Como tú
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Sergio fue mi amor platónico, creo que la mayoría de quien piensa como nosotros ha tenido uno, el mío, en mi época colegial, fu él.
He vivido casi toda mi vida en el puerto de Coatzacoalcos, Ver. México, a los 15 años ingresé a la preparatoria, sin embargo siempre me caractericé por mi excesiva timidez que muchas personas confundían con orgullo.
Me llamo Antonio, creo que hasta la fecha, teniendo ya 21 años no he podido olvidar aquellos momentos, el cúmulo de recuerdos que en mis noches de soledad azotan las neuronas en mi cabeza; cuando Sergio clavaba su mirada en mis ojos sin parpadear esperando mi reacción con un gesto serio pero a la vez burlón, cuando compartíamos el refresco de dos litros a la salida de la escuela, bebiendo de la misma botella o cuando en veces su comportamiento cambiaba y me abrazaba fuertemente bajo la escusa de pedir disculpas por haberme hecho sentir mal por motivos insignificantes.
Fue mi mejor amigo y el causante de varias noches de desvelo en las que no podía dormir pensando en él, escribiendo mil versos y escuchando música de rock ligero que sin duda alguna nos encantaba a ambos.
Todo quedó ahí después de su primera novia al cumplir los 17 años, con la que pasaba más tiempo que conmigo y quien pasado un par de meses lo terminó porque regresó con su ex novio, he de admitir que eso me alegró, pero a la vez no soportaba verlo tan devastado.
Recuerdo que esa vez me acerque a él, acaricie su hombro y lo abracé, le dije que encontraría a alguien mejor y casi llorando me respondió que no, que ya no quería nada con nadie, al menos hasta entrar a la universidad: ese día prometimos no tener novia hasta concluir el bachillerato, al fin de cuentas ya solo faltaban seis meses.
Nuestra amistad regresó con más fuerza, pasábamos todo el día juntos, riendo, platicando, a él le gustaba ver como dibujaba (siempre fui bueno en eso), y a mí me gustaba que me observara mientras lo hacía.
Entre los demás compañeros se rumoraba que lo nuestro era algo más que amistad y en varias ocasiones me cuestionaron al respecto, nunca lo admití, porque oficialmente nunca fuimos más que amigos.
Un mes antes de concluir la preparatoria, Sergio me confesó que le gustaba una amiga que yo mismo le había presentado con la intención de hacerlo sentir mejor después de la ruptura con su ex novia.
De nueva cuenta esa sensación de angustia regresó a mí, entonces comprendí que eran celos, sin embargo, asimilando las cosas, le sonreí y entablamos la siguiente conversación:
Sergio: ella me gusta, pero recuerda que yo te prometí no tener novia
Yo: por mí no te preocupes brother, no tienes porque pedirme permiso jeje, anda díselo.
Sergio: no, tu estas menso, yo te lo prometí y yo cumplo mis promesas.
Yo: no quiero que te sientas obligado conmigo, no tienes porque, mientras tú estés feliz, pues adelante.
Él se quedo callado y al día siguiente me dio la noticia de haber empezado una nueva relación con esta chica, pero la actitud de Sergio hacia mí, cambió radicalmente, siempre que me veía le daba un jalón a su novia y la besaba bruscamente mientras abría los ojos y me miraba con odio, eso me dolía mucho y él lo sabía porque lo hacía solo cuando se percataba que yo los observaba.
A una semana de terminar el ciclo escolar, sabíamos que tomaríamos caminos distintos pues las carreras elegidas no se parecían en nada, es más, yo aun no sabía ni que estudiar… el guajiro sueño de las artes plásticas evitaron que sacara ficha en las universidades, él en cambio tenía planes de empezar una ingeniería.
Resulta que el sábado, alrededor de las ocho de la noche recibí una llamada de Sergio, me dijo que saliéramos a dar una vuelta a un antro, que había que disfrutar de los últimos días, dijo que llevaría a su novia y a una amiga de su novia para presentármela.
La idea no me pareció muy convincente, pero al fin de cuentas accedí y en media hora ya estaba en el malecón esperando a que llegaran, recuerdo que escuchaba el mar, era armonioso ver como las olas se rompían sobre las rocas distorsionando el reflejo de las luces de la ciudad reflejada en el agua.
