COMENZAR DE NUEVO. (4).
Lo de Graciela se estira en la concreción, pero hay sustitutos y me valgo de ellos para pasarla bien. .
ELVIRA Y LUNA – QUIEN MAL ACTÚA LAS PAGA. (4).
Mientras hablaba con ellas dos les traté de explicar que me ponían en un compromiso muy grande, que, sin ninguna duda me esforzaría lo más que pudiera para ayudarlas, pero el “todo” a que ellas hacían referencia, tal como yo lo entendía, si bien es cierto me agradaba sobremanera, tendría que pensarlo muy bien porque yo estaba en ese lugar, precisamente, porque me habían pagado muy mal cuando asumí compromisos personales, todo lo cual me había decidido a proceder exigiendo todo de las personas que me rodeaban, pero sólo dando lo necesario sin aceptar imposiciones de ninguna índole, ni hablar de celos o de “peros” o de generarme la mínima desconfianza.
“No nos juzgues, pero es justamente lo que necesitamos, nuestra desenvoltura es sólo fachada, fuimos criadas para la dependencia”, -afirmó Fátima con la aprobación de Graciela-. Les pedí que me dejaran pensarlo, además, para encargarme de sus cosas, en lo inmediato, debía comunicarme con don Marcos porque yo debía reunirme el día miércoles con él y el incidente había trastocado todo. Las dejé allí y me metí en la cabaña para hablar por teléfono, en realidad, con quien tenía que encontrarme era con mi ex suegra y viendo las perspectivas de las dos mujeres en la casa, no tenía ganas de perder el tiempo y hacer semejante viaje. Lo llamé a don Marcos previendo la posibilidad de matar dos pájaros de un tiro, por un lado, le avisaría de la situación, habida cuenta que él conocía a Fátima y le pediría que intercediera con la madre de mi “ex” para dejar en “stand by” el encuentro programado. Estaba seguro que el veterano dueño de la empresa aprovecharía la posibilidad de verse de nuevo con mi ex suegra y no me jodía para nada que pudiera sacar partido de eso.
- Hola don Marcos, ¿cómo andan las cosas por allí?
- Hola muchacho, por acá ya sabés que andan muy bien, ¿sucedió algo en la empresa?
- En la empresa no, por lo menos no directamente, sucede que se suicidó el marido de Fátima y eso me atrasará unos días el tema de las reestructuraciones, aunque la mayoría ya están encaradas.
- Tomate el tiempo que sea necesario, me imagino como debe estar Fátima, quedate cerca de esa mujer porque, así como es muy capaz en el trabajo, es una inútil cuando se deben tomar decisiones a nivel personal, ese idiota la tenía dominada.
- Sí, de hecho, ya me pidieron ayuda al respecto, ambas madre e hija están un poco perdidas.
- Dale para adelante y hablame si necesitás alguna cosa más, a todo esto, ¿qué pasó con el imbécil?
- No se sabe, hay un montón de dudas dando vuelta, pero al margen de eso quería pedirle otro favor.
- Decime, ¿qué es lo que ocurre?
- Yo tenía que viajar el miércoles porque iba a tener una reunión con la madre de mi “ex”, no quiero hablarle por teléfono, ¿habría alguna posibilidad de que usted le explique?
- Quedate tranquilo muchacho, yo la llamo y le aviso, de paso me da la oportunidad de verla, se me hace que tu ex suegra no tiene mucho de santa, jajaja.
Luego de hablar con él me saqué un peso de encima, la “veterana” estaba buena y yo le traía ganas de antes, pero no cuajaba eso de andar viajando para sacarme las ganas de echarme un “polvo”. Corté la comunicación decidido a afilar el lápiz con el tema de la madre y la hija que me ocupaban, la idea era tenerlas comiendo de mi mano a las dos y mejor oportunidad no iba a tener. Estaba por ir hacia la casa principal y escuché voces de chicos y personas mayores que venían de la parte trasera de la casa, por ende, preferí quedarme en mi lugar y tratar de escuchar.
Por lo que puede discernir, la recién llegada era una prima de Graciela que venía con una hija chica y con el marido, el cual, luego de ayudarla a descargar el equipaje, saludó a todos y me pareció escuchar que se volvía para su casa, “en el campo hay mucho trabajo y no me puedo permitir vacaciones”, -lo escuché afirmar-. La prima venía a pasar unos días de vacaciones disfrutando de la playa y se encontró con la novedad del fallecimiento y de que la cabaña que pensaba habitar se encontraba alquilada, para peor, Graciela le dijo que eso no era para hacerse demasiados problemas porque ella tenía habitaciones en la casa y a los nenes le venía bien para jugar con la primita.
Ya le había avisado a don Marcos que no viajaría pensando en la manera en que les “cobraría” a la madre y a la hija por la ayuda a brindar, no podía echarme atrás y la llegada inoportuna de la prima echaba por tierra todas mis elucubraciones. Me molesté un poco por eso y luego de perfumarme y cambiarme salí de la cabaña para decirle a Fátima de irnos a contratar la Funeraria y decidir los pasos a seguir. Al acercarme al lugar en que ellas se encontraban noté que los chicos jugaban cerca de la pileta sin meterse al agua y las tres mujeres conversaban entre cuchicheos.
De inmediato se paró Graciela y me presentó a la prima, la misma, de unos treinta años, de nombre Elvira, era una morocha de cabello oscuro y cortito, cortado como varón y con una especie de flequillo que caía de costado sobre sus cejas dándole un toque sensual a un hermoso rostro de labios llenos, nariz respingada y muy bellos ojos negros, brillantes y “decidores”, era un poco más baja que la prima y la tía, pero tenía un cuerpo curvilíneo de cintura angosta y caderas bien marcadas que anticipaban nalgas atractivas. El short, no tan corto, ceñía sus muslos que se notaban moldeados con horas de gimnasio y la remera blanca no podía disimular un par de tetas muy similares a las de Fátima, pero que parecían notarse más por la espalda más angosta.
- Encantada Eduardo, -dijo tendiéndome la mano y no se privó de mirar todo el conjunto masculino que la saludaba, lo que vio no le disgustó en absoluto-, ¡vaya con el inquilino de mi prima!, menos mal que el celoso de mi marido ya se fue, si lo veía acá no me dejaba quedarme, jajaja, -alegó con una risa sincera-.
