Como convertí a mi primito menor en mi putita mamadora CAP 6
Durante los siguientes meses mi primo putito se dedicó a atender mi verga en lugares publicos.
Pues bien, nos acercamos al final de esta historia, así que me gustaría empezar por hacer un repaso rápido de los acontecimientos.
Y es que de verdad me encanta, rememorar todo lo vivido con mi primito. Pues como dije es una historia real que se extendió por casi 12 años, me gusta recordar como al inicio él era un nene de 4 años que se negaba a chupar mi pene, pero con el tiempo le fue gustando cada vez más, hasta volverse en una buena putita, siempre hambriento de verga, que incluso me rogaba por qué le diera de comer verga.
Estoy muy agradecido con la vida, por haberme dado a ese primo tan putito, tan mamador y nalgón, que tantísimo placer me dio con su boquita mamadora y el culito apretado y tragón que tenía.
Me calienta pensar en cómo lo usé durante toda mi infancia y buena parte de mi juventud, para darme placer, de cómo mi verga fue succionada por esa boquita cientos o quizá miles de veces, sin olvidar lo mucho que disfruté de meter mi pene en su culito rico durante los últimos años.
Aunque a veces siento un poco de culpa, al final corrompí a un nene inocente y no sé hasta qué punto fui responsable de su homosexualidad.
Pero no me arrepiento de nada, fue una maravillosa aventura, que me lleno de placer, esa boquita y ese culito me hicieron tocar el cielo muchas veces.
Sin dudas mi primo es de las personas con las que más sexo y más placer me han dado en toda mi vida.
Tras los acontecimientos que narre en los capítulos anteriores, se inició una nueva etapa en nuestra relación, una que duro casi 3 años, y fue la más deliciosa y caliente que tuvimos, pero también fue la última.
Hay varias razones por las que fue la mejor etapa, como ya estaba más grandecito sus orificios estaban listos para aceptar mi verga, sus mamadas eran increíbles, ahora me entregaba el culo y tenía una excelente actitud de putita caliente, obediente y servicial, a la que le encantaba atender a su macho.
Además, pocas veces he visto a alguien tan fascinado con mi cuerpo, claramente yo le gustaba mucho y no dejaba de alabar mi verga, decía que todo en ella era perfecta, su tamaño, su olor, incluso su sabor.
Y en realidad eso era mutuo, a mí también me gustaba mucho su cuerpecito de putita de 13 años. Ver ese culo gordo al andar me calentaba y mi verga babeaba cuando lo tenía desnudo frente a mí.
Recordemos que hasta ese momento yo no había sentido ninguna atracción por él, yo solo había sido un niño caliente que usaba la boca de su primo menor para darse placer.
Pero a sus trece, él estaba innegablemente riquísimo. Y mientras escribo esta historia, me doy cuenta que no era una atracción homosexual, lo que pasa es que en esa etapa mi primo era un extraño ser andrógino.
Sus facciones aún infantiles y lindas, su menuda espalda, su piel suave, sus caderas marcadas, sus piernas gorditas y, sobre todo, sus nalgas firmes y bien formadas le daban esa exótica apariencia femenina. Y el hecho de que cuando teníamos sexo, el fingía la voz, usaba peluca de mujer, se pintaba los labios y gustaba de usar unas muy femeninas tangas, ayudaba mucho a esa imagen de nena.
Solo su pecho plano, junto a la pequeña verguita y huevos lampiños que le colgaban, indicaban que era un chico. Y he de confesar que me llegó a gustar ver cómo su verguita se balanceaba de adelanta a atrás, cuando yo le bombeaba la verga por el culito, me parecía algo tierno.
Cómo recordarán mi primo y sus padres habían vuelto a vivir a mi país, temporalmente se hospedaban en la casa de la abuela.
Si bien, ya no éramos unos niños y ambos teníamos todas las ganas del mundo de gozar del cuerpo del otro. Nos encontramos con una serie de dificultades para encontrar un espacio donde dar rienda suelta a nuestros deseos.
Cómo nuestra relación era prohibida, amoral y hasta ilegal, debíamos ser muy cautelosos, si éramos descubiertos, yo podría hasta terminar en la cárcel, aunque mi primo dijera que a él le gustaba y que yo no lo obligaba.
En nuestras casas siempre había alguien, como él era menor de edad no podíamos usar hoteles o lugares así, además obviamente yo debía ocultar mi relación con mi primo de mis amigos, conocidos y sobre todo de mi novia.
