Como convertí a mi primito menor en mi putita mamadora CAP 7
Ahora que teníamos un lugar para tener todo el sexo que quisiéramos, empezaron unos meses muy movidos, mi primer seguía mamando mucho, pero ahora él plato principal era su culito tragon.
En un inicio pensé que está historia duraría un par de capítulos y ya, pero conforme iba escribiendo ahondaba más en detalles y por eso se fue alargando tanto.
Me gustó mucho escribir y recordar todas esas vivencias, ahora entiendo está historia de otra forma, antes no pensaba mucho en ello, pero ahora creo que fui muy afortunado al haber vivido todo esto.
Cómo dije en algún momento, no puedo estar más agradecido con la vida, por darme a semejante primito rico, bien putito y cojelón.
No me canso de decir que, durante su pubertad tenía un cuerpecito bien rico, con ese culito gordo y bien formado y su carita infantil. Además, tenía una actitud de putita caliente, dispuesta a satisfacer a su macho, siempre contento de sacarme la leche con su boquita mamadora y su culito tragón.
Una buena putita servicial, que me regaló miles de momentos llenos de placer y que saco litros de leche a mis huevos.
Repito que él es de las personas con las que más sexo he tenido en mi vida, pues recordemos que está historia duró más de 10 años, que desde sus 4 añitos mi primo fue mi putita mamadora.
Se que dije que este sería el último capítulo, pero todavía habrá uno más, por ahora les contaré la etapa más movida sexualmente hablando, con mi primo putito.
Está etapa empezó cuando sus padres compraron un departamento. Y con ello, nos dieron a mi primo y a mí, un lugar donde al fin poder tener todo el sexo que quisiéramos sin tener que preocuparnos por ser descubiertos.
El lugar era perfecto, francamente no podíamos pedir nada mejor, el departamento era muy bonito y muy grande. Afortunadamente durante el día no había casi vecinos en el edificio, así que mi primo podía gritar a sus anchas mientras lo enculaba, sin temor a ser escuchado por nadie.
Sus padres salían a trabajar en la mañana y regresaban hasta la noche, así que él estaba totalmente solo toda la tarde, después de volver de la secundaria.
Pero lo mejor de todo, era que el departamento estaba muy cerca de mi universidad, así que me basto con acomodar los horarios de mis clases, para tener las tardes libres, y salir corriendo a ver a mi putita.
Nadie de mi familia lo sabía, ni mis amigos, ni mi novia, pero yo pasaba a ver a mi primo prácticamente todos los días y estaba con él dos o tres horas, aprovechando hasta el último minuto para que mi verga fuera bien atendida por sus dos orificios, hasta que mis huevos quedaban vacíos.
Sexualmente hablando, esa fue una de las mejores etapas de mi vida, pues yo tenía mucho sexo y muy rico, todo el tiempo, tenía quien me sacará la leche varias veces al día y con frecuencia era con más de una persona al día. Pues yo seguía teniendo una vida sexual activa con mi novia, y a escondidas había otra » mujercita» a mi servicio, nada más y nada menos que mi primo putita.
Era común que por la mañana mi novia me atendiera con su puchita caliente, y por la tarde mi primo me diera unas ricas mamadas y me dejara encularlo.
Me encantaba coger con cualquiera de los dos, pero poco a poco le fui dando preferencia a los encuentros con mi primo. Y es que con mi novia el sexo era más lento y tenía que ser con cariño, siempre usando condón. Mientras que con mi primo todo era más salvaje, más animal y a pelo. Además de que me gustaba mucho la idea de que solo usaba su cuerpo para satisfacerme y ya, como si fuera un objeto para ser usado para mí placer.
Yo aguantaba muy bien el ritmo, pues a mis 18 años tenía una enorme potencia sexual, mis huevos siempre tenían una buena reserva de leche y mi verga siempre estaba lista para la acción.
Yo estaba feliz y de muy buen humor todo el tiempo, como solo lo está alguien que tiene bien satisfechas sus necesidades sexuales.
