Cómo mi amigo sacó la perra que había en mi (E1)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hay cosas que sólo pasan porque alguien hizo algo para que sucedan. Eso es lo que me ocurrió a mi, a mi vida, a partir de la experiencia que voy a relatar a continuación. Mi nombre es Román, tengo 27 años y vivo en Argentina. Soy morocho, de 1,68 metro. Tengo el cabello color negro, corto; no muy flaco (no gordo tampoco), sin casi ningún bello en mi cuerpo. Tengo los brazos muy delgados y unas piernas bien femeninas, de contextura normal, que comienzan en una muy linda cola, rellenita, que se confunde fácilmente con la de alguna nena.
Víctor era un amigo, un año mayor que yo, que siempre me había llamado la atención. Si bien nunca me he declarado gay, es cierto que siempre me he sentido atraído por algún hombre. Èl es una persona de contextura física importante: 95 kilos, 1,80 metro, pelo corto, morocho, algo panzon y con una presencia intimidatoria a la hora de caminar. Supongo que eso fue lo que más me llamaba la atención.
Es verdad que desde mucho tiempo atrás él me tiraba alguna indirecta que yo nunca respondía: me decía que tenía una buena cola, a veces hasta me la tocaba, o incluso me trataba como nena para pedirme alguna cosa. En fin, cosas de chicos adolescentes… él era, digamos, el más sexual del grupo. Todo era normal hasta ese día.
Estábamos caminando junto a otros dos amigos, eran las siete de la tarde y ya estaba oscureciendo. Todos vivimos en dos cuadras de distancia. Víctor y yo éramos los más alejados. Estábamos yendo a la casa de Víctor y, lo recuerdo como si fuese hoy, me agaché para atarme los cordones de mi calzado. Èl como hacía a veces, me tocó el culo, y me dijo: "Mmm, que rico"… los demás no escucharon, no sé si al le importase eso o no. Yo no le di mayor importancia. Era un chiste más.
LLegamos a su casa y la pasamos charlando durante algún tiempo. Más tarde, el plan de jugar afuera en el patio a las cartas se nos cayó cuando empezó a llover. Entonces Davis y Diego decidieron irse. Yo, como no tenía nada que hacer y en mi casa seguramente me aburriría decidí quedarme. Ya estando los dos, él me propuso ir a su casa a jugar en la computadora. Con 19 años que tenía entonces, imaginarán que la primera palabra que se me vino a la cabeza fue "videos"… videos porno. El siempre hablaba de esas cosas.
Llegamos a su dormitorio y el trabó la puerta con su mesa de luz. Su mamá y su hermana estaban en casa, pero nunca fueron metiches. Calculo que lo hacía más por precauciòn que por otra cosa.
Estuvimos (estuvo) unos cinco minutos buscando algún video en su disco duro (no tenía internet), hasta que le dio play a uno. Recuerdo muy bien que la primera escena era una chica rubia, muy buena, jugando a ser la secretaria de un morocho de pelo largo que se veía bien macho.
La película fue avanzando y, claro, ambos nos calentamos… yo era más bien tímido, y estaba callado, tratando de ocultar la erección de mi pequeño pene. Era vergonzoso. Víctor, todo lo contrario, tiraba comentarios todo el tiempo. "Pero que buena puta, mirá que culazo que tiene. Le debe encantar que la cojan"… y no dudaba en sobarse la pija por sobre el pantalón.
Más tarde, cuando la rubia ya estaba en pleno sexo oral, cuando ya se había sacado toda la ropa y solo se empeñaba por engullir un gran pedazo y satisfacer a su hombre, mi amigo parece ser que decidió jugarse el todo por el todo. Hasta ahí yo nunca había respondido a sus indirectas, ni había hecho nada:
V -Qué hija de puta, no puede ser que la chupe así. Le encanta comérsela…
Yo -Es tremenda
V -Encima está re buena, mirá la carita que pone. Qué hermosura
Al rato el hombre de la película pone una mano en la cabeza de la chica y se empieza a mover a toda máquina, provocándole arcadas a la rubia. Mi amigo no aguantó más, se bajó con una mano una parte de su pantalon de joguin, y con la otra sacó y se acarició la pija, que ya estaba a erecta. Medía unos 18 cm, calculo, y era de ancho normal, y en forma pareja… un tubo negrito.
"Mirá como la tengo, estoy por explotar", dijo el mientras se pajeaba a buen ritmo… yo no dije nada, solo giré, lo vi y me quedé como hipnotizado. Al parecer lo notó.
V -Qué pasa? nunca habías visto una verga?
Yo -Ahh, no- Dije con cara medio extraña y se produjo un corto silencio.
V -Y qué te parece? a vos no te está gustando la película?
Yo -Sì, está buena…
V- O te gustaría hacer lo que están haciendo ahí- Dijo como acelerado.