- ¿No entiendo por qué?, yo me suelo portar muy bien y no soy el “malo de la película”, pero, cada cual sabe dónde le aprieta el zapato… aun así, aunque jamás se lo diría a él, tiene una mujer para admirar.
- ¡Por Dios chicas!, hasta tiene la cualidad de hacer sentir bien a una mujer, creo que nos vamos a llevar muy bien, pero mi marido no entendería, es un bruto de campo.
- No veo porque no deberíamos hacer buenas migas, aunque llegaste en un momento…, -dije obviando el comentario sobre el marido-.
- Es una inesperada y verdadera pena, recién me contaba mi tía, me dijeron también que las ayudarías y, por si necesitan hacer algún trámite y hay que quedarse con los chicos, cuenten conmigo, -expresó Elvira-.
- No hay parientes que vivan cerca y yo no creo en los velatorios, quiero hacer algo sencillo y rápido, -opinó Fátima recibiendo el apoyo de Graciela-.
- Como fuere, me cambié para ir a ver los servicios de la Funeraria y habrá decisiones que tendrá que tomar vos, además de firmar, para eso necesito que me acompañes.
- Dame dos minutos y enseguida estoy con vos, -dijo Fátima levantándose para dirigirse al interior de la casa-.
- Te acompaño tía, de paso me mostrás la habitación, -alegó Elvira y al irse me mostró un culo espectacular, duro, parado, altivo, bien armado, sin flojedades, más que especial para rendirle honores y no disimulé ante Graciela al mirarlo-.
- Parece que la cola de mi prima te llamó la atención, -acotó con cierto sarcasmo-.
- Es para admirar, según parece, es un bien de familia, por otro lado, yo dije que le escapo a los compromisos, no que soy un eunuco, aunque, para ser sincero, el tuyo me gusta más para darle unos buenos chirlos.
- No me digas así porque corro el riesgo de admitir que me gustaría recibirlos, ya estuvimos hablando con mamá antes de que llegara mi prima y estamos dispuestas a lo que decidas obviando cualquier escollo y allanándonos a tu dependencia, -expresó bajando la vista, entregada y dejando notar sus pezones endurecidos-.
- Mañana buscaremos la manera de estar solos y conversar más detalladamente sobre todo eso, pero teniendo siempre presente que, una vez concretado todo, no admito dobleces en la entrega, -le dije apretándole los pezones con la punta de mis dedos-.
- Sí, sí, sí, estas horas hasta tener la “charla” se harán eternas, se me aflojan las piernas, -acotó gimiendo y tomándose del borde a la pequeña mesa de jardín-.
- Hola señor, yo soy Azul, ¿usted es el nuevo papá de mis primos?, -preguntó la nena acercándose con los primos y me vi obligado a dejar los pezones de Graciela-.
- No Azul, yo soy Eduardo y vengo a ser una especie de tío lejano que vive en la cabaña que está allá atrás.
- Ahh, bueno, mi mamá y yo vinimos de vacaciones y vamos a ir a la playa, yo tengo casi nueve años y mi mamá me compró una tanga para ir a tomar sol.
- Sos muy linda y con una tanga vas a conseguir un montón de novios en la playa.
- Yo ya tengo novio, es el hijo del capataz del campo de mi papá, pero no le digas nada a mi mamá, vos tampoco tía, aunque si vos querés que yo sea tu novia no tengo problemas porque sos muy lindo, -alegó con desparpajo propio de una nena-.
- Dejame pensarlo, pero sería un honor.
- Mis primos no quieren ser mis novios, pero yo voy a convencerlos, acérquense chicos, el tío Eduardo no se enoja, -les ordenó a ambos con un tono dominante-.
- Es que, si tenés muchos novios se van a enojar entre ellos y también se van a enojar tu papá y tu mamá, mejor es no contar nada.
- Bueno, entonces será un secreto, vamos chicos, ¿nos metemos en la pileta o jugamos con la tablet?, -les preguntó llevándolos de un lado para el otro a los dos varones-.
Graciela se reía con las salidas de su primita y observé, esta vez con disimulo, que la nena tenía un culo familiar, era igual al de la madre, en escala, por supuesto, pero tan bien puesto, duro y parado como el de la progenitora y la comparación con el de mis dos putitos surgió sola porque, a cuál de ellos estaba mejor y el de la nena los superaba. La llegada de Fátima me sacó de esos pensamientos, había cepillado sus cabellos dándole volumen y estaba vestida de zapatillas con un poco de taco, jeans elastizados y una remera color gris más oscuro que marcaba sus tetas, alabé su buen gusto y me lo agradeció, aunque me hizo saber que no tenía ropa más oscura, “eso no jode tanto, el luto es una antigüedad”, -le contesté-. En el auto Fátima iba seria y pensando, yo interpreté que todo estaba relacionado con el tema del servicio fúnebre y no quise interrumpir sus pensamientos, hasta que llegó un momento en que tuve que hacerlo para saber lo que había decidido.
- No sé qué debo hacer, ya te lo dijimos con Graciela, vos sos el hombre que debe tomar las decisiones, yo sólo firmaré como esposa del difunto, pero vos decidís.
- Acorde a todo el amor que le tenían la madre y la hija, yo hablaría con la gente de la Funeraria para que no hagan velatorio, ya pasaron mucho más que las 24 horas legales de muerto y no tendrán problemas, que vaya directamente al crematorio, ¿por eso estabas tan seria?
- No, nada que ver, estaba pensando dónde te atacaría Elvira, cada vez que viene de vacaciones sola se desata y ya te echó el ojo. Me dijo que te tiene ganas y que, como sos alto, en una de esas obtiene una buena verga porque nunca tiene suerte con eso, jajaja, si supiera lo que se va a encontrar no estaría tan tranquila.
- ¿Le hiciste algún comentario?
- Ni cinco, jamás lo haría, sentirnos tuyas implica no abrir la boca con nuestras intimidades, ni siquiera entre nosotras dos y lo que puedas hacer con ella es algo que le compete a vos y a ella.
- A menos que hagamos una cama compartida y todos juntos.
- Nunca lo hice, pero si vos querés, seremos materia dispuesta, aunque con ella me gustaría obviarlo porque es bastante charlatana.
- Bueno, pero, en lo inmediato, haremos los trámites en la Funeraria, vas a comprar algún lubricante en la Farmacia y nos vamos a tu casa porque tengo ganas de tu culito, además mañana voy a necesitar tu casa para finiquitar mis cosas con tu hija, decidí que ustedes dos sean quienes llenen mis ratos, las demás que puedan aparecer, serán sólo eso, apariciones.
