COMO ME VOLVÍ UN MAMADOR
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todo comenzó cuando tenía 8 años, mi única hermana con 15 años tuvo su primer novio, Mateo, hijo de unos vecinos, un chico no muy alto, delgado, de unos 16 años y a quienes mis padres me enviaban a que vigilara que hacía con mi hermana.
Pero aparentemente Mateo, era un chico tranquilo, cuando no estaban en clase pasaba el tiempo en mi casa, casi parecía más un familiar que el novio de mi hermana y poco a poco se fue ganando la confianza de todos, hasta de papá que era súper desconfiado.
La verdad es que mi cuñadito no era tan manso como mi familia pensaba, pero mi hermana como que para la fecha no tenía ganas de pasar a mayores y cuando veía a su noviecito ponerse muy intenso lo mandaba a volar y el pobre salía furioso de la casa.
Hasta que un día, Mateo y mi hermana discutieron, él se iba a marchar y mi madre le pidió un favor con su mamá, él le dijo que me dejara acompañarlo y así yo le traería lo que necesitaba, nos fuimos por la calle sin hablar, se veía que estaba molesto, llegamos a su casa, no había nadie, él fue a buscar lo que mi mamá le había pedido.
YO: estas molestó
El me miró serio, como con ganas de no responder, yo recibí lo que iba a llevarle a mi madre y me iba a marchar cuando, me detuvo agarrándome por el hombro.
MATEO: Perdóname chamin, es que tu hermana se porta muy rara conmigo.
Yo lo miré como interrogándolo.
MATEO: Somos novios, pero no deja que la bese, que la toque y cuando lo hago a la fuerza se arrecha, parecemos dos amigos, a mi así no me gusta.
YO: Y cómo quieres tú?
MATEO: Bueno yo quiero que me bese, que me deje tocarla, cuidadito le dices algo a alguien de lo que estamos hablando.
YO: Tranquilo no te preocupes.
MATEO: Siempre me vengo cachuo de tu casa y tengo que darme una paja pa desahogarme.
Él se quedó callado, parece que se arrepintió de haberme dicho eso, yo lo miraba fijamente, sabía lo que era cachuo, mi papá se lo decía a mi mamá, que ella lo ponía así, pero eso de darse la paja era nuevo, bueno yo solo tenía 8 años y era hijo único.
MATEO: Ya sabes no vayas a repetir esto con nadie, de pana.
YO: De pana, no le voy a decir nada a nadie, y te vas a dar la paja horita? Pregunté yo lo más inocente posible.
El me miró de pie a cabeza, se iba a reír pero se puso serio.
MATEO: Tu sabes que es darse la paja?
YO: No, me enseñas?
Mateo se lo pensó unos minutos, me imagino que pensó en los riesgos que corría, pero parece que mi cara de inocente le dio morbo.
MATEO: Júrame que nadie va a saber, será un secreto de cuñados.
YO: Te lo juro.
Me tomó de la mano y me llevó a su habitación, me sentó en su cama y se paró frente a mí, de una se quitó los zapatos, la franela y el pantalón quedando en ropa interior, yo lo miraba fijo, ni me imaginaba lo que se me venía.
Se bajó el interior y ante mi quedó un pene tieso, largo y flaco, de unos 14 centimetros, que para mí resultó grande, comenzó a sobárselo, se escupió en la mano y comenzó a subir y bajar.
YO: Así es la paja?
MATEO: Si, te la tienes que hacer cuando tienes ganas de cogerte a alguien y no puedes.
El continuó masturbándose, yo lo miraba fijamente.
MATEO: Tu pipi se pone así de duro.
YO: A veces cuando me despierto esta así.
MATEO: Enséñamelo, yo dudé, sin pena, tú ya me viste el mío, somos hombres y somos cuñados.
Aquello me dio confianza y me bajé mi Chorcito y mi ropa interior dejando mi pipicito de niño al aire libre.
MATEO: Viste que no pasa nada, por qué no se te para?
No supe que responder en ese momento, hoy me doy cuenta que aquello era algo nuevo para mí, mi familia era muy sana y muy conservadora y no se hablaba de sexo, ni remota idea tenía en ese momento de las consecuencias que aquello me podía traer.