De pronto un taxi se estacionó y de él bajó Sergio y su novia, pero no su amiga, entonces pregunté por ella y me dijeron que canceló de última hora, la situación era bastante incómoda e inclusive les dije que sería mejor que me retirara pero me pidieron por favor que me quedara.
Dimos un paseo, entramos a un antro tomamos unas copas, entre otras cosas, pero nunca dejé de sentirme incómodo pues Sergio aprovechaba cada beso dado a su novia para verme con esa mirada que tanto me dolía.
Cansado de la situación, les dije que ya me iba, eran aproximadamente las doce de la noche, entonces me despedí de su novia y antes de irme pasé al baño, él fue tras de mí y me sorprendió mientras me lavaba las manos viéndome al espejo, me abrazo por detrás y olió mi cabello, estaba algo pasado de copas, por eso lo aparté y le dije que mejor habláramos al día siguiente.
Sin embargo el comenzó a llorar y me dijo que me odiaba, que por mi culpa se estaba volviendo puto, que no sabía que madres tenía yo que las viejas no y que se alegraba de que después de una semana ya no me vería más.
Lo intenté tranquilizar pero se puso agresivo y me asestó un puñetazo en la boca, fue tan fuerte que me tuve que sostener del lavabo para no caerme, él se quedó mirándome con mucho odio, viendo como de mi boca goteaba sangre, entonces siguió insultándome:
“Lárgate, ¿no que ya te ibas?”
En verdad sus palabras me dolieron mucho, no dije nada, solo moví la cabeza, me coloqué nuevamente frente al espejo, vi mi labio roto, me lave la boca y me retiré, él se quedo ahí mirando todos mis movimientos y antes de que me fuera lo oí hablar pero no entendí lo que me dijo.
Salí del antro y comencé a caminar sin rumbo, me desfajé la camisa que llevaba y despeine mi cabello, me sentía impotente, angustiado, triste…
Detuve mi marcha en una plaza con vista al mar, no sé cuánto tiempo permanecí en ese sitio, no podía evitar que las lágrimas corrieran por mis mejillas mientras en mi mente se repetían una y otra vez las escenas anteriores.
De pronto, un me di cuenta que alguien me observaba, era un joven como de unos 25 años, al verse descubierto se acercó a mi y me ofreció un cigarrillo, lo acepté y mientras lo encendía me dijo “No es común ver a niños como tu por estos rumbos, puede ser peligroso si andas solo”, tras ello comenzamos una plática.
Me contó que era contador y que administraba unos negocios de su familia, que tenía tres años de haber concluido sus estudios universitarios, entre otras cosas.
Ese joven tenía un tono de voz ronca que me empezó a gustar escucharlo, entonces una vez tranquilo, alce el rostro y lo vi perfectamente, era alto, fornido, cabello negro y crespo, ojos café oscuro, tenía un pircing en la ceja derecha y un poco de barba.
Al verme, él también sonrió y me dijo que era lindo mientras acariciaba una de mis mejillas.
El: Me llamo Alejandro ¿y tu?
Yo: Antonio, pero me dicen Tony.
El: ¿A dónde vas?, ¿quieres que te lleve?, traigo coche.
Lo pensé por un momento y luego accedí, extrañamente la situación me gustaba, de pronto detuvo el carro en un callejón oscuro y fue directo.
“Me gustas, ¿te puedo besar?
Le sonreí y serré los ojos, ese beso me hizo recordar a Sergio pues oprimió mi labio y el dolor del golpe regresó, abrí los ojos y mire como ese joven lo disfrutaba, un calosfrío recorrió mi espalda y comencé a acariciarlo, él hizo lo mismo pero luego se detuvo y me dijo que fuéramos a otro lugar.
Condujo hasta un motel, ahí me desnudó completamente, observó cada centímetro de mi pálida piel, acarició mi cabello semi largo y oscuro, como siempre me ha gustado tenerlo, besó mis manos y me recostó sobre la cama.