- Ni Graciela ni yo te vamos a defraudar, esperamos cumplir con todas tus expectativas, de hecho, ya estoy toda mojada por lo que dijiste de ir a mi casa.
No sólo me lo dijo, también se le notaban las ganas de volver a recibirme en sus entrañas, el caso es que fuimos a la Funeraria, arreglamos con ellos que retirarían el cuerpo de la morgue, harían la cremación y nos avisarían cuando estuvieran las cenizas para retirar. Luego de eso paramos en una Farmacia, entró Fátima sola y cuando salió le brillaban los ojos, después nos fuimos a la casa. Resultó que tenía una casa hermosa, un chalet de tipo colonial muy cercano al centro del pueblo y sobre la calle principal, con cinco habitaciones grandes, baño privado en dos de ellas, otro baño cercano al living-comedor para uso diario, dependencias de servicio, parque, pileta, vestuarios, lugar de reuniones, garaje para cuatro autos, árboles varios y un parque muy bien cuidado más grande que el que tenía Graciela en la casa.
- Con semejante casa, parrilla, pileta, ¿para qué iba tu marido todos los fines de semana a la casa de Graciela?
- De hijo de puta, para hacerle saber que era de él y él decidía lo que se hacía en la casa, era igual para todo, ¿por qué te crees que no lo queríamos?
- ¿Qué pensás hacer con esta casa?, a vos sola te va a quedar muy grande.
- No sé, no lo había pensado, quizá venderla o alquilarla, no lo tengo claro, lo mismo me pasa con otra que está un poco más apartada del centro y que también tenía desocupada.
- Yo te diría que esperaras un poco, si las cosas con Graciela salen bien podríamos vivir aquí todos juntos y poner la casa de ella y la cabaña en alquiler.
- ¿Cómo si ustedes fueran un matrimonio?
- Sí, algo especial con acceso libre a los dos dormitorios y los nenes pueden tener el dormitorio más alejado para que no jodan y estén un tanto aislados.
- Sería genial, pero, ahora, ¿querés tomar algo o…?, -preguntó sacándose la remera-.
Nos pasamos dos horas dentro del cuarto que era de ella y se sacó las ganas de gritar como una condenada cuando mi verga perforaba sin contemplaciones su culito predispuesto. Fátima estaba desatada, sus orgasmos se sucedían, ninguno de sus agujeros se salvó de experimentar la penetración y sus nalgas recibieron una buena dosis de palmadas que la enfervorizaban. Luego nos fuimos a bañar, en realidad fue ella quien me bañó a mí y me hizo sentir muy bien esa entrega total, sólo esperaba que con la hija fuera igual, aunque estaba seguro que Fátima la aleccionaría para una mejor performance. Regresamos a la casa y las mujeres se pusieron a hablar sobre lo que había sucedido, dejé que Fátima les explicara y pregunté por los chicos, pensaba en ir a comprar helados para la cena y quería que me acompañaran.
“Deben estar en la habitación de los chicos, ¿los voy a llamar?”, -preguntó Graciela y le dije que yo mismo iría a buscarlos-. Menos mal que fui yo y no la madre de mis putitos porque se iba a llevar una linda sorpresa. Las risas entrecortadas y los retos de Azul para los nenes me llamaron la atención y abrí la puerta despacio, el espectáculo fue como para que se me pararan hasta los pelos de la nuca. Los chicos tenían camas individuales y una sola de ella estaba siendo usada, era la de Antonio y Azul estaba desnuda sobre la cama y en posición de cuatro con Felipe, también desnudo que se encontraba arrodillado detrás de ella, con el pito parado y dispuesto a penetrarla. Me quedé anonadado mirando el metiers de los tres chicos y escuché a Azul que llevaba la voz cantante.
- Si vas a ser mi novio me tenés que meter el pitito en la colita, el tuyo es chiquito y tiene que entrar mejor, el de mi novio es más grande y entra todo, -decía la nena moviendo su culito gordito y parado-.
- Sí, pero no entra y me duele cuando hago fuerza, -decía Felipe cuyo pitito no tenía la erección debida-.
- Tiene que entrar, ya te dije que el de mi otro novio entra todo y es más grande. Antonio andá a conseguir alguna crema para que resbale, -le dijo al menor que encaró para la puerta, al salir me vio parado al costado de ella y se puso lívido-.
- Ella nos insistió Eduardo, nosotros no queríamos… -me dijo a punto de lagrimear-.
- Ya hablaremos de esto, ahora, salí por el costado de la casa, andá a mi mesa de luz y agarrá la crema que uso con ustedes, -le dije al putito menor que salió corriendo apurado y yo preparé mi celular-.
- Acá está, ya la traje, -acotó regresando apurado-.
- Bueno, escuchá bien, si no quieres que me enoje vas a tener que hacer todo lo que te diga. Primero le vas a preguntar qué edad tiene el novio y la vas a ir dilatando con el gel y metiéndole despacio los dedos en el culito, que tu hermano te ayude, tienen que hacer que se caliente mucho y que les dé una mamada.
- Bueno, pero ¿vos nos dejás?
- Por ahora sí, no le digas a tu hermano que yo estaré acá, quiero verlos bien a los tres, si te esmerás en eso después te hago un lindo regalo, –Antonio entró apresurado y contento al cuarto y le dijo al hermano que lo dejara a él-.
- Dale Antonio, eso me gusta, ponele mucho, vos también vas a ser mi novio, Felipe, ponete delante de mí y mirá el video de la tablet, vas a ver que yo te la chupo como al muchacho de la película, -le dijo Azul ordenando-.
Yo tenía una erección de caballo, pero no quería no tocarme, creo que ni siquiera el jeans hubiese evitado que acabara como un beduino apenas me rozara. El zoom del celular estaba siendo usado a destajo y veía casi en primer plano a Felipe sentado frente a la cara de la nena que se dedicó a lamer, chupar y absorber su verguita, a la vez que éste suspiraba y veía la tablet que tenía ante sus ojos. Azul movía las caderas excitada por los dedos de Antonio que no escatimaba lubricante en gel para poder meter hasta tres dedos en el culito gordito, la pobre, incipiente ninfómana, no aguantó y tuvo temblores y contracciones por el trabajo del menor de los primos en su conducto.