Pese a todo eso, nos las ingeniábamos, para que, de una forma u otra, mi primito puto, me atendiera la verga varias veces al mes. La mayoría de las veces usando su boquita mamadora, o sus manos, pero de vez en cuando también usábamos su culito apretado.
Lo más sencillo era buscar cualquier excusa para que uno se quedara a dormir en la casa del otro, lo hacíamos sobre todo los fines de semana, nos acostamos juntos y esperábamos a que todos durmieran, y así teníamos unos deliciosos encuentros nocturnos.
Mi primo siempre se ataviaba con el que empezamos a llamar su uniforme de putita, es decir, usaba su peluca rubia, se pintaba los labios y usaba tanga, que hacían lucir su rico culo, aún mejor.
Eran encuentros muy intensos, pero debíamos ser muy silenciosos para no despertar a nadie, así que tuvimos que dejar de lado el sexo anal, ya que a él le era imposible callar los gritos de dolor y placer que le producía mi verga entrando y saliendo de su culo, ensanchando ese apretado orificio.
Así que mi principal fuente de placer era esa calidad boquita mamadora, él comía y comía verga gustosamente, en silencio, bajo las cobijas, con carita de placer, para él, mi verga era un delicioso manjar que no se cansaba de succionar. Podía hacerme acabar tres o cuatro veces por sesión, yo veía las estrellas disfrutando de sus caricias orales.
Sus mamadas mejoraban a un ritmo increíble, parecería mentira, pero cada mamada era un poco mejor que la anterior. Y antes de darnos cuenta, su boquita ya era capaz de engullir la totalidad de mi verga, sin problemas.
Le gustaba comérsela toda, hasta la base, hasta que su barbilla estaba recargada en mis huevos y su nariz metida entre los bellos de mi pubis. Y quedarse así, aguantando lo más posible. Mientras que yo deliraba del placer y sentía que mi verga se derretía dentro de su boca y garganta.
Por mi parte, más allá de disfrutar de sus gloriosas mamadas, me dedicaba a amasar sus ricas nalgotas y a jugar un poco con los dedos en su culito. Así ambos nos veníamos, yo por sus succiones y lamidas en la verga, y el con mis dedos en su culo y haciéndose la paja.
Cómo era una excelente putita, y le gustaba esforzarse al máximo para hacerme gozar lo más posible, él mismo se inventó un juego, se tragaba toda mi verga y me pedía que yo tomara el tiempo en que era capaz de tenerla hasta el cogote, mientras que mis dedos entraban y salían de su ojete.
Al inicio aguantaba unos tres o cuatro segundos, pero poco a poco fue aumentando su tiempo. Para cuándo aguantaba más de 40 segundos sin siquiera pestañear, deje de contar, pues más bien me tenía que concentrar en no venirme, de lo rico que era.
De hecho, llegó a ser tan jodidamente buen mamador, que tuve que empezar a pedirle que se contuviera, pues de no hacerlo, habría sido muy capaz de hacerme venir en menos de dos minutos.
Pero si bien los encuentro nocturnos eran espectaculares, decidimos hacerlo lo menos posible, pues si seguíamos durmiendo juntos podíamos levantar sospechas.
Así que tuvimos que buscar otras formas de poder tener encuentros.
Aprovechábamos la más mínima oportunidad que tuviéramos. Si había reunión familiar, nos escabullíamos a algún cuarto solitario y le dábamos rienda suelta a nuestros deseos.
Esas ocasiones tenían un gusto especial y nostálgico, pues justamente así eran nuestros encuentros cuando éramos niños. Pero tenían que ser fugaces, él me daba tremendo mamadón rápido, que me hacía hasta temblar las piernas, con la peluca, pero sin pintarse los labios. A veces, si teníamos tiempo suficiente y las condiciones eran apropiadas, me deja puntearle el culo con la cabeza de la verga, pero solo eso.
En cuanto me venía, nos arreglamos y volvíamos como si nada a donde estaba la familia.
Algo que hacíamos cuando no había más opción y ya estábamos muy calientes, era vernos como si nada por las tardes, ante los ojos de todos éramos dos primos saliendo a pasar el rato.
Pero la realidad es que, salíamos en búsqueda de algún lugar donde mi putita me pudiera atender.
Encontramos un parque solitario y mal iluminado, donde si había suerte y no había muchas personas, podíamos colarnos entre unos matorrales y ahí mi primito se arrodillaba frente a mí y me daba rápidas y deliciosas mamadas.
Y si no había suerte y había personas, simplemente nos sentáramos en una banca del parque, yo cubría mi entre pierna con alguna bolsa o chamarra y el metía las manos por debajo, mientras que fingía no hacer nada, y me daba tremendas pajas, lentas y ricas.
