Como tú II; Los serios son feroces
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Con Alejandro viví grandes experiencias, el primer y único amante que había tenido hasta el momento, he de admitir que en los seis meses que duró nuestra relación me sentí plenamente amado, él sabía cómo robar sonrisas de mi boca cuando me encontraba triste, como distraerme cuando me atosigaba el aburrimiento, supo cómo ganarse mis pensamientos y preocuparse por mí pero… también supo cómo hacerme llorar cuando me dijo que se tenía que marchar.
Fue una noche de enero, yo entonces ya había cumplido la mayoría de edad, últimamente Alejandro se miraba muy distante, estaba muy metido en su trabajo y dedicaba poco tiempo a nuestra relación, yo en cambio, después de no haber ingresado a la universidad, decidí no estudiar un año y buscar empleo para ahorrar dinero y así posteriormente ingresar a una escuela particular.
Desfilé por distintas tiendas, zapaterías, tiendas de ropa, de telas, comerciales, etc. Nunca duré más de una semana en alguna de ellas, algo complicado acostumbrarse a la vida laboral, pero en fin, esa noche de enero, Alejandro hizo una llamada telefónica a mi celular preguntándome algo que me dejó aturdido.
Alejandro: niño, que estás haciendo… necesito verte ahorita, pero antes tienes que asegurarme una cosa.
Yo: ¿ahorita? Son la una de la madrugada Ale, no creo poder salir, no me dejarán.
Alejandro: Bueno, pero entonces dime algo, ¿estarías dispuesto a irte conmigo mañana?
Yo: ¿a dónde?
Alejandro: La empresa de mi papá tiene problemas, y tengo que viajar al norte del país, probablemente me quede en Ciudad Juárez por un año, no te quiero dejar pero es necesario… me voy mañana. Niño vente conmigo.
Muchas cosas pasaron por mi mente, consideré que era muy precipitado darle una respuesta en ese instante, además mis padres aun no sabían de mis preferencias y menos de mi relación con Alejandro, pensé en decirles que me iría al norte con unos amigos a buscar empleo, pero conociendo lo sobre protectores que siempre han sido conmigo y con mi hermana menor, caí en cuenta que se negarían rotundamente.
Todas esas cosas daban vueltas en mi mente estando recostado sobre mi cama, al grado de que me llegué a olvidar que Alejandro seguía en el teléfono, entonces después de un largo silencio su voz volvió a interrumpir.
Alejandro: Tony… contéstame, te vienes conmigo, necesito que me digas para comprar los boletos de buss.
Yo: Ale, mira… lo platicaré con mis papás y en un par de horas te digo ¿sale?
Alejandro: bueno pero no tardes porfa, me urge saber si vendrás conmigo o no.
Sinceramente fue solo una excusa para poder meditar bien la situación, que tras un par de vueltas más terminé por asimilar y decidí no decirle nada a mis papás, en cuanto a Alejandro que me volvió a marcar un par de horas después, le dije que me habían negado el permiso, solo atinó a decirme “Antonio, ya eres mayor de edad, vente conmigo tus papás luego comprenderán la situación”, pero el miedo a apartarme de casa hizo que colgara el teléfono y lo apagara.
Al día siguiente al encenderlo, descubrí un mensaje de texto que me había dejado Alejandro “Te entiendo niño, disculpa si te presioné, solo que no te quería dejar… ya voy rumbo a Ciudad Juárez y no te preocupes, algún día volveré por ti y te llevaré conmigo, cuídate, te quiero mucho”.
Fue lo último que supe de él, nunca se volvió a comunicar, los mensajes que le dejé en su correo electrónico, así como los de texto no fueron contestados, en cuanto a las llamadas, siempre me marcaron como fuera del área de servicio.
Pensé que se había molestado por mi reacción ante su petición y decidí dejar las cosas hasta ahí, me enfoqué a seguir mi vida… vaya, cuantos complejos y perjuicios me atacaron en esta etapa, no sé si solo a mi me ha pasado… pero con tan solo 18 años comencé a sentirme viejo, por las tarde después de salir del trabajo en una biblioteca pública, donde me perdía leyendo todo el día, pasaba al parque central, compraba un cigarrillo y un chicle de menta con la vendedora ambulante que se establece en una de las esquinas, me sentaba en una banca y disfrutaba de ver la gran masa de gente que acude a ese sitio.
En una de esas veces, mientras escuchaba una de mis canciones favoritas (vía láctea, de Zoé), con los auriculares puestos, vi como dos chavos se paseaban por todo el parque, a leguas se notaba que eran pareja, no pude evitar no quitarles la vista de encima, la situación se tornaba un tanto morbosa para mí, le daba un jalón a mi cigarrillo y sacaba el humo por la nariz al mismo tiempo que los miraba fijamente, esperando cualquier movimiento de alguno de los dos.