Quedó temblando sin perder la posición y le hizo señas a Felipe para que fuera hacia la parte trasera de su cuerpo y se afirmó para esperar que el nene pudiera entrar. Los dos nenes estaban circuncidados y el glande brillante del mayor de ellos encaró para el ano dilatado procediendo a la penetración, “ya está, tu pito es chiquito y me gusta porque puedo apretarlo con mi culito”, -acotó Azul que comenzó a moverse pegando sus nalgas a la ingle del nene que se movía muy torpemente-. “No me apretés mucho porque me duele”, -pidió Felipe y Antonio que se limpiaba las manos con una remera dijo que después le tocaba a él, aunque no bien lo dijo miró un tanto asustado hacia la puerta-.
Fue el momento en que elegí entrar y golpeé la puerta al cerrarla, los tres me miraron y fue un remolino de cuerpo desnudos o semi vestidos tratando de taparse. Felipe estaba desencajado y pálido, se había arrodillado en la cama y en actitud de rezo me pedía que no me enojara, “no te enojes Eduardo, por favor, no te enojes, lo hice sin darme cuenta”, -decía-, en contraposición a eso Antonio me miraba y esbozaba una cierta sonrisa sádica por lo que sucedía con sus acompañantes. Azul se había dejado caer al costado de la cama, estaba arrodillada en el piso adoptando una posición fetal, avancé un par de pasos para poder mirarla, su posición era graciosa, me apuntaba con su culito y su ano brillante por el gel, pero se tapaba la cabeza con ambas manos sollozando con desconsuelo.
- Felipe y Antonio, vístanse y me esperan afuera porque me van a acompañar a comprar helado, después charlaré con ustedes dos, pero esto no va a quedar así, -le dije con voz y gesto serio, ambos se apresuraron a vestirse y el que menos tardó fue Antonio que estaba parcialmente vestido-. Azul, subí a la cama porque vamos a charlar de lo que hacías y más te vale que me digas toda la verdad porque tengo todo grabado en el celular, -le dije mostrándole el teléfono-.
- Sí, señor, sí, pero eso que hicimos está bien porque somos novios.
- ¡Novios las pelotas!, -le grité y los mandé a los nenes afuera del cuarto-, con la excusa de que sos novia te convertís en una putita. A ver, antes de explicarle todo a tu mamá, contame eso que dijiste que te coge el hijo del capataz que tiene catorce años y el padre se coge a tu mamá, ¿tu papá sabe de esto?, yo no lo creo porque si se entera las echa a la calle a las dos, dale contá, ¿cuánto hace que cogés con el muchacho?
- No señor, por favor, si mi papá o mi mamá se enteran lo echan al capataz y a mi novio y a mí me matan a palos, por favor, por favor, no diga nada.
- Te lo tenés merecido por putita, ya voy a ver qué hago, ahora contame todo.
- Una vez estábamos en el granero dándonos besitos y vimos que entraban mi mamá y el papá de él, se fueron atrás de unos bultos y el papá la besó, la tocó toda y después le levantó la pollera y le metió el pito, a mi mamá le gustaba porque gemía y le pedía que se la metiera más.
- ¿Ustedes que hacían?
- Nada, sólo mirábamos y nos quedamos quietos esperando a que terminaran y se fueran, entonces Ezequiel me dijo que nosotros teníamos que hacer lo mismo, pero que seríamos novios, le dije que sí, pero por adelante no pudimos porque me dolía mucho, yo comencé a llorar y él me calmó y me dio besitos hasta que me calmé, después me dijo que iba a conseguir algo para meter su pito en mi colita. Se fue y me dejó esperando hasta que regresó con una crema que me empezó a poner y después me la metió.
- ¿Eso no te dolió?
- Sí, al principio me dolió mucho y lloré, pero no pude gritar porque él me había tapado la boca, pero al rato, cuando entraba y salía me gustó y luego me tiró algo adentro, yo pensé que me había orinado, aunque me explicó que eso era la leche de hombre, esa fue la primera vez, hace unas dos semanas.
- ¿Qué pasó después?
- A la noche yo tenía el culito que me latía y al otro día lo volvimos a hacer, pero me enseñó también a chuparla y a tomarme la leche. Me decía que como éramos novios y mis papás se enojarían había que guardar el secreto, pero apenas podíamos nos escapábamos y me hacía la colita hasta que me vine con mi mamá para acá y creí que podía ser novia de mis primos.
- Eso es porque sos una putita y te gusta tener una verga en el culito.
- Sí, mi novio Ezequiel me dice lo mismo y me pidió que cuando vuelva tengo que ser la novia del papá, pero si mi mamá se entera de eso se va a enojar mucho.
- ¡Lindo par de putas las dos!, el que se va a enojar mucho va a ser tu papá cuando se enteré y no lo vas a poder negar porque acabo de grabar todo lo que dijiste, cambiate que vamos a comprar los helados y voy a pensar en lo que hago.
- Por favor señor Eduardo, no diga nada, mi papá es muy malo cuando se enoja, -expresó largándose a llorar-.
- Lo hubieses pensado antes, por ahora andá pensando en lo que vas a hacer para evitar que yo cuente todo.
- Lo que quiera señor, haré lo que usted quiera, -acotó lloriqueando y tragando los mocos-.
- Anda sabiendo que a mí también me gusta mucho tu culito gordito, pero tengo dudas porque yo no quiero ser tu novio y vos sos muy charlatana, ahora no hablemos más y vamos a comprar las cosas.
- Se lo juro señor, yo no digo nada de nada a nadie, ni a mis primos, a nadie…
No le contesté nada y como mientras hablaba se había vestido salí de la habitación seguido de Azul que se secaba los ojos, los dos nenes me miraron y pasé por al lado de ellos sin mirarlos, los tres me siguieron y se subieron al auto. Las mujeres seguían con sus cotorreos desentendidas de los nenes y salí de la casa manejando en silencio, de vez en cuando les echaba alguna mirada, pero estaban callados y no atinaban a cruzar palabras ni siquiera entre ellos. Llegamos a la heladería, compré helados para guardar en mi freezer y recién allí les hablé pidiéndole que eligieran los helados que querían llevar para comer esa noche después de la cena.