Descubrimos que eso era sumamente fácil y bastante seguro, jamás nadie se dio cuenta de lo que hacíamos, aunque llegaron a pasar personas frente a nosotros, pero ellos solo veían a dos chicos platicando, sentados en la banca. En una ocasión incluso lo hicimos en la misma banca donde un tipo leía, en todo ese tiempo jamás vio que junto a él un primito de 13 años deslechaba una y otra vez con las manitas a su primo mayor, justo a su lado.
A mí primo le gustaba, tras menearme la verga un rato, lamer las palmas de sus manos, pues decía que así podía sentir el sabor de su macho frente a todos, y luego volvía a meter las manos y seguía jugando con mi verga, y como ahora había saliva de por medio la paja tenía un gustito agregado.
Justamente en ese parque, tuvimos uno de los encuentros más calientes e intensos de todos. Ese día no corrimos con suerte, había muchas personas en el parque, así que estábamos en una banca, yo tenía una sudadera sobre mis piernas y bajo ella mi primo me masturbaba deliciosamente mientras me susurraba al oído que le encantaba lo dura que estaba mi verga.
Llevábamos así una media hora y justamente estábamos probando cuánto tiempo yo era capaz de aguantar mi venida, así que él me masturbaba muy lento. Estábamos muy calientes. Cuando de pronto empezó a llover, no quisimos parar así que el seguía jalando mi verga y yo disfrutando de sus caricias.
La lluvia se fue volviendo más fuerte y con ello las personas que estaban en el parque se fueron, nos estábamos mojando mucho, pero no nos importaba, ninguno quería parar.
Tan concentrado estaba en la rica paja que me hacía mi primo, que no note que la lluvia ya era un verdadero aguacero. Los dos estábamos empapados y excitados, no había un alma en el parque ni en las calles que lo rodeaban.
Cuando fui consciente de ello, una idea muy caliente me llegó a la cabeza, me descubrir la verga y ahí mismo como estábamos tome la cabeza de mi primo y lo empuje. Él de inmediato entendió lo que yo quería, y muy sonriente bajo a regalarme unas buenas chupadas de verga.
Era un delirio estar sentado en esa banca de un parque público, recibiendo una rica mamada de mi primo putita, el contraste de la fría lluvia sobre mi cuerpo, con lo caliente que sentía la verga dentro de esa boquita caliente, me volvió loco.
El mamaba y mamaba con la pericia de siempre, el agua le escurría por los cabellos, se notaba que le encantaba chupar verga bajo la lluvia.
Se me ocurrió una idea todavía más cachonda, era arriesgado, pero había que aprovechar la situación, no todos los días puedes coger en un parque público bajo la lluvia, así que lo puse de pie frente a mí, dándome la espalda, de un tirón bajé sus pantalones hasta las rodillas y tomándolo de las caderas le indiqué que se sentará en mi verga.
La idea le gustó de inmediato, así que apoyando sus manos sobre mis rodillas se inclinó y bajo esas gordas nalgas, le ayude a sostener su peso con mis manos en sus caderas y así juntos fuimos bajando su cuerpo.
Su propia saliva, más el agua de la lluvia funcionaron como lubricante, su culito se abrió para recibir a su invitado, pronto engulló la cabeza de mi verga y empezó a cabalgarme por primera vez.
Era un placer divino sentir como su culito iba tragando mi verga, su recto estaba aún más caliente que su boquita y muchísimo más apretado.
Dejo que la mitad de mi verga entrara en él y empezó un lento sube y baja. Cómo el controlaba la velocidad y profundidad de la cogida, se dio gusto cabalgando.
Para mí era un delirio ver esas nalgas perfectas tragarse mi verga bajo la lluvia. Fue un momento increíble.
Bien recuerdo que ese putito tuvo su primer orgasmo anal, sin necesidad de estimular su verguita, esa tarde mientras me cabalgaba bajo la lluvia.
También nos gustaba hacerlo en un cine, buscábamos las funciones en las que sabíamos que habría pocas personas. En cuanto se apagaban las luces de la sala, mi primo se ponía su peluca y sigilosamente se arrodillaba entre mis piernas.
Pasaba mame y mame verga durante toda la función, yo disfrutaba de su boquita succionando mientras veía la película y comía palomitas de maíz.
Cuando empezamos a ir a los cines, solo eran mamadas. Pero tras la vez que lo hicimos en el parque bajo la lluvia, mamaba un rato y después se dedicaba a cabalgarme, con mi verga en su culito rico.
Aunque nuestras visitas a los cines eran pocos frecuentes, pues nos daba miedo ser descubiertos.
