Con dos hermanitos 2
Continúa mi maravilloso fin de semana.
Llenaron de besos mi pene y pecho. Mi corazón latía desaforadamente, a la vez que ellos empezaron a desnudarse uno al otro…
Así termina la primera parte, esperando sea de su agrado esta segunda entrega.
Una vez estuvieron desnudos, mostrando sus lindos cuerpos, sus traseros y genitales lampiños totalmente, sus penecitos erectos con sus huevitos colgando, creados ambos, Juan y Efrén, para dar y recibir placer, los conduje a la recámara y los acosté en ella, uno al lado del otro..
Verlos así, tan lindos y dispuestos para mí, me hizo tener una potente erección…
Juan: ¡Mira, Efrén ya lo tiene parado de nuevo! Señor, ¿Le ha gustado cómo lo hemos tratado?
Yo: Claro que sí, esa mamada que me hicieron estuvo increíble, pero ahora deseo darles placer yo…
Así que me abalanzó sobre Juan, el mayorcito y su lindo pene de tamaño apropiado a su edad, alrededor de 9 cm y le di besos, lo lamí y chupé con todo y sus huevitos mientras con una de mis manos tocaba a Efrencito, luego, me pasé a hacerle un oral al menor de los dos hermanitos. Y así alterné un buen rato.
Luego, les pedí ponerse en cuatro y levantar sus nalguitas para exponer sus anitos. Mi pene estaba a punto de reventar, pero me dediqué a dilatar un poco sus culitos con mi lengua y dedos, y luego, froté la punta de mi pene en sus hoyitos un poco.
Juan: Espere, don Jorge, tengo algo que decirle…
Yo: Dime, Juanito
Juan: A mi hermanito no le cabe toda, aún no la aguanta. Debe ir poco a poco con él para no lastimarlo, y sólo hasta donde la aguante…
Yo: ¿Y a tí?
Juan: A mí me duele un poco todavía, pero sí, sí puede meterla toda, yo aguanto pero mi hermanito no…
Yo: Ok, entonces, si te parece, lo haré primero con tu hermanito. ¿Está bien?
Juan asintió y entonces me concentré en disfrutar del anito semivirgen de Efrencito, el cual apretó con fuerza la almohada mientras esperaba ser penetrado. Viendo lo tenso que estaba, le di de besos, lamí y le di lengüetazos en su hoyito para relajarnos un poco.
Froté mi babeante y durísimo pene en su culito y puse mi glande en su entrada y empujé un poco hasta sentir cómo sus esfínteres cedían y se abrían un poco hasta recibir mi glande.
–Aguanta, hermanito, ya te entró la cabeza del pito del señor…¿te duele?
–Siiii–contestó Efrén con un susurro, mientras la voz le temblaba y una lagrima asomaba a sus lindos e infantiles ojitos.
–¿Puedo meter un poquito más?
–Siiiii…poquito
–Así que avancé un poco más sintiendo cómo su hoyito cálido se abría a la vez que me apretaba el pene…
Cuando logré introducir la mitad y un poco más, gritó y me pidió parar, suplicando no avanzará más y dando grititos de dolor.
Dejé que su cuerpo y su anito se acostumbraran a la sensación y comencé a sacar casi totalmente mi pene y con suavidad empujarlo de nuevo hasta donde lo aguantara. Con cada estocada él suspiraba y su hermano Juan le pedía aguantar.
Ante su estrechez, y su miedo latente y no queriendo lastimarlo más, y procedí a meter y sacar mi pene lentamente, respetando su dolor hasta que después de cerca de quince minutos exploté con varios chorros de mi semen en su interior.
Dejé qué mi pene perdiera su dureza, lo saqué de él, lo abracé y enjugué sus lágrimas, cubrí de besos su rostro y le di las gracias y felicité por haberme hecho tan feliz…él sonrió dulcemente, se levantó y caminando sin poder ocultar su dolor, se dirigió lentamente al baño…
–¡Sigo yo, sigo yo, don Jorge! Exclamó entusiasmado Juanito.
–Claro que sí, amorcito, pero antes, voy a darme un baño y a ayudarle a tu hermanito a limpiarse muy bien…Va?
–Si, don Jorge, está bien…
C O N T I N U A R Á?
como sigue