Mateo estiró la mano y me tocó mi huevito, jugó con él unos minutos y logré una erección, la diferencia de tamaño de ambos penes era inmensa.
MATEO: Viste ya se te paró, cuidado le dices esto a alguien, nos meteríamos en un problema y podríamos ir presos.
Yo me doblé y subí mi ropa con intenciones de vestirme.
Mateo me detuvo.
MATEO: No seas pendejo chamo, ninguno de los dos va a decir nada, ya lo juraste no? Tócate como yo, anda.
Yo lo obedecí, el me indicó que lo hiciera más duro y lo hice, el lanzó un gemido de placer y comenzó a regar orina en el piso.
YO: te hiciste pipi?
Él se quedó con los ojos cerrados un momento, luego me explicó que eso se llamaba leche y servía para preñar a las mujeres, que por mi edad no me salía pero que cuando tuviera doce años me comenzaría a salir y sería muy rico.
Se limpió, se volvió a vestir y me ordenó vestirme luego me acompañó a la puerta y nuevamente me advirtió no decir nada, y yo a asegurarle que no lo haría.
Pero ese momento cambió mi vida, aquella noche me masturbé hasta que me salió sangre, y de ahí comencé a interesarme por el sexo, sobre todo hacia los hombres, aquella noche fui al cuarto de mis padres y mi papá salía del baño solamente con una toalla en la cintura y pude notarle el pene, hecho el distraído me quedé en el cuarto fingiendo ver la tele y pude ver como mi papá se colocaba su pijama sin nada por debajo, en aquella época papá tendría unos 36 años y se veía bastante bien.
Esa noche pude verle, pero rápidamente su pene flácido al colocarse el pijama.
Mateo continuó yendo a la casa normalmente como todos los días, pero una tarde parece que Mateo tenía ganas y estaba insinuándole cosas a mi hermana y esta se molestó y para deshacerse de él me pidió que lo acompañara a su casa para que le trajera un libro, nos fuimos juntos y no hablamos por el camino, yo ardía de ganas que me propusiera volver a hacer lo mismo, llegamos, Mateo me entregó el libro y como si nada, yo no me atrevía a proponerle algo, pero cuando vi que no iba a pasar algo le pregunte si estaba molesto.
MATEO: Si, otra vez tu hermana con la misma guevonada, ya me tiene arrecho
YO: Y te vas a hacer la paja?
El me miró entre divertido y extrañado.
MATEO: No, eso de pajearse uno mismo es muy chimbo.
YO: Y si lo tienes parado, como vas a hacer?
MATEO: Tu si preguntas, tu eres capaz de ayudarme a hacerme la paja?
Yo me encogí de hombros.
YO: pero no sé cómo.
MATEO: Yo te enseño, pero pila con una vaina.
Me tomó la mano y me llevó a su cuarto, ahí nos desnudamos y pude volver a verle el huevo, me excité de una, él me dijo que le agarrara el huevo y me explicó cómo mover la mano, yo le obedecí y durante un rato subí y bajé, hasta que le pregunté cuando le saldría la leche, él me dijo que así era muy difícil que acabara.
Y yo como buen niño inocente pregunté.
YO: Y como más te sale la leche.
MATEO: Con la boca, que te lo besen y te lo chupen es más fácil y rápido, quieres que te enseñe como.
Volví a encogerme de hombros y él lo tomo como un sí, me sentó en la cama y me ordenó abrir la boca, cuando él me acercó la cabeza a los labios por poco me vómito, él se molestó.
MATEO: Viste que eres como tu hermana, me vas a dejar cachuo.
YO: No te pongas bravo, dale de nuevo yo aguanto.
El me explico, como pasarle la lengua a la cabeza, al principio lo hice torpemente, pero como quería que él se sintiera bien, me esmeré y al rato el suspiraba con mis lengüetazos, él me explicó como abrir la boca, que tuviera cuidado con los dientes y me explicó como mamar, no fue tan incómodo y esa tarde aprendí a mamar huevo, él fue muy considerado, no me lo metió de golpe ni nada de eso, el dejó que yo lo hiciera a mi manera, lo desagradable fue cuando la leche llenó mi boca, escupí leche por todo el cuarto y el me regañó molesto.