De pronto vi como se dieron un abrazo, uno de ellos, cuya complexión era muy parecida a la mía: delgado, 1.70 metros de estatura, piernas largas, cabello oscuro y lacio, ojos normales, no muy grandes pero tampoco pequeños, cara afilada y labios delgados, se retiró, bajó unas escalinatas y se fue en un taxi.
El otro se quedó sentado en donde anteriormente habían estado los dos con las manos apoyadas sobre sus rodillas, cabizbajo, se veía muy pensativo y yo seguía sin dejarlo de ver.
En so estaba cuando repentinamente alzó la vista y nuestras miradas se cruzaron, me puse muy nervioso pero no retrocedí ni lo esquive, una mueca se dibujó en su rostro y se puso de pié para luego empezar a caminar lentamente hasta donde estaba yo.
Él: ¿de casería?
Yo: ¿Cómo?
Él: que si andas en plan de ligue… o porque me miras tanto, me di cuenta que me observabas desde que estaba con mi amigo.
Yo: ah… eso… no… solo… que, creí conocer al otro chavo.
Él: j aja jajaja, no me mientas, mira… a este parque casi todos los chavos que andan solos viendo para todos lados o es porque esperan a alguien, o es porque esperan ligar con otro, no te apures, yo también soy de ambiente.
Yo: ¿de ambiente?, ¿qué es eso?
Él: se nota que eres principiante je je, tú eres gay… igual que yo, ¿así o quieres que sea más explicito?
Su forma de ver las cosas era tan a la ligera, como si no le importara nada, platicamos todo el resto de la tarde, me dijo que el chavo con quien lo había visto antes lo acababa de conocer, que le gustó su físico pero no su forma de ser, también supe que se llamaba Luis Antonio (coincidimos en nombre), que tenía 20 años y que estudiaba ingeniería en bioquímica.
Yo igual le conté cosas de mí, luego nos despedimos, cambiamos números telefónicos y antes de irnos se acercó y mientras me intentaba besar me dijo “me gustaste mucho”, espero verte pronto.
Lo esquivé, le sonreí y me fui caminando despacio, al llegar a la esquina no pude evitar voltear y me percaté que seguía en el mismo lugar viendo como me alejaba.
Esa noche no pude dormir, solo pensaba en Antonio sus gestos, su cabello corto color castaño, su espalda ancha y cintura estrecha, me lo imaginé desnudo y me masturbarme recordándolo.
Al día siguiente, regresé al parque y nuevamente me lo encontré, era como si me hubiese estado esperando en el mismo sitio donde nos vimos el día anterior, al verme soltó esa sonrisa retorcida y me hizo señas de que me acercara.
Él: Tímido simpaticón, pensé que no vendrías pero algo me dijo que si lo harías jeje, ¿cómo te fue anoche?
Yo: bien… aunque no pude dormir mucho, pero bien.
Él: ¿y eso?, no me digas que te pajeaste pensando en mi jeje
Solo atiné a reír y me puse nervioso, entonces siguió hablando.
Él: la verdad yo si me la hice en tu honor, es que me calienta mucho tu forma de ser, eres demasiado inocentón, y eso me prende, quisiera darte una cogida wey, para que sepas lo bien que lo hago.
Sus palabras tan directas hicieron que tuviera una erección y que no pensará las cosas que salían de mi boca.
Yo: y por qué no lo haces, te doy permiso, yo también tengo ganas de hacerlo contigo.
Su sonrisa pícara se borró como si le hubiesen echado un balde de agua fría y me quedó mirando fijamente, luego volvió a sonreír y me dijo “si yo bien sabia que llevas la música por dentro”, me tomó de un hombro e hizo que lo siguiera, yo aun sin comprender que pasaba solo accedí a su petición.
Caminamos un par de cuadras y llegamos a un edificio en donde se detuvo y tocó el timbre, una señora abrió la puerta, lo saludó y nos dejó pasar, al parecer era conocida suya.
Subimos unas escaleras y llegó a una habitación marcada con el numero 8, llamó a la puerta y salió una muchacha más o menos de su edad, muy arreglada, con vestido y zapatillas, se saludaron de beso y nos presentó.
La joven tomó un bolso de mano y mientras se iba le dio las llaves a Antoni al mismo tiempo que le decía “ya sabes donde dejaras cuando te vayas”, ella era una amiga suya que trabajaba en un casino por las noches, por lo que Antonio me dijo posteriormente, no existían secretos entre ellos dos se contaban todo y sabia sobre sus preferencias, por eso le prestaba su habitación para llevar a sus conquistas y la conquista de esa noche, era yo.
Estando solos, se comenzó a desvestir quedándose únicamente en unos bóxers de color azul marino con elástico blanco, muy ajustados a su cuerpo, su piel era levemente más oscura que la mía, yo sentado en la orilla de la cama, solo veía casi atónito la forma en que actuaba.
