Como llegué a ser gay: primera parte.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por elalcalde.
Tardé un poco en mamar la primera.
A mi me gustaban los cuerpos femeninos de las travestis y el poder encularlas (todas tenían un culo muy apetecible), pero me negaba a probar más allá.
Con paciencia y con saliva se la metió el elefante a la hormiga.
A base de pedírmelo, me empezó a entrar la curiosidad.
Y probé con una travesti canaria muy dulce que la tenía bastante pequeña.
Sentirla crecer en mi boca me gustó.
Fue lo primero que me gustó.
Pero en cuanto la tuvo dura, me dijo que por qué no la dejaba metérmela.
La dejé un par de meses después.
Me alegré de dejar que fuese ella la primera: era muy cariñosa y me estuvo preparando el culo con caricias y con sus dedos durante quince minutos.
Hablaba, me besaba.
y me sobaba una y otra vez mi agujero para dilatarlo.
Como la tenía tan pequeña (corta y delgada), apenas distinguí que lo que estaba entrando esta vez era su polla en lugar de su dedo.
Hombre, algo sospeché porque notaba sus manos sujetando mis caderas y acariciando mis muslos mientras musitaba un "Ya entra, ya entra, ya entró, ya está.
".
Se quedó un rato apretada contra mi culo mientras me acariciaba la espalda, el cuello, el pelo.
– ¿Estás bien?
– Sí.
– ¿Te duele?
– No.
– Pues vamos allá.
Me dolió un poquito, muy poco, cuando empezó a salir y a entrar rítmicamente.
Al rato, ya le había encontrado yo el gusto a ese roce en mi interior.
Mi culo estaba suficientemente dilatado para su polla, que entraba y salía sin problemas, dándome un placer nuevo.
Cuando me dio la vuelta y me puso boca arriba, mis tobillos en sus hombros, y volvió a entrar, el placer ya pasó a un nivel superior.
Y cuando me empezó a masturbar mientras me follaba, no tarde ni dos minutos en correrme en su mano como un adolescente.
Fue un chorro de leche largo mientras mi cuerpo se convulsionaba como nunca antes lo había hecho en un orgasmo.
Sonrió y aceleró un poco el ritmo.
Tampoco tardó en correrse apretada contra mí.
Al cabo de un rato, sacó su polla y me mostró la leche que estaba contenida en el condón.
También había sido una buena lechada.
A partir de ese día, todas las veces que quedaba con ella la dejaba que me follase.
Con otras travestis, no.
Seguía haciéndome el estrecho.
Hasta que me tropecé con Roberta, una brasileña de 1,80, preciosa de cuerpo y de cara.
La dije que era activo, pero en cuanto me acarició el culo me caló como pasivo.
Ya en la primera cita me dijo que estaba segura de que me gustaría.
y me dijo que me pusiera a cuatro.
No me lo ordenó, sino que me lo pidió de una forma tan sencilla y dulce que solamente la pude decir que no me hiciera daño.
No me lo hizo.
Ni un poquito.
Y eso que su polla, delgada cuando estaba fláccida, cogió unas dimensiones bastante buenas.
Estando a cuatro patas, su mano consiguió masturbarme mientras me follaba y me hizo correrme.
Ella también lo hizo y, como la anterior, me mostró el condón con su leche.
Pensé que se había acabado la sesión, pero me dijo que no, que quedaba la segunda parte.
Me acompañó al baño y nos limpiamos los dos.
Luego volvimos a la habitación, me dijo que me tumbase boca arriba, subió mis piernas, abriéndolas, se puso un nuevo condón, se puso como de rodillas entre mis piernas y me la metió hasta el fondo.
Mi culo seguía dilatado, así que todo fue placer.
Luego me dijo que me cogiese a sus manos y tiró de mi cuerpo hacia ella.
El resultado es que me quedé casi sobre ella, haciendo una especie de tijera maravillosa, sintiendo su polla tan dentro de mí que pensé que jamás había sentido nada tan adentro.
Mi segundo orgasmo llegó acompasado por sus movimientos de caderas para entrar y salir de mi cuerpo.
Fue tan explosivo que mi leche me llegó a la cara, provocando una risa abierta de Roberta.
A partir de esa vez, acudí a todas las travestis como pasivo.
Con casi todas tenía alguna experiencia como activo, pero era casi más para saber que yo también me la había follado que porque me gustase más que disfrutar de su polla.
Estuve mucho tiempo así.
Hubo una travesti que me dijo que si me gustaba tanto ser pasivo por qué no probaba con su novio.
Dije que no.
Pero tengo que reconocer que empecé a fantasear con que un hombre me follase.
Pero fue mucho más tarde, veintitantos años después, cuando tuve mi primera experiencia con un hombre.
Y a partir de ahí lo tuve claro.
Yo era gay.
Me seguían poniendo las travestis (y alguna me decía que si me seguían gustando, es que era bi), pero la excitación que me producía la enculada de un hombre era mucho mayor.
Bueno.
Creo que por esta vez ya me he extendido suficiente.
La experiencia con mi primer hombre, con el que llegué a convivir durante 15 meses, la contaré en la segunda parte.
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