Se quitó la ropa y me dejó ver un cuerpo bastante trabajado, músculos definidos, una espalda ancha y una “V”, formada bajo su abdomen, dedicó tiempo a besar y morder suavemente mis tetillas mientras con sus grandes manos apretaba mis nalgas.
Esta era mi primera vez y con un extraño, pero admito que al serrar los ojos imaginaba que no era él, sino Sergio quien me besaba todo el cuerpo.
De pronto su voz me hizo reaccionar.
“Eres muy lindo, a mi me gustan mucho los niños como tú”.
Abrí los ojos y contemplé su cuerpo totalmente desnudo, postrado entre mis piernas que se aferraban a su cintura, era algo extraño, era como estar con dos personas al mismo tiempo.
Recorrí el cuerpo de Alejandro con la mirada y me detuve al ver su pene, no era muy grueso pero si lo bastante largo, con un hilo de bellos que nacían de su ombligo y terminaban en su miembro.
Se dio cuenta de la forma en que lo veía y sonrió, luego con esa voz que imponía su presencia esquivando la imagen de Sergio, me dijo.
“¿Quieres que te penetre?”
Solo atiné a sonreír nuevamente y lo abrace con más fuerza con mis piernas, él estiró una mano hasta su pantalón y sacó un preservativo, se lo puso y mojándose un dedo con saliva empezó a dibujar círculos en mi ano, de pronto se detuvo e hizo otra pregunta.
Él: “¿Niño, eres virgen verdad?”
Yo: Sí, hay algún problema con eso
ÉL: No pero la primera vez debe de ser especial, no crees, ¿por qué lo haces conmigo?
No respondí, solo serré los ojos y dejé que siguiera, sentí como sus dedos hurgaban mi virginidad, luego él escupió en una de sus manos y humedeció su miembro, acto seguido una presión en mi entrada me hizo comenzar a temblar, cada vez se hizo más fuerte y la seguía una serie de dolorosas punzadas que me dispuse a soportar teniendo la imagen del rostro de
Sergio en la memoria.
Alejandro fue entrando poco a poco hasta que lo alojé completamente, entonces volví a abrir los ojos y vi su excitado rostro contemplando mis gestos de dolor, acarició mi rostro y me dijo “gracias niño”, para empezar un mete y saca con una cadencia muy suave.
El dolor permaneció presente y cada vez sus embestidas se hacían más fuertes, el golpear de sus caderas con mis piernas emitían un sonido que me excitó y comencé a masturbarme, Alejandro se dio cuenta y aceleró sus movimientos, la sacaba casi completamente y la dejaba ir de golpe, ya no me dolía y comencé a disfrutar.
De pronto comenzó a jadear y su voz ronca entrecortada, me advirtió que se iba a venir, así que lo abracé fuertemente con mis piernas y pude sentir el palpitar de su miembro en mis entrañas, se tendió sobre mí y nos quedamos dormidos.
La semana restante de clases, Sergio procuró hacer como si nada había pasado, me pidió disculpas y le dije que no se preocupara, pero no lo pude volver a mirar a los ojos.
El viernes fue la graduación, no hubo fiesta porque los padres no se pusieron de acuerdo, solo hicieron una ceremonia en el centro de convenciones de la ciudad, Sergio se la pasó toda la ceremonia con uno de sus brazos rodeando mi espalda.
Mi familia no fue porque un tío se encontraba grave de salud y tuvieron que salir de la ciudad para visitarlo, sin embargo, Alejandro se ofreció a acompañarme.
Después del evento, antes de retirarme, pase al baño y Sergio me siguió, nuevamente repitió la escena que hacía unos días en el antro, pero esta vez estaba sobrio.
Me dio un tierno beso en los labios y me dijo que siempre me iba a recordar, lo abrecé y le dije que yo igual, salimos de los baños y en la parte de afuera lo esperaba su familia, se fue con ellos y luego volteo mientras me hacía señas de que me mandaría mensajes de texto a mi celular.
Por mi parte, permanecí en el estacionamiento un par de minutos, luego llegó Alejandro, yo estaba ido meditando el fin de una nueva etapa en mi vida y el sonido del claxon me despertó, lo vi y sonreí mientras caminaba hacia él, se bajo, me abrazó y me felicitó, nos subimos al coche y fuimos a festejar.
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