Se paró frente a mí y jaló mi cabeza para que mi rostro se raspara con su miembro ya muy hinchado bajo sus boxers, “tranquilo… solo déjate llevar”, me dijo mientras con sus dos manos tomaba mi cabeza y la restregaba contra su entrepierna.
La situación me éxito demasiado y siguiendo su consejo empecé a lamer su pene aun bajo su prenda interior, él comenzó a soltar gemidos que se apagaban en la misma habitación, luego me tomó del cabello, e hizo que me pusiera de pie para desvestirme completamente y volverme a sentar en la cama obligándome a seguir con la faena antes comenzada.
Esta vez se quitó la última prenda que lo cubría y por fin pude ver su miembro, era grueso, sin circuncisión y despedía un olor característico a un hombre excitado, no desagradable, muy propio del sexo masculino.
Lo tomé con ambas manos y comencé a lamer la punta que dejaba salir unas gotitas cristalinas de liquido pre eyaculatorio, el sabor era magnifico, algo saladito y a la vez con esa viscosidad que se queda en la lengua, lamí también el tronco, recorriendo las venas que sobresalían de él, para finalmente metérmelo completamente a la boca, con mi legua comencé a esculcar bajo su prepucio y descubrí un sabor que me gustó mucho y me hizo permanecer mamándosela por aproximadamente 20 minutos.
Después de ello se tendió sobre la cama, y me jaló de una mano para que me sentara sobre él, lo miré completamente postrado en espera de que me sentara sobre su cuerpo, lo hice pero no sobre su miembro, me puse en cuclillas sobre su abdomen y lo besé frenéticamente, luego me detuve y le pregunté si no tenía un condón, él comenzó a reírse fuertemente, pero al ver la seriedad en mi rostro paró y fue a uno de los cajones de su amiga, de ahí sacó un paquete de condones y dándome uno me dijo “ten para que no andes de chillón”.
Volví a darle una sesión de sexo oral a su miembro y luego le puse el condón, me humedecí dos dedos y los pasé por mi orificio, luego tomé su pene y empecé a metérmelo de manera muy despacio, la sensación de ser penetrado era muy distinta a las sentidas anteriormente con Alejandro, el pene de Antonio era menos largo pero mucho más grueso que el de Alejandro y eso ocasionaba un dolor muy agudo y permanente en mi interior, cuando solo había entrado como la cuarta parte, Antonio hizo un movimiento brusco en el cual se apoyó de sus pies, me tomó con ambas manos de la cintura y me la dejó ir toda por completo de un solo jalón.
El dolor fue tan intenso y agudo que no pude gritar y solo atiné a respingar e intentar zafarme, pero Antonio aferró sus manos a mis caderas y me lo impidió. Respiré hondamente y puse mi mente en blanco, entonces comencé a sentir el bombeo ente mis piernas.
Después de un par de minutos el dolor disminuyó y las embestidas que me daba me hacían retorcer de placer, entonces escuche que empezó a hablar “yo sabía a los calladitos como tú les encanta que se los cojan así de rico, les gusta la verga demasiado, los serios son feroces, de esta nunca te vas a olvidar, me encanta darles verga a los que son como tú”, sus palabras incrementaron mi excitación y me incliné para callarlo con un beso.
Este muchacho parecía poseído, su lengua husmeaba todos los rincones de mi boca al grado de no dejarme respirar.
Repentinamente tomó mis brazos e hizo que lo abrazara de la nuca para ponerse de pie sin sacármela y seguir bombeando, me estaba demostrando la fuerza que tiene en las piernas y espalda con esa posición, en eso estaba cuando sentí un cosquilleo en mi entrepierna y comencé a venirme, la fricción que ejerció el abdomen de Antonio contra mi vientre ocasionaron esto.
Por su parte, al sentir mis contracciones, la respiración de Antonio se agitó aún más y me tendió sobre la cama con su miembro aún en mi interior, me besó salvajemente otra vez y se corrió mientras lo hacía.
Casi de forma inmediata se separó y pude ver en el condón que aun cubría el pene de Antonio, manchas de sangre, me espanté un poco y me lleve una mano a mi ano, lo toque y me revisé los dedos, también tenía sangre pero no me dolía, me metí al baño y tarde como diez minutos duchándome, al salir lo vi acostado sobre la cama con los bóxers ya puestos, me puse los míos, y me acosté a un lado de él.
Entonteces estiró uno de sus brazos y me jaló hacia su cuerpo sin abrir los ojos, recargué mi cabeza contra su pecho y me dejé querer nuevamente mientras pensaba “Tony, cada vez te estás volviendo más puto… tienes que controlarte, tienes que controlarte, tienes que controlarte, tienes que controlarte… tienes que…”, hasta quedarme dormido.
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