Me aparté un poco con Antonio y le dije que fuera eligiendo el regalo que le había prometido, le pedí que luego me dijera y le avisé que, si esa noche se escapaba de la casa, con gusto le haría la colita, pero que no dijera nada a nadie. “Bueno Eduardo, si puedo me escapo, ¿estás muy enojado?”, -preguntó con algo de temor-. Le dije que no lo estaba, que sólo me hacía el serio para mantenerlos asustados al hermano y a la prima, que no se preocupara, pero que no les avisara, su sonrisa de aceptación fue suficiente para saber que me seguiría la corriente.
De regreso a la casa les di la parte de los helados a las mujeres y le pregunté a Antonio si se animaba a ayudarme a acomodar algunas cosas en la cabaña, no tuvo problemas, los otros dos me miraron sin saber qué hacer y no les dirigí la palabra, la idea era tenerlos en ascuas para que Azul viniera al pie, el culito de la nena me estaba obsesionando y redoblé la apuesta. “Elvira, enseguida regreso porque tengo algo que hablar con vos”, -le dije dirigiéndome a la prima de Graciela y tanto Felipe como Azul dieron un salto en sus asientos, no dije nada más, tampoco esperé respuesta y me fui a mi casa seguido de Antonio.
Dentro de la cabaña estaba todo en penumbras porque tenía todas las cortinas corridas, el sol pegaba de pleno en los ventanales y las cortinas gruesas eran necesarias para mantener algo de fresco en el interior de la vivienda. No bien entramos lo mandé a trabar la puerta trasera y yo lo hice con la delantera, el putito se la veía venir y regresó con la alegría pintada en los ojos, esperaba una regia cogida y amagó con sacarse el short para que se la metiera, pero no teníamos tiempo para eso y, luego de apretarle las nalgas y de comerle la boca hasta hacerlo gemir de excitación, lo senté en el sofá y me bajé los jeans para poder acercarle mi verga a la boca.
Antonio se prendió al glande y pronto lo hizo desaparecer en su boca, lo sacaba, lo lamía, se lo volvía a tragar mientras me apretaba las nalgas, se deleitaba con eso, pero yo venía con los huevos cargados por lo que había visto en la habitación de los chicos y quería apurar mi descarga, “vas a tener que aguantar Antonio, ahora te voy a coger la boca con ganas, el culito lo dejamos para la noche”, -le dije acariciando su cuello y su espalda-. “Bueno papi”, -alcanzó a decir antes de tener su primera arcada-.
No me importó, apenas si tuvo tiempo a recuperarse y tomándolo de las orejas comencé a entrar y salir de su boca hasta que, poniendo una mano en su cabeza, estampé su nariz en mi pelvis, tardé menos de un segundo en sacarlo de ese ahogo y sus toses, su cara apareció chorreando babas de su boca y con los ojos llorosos. “Hacelo de nuevo papi, ya aprendí”, -pidió volviendo a meterse mi glande en su cavidad bucal-. Lo hice seis o siete veces más hasta que con la cara incrustada en mi pubis le llené la garganta de leche que tuvo que tragar, algo que no se dificultó demasiado porque pasó todo directamente por su garganta. No bien tragó comenzó a sacarla despacio de su boca y la fue limpiando a medida que el tronco abandonaba ese hueco de labios que apretaban y lengua que lamía sin cesar. Mi verga quedó brillante y el nene se apretó poniendo la cara sobre mi pubis a la vez que sus manos me apretaban las nalgas.
- ¡Faaa!, me tragué un montón de leche calentita, ¡qué lástima que ahora no me la podés meter en mi culito!… Papi, ¿te puedo hacer una pregunta?
- Dale preguntá, pero, mientras tanto vamos a comer un poquito de helado para sacarte cualquier gusto de la boca, -para eso me acomodé la ropa y fui para la cocina seguido de mi putito más chico-.
- Azul tiene un miedo tremendo, ¿de verdad le vas a decir a la mamá?, -preguntó al recibir el helado-.
- Sí, a menos que se deje coger por mi verga, ¿vos que crees, se aguantará mi “pedazo” en su culito gordito?
- Jijijiji, le va a doler un montón, aunque dice que el novio ya se la metió y es un chico grande, igual, si a nosotros nos entró sin haber probado antes le va a entrar toda, pero doler, le va a doler, me gustaría ver como grita, -dijo dejando asomar un gesto de sadismo y degustando el poco de helado que le puse en un pote-.
- Es que no podemos dejarla saber que ustedes son mis putitos, la tengo que coger estando solo.
- ¿Vos le dijiste algo?, porque ella le dijo a Felipe que tenía que dejarse coger si quería que te quedaras callado.
- Vamos a ver, de todos modos, va a tener que hacer lo que yo le diga porque el video no pienso borrarlo, espero que Felipe no se vaya de boca y cuente algo.
- No, no va a decir nada porque yo le dije que vos no estás enojado, él también tenía mucho miedo, igual a nosotros no nos va a coger nadie que no seas vos.
- Eso espero, ¿qué les parece si mañana los llevo a la playa?
- Sí, dale, dale, mamá nunca nos lleva porque el abuelo no quería que “mostrara el culo” como él decía.
- El abuelo ya no está más y ahora mando yo, ¿te parece bien?
- Está súper y nosotros te vamos a obedecer.
Regresamos hasta dónde seguían todos reunidos y Elvira preguntó por lo que pensaba decirle, noté que a Azul se le llenaron los ojos de lágrimas y se preparó para las malas noticias. Le dije que había pensado en pasar por la empresa a ver como estaba funcionando todo, pero que antes de eso los podría llevar a la playa y que luego pasaría a buscarlos. Los nenes reaccionaron con alegría y Antonio junto con Azul se sentaron en una de mis piernas y me besaron, uno en cada mejilla, “gracias”, -me dijo Azul volviendo a besar mi mejilla y aproveché a apretar sus nalgas redonditas y duras, “¿vos no me vas a dar un beso y un abrazo?”, -le pregunté a Felipe que no tardó en hacerlo y se puso entre medio de mis piernas apoyando sus nalgas allí-.
El culo de la nena me encantaba y me sentiría muy bien entrando dentro de él, pero no me apuraría, mi idea era dejarlos a ellos en la playa y con la excusa de llevarla a Graciela hasta su negocio los dejaba a ellos allí y yo me la llevaba a la casa de Fátima donde no pensaba perdonarle ningún hueco. “Yo no podré acompañarlos, debo ir al negocio porque hay que atender a varios proveedores, aparte de pagarles y para eso debo estar allí desde temprano”, -alegó Graciela y, aunque no dije nada, se puso pálida por la mirada que le eché-.
