Como me confundían con una chica me aproveché de eso, hasta que me descubrieron, y me comieron el culo.
Un joven de delicadas y finas facciones es confundido con una chica, por lo que él se aprovecha de eso para engañar, timar y timar a varios hombres, sin llegar a tener sexo con ninguno de ellos, hasta que es descubierto por un detective, y entre todos lo sodomizan y lo ponen a mamar..
Como me confundían con una chica me aproveché de eso, hasta que me descubrieron, y me comieron el culo.
Entre mis 15 y 16 años debido a que mi padre era un borrachón, decidí marcharme de casa, al llegar a la ciudad rápidamente encontré trabajo como mesero de un restaurante, pero me di cuenta de que ocasionalmente algunos clientes se dirigían a mi como mesera.
Al principio eso me molestó mucho, pero cuando uno de mis compañeros me dijo que a las chicas les dan más propinas que a los chicos, dejó de importarme mucho realmente, que pensaran que yo era una chica.
Al poco tiempo me dio por ver el porque esos clientes se confundían conmigo, pensando que yo era una mujer y no un hombre.
Fue cuando me di cuenta de que además de ser contextura delgada, apenas medir un metro sesenta, de piel muy blanca, lampiño, y de facciones muy finas, andaba con mi abundante cabellera larga, en ocasiones recogida con una cola de caballo.
Fue cuando se me ocurrió aprovecharme de eso para hacerme algo de dinero extra, ya que en ocasiones saliendo de mi trabajo, ya estando en la calle, estaba cansado de que más de algún hombre se me acercaba proponiéndome que me fuera con él a la cama.
Aunque la sola idea de que eso sucediera, aparte de darme asco me indignaba, pero a pesar de mis sentimientos, decidí hacer un pequeño experimento.
Es decir al primero que me lo volviera a pedir, le respondería que sí, pero planeando de ante mano, que una vez estuviera en la habitación, salir corriendo.
Mi sorpresa fue que esa noche, en que salí del trabajo prácticamente con mi uniforme de mesero, colocándome un pañuelo en la cabeza, no fue uno, sino que dos tipos, me ofrecieron que me fuera a la cama con ellos como si yo fuera una vulgar puta.
Al primero lo acompañé hasta el motel, y después de que pagó la habitación, me le desaparecí, en cambio al segundo una vez que entramos a la habitación, le insinué que se diera un baño, por lo que apenas se quitó la ropa, y entró a la ducha, le sustraje su cartera.
Después de eso me puse a pensar que, sin tan siquiera esforzarme mucho, había conseguido todo ese dinero, comencé a planificar mis próximos golpes, por llamarlos de alguna manera.
Me compré algo de ropa femenina, al principio me depilé las piernas, los brazos y las axilas, pero luego una tarde que me encontraba algo ocioso decidí depilarme el cuerpo entero.
Viendo algunos videos de YouTube, aprendí a maquillarme, a peinarme, y hasta como combinar la ropa que me ponía.
Por aquello de que no me fueran a descubrir, usando mi ropa interior, comencé a comprar pantis, y sostenes, los que usaba únicamente en los momentos en que llegaba a tener una cita, de la misma manera que comencé a usar perfumes, y ponerme alguno que otro zarcillo, pero los de presión.
Así que además de parecer una chica en el restaurante, antes o después de que saliera de mi trabajo, contactaba alguno de esos tipos que creían que yo era una chica, y hacía una cita con ellos.
Ya que, por medio de las redes sociales, abrí una pagina tal y como si yo fuera una chica, lo cierto es que, en ocasiones al encontrarnos en persona, tenía que soportar que me tocasen las nalgas, pero me desquitaba llevándome además de todo su dinero, también me llevaba todos los documentos que tenían en su cartera.
Desde el principio me estaba hiendo también, que, a los pocos meses, dejé de trabajar como mesero, y prácticamente me dediqué a seguir estafando a esos tipos que estaban buscando una chica fácil con la cual acostarse.
Debido a eso, la mayor parte del tiempo andaba vestido de nena en todo momento, salía a la calle sin complejo alguno, al fin y al cabo, nadie se daba cuenta de que realmente yo era un chico.
Por lo general los hombres que me contactaban, eran algo mayores, con sobre peso, calvos, aunque también había uno que otro buenmozo, de buen cuerpo, pero mayormente casi todos eran casados, cosa que me daba cuenta al ver sus documentos, y en ocasiones hasta los teléfonos portátiles o celulares que también me llevaba.
Pero recientemente el último tipo con el que tuve una cita resultó ser alto, de buen cuerpo, de rostro varonil, de abundante cabellera, en fin, de muy buena pinta, además que en todo momento me trató como si yo fuera una reina, por lo menos hasta que llegamos a la habitación del motel.
Cuando entré a la habitación ya estaba diciéndole que me agradaría que nos diéramos una baño, que yo lo alcanzaba en la ducha, en ese momento prendió la luz de la habitación y que me encuentro rodeado de por lo menos cinco tipos.
De momento no reconocía a ninguno, pero cuando después de que me rodearon y colocaron sus manos sobre mí, me di cuenta de que a todos ellos yo los había robado.
Inútilmente traté de zafarme de todo ellos, y casi de inmediato en menos de lo que uno pestañea, debido al forcejeo sentí que me arrancaron toda la ropa, dejándome únicamente en pantis y sostén.