Otro encuentro bastante interesante se dio en una ocasión en la que como el salió de vacaciones con sus padres, pasamos casi tres emanas sin vernos, así que cuando volvió ambos teníamos muchas ganas acumuladas.
Caminábamos por la calle muy calientes, buscando un lugar donde poder hacer nuestras travesuras. En un momento de desesperación me metí con él a una calle solitaria y obscura, lo recargué contra la pared y empecé a manosearle las nalgas.
Él se dejaba, pero me decía que buscáramos un lugar mejor, pues ahí podíamos ser descubiertos. Pero yo ya no me aguantaba más las ganas, así que me saque la verga y le ordene que se pusiera a mamar.
Todas sus dudas se fueron cuando vio mi verga dura frente a él, se arrodilló y empezó a darle lamidas a la cabeza, mientras sus manitas me pajeaban el tronco.
Ambos estábamos gozando de lo lindo, pero de pronto un ruido nos asustó. No descubrimos que fue el ruido, pero mi primo tuvo una buena idea.
– mira, me dijo señalando una casa abandonada, creo que ahí nos podemos meter.
Le dije que esperara, y fui a revisar que el lugar estuviera efectivamente abandonado, pude entrar desde una puerta trasera y si bien él lugar estaba muy sucio, lleno de basura y hasta mierda. No había nadie.
Regrese por él y nos metimos, normalmente mi primo, tan delicado que era, se habría negado a tener sexo en un lugar así, pero ese día su calentura era demasiada, así que juntos buscamos dónde hacerlo.
Decidimos que lo mejor era hacerlo de pie y para ello lo mejor que se nos ocurrió fue la escalera, él se quedó parado al pie de la escalera y así me basto con subir dos escalones, para que su cara quedara a la altura de mi verga.
Me la saqué y el solo tuvo que inclinar su cuerpo un poco hacia adelante, para poder engullir la cabeza de mi verga y succionará sin tener que moverse.
Pensé que devoraría mi verga con desesperación, pero, todo lo contrario, se dedicó a saborearla muy despacito. Dándome una mamada lenta y deliciosa.
– mmmm primo que rico tienes ese penesote, como extrañaba chuparlo, jiji.
Lo deje mamar por varios minutos, cuando él dijo las palabras mágicas.
– primo ¿Te gustaría meterla en mi culito? Tengo muchas ganas su creo que aquí se puede ¿No?
Lo subí un escalón arriba de mí, con las manos recargadas en la pared y parando las nalgas, bajé un poco su pantalón y ahí estaba ese rico ojete, a la altura perfecta para meterle la verga sin siquiera tener que doblar las piernas.
No sé si fue por qué por primera vez lo estábamos haciendo de pie, pero ese día su culito estaba más rico que de costumbre.
Lo aferré de las caderas y empecé a bombearle media verga por su culito tragón.
huuuy…hoooooommmm….esperaaaa….hooooo….noooo tan rápido…hooooo me estás lastimando mi culitooooooo.
Pero yo no lo escuchaba, martillaba esas nalgas, clavando mi verga y gozando de las sensaciones de ese culito, hasta que me vine, pero aún tenía ganas de más, así que se la volví a enchufar y seguí bombeando hasta que nos venimos juntos unos minutos después.
Salimos corriendo de la casa abandonada, pues no sabíamos si alguien había escuchado sus gritos, pues mi primo de verdad que era muy gritón cuando lo enculaba.
Quisimos volver a esa casa abandonada una vez más, pero nos encontramos con unos drogadictos, así que ya no regresamos ahí.
Estos y muchos encuentros más, se fueron por espacio de varios meses y si bien eran ricos, nos hacía falta encontrar donde tener sexo sin restricciones ni miedo a ser descubiertos.
Afortunadamente la solución a todos nuestros problemas, se dio cuando sus padres compraron un departamento.
Ahí empezó la verdadera locura, pues ahora teníamos las tardes enteras para gozar en privado, así que teníamos sexo como conejos, casi a diario.
Fueron los dos últimos años de relación, pero en verdad fueron increíbles. Pero eso lo contaré en el siguiente y último capítulo
Como sigue? Necesito mas…
uufff… que fantasía de historia. Me tienes enganchado a ella.
Este relato es una gozada, es una lastima que el próximo sea ya el ultimo episodio.
Aunque ojala escribas mas historias.
Excelente relato… como sigue?
Así da gusto masturbarse… Que delicia de relato.
Que lastima que nunca te veniste dentro de ese culito. De seguro a tu primita le hubieraga gustado la sensación de semen dentro de su culo.