CON 30 AÑOS ENCONTRE PAREJA…HIJASTRO INCLUIDO. (primera parte)
De como me enamore de una chica algo mayor que yo, y decidimos vivir juntos……el tema es que ella venía con un agregado, su hijito.
Habiendo nacido en la 5ª región de Valparaíso (Chile), me traslade a Santiago, la capital, en busca de mejores oportunidades. Bien sabido es que la gran ciudad acapara todo en desmedro de las pequeñas. Centralismo lo llaman.
Y así fue que alquile un pequeño apartamento de 30 metros en un piso 22 del centro de la ciudad. Debo señalar que me encanta cuando tenemos un “temblor” un poco fuerte, y sentir como el edificio oscila espantando en especial a los extranjeros, jajaja.
Bueno, en una tarde, voy subiendo al ascensor y veo se acercan una mujer joven con un niño de unos 12 años y me hacen señas para que detenga la subida mientas ellos lo alcanzan. Ambos me saludan y la mujer me agradece, yo respondo el saludo que creo es básico, aunque no te conozcan.
El niño me pregunta ¿cómo te llamas?, Sergio y tú? Ignacio, hola Ignacio. ¿En qué piso vives? 22, oh, nosotros también.
¿Sabes Sergio? El sábado estoy de cumpleaños de los 11 y tendremos torta, helado y otras cosas ricas. ¡¡Te invito!!….. Hey, espera un poco, eso lo decide tu mamá…..Ella con una sonrisa me dice que esta bien, no hay problemas y yo acepto.
Un par de días después me preguntaba cual seria el regalo ideal a un chico de 11 años, no tengo hijos, y en la familia tampoco de esa edad y mis amigos menos que aman la libertad como yo, sin hijos. Casualmente paso por una tienda y veo una serie de rompecabezas cual, de todos mas hermoso, y salí de allí con uno con la figura de una locomotora a carbón de la época de los westerns.
Así llega el día y puntualmente toque el timbre donde Ignacio se apresuró a recibirme, abriendo sus hermosos ojos al ver su regalo, aun envuelto pero su tamaño llamaba la atención. No he descrito al chico, pelo castaño casi rubio, ojos verdes, contextura gruesa, bajito, y como dije cumpliendo 11 años que yo pensé tenia 12 y de ahí el título de este relato.
Me llamó atención los pocos invitados, una mujer mayor que supe era su abuela, otra mujer mas joven hermana de la madre, dos niñas de unos 8 años, mellizas, hijas de la anterior, un chico de casi la edad de Ignacio y nadie más además de mí.
Luego de lo tradicional, el happy, birthday, repartir torta y abrir los regalos, me senté con la madre de Ignacio de nombre Lourdes, quien me agradece que haya aceptado la invitación y en especial haber ido. Y me cuenta que su hijo tiene una condición especial, un autismo moderado y que por eso no socializa mucho y de ahí la escasez de chicos de su edad, salvo su único compañerito y por ello fue tan importante que yo aceptara y asistiera.
Por supuesto de regreso en casa a buscar en mi enciclopedia algo del autismo (recuerdo a mis lectores esto ocurre en época que no había internet por tanto había que ir a la biblioteca o en el mejor de los casos tener una enciclopedia). Ahí entendí algo mas.
Bueno, y así pasaron unos días cuando tocan mi timbre. Era Ignacio y Lourdes para pedirme los acompañara a armar el rompecabezas a lo que accedí. Lo primero le advertí a Ignacio que era trabajo de varios días y hasta semanas que no debía ponerse ansioso para armarlo, lo que entendió.
Y así, a lo menos dos o 3 días semanales, por las tardes, los dedicábamos al armado del dichoso rompecabezas.
Y así fue naciendo una especial relación entre los 3, había ocasiones que Lourdes me invitaba a cenar con la alegría de Ignacio, y fuimos aumentando de grado la relación, cuando el chico ya se dormía que no despertaba ni que pasara un tanque por su lado, de los besos y abrazos en el sillón pasamos al sexo en su dormitorio lo que resultaba gratificante para ambos.
Una tarde de verano, estando yo de vacaciones, llegan a buscarme y me cuentan que su hermana tenia un departamento de arriendo de verano en una playa del litoral central, Algarrobo, y que un alquiler se había caído pero que ya estaba pagado así que no le complicaba y dada la premura no había tiempo de buscar otros arrendatarios. Por ello ofrecía que nos fuéramos esos 5 días sin costo.
Inmediatamente empezamos a alistar las maletas, y así al día siguiente salimos rumbo a la costa. Era un amplio sitio de 3 dormitorios con vista al mar, ideal para un buen relajo. Esto era día martes.