Salía temprano de la universidad, con un nudo en el estómago producto de la excitación y emoción de ir a ver a mi putita, a escondidas de todos, corría con la verga ya bien dura en mis pantalones.
Al llegar al edificio le avisaba por el interfón que ya había llegado y así él me abría la puerta, ataviado con su uniforme de putita, es decir, solo vestía un pequeño tanga que le marcaba muy bien las caderas y se le metían entre las gordas nalgas, su peluca rubia ya colocada y con los labios bien pintados de algún color, además en ese tiempo empezó a usa gloss, lo que hacía que su boquita se viera más sensual todavía. Una verdadera boquita de puta mamadora.
Tuvimos sexo en todas y cada una de las habitaciones del departamento, pero por alguna razón, nuestro lugar para coger, acabo siendo un robusto sillón de tras plazas y cuero café, que estaba en la sala.
Debo decir que ese sillón debía ser de muy buena calidad, de otra forma no me explico como aguanto las miles de veces que empuje mis caderas con fuerza, contra las nalgas de mi primo. Por qué si, ahora que teníamos privacidad no había día que no le metiera la verga por el culito, ese hermoso hoyito que se volvió la principal fuente de mis placeres.
Por supuesto que mi primo me seguía atendiendo la verga con la boquita todos los días y con frecuencia más de una vez al día, ambos lo disfrutábamos mucho, pero ahora las mamadas eran solo el aperitivo, pues su culito paso a ser el plato principal.
Recordemos que en los meses posteriores a la noche en la que le me entrego el culo por primera vez. Había podido disfrutar muy poco de su culito, y siempre había tenido que ser con cuidado y metiendo solo una parte de mi verga en él. Pero ahora que teníamos el departamento para nosotros todas las tardes, me dedique a entrenarle bien ese culito, hasta convertirlo en un hoyito bien tragón de verga, ese ojete apretado y delicioso, se convirtió en la puerta al paraíso.
Al igual que ocurrió con su boquita mamadora, fue cuestión de tiempo para que su culito se acostumbrara a mi verga, cada vez era más fácil metérsela, y poco a poco fue pudiendo tragarse toda mi carne y un poco después ya me pedía que le diera bien duro, le podía sacar y meter mi verga por completo y a toda velocidad, mientras que el gemía y gritaba como loco.
Si bien nos veíamos casi todas las tardes de lunes a viernes, siempre estábamos ansiosos por el siguiente encuentro, sabíamos darnos tanto placer el uno al otro, que simplemente no nos cansábamos o aburríamos de coger como locos todo el tiempo.
Él me abría la puerta muy sonriente, semi desnudo, con solo su tanguita rica y su peluca rubia. Yo entraba al departamento bajándome los pantalones, casi que ni nos saludábamos, el me ayudaba a desnudarme, viéndome con deseo y aprovechando para acariciar y besar todo mi cuerpo.
En cuanto mi verga salía de entre mis ropas, la acogía con sus manitas y empezaba a darme una lenta paja para ir calentando motores. Le gustaba mucho jalarme la verga mientras que su lengüita succionaba mis pezones.
Yo recargaba la espalda en la puerta recién cerrada, lo dejaba hacer mientras que mis manos se iban de inmediato a apretar sus gordas y firmes nalgas. No me cansaba de amasar esas montañas de carne tan redondas y firmes, francamente mi primito puto tenía mejor culo que mi novia.
Nos quedábamos así un par de minutos, casi que sin hablar y si lo hacíamos era para alagar el cuerpo del otro. El siempre repetía que le encantaba mi verga, mientras seguía pajeando.
Tras eso, me llevaba al sillón, sin soltar mi verga, yo me sentaba y él se arrodillaba entre mis piernas, sobre un cojín para estar más cómodo. Hay que decir que él, antes de que yo llegara, ya tenía colocado sobre el sillón, servilletas de papel y un bote de lubricante.