Aunque traté de gritar, uno de ellos introdujo un pañuelo dentro de mi boca, al tiempo que otro de muy mala gana me dijo. “Si vuelves a tratar de gritar, te corto la cara, el cuello, las bolas y las nalgas.”
Algunos se sorprendieron a darse cuenta de que yo era realmente un chico, mientras que otros, al parecer se lo sospechaban, ya que el tipo que me llevó a la cabaña de ese motel, se los dijo ya que por lo visto era un detective, y me andaba siguiendo desde hacía varias semanas.
En ese momento en lo único que pensé fue que llamarían a la policía, y que me iban a llevar preso, cosa en la que honradamente nunca había pensado que me pudiera llegar a suceder.
No fue hasta que uno de ellos les dijo a los otros. “Ahora que lo metan preso, va a saber lo que es bueno, cuando en la cárcel, los otros presos, cuando lo vean, y se enteren que se vestía de chica, le van a dejar ese culo más abierto que la entrada de un túnel.”
El escuchar esas palabras me asusté tanto que me puse a llorar, y a decirles que yo haría lo que ellos quisieran, y pedirles que no llamaran a la policía.
Creo que no había terminado de decir eso último cuando uno de ellos sacando su verga del pantalón, colocándomela frente a mi cara, y extrayendo el pañuelo que me habían puesto dentro de la boca, me dijo. “Ahora ponte a mamar, que después vemos que hacemos contigo.”
Al igual que llegar a estar preso, el ponerme a mamar la verga de otro hombre, fue algo que nunca pensé que me llegaría a suceder, aunque me encontraba tan asustado, que, por decirlo de alguna manera, tragándome mi orgullo, sumisamente abrí mi boca, y casi de inmediato sentí que esa enorme cosa la penetraba.
Además, sus enormes manos me agarraron por mi largo cabello, y aunque yo traté inútilmente de resistirme, me fue prácticamente imposible el evitar que me obligase a mamar su verga.
Casi me estaba ahogando, cuando de momento alguno de ellos comenzó sin vergüenza alguna, no tan solo a agarrarme las nalgas, sino que también comenzó a ir penetrando mi apretado culito con sus dedos.
Yo no dejaba de llorar, no tanto por el dolor, sino más bien por mi impotencia de evitar de que me siguieran introduciendo esos gruesos dedos dentro de mi culo.
Así que al tiempo que uno me obligaba a mamar su verga, él que me estaba introduciendo sus dedos por el culo los sacó, y sin misericordia alguna me ha enterrado toda su verga.
Casi me desmayo, en esos momentos maldije mil veces el momento en que se me ocurrió la estúpida idea de aprovecharme de mi cuerpo, para estafar a esos tipos.
Yo chillaba de dolor, cuando podía, ya que a medida que ellos seguían penetrándome por mi boca y mi culo, no me quedaba otra cosa que esperar que terminasen conmigo, cuando de golpe sentí una ardiente nalgada de uno de ellos diciéndome que moviera el culo.
Como nunca me había pasado nada igual, mi pobre y adolorido culito, creo que estaba hasta sangrando, pero eso no impidió que el muy desgraciado que me lo reventó continuara penetrándome una y otra vez, en contra de mi voluntad.
De momento sentí en mi boca un desconocido sabor, y no tenía que ser un genio, para darme cuenta de que el tipo al que le mamaba su verga se estaba viniendo dentro de mi boca y garganta, por lo que aun en contra de mi voluntad me tuve que tragar todo eso.
Y si eso me hizo sentir mal, peor me sentí cuando el que me estaba reventando el culo se vino dentro de mí.
Por un corto instante me soltaron, y de haber tenido las fuerzas suficientes, hubiera salido corriendo, pero realmente me fue imposible.
Casi de inmediato sentí que alguien me limpiaba las nalgas, y casi de inmediato, me volvieron a penetrar, pero a diferencia de la primera vez que me dolió tanto, en esa segunda ocasión el dolor se fue tornando más pasajero, pero dolor, al fin y al cabo.
Yo estaba con mis piernas bien abiertas, y con esa segunda verga dentro de mí, cuando no se ni cómo ni por qué, a medida que seguí sintiendo que me estaban enterrando esa segunda verga, también comencé a mover mis caderas.
En esa noche uno a uno me fue penetrando salvajemente por el culo, en ciertos momentos llegué a perder el sentido, y los muy hijos de la gran puta, me obligaron a despertarme, para seguir dándome por el culo y poniéndome a mamar su vergas.
A pesar de estar llorando, y de pedir que no siguieran, poco les importaron mis ruegos, aunque a los pocos minutos era yo mismo quien les pedía que me dieran más duro, ya que mi pequeña verga se encontraba completamente erecta cada vez que ellos me iban enterrando la suya, y en varias ocasiones me llegué a venir sin tan siquiera tocarme.
Al día siguiente al despertarme, me encontré en esa cabaña del motel, pensé que estaba solo, pero el detective que me atrapó esperó pacientemente que me despertara, me bañara, y me aseara.
Una vez que comencé a vestirme, no tuvo ni que obligarme, ya que bastó una ligera insinuación suya, para que yo gustosamente le mamase su verga, y de manera más sumisa aun le ofreciera mis adoloridas nalgas.
Las que sin perdida de tiempo penetró salvajemente, actualmente él me sigue comiendo el culo, pero trabajamos juntos, yo puedo que me acueste con algún nuevo cliente, y al terminar le robo su cartera, y posteriormente, él supuestamente hace que yo se la devuelva al cliente, pero insinuándole falsamente que era menor de edad.
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