COMO LA TENÍA GRANDE RAMIRO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Siempre supe y oí decir que son los africanos que poseen vergas enormes. Y la tienen grande, es verdad. Pero la verga más grande que ya vi y enfrenté con éxito no era de un africano. El dueño de ese portento viril era un pibe trigueño, delgadito.
Cuando me la mostró yo mal podía creer. Ramiro se cargaba una verga descomunal de más de doce pulgadas de largo por unas dos pulgadas de espesura. Grande y bella era esa verga. me quedé deslumbrado. Ramiro notó mi asombro y admiración y gentilmente me dio permiso para que se la tocara. Se la toqué. Era de verdad. Podés chuparla, si querés. Me dijo. Aproximé mi boca la abrí y mal me cupo un pedacito. Que cosa extravagante era aquella verga. En el cuarto de hotel me asaltó una duda: ¿sería posible que tan grande pedazo de carne se alojara en mi apretado culo? Ramiro me tranquilizó contándome que varios culos habían podido con su juguete. Que se la habían tragado sin problemas y que mi culo también sería capaz. El éxtasis que aquella verga me provocaba era muy grande y por eso decidí probarla. Saber si mi culo era capaz de tragársela por completo. Ramiro entonces me mandó a que me acostara de espaldas y que abriera bien las piernas. Le obedecí. Él se quedó de pié en la cama.
Dobló un poco las rodillas para aproximar su pija a mi ojete. Colocó la cabeza en mi ano e hizo presión. Se quedó presionando un buen rato. La apartó un poco y derramó en mi ano un poco de lubricante. Aproximó el glande hermoso de su pija y presionó otra vez. –ah, ah, ah,- yo gemí de placer cuando sentí la cabeza entrar. Luego Ramiro empujó bien lentamente. Increíble. La pija comenzó a entrar sin problemas. Y casi no me dolía. Cuando la tenía por la mitad Ramiro paró. Te está doliendo?, me preguntó. No, Le conteste. Puedo seguir?, si, claro, ay, me estás matando del gusto-, Le contesté. Ramiro continuó metiéndomela bien despacito. Sabía como hacerlo. A cierta altura senti dolor. Um dolor bien adentro. Entró toda?, pregunté. –falta um pedacito, unas três pulgadas. Aguantás? –creo que si, conteste atorado. Ramiro siguió empujando hasta que sus pelos tocaron mis nalgas. La pija incomodaba un poco pero nada era comparado AL placer mental que sentia sabiendo que aquella pija era mía. Que me empalaba hasta los cojones. Ramiro se quedo inmóvil un momento. Después comenzó a cogerme bien despacio, con ritmo, sacándola hasta La mitad e introduciéndola con fuerza hasta el fondo. Ah, ah, ah, ah, era mi gemido. Estuvo así cogiéndome como por unos cinco minutos. Después me La sacó por completo. Sentí mi culo bien abierto, excitado, pulsando anhelando más. Vi la verga de Ramiro, tiesa, hinchada, roja, brillante goteando precum. Por qué me la sacaste?- pregunté jadeante. –ahora ponte de cuatro patas. No te va a doler porque el camino está hecho-. Me puse de cuatro a la orilla de la cama. Por el espejo en el respaldar de la cama podía ver toda la acción. Ramiro arrimando su pija enhiesta y yo abriendo mi culo para recibirla. Recosté mi cabeza en la almohada. Sentí la boa cuando me entraba. Ahhhhhh, que rico, dije. Em eso sin darme cuenta me corrí. Comencé a eyacular abundantemente.
Ramiro había acertado mi próstata y la había exprimido provocándome un orgasmo violento. Juro que nunca había sentido tan rico. Sin querer Ramiro con su pija había localizado mi punto G. La pija monstruosa entró fácil pero de esta vez me ardían los pliegues del ano cuando la verga salía y volvía a entrar. Pero la visión en el espejo solo me dejaba más alucinado y por eso pedía, cógeme, cógeme, metémela todita, hasta el fondo. Ay, que placer. Y Ramiro me la empujaba. Casi no hablaba pero El ritmo de La penetración decía que lo estaba disfrutando. No sé cuánto tiempo pasamos cogiendo así. Yo quería que no terminara. Porque a cada embestida mi gozo aumentaba. Mi cuerpo ardía, El placer me estaba quemando. Ramiro por fin anunció que acababa. Me La empujó hasta El fondo y soltó un grito gutural bien fuerte. Dejó soltar tremendo chorro de esperma. Se desplomó encima de mí. Nos quedamos abrazados, exhaustos. Oi el corazón de Ramiro latir acelerado. Poco a poco me La sacó. Se acostó a mi lado. Yo Le besé en La boca. Mi culo se recomponía. Se iba cerrando poco a poco. Sentía un calambrito. Un dolorcito sabroso. Mi culo goloso parecia pedir más. No me dolía. Fue una cogida antológica la que tuve con Ramiro. Hicimos sexo unas diez veces en los meses siguientes. Un día Ramiro se fue de la ciudad y nunca más lo vi. Siempre que me acuerdo de él mi culito comienza a temblar. Siento un calambrito sabroso. Mi culito también siente su falta.
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