- Yo tampoco los puedo acompañar, pensaba irme a mi casa, tengo que apartar todas las cosas de mi marido, tirar algunas y donar otras, -afirmó Fátima y me molestó que decidieran sin preguntarme-.
- Bueno, como parece que yo soy sólo un inquilino al que no le preguntan nada, decidan ustedes, Elvira, mi propuesta sigue en pie, avisame que decidís, creo que no voy a cenar con ustedes, esta noche me voy a sacar el gusto de comer centolla, vi un cartel de un restaurant que las ofrecía.
Pareció que a Fátima y a Graciela les hubiera puesto un cable con electricidad en el culo, estuvieron prontas a saltar para disculparse y se contuvieron por la presencia de Elvira, además, yo tampoco les di tiempo y me fui a la cabaña a cambiarme, notando que detrás de mí entró Azul a la casa.
- Si vos no le decís nada a mi mamá, yo me dejó coger por vos, ¿querés?, -expresó bajando los ojos-.
- Hay un par de cosas que tenés que entender, en principio, te voy a coger cuando quiera y como quiera, pero no borraré el video, además se termina el “noviecito” o los “noviecitos”, si me entero que cogés con alguien más, le digo todo a tu papá.
- Está bien, pero a mí me gusta.
- Te aguantás, yo te voy a enseñar bien y sólo te voy a dejar hacerlo con tus primos, ¿sabés besar?
- Más o menos, mi novio… bueno, el hijo del capataz, no me da besos, él me pone sobre una mesita, se escupe el pito y me lo mete en el culito hasta que me tira la lechita adentro.
- Vení, acercate a mí, quiero darte besos de los que te van a gustar.
Le comí la boca con ganas recorriendo con mi lengua el interior de su cavidad y enseguida se puso a punto, gimiendo y chupándome la lengua mientras una de mis manos la sostenía de la nuca y la otra recorría la carnosidad y la voluminosidad de sus nalgas gorditas y duras. Mi erección se notaba y, un poco por instinto y otro poco por ganas, colocó sus dos manitos sobre el bulto que palpitaba, “parece muy grande, ¿me va a doler mucho?”, -preguntó con cierto temor-. “Algo te va a doler, pero lo haré despacito y tu culito se va a tragar toda mi verga, al final te va a gustar más que con el hijo del capataz”, -le contesté con ganas de partirla en cuatro-.
El golpecito en la puerta nos sacó del momento, era la mamá de Azul que quería hablar conmigo, nos separamos, me senté para disimular el bulto notorio y la nena salió corriendo diciendo que quería meterse en la pileta con los primos. venía a decirme que quería ir a una playa muy chica en que se hacía toples, pero que quedaba un poco apartada de las comunes, le dije que no tenía problemas en llevarla adónde quisiera, pero que me tenía que dar el gusto de verla caminar sin el traje de baño.
- Jajaja, ¿querés que haga nudismo?, no creo que pueda porque estarán los nenes”, -contestó coqueta y provocándome-.
- Habría que buscar la manera de estar solos, me encantaría mimarte, -le dije levantándome de la silla y la hice girar para poder besar su cuello, apretar sus tetas llenas desde atrás y apoyar mi bulto erecto en su espalda-.
- A mí también me encantaría corresponder a tus mimos, pero creo que hay “algo” que me hará ver las estrellas, -acotó moviendo las caderas para sentir mejor el “pedazo”-.
- No es tan así, es tan sólo la primera impresión, pero como soy de “tiro largo”, creo que vas a disfrutar la experiencia.
- Ya se me hace que sí, estoy a full, no sé si podré aguantar hasta mañana, -expresó girando para comerme la boca-.
Sus labios llenos eran exquisitos y decidí que no visitaría la empresa, tendría todo el día para dedicarme a disfrutar de las oquedades de Elvira, sólo había que buscar el lugar sin descuidar a los chicos. Nos separamos porque la voz de Graciela me llamaba y Elvira se despidió diciendo que le preguntaría a Fátima dónde quedaba esa playa. La hija de Fátima entró con cierto temor por lo que yo pudiera decirle y me habló tratando de disculparse…
- Te juro que yo quería ver como podíamos estar juntos, pero me llamaron del negocio y tengo que dedicarme un rato a eso porque tengo que pagarles a los proveedores.
- Está bien, no hay problemas, yo dejé de atender mis cosas y no viajé por pensar primero en sus necesidades y para poder estar con ustedes y ayudarlas, pero no todos miden con la misma vara.
- No, no, por favor, te juro que me equivoqué, no voy nada, vos estás primero, castigame por este tropiezo, me lo tengo merecido.
- Prefiero que vayas a hacer lo que tengas que hacer, ya habrá otra oportunidad, -le dije tomándola fuerte de los pelos-, lo que sí es seguro es que este culo no se salvara de mis chirlos y te lo pienso partir en cuatro a vergazos, -acoté apretándole las nalgas con fuerza-.
La muy puta gimió con el apretón y se apretó fuerte contra mi cuerpo buscando más acción, pero, aun con el peligro de que mi verga reventara, la aparté de mi lado y le pedí que me dejara cambiar. En la mañana se vería cómo funcionaban las cosas con Elvira, pero esa noche algún culito infantil me serviría como suficiente descarga. Salí a cenar y regresé bastante temprano, el ambiente estaba húmedo, pesado y a pesar de que eran casi las 22,30 hs., el calor se hacía sentir con ganas, me extrañó no ver a nadie despierto pues, para los horarios de la temporada estival, resultaba raro irse a descansar tan temprano. Apenas si había una luz en la zona de la pileta y no me preocupé, pasé para la cabaña y estacioné.
- Hola señor, soy yo, Azul, está oscuro, pero no me da miedo, estoy acostumbrada de cuando estoy en el campo, -me dijo la nena saliendo de una zona de sombras cuando descendí del auto-.
- Me asustaste, ¿qué hacés acá sola?, ¿dónde están los demás?
- La abu Fátima se fue a la casa de ella, tía Graciela se fue a dormir con los chicos porque los dos comieron mucho helado y les dolía la panza, mi mamá se tomó una pastilla que le dio la tía y está dormida en la cama y yo me levanté porque en mi casa nunca me duermo tan temprano.