Repito que pocas veces he visto a alguien disfrutar tanto de tener una verga en la boca, el gemía y reía mientras chupaba y chupaba pene.
– mmmmmm como me gusta esta cabecita tan bonita que tiene tu verga, primito jiji huuuuy pero que rico hueles. Decía mientras empezaba a dar besos y lamidas por todo el glande, bajaba por el tronco y entonces les daba a mis huevos su ración de besos y lamidas. Incluso, cuando él estaba más caliente de lo normal, mi culo también recibía su dosis de lamidas, lo cual me fascinaba.
Aunque había veces que me decía – jiji hoy la traes apestosita, no te lavaste bien cochino jiji, pero no te preocupes ahorita te la dejo bien limpia y brillante con mi salivita jijiji
Cuando decía eso yo me ponía como toro, pues me daba mucho morbo, y es que él no lo sospechaba, o eso creo, pero las veces que mi verga le olía mal, era por qué había tenido sexo con mi novia. Me excitaba sobre manera que el sin saberlo limpiaba mi verga con la boca, comiendo los restos secos de jugos vaginales, semen, el lubricante de algún condón o la saliva de mi novia.
Fuera como fuera, después de los besos y lamidas, introducía mi verga en su boquita y empezaba a succionar como becerrito hambriento. Cómo teníamos privacidad y no había prisas, él se tomaba su tiempo para mamar con calma y paciencia, saboreando cada centímetro de verga que le entraba en la boca.
Lo hacía muy rico y muy lento, para alargar el placer de ambos. Yo no tenía que darle ninguna instrucción, él ya era todo un experto en hacerme gozar con la boca y sabía perfectamente como me gustaba que lo hiciera.
Gracias a qué sus mamadas eran lentas y delicadas, yo podía aguantar un buen rato de ese placer sin venirme, pues para ese momento, era tan buen mamador, que si hubiera querido me habría podido hacer acabar en menos de dos minutos.
Lo dejaba hacer a su ritmo y gusto, mientras que me retorcía en el sillón y no paraba de decirle que era mi putita mamadora y cuánto me gustaba esa boquita comiéndome la verga.
Las sensaciones eran deliciosas, pero también disfrutaba mucho de ver su rostro de placer mientras chupaba y chupaba incansable. Con frecuencia encendía un cigarro y fumaba mientras que el seguía mamando verga.
Pero si bien me encantaban sus mamadas, yo quería también gozar con su culo y es que ambos orificios eran deliciosos a su manera, los dos me daban mucho placer con sensaciones distintas.
Así que empezaba a preparar su culito, para ello me gustaba mucho acostarme sobre el sillón y le ordenaba que se subiera en mí, como si hiciéramos un 69.
Él se ponía muy contento pues lo único que le gustaba más en el mundo que mamar mi verga, era mamar mi verga mientras yo le empezaba a trabajar el culo.
El seguía mamando sobre mí, mientras que yo tenía un perfecto primer plano de sus gordas nalgas sobre mi cara. Le hacía a un lado el hilo del tanga, para ver ese rico ojete, que siempre olía bien, pues el me recibía recién bañado y perfumado.
Ponía un poco de lubricante en mi dedo y empezaba a meterlo en su culito, el gemía y se retórica, le encantaba tener mi verga en su boca y mis dedos en su culo.
Había veces que él se venía antes que yo, solo con la masturbada anal que yo le daba. Le metía un dedo, jugaba un poco con el dentro de su recto, para luego meter un segundo dedo y hasta un tercero.
Había veces que no solo usaba los dedos, le llegue a introducir distintos objetos por el culito, pero él me decía que prefería que solo le metiera partes de mi cuerpo, es decir los dedos directamente la verga.
Así le iba abriendo el culito, para preparárselo, mientras que el seguía mamando. Su boquita simplemente no se cansaba de comer verga, le encantaba hacerlo, solo se detenía si yo se lo ordenaba, y si era así, dejaba descansar mi verga, pero su boquita seguía trabajando, chupando mis huevos o lamiendo mis piernas.