Regresé a mi casa, pero esa experiencia no salía de mi cabeza, me había encantado, quería volver a hacerlo y parece que al pavito también, pues buscaba la mínima excusa y prácticamente yo se lo mamaba todos los días.
Pasaron dos años en ese plan, me volví experto, aprendí a tragármelo todo y beberme toda la leche.
Mateo me llamaba garganta profunda, eso sí, Mateo solo me enseñó a mamarle el huevo, jamás me besó, me acarició ni me llegó a tocar las nalgas o intentar penetrarme, a mis diez años adoraba mamarle su huevo el cual fue creciendo con el paso del tiempo, y ya para esa fecha media unos 17 centimetros, esa era mi única experiencia, y siempre de la misma manera, yo sentado frente a él.
Pero ese año Mateo y mi hermana se irían a la universidad, el estudiaría Ingeniería en la universidad de oriente, pues haya estaban sus hermanos y mi hermana se iría a Mérida pues quería ser médico, cuando ese momento llegó y Mateo se marchó, me puse muy triste mi mamá y mi hermana se fueron de viaje a arreglar lo de la universidad y yo me quedé solo con papá.
Aquella noche papá llegó bastante rascado a la casa, me pidió disculpa, que era que se había reunido con unos clientes pues es abogado, me recuerdo que trajo pizza y cervezas y comimos juntos, él se bebió las cervezas y al rato me dijo que estaba muy borracho, que se iba a dormir y que no fuera a decirle nada a mi mamá.
Mi papá se fue a su cuarto y al rato yo entré a ver que hacía, la luz estaba encendida pero él estaba dormido, se había quitado la camisa y el pantalón, estaba en guardacamisa, interior y medias y desarropado, me excité, era el segundo hombre que veía desnudo después de Mateo, papá roncaba, me iba a marchar pero un pensamiento cruzó mi mente, quería tocarlo quería saber cómo era su pene.
Apagué la luz y la habitación quedó en penumbras, solo la luz que entraba por la puerta entreabierta me dejaba darme cuenta lo que pasaba, me senté en el borde de la cama estaba temblando, si mi padre me descubria me mataria de la golpiza que me daría pues era bastante homofóbico, pero había algo a mi favor, papá tenia el sueño pesadísimo, mi mamá lo comentaba siempre, me imaginé que borracho seria difícil que se despertara.
Me acerqué y comencé a acariciárselo suavemente por encima de la tela, al ver que mi papá ni pendiente me animé a mas y bajé la ropa interior, papá tenia el pene afeitado, aunque estaba dormido se veía que era un pene mas grande que el de Mateo, tenerlo en mis manos me emocionó y comencé a masturbarlo, papá se movió y yo me quedé como una estatua sentado en la cama, la cama se movia suavemente, pasaron varios minutos y me di cuenta que papá se estaba acariciando el pene el cual comenzaba a crecer, me quedé lelo mirando a mi padre, cuando su mano se apartó de su aparato yo retomé mis caricias, en minutos mi padre me mostraba una erección que me dejaba con la boca abierta, mi padre tenia un pene que casi no cabia en mi mano, no resistí la tentación y acostándome a su lado se lo comencé a lamer, luego me lo intoduje en la boca, y comencé a mamar, papá se volteo un poco permitiéndome tener mas libertad de mamar pero no despertó, en ese momento me olvidé del peligro que corria y le regalé una rica mamada, papá tardó el doble de lo que Mateo tardaba en acabar, de repente tomo mi cabeza con su mano y me sujetó fuertemente mientras eyaculaba abundantemente, me tragué la leche completica y cuando papá aflojó la mano salí disparado de su habitación, sabia que podía estar en problemas, llegué a mi cuarto apagué la luz y fingí estar dormido como por una hora, pero no pasó nada, papá no se levantó, me levanté ui a la cocina, apagué las luces de la casa y volví a mi cama, me masturbé pensando en lo que había hecho, sabia que eso era algo que difícilmente volveria a pasar, pero me quedaría el recuerdo para toda la vida.
Al día siguiente papá actuó como si nada hubiera pasado y yo también, eso si mi padre mas nunca se quedó solo conmigo y prácticamente dejó la bebida, yo sabia que no podía obsesionarme con el, y como ya no voveria a estar con Mateo como estábamos antes necesitaba encontrar a alguien, pero eso se los cuento en el segundo capitulo
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