- ¿Querés venir a mi casa?, -le pregunté notando que mi verga reaccionaba pensando en el culito de la pequeña viciosa-.
- Sí, para eso lo estaba esperando, pero no podemos hacer ruido, tengo miedo de que se despierten.
- Vamos a cerrar todo para que nadie entre y si viene alguien yo te digo por donde salir para que no te vean.
- Bueno, vamos, tengo ganas de que me des más besos y de lo “otro”, ¿tenés cremita en tu casa?
- Quedate tranquila, tengo todo y te va a gustar.
Azul caminó delante de mí para entrar y, quizás era mi calentura o mis ganas, pero me pareció que movía sus nalgas provocativamente, el shorcito ajustado no alcanzaba a disimular ni la forma ni la dureza de esos glúteos tentadores. Me moví a oscuras porque no quise prender ninguna luz y mientras ella esperaba sentada en el sofá, trabé puertas y ventanas para regresar luego a sentarme a su lado. “Me das más besos como los de hoy”, -pidió hablando en voz baja-. “Está bien, pero después nos vamos a mi cama, quiero besarte todo el cuerpo”, -le dije y el estremecimiento fue notorio-. “¿Todo, todo como vi en el video?”, -amagó a decir y ya no dijo más nada porque le comí la boca-.
Se había sentado a horcajadas sobre mis muslos y se esmeraba tratando de mover la lengua y de chuparme la mía, todo eso sin dejar de emitir gemidos de satisfacción que me ponía a mil, aún más de lo que estaba. Mis manos dejaron de sostenerla y le saqué la remera, fue como una especie de “vía libre” porque se paró y se sacó rápido el short, no podía verla bien, pero mis dedos parecían tener ojos. “Ahora te toca a vos, tenés que sacarte toda la ropa para estar iguales”, -pidió acercando su boca a mi oído-. Tardé lo que un par de pestañeos y junté su ropa para llevarla alzada a la habitación, “Jijijiji, tu pito me está tocando mi colita y me dan ganas de moverme para que entre”, -acotó con las piernas cruzadas en mi cintura, a la par que me mojaba el glande con sus juguitos-.
Con las ventanas y la puerta cerrada no había problemas en encender la luz de la mesa de noche, pero me pareció mucha luz y le puse una camisa rosa sobre la pantalla del velador lo que dejó una leve tonalidad en el cuarto que fue satisfactorio para los dos, claro que no me privé de ver el cuerpito gordito de Azul tendido sobre la cama y no me dieron las manos para ocuparme de ella. Finalmente la tapé con todo mi cuerpo, besé nuevamente su boca y bajé para comenzar a besarla desde su cuello, mamé sus pezoncitos diminutos sintiendo que gemía y se movía como electrizada debajo de mí. “Me da cosa, me da cosa, seguí, seguí”, -decía de forma entrecortada-.
La tomé de las caderas porque se movía mucho y no continué esperando, ella quería que siguiera y seguí, incrusté mi cara entre sus piernas y me adueñé de su conchita cerrada de labios gordezuelos y gorditos. El lugar estaba empapado y Azul levantó las piernas diciendo que nunca la habían lamido en la “chuchi”, las contracciones y temblores comenzaron a sucederse y fue peor cuando apreté con mis labios su botoncito diminuto, sus muslos se cerraron en mi cara y ella sola tomó la almohada con una mano para taparse la boca pues mi lengua trataba de penetrar su virginal intimidad y con la otra me tiraba de los pelos, “metémela por ahí, quiero por ahí”, -decía con voz ronca, pero yo aún tenía resto y elevé sus caderas para que los dos huecos quedaran a merced de mi boca presta y mi lengua inquieta.
Trasladar sus jugos unidos a mi saliva para comenzar a lubricar el hoyito de su culito gordito fue como si le diera una descarga eléctrica y continuaron sus temblores y gemidos. Yo sabía que con la dilatación de las lamidas no sería suficiente y paré para tomar el tubito del gel, “seguí metémela, por favor, la quiero”, -pedía desencajada-. “Aguantá un poco más y dejame a mí”, -le pedí como ordenándole y obedeció dejando que hiciera a gusto-. La puse boca abajo moviendo su cuerpito sin inconvenientes y quedó ante mis ojos el hermoso monte que conformaban sus dos nalgas duras y paradas. Una de las almohadas quedó debajo de su vientre y tuve más comodidad para usar las manos a gusto, le abrí los cantos para ponerle el gel y mis dedos embadurnados se movieron solos.
El culito de Azul acusó la entrada de la yema del dedo medio, pero su quejido fue amortiguado, entonces, estirado de costado y con casi los pies en el suelo, besé su espalda mientras mi dedo se perdía en su interior, entré y salí lubricando sus paredes rectales y lo hice girar para que la dilatación se intensificara, “sí, sí, sí, dame más”, -pedía gimiendo y levantando las caderas- y un segundo dedo fue entrando sin que acusara nada más que un poco de molestias. Moví mi mano a gusto y, por momentos, otros dedos de esa misma mano tocaban su vagina anegada y el botoncito erecto que parecía palpitar, todo lo cual le provocaba estremecimientos.
“Metémelo tío Edu, no aguanto más”, -pidió lloriqueando-. Ella no aguantaba sus ganas y mi verga pedía a gritos estar dentro de su conducto cálido y apretado, entonces me arrodillé detrás de sus caderas elevadas y, luego de ponerme gel en el glande y parte del tronco, pincelé la zona haciendo una leve presión en los huecos lubricados. La llevé con la mano, no quería que un empujón desubicado le hiciera doler demasiado, el glande ingresó en parte por su vagina y Azul sintió cuando sus carnes se abrían quejándose por la intromisión, pero ella misma se esforzó por aguantar. Mis ganas de penetrarla sin detenerme parecían imponerse, sin embargo, todavía dominaba la situación y no avancé.
La nena se desesperaba, empujaba hacia atrás con sus caderas tratando de penetrarse más y me moví un poco sin avanzar demasiado, el tope de su himen se hacía sentir en el glande y no la quería romper, pero a ella no le importaba, se notaba que gozaba como descocida y no podía articular muchas palabras, aunque no hacía demasiada falta, los temblores se adueñaron de ella y expelió sus jugos como si se estuviera orinando, “qué rico tío, qué rico, dame más”, -pedía clavándome los dedos en mis antebrazos, pero yo iba por su culito y salí de ese lugar caliente y anegado.