También era común, que mientras chupaba verga, me metiera un dedito en el culo, cosa que cada vez me gustaba más, de hecho, el muy putito no sé de dónde, pero investigo como masajear mi próstata con el dedo.
Me hacía venir tan fuerte con la boca y el dedo, que yo acababa casi desmayado sobre el sillón y trataba varios minutos en reponerme.
No sé si lo hacía a propósito, pero había ocasiones en las que un río de saliva le escurría desde la boca, era tanta que me llegaba al culo e incluso manchaba el asiento debajo de mí.
«Slurrrp, slurrrp, slurrrp» la sala se llenaba de ese sonido, producido por su boquita sorbiendo mi verga y su propia saliva, además tanta saliva hacía que mi verga se deslizara fácilmente por su garganta, haciendo que sintiera como si la estuviera metiendo en una vagina.
Solo había dos razones por las que su boca liberaba mi verga, ya fuera por qué yo se lo ordenara o cuando no me podía controlar y me venía por tanto placer oral. Pues lamento informar que, pese a que ya era toda una putita, mi primo seguía teniéndole asco al semen, y eso fue algo que nunca cambio, pero a mí cada vez me importaba menos.
Si me hacía acabar con la boca, simplemente tomaba las servilletas y con ellas recogía toda la leche, para después reanudar la mamada.
Pero por lo general yo lo detenía, después de varios minutos de mamada, pues quería empezar a gozar de su culo.
Él se subía sobre el sillón, en cuatro, con la cara y pecho sobre el asiento y parando las gordas nalgas y se las separaba con ambas manos.
– ven mi macho, ven a cogerte a tu putita, disfruta de mi culito, que es todo tuyo. Decía con su vocecita de mujer que tan bien sabía hacer.
Me volvía loco verlo así y es lamentable que por aquel entonces no había celulares con cámara como los de hoy, habría sido excelente tomarle fotos así, sobre todo para llevar un registro de como su culito se fue transformando de a poco. Quienes han tenido una pareja con la que tienen mucho sexo anal, lo entenderán, pues de tanto usarlo, el ano se va abriendo de a poco.
Así que el ojete de mi primo, paso de ser un pequeño asterisco bien cerrado, a un hoyito de putita, que lucía hermoso y lujurioso. Y no me mal entiendan, no se veía mal y nunca dejo de apretarme bien rico la verga.
Por aquel entonces, habría sido fácil encularlo sin usar el lubricante, pues como dije ese culo ya estaba más que adaptado al tamaño y grosor de mi verga. Pero es que a los dos nos encantaba como se sentía el anal con el lubricante, de hecho, era sumamente cachondo el sonido de mi verga entrando y saliendo de su culo aceitado, así que durante esos años debimos gastar al menos un par de litros de lubricante.
Ya con la verga bien lubricada, la colocaba entre sus nalgas, para tallarle el culito con la cabeza, eso volvía loco al puto de mi primo.
– hooooo que cabecitaaaa….hoooo que rica y dura, eso elouejaña primo, emouuujjjaaaaa….huuuuy, pero como me abres el culito…hoooo…que rico….hoooo…ya entro esa cabecita hermosaaaa….hoooooo.
Yo empujaba muy despacio, para que ambos gozábamos cada milímetro de la penetración, su recto me apretaba bien rico, era una delicia sentir como su esfínter cedía y se iba tragando mi verga.
– mmmmm primito rico, que bien culito que tienes, ya es bien tragón y se la come toda.
– huuuy siiiii ya me la metiste toda, como me llenas de verga el culito, hooooo me encantaba esto.
Me divertía meterla toda y quedarme quieto, pues él se iba impacientando y comentaba a mover las nalgotas para que mi verga entrara y saliera de su culo.