Pero nada es perfecto, por la noche suena el teléfono y era la abuela que le decía a Lourdes del fallecimiento de un tío abuelo en Concepción, zona sur de Chile a unos 600 kms de donde estábamos y que quería asistir al sepelio y que ella le acompañara. Bueno, eso seria todo dije yo, pero Lourdes dijo que no era así, que ella saldría en la madrugada pasaría a buscar a la abuela y marcharían al sur. Que Ignacio y yo, disfrutáramos de la playa.
Y así, al día siguiente despedimos a Lourdes muy temprano para volver a dormir. Cerca de mediodía nos levantamos, salimos a almorzar y luego a tomar la ropa de baño, y disfrutamos toda la tarde del mar, la arena y la buena vista en todo sentido.
Ya cuando caía la tarde, regresamos al apartamento y le dije era hora de una ducha para sacarnos la sal de la piel. Me metí yo primero y estaba absorto en ello cuando Ignacio entra junto a mí, jugueteamos un poco y le empecé a aplicar jabón en su espalda y en su pecho. Ahí lo pude observar con mas detenimiento, el chico, como ya señalé, era de contextura gruesa, completamente lampiño y muy blanco (lo había notado que tuve que aplicar mucho bloqueador solar en la playa). Y se gastaba un CULAZO como para ponerlo en un cuadro, debo ser honesto que lo mire sin ninguna intención erótica, solo que me llamo la atención.
En un momento, el chico se pone jabón en las manos y me agarra el pene con ambas manos, ante lo cual yo lo aparto, me salgo del agua y me envuelvo en una toalla para irme al dormitorio.
Sorprendido, ofuscado, muchas expresiones para lo que sentí. Me quedé un rato sentado en un sillón y el no aparecía, fui a mirarlo. Estaba sentado en el suelo con el agua corriendo y llorando. Lo abracé y lo saqué de ahí envolviéndolo en una toalla para irnos al living mientras trataba de explicarle que esas cosas no se hacían. ¡Y como el Pato me dejaba?……..¿y quién es el Pato?……..el ex de mi mamá……..¿ella sabia eso? Noooo, él siempre se encargaba de decir que era nuestro secreto.
¡Casi se me cayó el pelo!
¿Y que más hacían? ¡follabamos! Ohhhhh ¿y qué edad tenías? Tenía 9…..¿te gustaba? Mucho, pero después ya no, cuando empezó a drogarse y a grabar videos con otras personas.
¿Y tu mamá nunca supo? Para nada, pero una tarde sintió olor a marihuana en mi ropa y le dijo que no iría mas con él. Al poco tiempo se pelearon definitivo y nunca más regresó.
Mientras Ignacio me relataba todo, mi cerebro era un torbellino, pensaba mil cosas tratando de descartar deseos morbosos que despertaron en mí. Yo acariciaba su cabello, su barbilla infantil, sus ojitos claros de largas pestañas mientras el sonreía. Y en un acto sin medir consecuencias me fui a su boca dándole un beso con mi lengua explorando casi hasta las amígdalas, el que fue respondido maestramente mostrando experiencia. Mis manos bajaron a acariciar su delicioso cuerpo, lampiño suave como porcelana y mis labios también fueron bajando a su cuello para detenerse en ambas tetillas alternadamente, mordiendo con suavidad sus pezones sacando sus primeros gemidos.
Ya entregado a la lujuria, me arrodille sobre la alfombra, separé su toalla y levanté sus piernas para dejar enfrente mío su divino agujero, rosadito, ni un atisbo de pelo, palpitando de deseo, ante lo cual acerque mi boca introduciendo mi lengua donde arranqué un fuerte gemido del niño y un escalofrío de placer que no dejaba dudas del gustito provocado.
Metía mi lengua lo mas al fondo que podía y fui variando entre chupar sus huevos y su penecito más bien grueso que largo, duro cual mástil, igual que el mío, lo que aumentaba sus gemidos y movimientos de placer, todo en una espiral de lujuria que iba aumentando a cada segundo.
Luego de unos instantes, no sé cuánto, me levanté y fui a mi bolso para sacar un frasco de lubricante íntimo, ya decidido a todo, al volver me acomodé de nuevo, otra lamida de ano y empecé a aplicar abundante liquido en su agujero, primero metiendo un dedo, luego dos y al final 3 con abundante aceite, para embardunar mi pene dejándolo a punto para el ataque. Me acomodé bien, Ignacio se saboreaba y sonreía con su carita de caliente que me tenía loco y acomodé la punta de mi pene en su entrada anal…….
Continuará……
Uhh, me dejas en el mejor momento. Buen relato, esperando la continuación. Como recomendación propia diría que profundizarás un poco más en el momento del acto, imaginarse todo ello es muy satisfactorio