamientos, abrió los ojos y me saludó
-Buenos días -le respondí-. ¿Dónde está Mari?
-Se fue a clases -me dijo
-¿Y usted no tenía clases también?
-Ah sí, pero en la tarde. -Se estiró. Tenía puesta una camiseta de tirantes, mostrando sus hermosos brazos y sus axilas con poco vello. Con lo que me encantan-. Tengo hambre. Dice Mari que hacés un pinto muy rico. Quisiera ver eso
-Todo lo que yo hago es rico -bromeé. Tal vez porque no me había tratado de "usted" me dio más confianza
-Eso habría que comprobarlo -dijo. Pero el tono en el que lo dijo me puso los pelos de punta.
Me levanté e hice todo lo que uno hace al levantarse. Luego preparé el pinto y nos sentamos a la mesa. Gabriel (así se llama) me habló sobre su carrera y luego sobre su familia. Más adelante, se metió al baño, después de mí. Justo cuando me estaba reinando me gritó desde donde estaba:
-Erick, haceme un favor. Olvidé el paño.
-Ya te lo llevo -le contesté entre risas. Se lo llevé y me coloqué en la entrada-. Aquí está
Lo que hizo provocó que se me cayera el paño de las manos. Abrió la puerta y él estaba completamente desnudo. Tenía rasurada toda la parte genital. Su miembro era largo y hermoso, así como su cuerpo húmedo.
-¡Diay, hombré! -exclamó riendo- ¿Te puse nervioso?
-Un poco -sonreí dándole el paño sin volverlo a ver, pero con el rabillo del ojo pude saber que él me seguía mirando.
Cerró la puerta del baño y yo me fui al cuarto. Luego lo escuché llegar, sólo con el paño tapándolo.
-¿No importa si me cambio delante suyo? De por sí ya me conoció
Pero no me dio tiempo de responderle. Ya se lo había quitado y ahora estaba de espaldas buscando ropa en su bolso. Vi con disimulo sus nalgas perfectas marcadas por el bóxer, su espalda limpia y nervuda. Se volteó rápido y me sonrió, a mí me dio mucha pena. Se trataba del novio de mi amiga y yo lo estaba deseando. Sin duda una tentación en la que nadie me negará no caería.
Se puso una pantaloneta corta, de esas deportivas, y una camiseta ajustada. Se sentó en la sala a leer un libro, mientras yo escribía en mi computadora el inicio de este relato que no sabía cómo iba a terminar.
-¿Entonces sintió rico? -lanzó la pregunta repentina. Yo lo miré confundido-. Cuando se la metieron. ¿Sintió rico?
-Ah… sí. Muy rico -respondí.
-¿Dónde fue tu primera vez?
-En el Puerto.
-¿El mae era más guapo que yo? -Hizo esta pregunta algo seria.
-¡Qué va! -sonreí. Y luego en voz más baja dije-: Usted es demasiado guapo
-¿Qué?
-¡Ay, no me haga repetirlo!
-Perdón, es que no lo escuché -rió con malicia. Cuando nos hablábamos de "usted" me excitaba. Razón por la que me vi obligado a tomar otra postura para no revelar mi pene erecto.
-Que usted es demasiado guapo. ¿Ya?
-Ah, gracias. Primera vez que un mae me lo dice. Erick, ¿puedo hacerle una pregunta y no se enoja?
-Adelante, pa. Soy de mente abierta.
-¿Usted me mamaría la picha?
La forma en que lanzó la pregunta me aceleró el corazón. No sabía si me estaba jugando una broma o si era serio. Se rió y se levantó. Casi me da algo. Pero caminó en otra dirección
-No quise incomodarlo, mae -me dijo apenado-. Cualquier vara, voy a estar en el cuarto… si quiere llega.
La proposición quedó en el aire mientras se retiraba. ¿Qué hacía? ¿Traicionaba a mi amiga e iba o dejaba pasar aquella oportunidad de estar en los brazos de un muchacho bien hecho? Evidentemente yo, con mis buenos principios y mi fidelidad… ¡Al diablo mis principios y mi fidelidad! Mari hubiera hecho exactamente lo mismo. Así que me fui al cuarto. Gabriel estaba acostado boca arriba, con una pierna más abierta, mostrando su carencia de bóxer. Me miró y sonrió con aquella maléfica sonrisa que me estremecía.
-Pensé que no vendría -susurró. Las palabras me provocaron la erección más grande de mi vida.
-No puedo despreciarlo -le espeté-. Usted está muy rico, mae.
-Entonces venga y me la mama bien rico, mae. Es sólo pasar un rato agradable usted y yo.
Me lancé al colchón y dejé los merodeos para otro día. De una le saqué el pene de la pantaloneta y comencé a chuparla lo mejor que podía hacerlo. Gabriel comenzó a quejarse y eso me excitó todavía más. Ya tenía el pene mojado con aquel fluido pre seminal, aún recién bañado. Se la mamé despacio, eso le encantó, luego rápido. Le chupé los testículos. El mae era un sucio para hablar.
-¡Qué rico me la mama, Erick! -gimió- Chupe, papi, chupe. ¡Ay mae, qué rico! ¿Le gusta mi picha?
-¡Me encanta! -exclamé apenas sacándola de mi boca para hablar
-Haga lo que quiera con mi verga, que es suya. ¡Ay sí! Chúpeme los huevos. ¡Qué rico!
Desde mi depa podía gritar lo que quisiera. Afuera nadie podría escuchar aunque se clamara "auxilio".