Yo no dije nada, sólo me puse incómodo. Entonces el agarró mi mano izquierda y me dijo: "Vení mirá… dale". Me llevó la mano hasta bien cerca de su pija. Yo temblando, y todavía en mi silla le explique: "No. no sé, no estoy seguro". Víctor entonces me dijo que no tenga miedo, que el no iba a decirle nada a nadie y que me iba gustar.
En ese momento dejé de pensar y me dejé llevar… Él tomó el control y aún con mi timidez, pudo guiarme.
V -Dale, tocala, animate… quiero estar con vos.
Yo -Pero no sé cómo se hace yo.
V -Dale tranquilo que te va a salir bien.
Entonces agarró mi mano otra vez y la llevó hasta su verga. La agarré como pude y lo empecé a pajear. Estábamos los dos sentados, yo a su derecha, los dos de frente al escritorio de la PC. El alejó su silla como dejándome paso para que yo tomara otra posición. "Vení, venite acá", me dijo, agarrándome del brazo y poniéndome frente de él.
Instintivamente de arrodillé y quedé apollado con mis brazos en sus rodillas, y ahí cambié de mano… lo empecé a masturbar con la derecha: "Lo hacés bien, me gusta", me dijo. Sus palabras y el sonido de su pija con mi mano y sus líquidos me calentó muchísimo y ya no atendía a la película, que estaba sin sonido.
De repente, él quizo agarrar mi cabeza con su mano derecha y yo me puse un poco tenso. Como rechazándolo.
V -Dale, chupámela, estoy re caliente…por favor chupámela, un ratito nada más
Yo -Pero puede entrar alguien, y si nos ven?
V -No va a venir nadie. Dale, chupala. Me gustaría que lo hagás, dale que no aguanto más…
Cedí un poco y su mano me llevó la cabeza suavemente a su verga. Tenía un olor rico, a hombre. Ya se había bajado el pantalón hasta las rodillas y entonces comencé a tragarmela de apoco. Lo hacía de manera aparatosa, pero poco a poco lo fui haciendo más delicado. Me gustaba la sensación de tenerla en mi boca y poder recorrerla con los labios. Afuera ya llovia, pero yo sólo tenía en mi cabeza los sonidos de mi boca y su pija y lo que él emitía.
V -Qué rico como te la comés, bebé. Te está gustando no?
Yo (seguí con su pija en mi boca y lo miré y moví la cabeza asintiendo lo que él decía)
V -Qué putita que sos…- Me dijo en un tono muy cariñoso, mientras me acariciaba la cabeza y la cara con una de sus manos…
Me estaba gustando… minutos después le estaba dando besos en su panza, o en sus piernas, mientras lo pajeaba con mi mano derecha. También me gustaba pasarle la lengua de costado a su tronco y darle besitos. Me encantaba las cosas lindas que me decía: que lo hacía muy bien, que le gustaba mi boquita. "Sos muy trolita, sabías? Me encanta cómo me la chupas".
Se la llevaba comiendo unos diez minutos, cuando me dijo "Dale seguí, seguí que quiero darte la leche bebé". Yo me sentía de maravillas. Estaba haciendo gozar a mi hombre, entregándonos placer mutuamente. Era alguien que me merecía respeto desde siempre, pero que en ese momento comprendí me había gustado siempre como hombre.
Lo estaba pajeando, con la pija re mojada por mi saliva, cuando siento que su respiración comienza a ser más fuerte que lo normal… acto seguido siento como sus pies hacen un movimiento extraño para el caso… como queriendo levantarse de la silla. Pero no se levanta. Mientras subo y bajo mi mano por su tronco, explota en un orgasmo increíble. De su pene comienzan a salir chorros y chorros de semen, mientras el gime como un tigre, aunque haciendo fuerza para no gritar. Yo me inquieto y dejo de pajearlo, pero él me dice "seguí, dale seguí..seguí, seguí"… y así lo hago. Su esperma llegó a una de sus piernas, al suelo y mucho quedó en mi mano derecha… yo sólo atiné a agarrar una remera que había ahí en su cama que estaba cerca de nosotros y limpié. Como estaba muy caliente, en ese momento bajé mis shorts y también me masturbe, aunque con lo caliente que estaba terminé al instante. Él quedó con la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados respirando profundamente.
V -Por Dios qué buena paja…estuviste de diez- Me dijo al minuto más o menos
Yo -(ahora de nuevo asustado)… por favor no le digas a nadie, no sé qué pasó
V -No voy a decir nada, quedate tranquilo, pero pasó que te gusta estar conmigo así
Yo -Creo que sí me gusto. Mucho.
V -Sí, a mi también bebé- me dijo mientras se ponía de nuevo bien sentado en la silla y me agarraba la mano. Yo estaba parado a un costado.
Al rato me fui a mi casa… me acosté y me puse a pensar en mil cosas, algunas que me atormentaban, otras que me hacían sentir culpa. Tenía miedo o estaba nervioso de que él pudiera decir algo, o no sabría cómo reaccionaría yo al verlo de nuevo entre mis amigos… todas cosas que se fueron develando con el correr de los días…
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