Empezaba a moverme, acompañando sus movimientos y ahí empezaba el delirio, de verdad que dentro del culo de mi primo, mi verga se sentía en el paraíso del placer, era sublime sentir como el anillo que su esfínter formaba me recorría la verga, ambos gemiamos y disfrutábamos.
Tras un rato yo empezaba a acelerar mis acometidas, aumentando nuestros placeres, y disfrutando de como rebotaban esas gordas nalgas redondas contra mi cuerpo
Yo trataba de alargar el placer lo más posible, aumentando y disminuyendo la velocidad, a veces tenía que sacar mi verga por completo para descansar un poco y atrasar la venida. Podía estar bombeando ese culo por horas, pero cuando sentía que el climax se acercaba, lo sujetaba de las caderas y empezaba a darle verga con todas mis fuerzas, reventándole el culito.
El enterraba la cara en el sillón y gritaba a todo pulmón del placer que sentía, mientras que tomaba su propia verguita con su mano y se cascaba una rápida paja.
Casi siempre lograba que el se viniera un poco antes que yo, y finalmente yo explotaba, sacaba mi verga de ese delicioso culo y me venía sobre su espalda y nalgas, para luego limpiarlo con las servilletas.
Si el orgasmo había sido muy intenso, descansaba un poco, pero si no, de inmediato volvía a introducir mi verga entre sus nalgas y volvía a bombear ese culote rico.
Todas las tardes usaba ese culo para venirme al menos dos veces, pero no era raro que le diera verga hasta venirme más veces, llegamos a hacerlo hasta 5 veces en una tarde.
No siempre era sobre el sillón, a veces lo llevaba a su cama o a la de los tíos y me lo cogía en posición de misionero, me gustaba mucho ver sus expresiones de placer y como su verga se balanceaba mientras lo enculaba. También nos gustaba que el me montará, lo hacía sobre la cama o sentados en alguna silla, otras ocasiones lo hacíamos de pie, el recargaba las manos contra una pared y paraba las nalgas, aunque hacerlo de pie era candado para mis piernas, debido a la diferencia de altura.
También me gustaba acostarlo sobre la mesa o en algún escritorio, como dije no hubo espacio de ese departamento que no fuera usado por nosotros.
Cuando al fin estábamos satisfechos, me gustaba pedirle que se abriera las nalgas, para enseñarme como su ano quedaba bien abierto de tanta verga que le daba.
Yo tomaba una ducha rápida para lavarme la verga y ambos comíamos algo juntos, mientras platicábamos. Pero antes de irme me gustaba ponerlo a mamar una vez más y para que me hiciera acabar con la boquita una última vez. Y al día siguiente ahí estaba de nuevo dandole verga por los dos hoyos.
Yo regresaba a mi casa contento y satisfecho, les decía a mis padres que había salido con amigos o con mi novia y ya. Mientras que los tíos volvían a su departamento por la noche y se encontraban a mi primo haciendo cosas normales, nadie sabía que habíamos pasado la tarde juntos, y mucho menos que sabían que yo había estado dandole mucha verga a mi putito rico, tanto por la boca como por el culo.
Cómo dije, fueron unos cuatro meses así, sin embargo tendríamos una enorme complicacion.
Y es que no fue posible seguir mintiendo más y mi primo terminó por enterarse que yo tenía novia.
Uff que rico relato la verdad, me recuerda mucho cuando yo era adolescente y le atendía la verga a mi tío, fueron 8 años de recibir su vrg y su leche hasta dejarlo seco, ya quiero ver como sigue tu historia!!
Uuufff…. Me tienes enganchado a esta historia… No puedo creer que ya la vayas a terminar
Es un gustazo masturbarse con tus relato. Ojala cuando acabes esta historia, sigas escribiendo otras.
Una lastima de no venirte adentro de ese culito. Tu primo se iba a obsecionar con que cada vez se lo dejaras adentro.
Aunque me da lastima de que termine. Estoy impaciente de saber como acaba esta historia.
Uuufff… menudo calentón me provoca esta historia… Tengo la polla como una piedra.