-¿Le gusta? -le pregunté
-Mae, ninguna vieja mamará como usted. Es la mejor mamada de mi vida.
-Qué bueno, mi amor.
Se me escapó decirle así, pero era cierto, es un mi amor.
-Erick, ¿quiere que me lo coja? -me preguntó. En la pregunta había un jadeo insaciable
-Pensé que no me lo iba a pedir -confesé.
-Siga mamándomela.
Dijo esto y se puso a buscar algo en el bolso. Sacó una especie de pasta. Era lubricante. ¿Usaban eso ellos dos? No me importó y seguí chupando aquel delicioso pene. Calculo le medía unos 18cm, grueso, hacia arriba y con una ligera inclinación a mi derecha. Me jaló con un brazo y me colocó en un 69 con él. Me quitó el short y el bóxer con rapidez. Luego sentí algo helado, como gel, en mi ano. Me acarició con un dedo. Un olor a fresas inundó el cuarto. Sentí su barba rasurada rozar mis nalgas. Cuando me percaté, me estaba chupando el hoyo. Nadie me había hecho eso antes. Sentía su lengua moverse por todo lado. No contuve un gemido de placer.
-Así lo quería oír -admitió Gabriel
-¡Qué rico, papi! -gruñí. Mi voz era un poco menos ronca que la de él- Nadie me había chupado el culo
-¿En serio? -Se asombró- ¿Soy el primero? ¡Qué rico! Ay, Erick, ya no aguanto. Se la quiere meter ya
-Métamela -gemí.
-¿Quiere que lo penetre? -Hizo la pregunta sin dejar de chupar. Yo tampoco había parado de mamarlo. Le gustaba muchísimo el morbo
-Sí, quiero que me coja duro -respondí, siguiéndole el juego-. Que me haga suyo. Quiero sentir cómo me entra su picha por el culo y me lo destroza.
-¿Y quiere que me le riegue adentro, papi?
-¡Ay sí! Que me llene de leche.
Eso pareció encenderlo más. Como un toro bufando me agarró y me tiró boca arriba. Se llevó sus piernas a sus hombros musculosos. Sus brazos estaban sobre mí, bellos y con venas marcadas. Una gota cayó en mi cara. Era sudor. Gabriel estaba sudando mucho y su respiración agitada me excitaba muchísimo. Miró hacia abajo, hacia su pene, mientras lo agarraba con una mano y lo metía por mi culo. Lo hundió poco a poco, metiendo y sacando. Pero mi ano estaba más que preparado para recibirlo.
-¿Está sintiendo rico? -me preguntó. Su rostro hermoso estaba muy cerca del mío
-Demasiado, Gabriel -le dije-. Su pene me encanta
-Tome, papi -me dijo metiéndome todo el pene y quitando la mano para abrazarme-. Tome toda mi picha. Siéntala en su culo
-¡Ay, Gabriel qué rico! -grité
-Tome, tome. Así lo quería oír. Por eso le pregunté tanto anoche. Ahora sienta cómo mi picha le destruye el culo
-¡Ay! ¡Ay!
La sensación no tenía comparación. Gabriel no me estaba cogiendo, me estaba haciendo el amor y eso provocó que varias lágrimas me salieran. El muchacho hizo algo que no me esperé. Me besó. Sus labios eran suaves y su aliento el más rico que había probado. Estaba temblando, sus ojos café me miraban fijamente a los míos. Mientras se movía, mientras me estaba penetrando con todas sus fuerzas, me veía y sudaba. Yo lo besé otra vez y él me metió la lengua.
-¿Te gusta? -susurró.
-Me encanta -respondí igual.
-¿Quiere más? -alzó un poco la voz.
-Culeame más
-Diga mi nombre
-Culeame más, Gabriel
-Diga mi nombre otra vez -casi gritó
-¡Ay, Gabriel! Gabriel, dame más. Gabriel, dame tu picha dura
-Pídame leche, papi -gritó.
-Quiero tu leche, Gabriel. Lléname el culo con tu leche
-¿Quiere todo mi semen? Le voy a dar toda mi leche hasta que no me quede nada en los huevos.
-Sí, quiero leche, Gabriel. Culeame, culeame, culeame, Gabriel.
-¡AH! ¡TOME! -Las venas de su cuello se marcaron tanto que parecían querer reventar. Sentí los chorros de semen que me entraron en el ano. Caliente y ardiente. Pero no se había detenido, seguía culeando hasta echar la última gota. Todo aquello me puso a mil y también me regué, mojando todo mi abdomen con leche-. ¡AY! ¡Qué rico! ¡Ah!
Se dejó caer rendido encima mío. Yo lo abracé, mientras sentía su cuerpo agitado, húmedo y caliente. Al cabo de unos minutos, se rió.
-¿Qué pasa? -le pregunté
-Jamás creí algún día hacer esto con un mae -me dijo
-¿Te sentís mal? -quise saber
-Para nada. Es lo mejor que me ha pasado.
Aquellas palabras me hicieron sentir muy bien. En mi pecho floreció algo que de inmediato quise reprimir. No quería enamorarme de Gabriel.
-Prométame que Mari no se va a dar cuenta de esto -me pidió
-¡Estás loco! El día en que se entere me mata.
-Bueno. Voy a bañarme. Tengo que alistarme para irme a la U.
-OK.
Y mientras se bañaba, me había ido a la sala, a terminar de escribir de esto ahora que estaba fresco. No hace mucho Gabriel se fue y sus palabras antes de salir fueron:
-Mañana también entro tarde.
Fin.
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