Levanté un poco más sus caderas y su orificio dilatado quedó a disposición, primero metí el glande moviéndolo para no presionar y luego me aferré a sus nalgas para seguir entrando en ella. De entrada, notó que el tamaño de las vergas no era igual y su quejido fue prolongado, “me duele tío Edu, es muy grande, me duele mucho, sacala, sacala, no la aguanto, no seas malo, ¡por Dios!, me duele, me duele”, -pidió con un toque de desesperación-, claro que, a esa altura, no valía nada lo que pidiera y estiré la mano para taparle la boca mientras empujaba notando como se abrían sus carnes y émbolo avanzaba por su conducto estrecho que también me causaba dolor en todo el tronco.
Las lágrimas caían por su cara cuando llegué a meterla toda y recién allí me quedé quieto, aunque me fruncía para que mi verga pareciera latir en su interior y Azul sentía la cogida como nunca. Era espectacular ver mi verga incrustada en medio de sus nalgas y me moví muy poco, sólo para ver parte del tronco asomar y luego perderse nuevamente en esa lisura. Azul parecía desfallecida, tenía sus brazos abiertos en cruz y su cara tenía un gesto raro, pero pronto noté como sus nalgas tendían a moverse buscando lo ancestral del entrar y salir. Era lo que esperaba y me moví con más ritmo provocándole más quejidos, no sólo al sacarla toda, sino también al volver a penetrarla profundo, aunque éstos ya no eran iguales.
El dolor inicial se había aunado con el placer de la cogida y se mezclaba con gemidos. Yo quería rebotar sobre esas nalgas gorditas y le saqué la verga sin prestar atención al dolor que experimentó con el “plop” que surgió. “Dame más tío”, -pidió por inercia antes de darse cuenta que la giraba para ponerla boca abajo y allí el panorama fue soberbio-. El culito definitivamente abierto de Azul parecía llamarme y emboqué el glande nuevamente, todo mi cuerpo la tapó, mi pelvis golpeaba haciendo ruido sobre sus nalgas mientras ella demostraba el dolor que sentía aplastando su boca en la almohada, sollozaba por la cogida que la dilataba como nunca y me moví entrando y saliendo con más ritmo.
En un momento me di cuenta que me había pasado tres o cuatro pueblo, Azul no hablaba, no se quejaba ni movía sus manos, estaba como ida y me apuré a llenarle las tripas de leche de hombre, sólo se escuchó un “ayyy” cuando le saqué la verga del culito y me di cuenta que, aunque consciente, el esfuerzo la había superado. Yo también estaba “fundido” y me tiré sobre la cama mirando al techo, pero tuve la delicadeza de hacerla girar y abrazarla para que apoyara la cabeza en mi pecho. De a poco se fue recuperando y, luego de un rato, levantó la cara para mirarme…
- Mi culito me quedó abierto y me dolió mucho, pero me encantó, nunca me había pasado todo lo que sentí.
- Me alegro que te haya gustado, eso te hará dar cuenta la diferencia entre un hombre y un chico.
- Tenés razón, vos vas a ser mi único novio.
- No podemos ser novios, hay mucha diferencia de edad, sacate esa idea de la cabeza, los que se dicen novios sólo te usan para cogerte, acá soy el mayor y el que mando, si podemos vamos a repetir, pero no quiero que estés “regalándote” con todos, si querés “jugar” a los novios con tus primos está bien, pero nada más que con ellos.
- ¿Tengo que dejar de ver al hijo del Capataz?
- Es preferible porque vas a tener problemas, además si quiere prestarte para coger con el padre son malas personas y sólo quieren usar tu culito, además, si tu papá se entera van a tener problemas y se quedarán sin nada.
- Está bien, pero mi mamá va a seguir haciéndolo con el Capataz y también se puede armar lío.
- Eso es algo que también hay que evitar, tu mamá tiene que saber que vos la viste.
- Nooo, me mata si sabe.
- No te va a matar porque vos le vas a decir que estabas sola cuando la viste, además, si te pregunta, le decís que esta noche estabas triste y me lo contaste a mí, aunque nunca, jamás de los jamases se te puede escapar que estuvimos juntos, nadie te creería y de seguro te van a internar en un asilo por lo del video y por lo del hijo del Capataz.
- ¿Vos no vas a borrar el video?
- No, lo voy a guardar y si hablás algo de lo que hiciste conmigo hago que tus padres se divorcien y que te castiguen. Creo que un poco nos queremos y no habrá necesidad de decir nada de nada.
- Yo te quiero mucho y me gustó lo que hicimos, te prometo que nunca voy a decir nada de lo que hicimos hoy, pero vos me tenés que prometer que lo haremos de nuevo, jijiji…
- Sos una putita y me encanta que seas así, te prometo que si tenemos oportunidad lo vamos a hacer de nuevo, hay muchas cosas que te quiero enseñar.
- Dale, dale, yo quiero, pero ahora me duele el culito y siento que algo sale de allí, debe ser tu leche.
- Bueno, vamos a bañarnos, yo te voy a bañar y te voy a hacer mimos.
- Bueno, vamos, me gustan mucho los mimos.
Me levanté de la cama llevándola conmigo y me di cuenta que mi verga no estaba muy sucia, no era porque no hubiera suciedad en su interior, sino porque al salir, la presión de su conducto me la fue limpiando. Como fuere, ella, con total desparpajo, dejó salir todo en el inodoro y luego se metió conmigo debajo de la flor de la ducha. Disfrutó de los mimos y de la enjabonada, el enjuague y el secado, hasta se animó a chupármela un rato, pero su boca apenas si podía alojar algo del glande y parte del tronco, como fuere, la cosa no dio para más, luego se vistió y se fue a dormir a su cuarto. Ya vería yo que pasaba en la mañana con su madre, su culo era impactante y me desafiaba, aunque lo de Azul había sido sublime.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Eres el mejor haciendo relatos, yo compraría un libro si lo escribes, aunque se que muy hombre de vez en cuando deberías tocar los penes de los chicos total son niños y no creo que eso te haga sentir menos hombre
Diossss… Aún le queda mucho por aprender a Azul… Sobre todo a mantener la boca cerrada. Sería interesante que su papá se diera una vuelta por la casa de Graciela y consiguiera a su esposa coqueteando con Eduardo.
Me gustaría comunicarme con vos tengo algo que te puede llevar a escribir algo muy rico y me gustaría compartirtelo