Con dos hermanitos Parte 4
La última entrega de esta saga. Espero sea de su agrado..
En la tercera parte, después de penetrar a Juanito de 10, mientras su hermanito Efrén de 7 se admiraba al ver cómo su hermano disfrutaba en una y otra posición y aguantaba sin quejarse todo mi miembro, le pedí a Efrén acercarse pues ahora era su turno.
Le hice saber que su tío me había dado permiso de tratar de penetrarlo por entero y él se asustó un poco y quiso llorar, con voz temblorosa me respondió:
Efrén: ¿Toda, me la va a meter toda? No, don Jorge, por favor…yo no la voy a aguantar, me va a doler mucho, por favor…¿y si nomás se la chupo y me mete la mitad? Por favor…
Yo: Chaparrito, no tengas miedo. Es cierto que te va a doler, pero yo voy a tratar de que te duela lo menos posible y verás que puedes hacerlo.
Efrén: No, don Jorge, mejor no…ya ve cómo me dolió mucho hace rato y eso que sólo me metió cómo la mitad…
Juanito: Hermanito, acuérdate que nuestro tío nos encargó tratar muy bien a don Jorge, y hacer todo lo que nos pida. Ya ves cómo se pone cuando lo desobedecemos…
Efrén: Pero es que me va a doler mucho, hermano…
Juanito: Sí, hermanito, pero luego te va a gustar. Aparte, don Jorge se ha portado muy bien con nosotros, nos ha tratado como nadie, y ya ves, hasta nos compró cosas…
Yo: Ven acá, chaparrito, no tengas miedo, anda…¿O no me quieres?
Efrén: Sí, don Jorge, pero…
Acercándome a él, lo abracé fuertemente y comencé a besar sus labios, su carita un poco llorosa, su cuello, a la vez que mis manos acariciabas por entero su cuerpecito.
Lo recosté en la cama bocarriba y pasé mis labios por él, bajando lentamente a su entrepierna. Su penecito, ante el estímulo, comenzó a ponerse durito…llegué hasta él con mis labios y lo besé, lamí y metí con todo y sus huevitos (testículos) a mi boca para chuparlo un largo rato, todo esto mientras Juan me masturbaba y me chupaba en ocasiones mi pene.
Luego, lo volteé y acomodé con sus nalguitas levantadas para deleitarme con la vista de su botoncito rosa, acerqué a él mi boca, lo besé y pasé mi lengua por él en muchas ocasiones, introduciendo parte de ella en su lindo huequito.
Él gemía y se reía al sentir las cosquillitas que mi lengua le provocaba.
Le pedí a Juan me acercara una bolita negra y de ella extraje un anestésico en crema y un gel anal que horas antes había adquirido en el pueblo para esta ocasión.
Tomé una generosa cantidad de anestésico en crema en mis dedos y la apliqué cuidadosamente en su anito y luego introduje uno y después dos dedos para adormecer su ano. Él sólo gimió un poco y algunos ayes de dolor se escaparon de sus templos labios al sentir cómo metía y sacaba mis dedos o los abría cómo tijeras para dilatar su rico hoyito y prepararlo para la penetración.
Introduje, con un poco de esfuerzo un tercer dedo y el solamente se quejó un poco pues el anestésico había empezado a cumplir su función.
Lo dilaté un poco más y al sacar mis dedos, pude ver dilatado, abierto y preparado su culito.
Le pedí a Juanito me aplicara gel en el pene para luego poner la punta de mi glande en su entrada, empujar un poco y sentir, de nuevo, cómo sus esfínteres se abrían para alojar mi glande en su totalidad.
Yo: ¿Duele, amorcito?
Efrén: No, don Jorge…
Yo: ¿Empujo un poquito más?
Efrén : Siiiiiii…pero despacito, por favor.
Así que empujé hasta meter poquito más de la mitad en su interior. La sensación de sus esfínteres apretando mi pene, su calidez, estrechez y suavidad me hacían sentir muy rico.
Juanito: ¡Hermanito, ya entró más de la mitad! Lo estás haciendo muy bien…¿Verdad, don Jorge?
–Claro que sí, tu hermanito es bien lindo y valiente…¿te duele?
Efrén : Muy poquito, don Jorge, casi nada…
–¿Ves? Esas cremitas son milagrosas, especiales para que a niños lindos y valientes como tú les duela menos hacerles el amor…¿Me dejas tratar de meter en tu hermoso culito todo mi pene?
Efrén: Sí, don Jorge, hágalo…
–Es más, amorcito, yo voy a tomarte solamente de la cintura para sostenerte, y quiero que tú solito eches tus nalguitas para atrás, hasta que sientas mis pelos y mis huevos chocar en ellas…¿Sí?
Él dijo que sí y muy lentamente y haciendo pausas para acostumbrar su recto a la presencia de mi pene, fue moviéndose hacía atrás hasta alojar mi verga en su totalidad.
Se quedó quieto un rato, unas lágrimas asomaron a su rostro y cayeron sobre la cama…
–¡Amorcito, lo lograste! ¡Qué lindo eres! ¡No imaginas lo feliz que me has hecho!
Juan: ¡Guau, hermanito, te portaste muy bien, ya te entró toda!
Efrencito solamente esbozó una tímida sonrisa y llevó una de sus manitas hacía su hoyito para tocar y darse cuenta que sí, estaba empalado por completo.
Lo abracé con una de mis manos e incliné hacía él para besar su cuello y pedirle me permitiera darle besos en su boquita, mientras dejábamos que su intestino se amoldara a mi verga.
Luego, tomándolo de nuevo por la cintura, procedí a sacar y meter mi pene con suavidad y delicadeza, disfrutando al ver cómo su culito lo engullía en su totalidad una y muchas veces hasta sentir las contracciones de mis testículos anunciar la inminente y esperada eyaculación.
Con una última estocada, descargué, varios potentes chorros, mi semen en su interior.
Dejé qué mi pene perdiera su dureza y con cuidado lo extraje de él, lo abracé besé y felicité por haberme dejado ser quien robara su tesoro, lo cargué y nos dirigimos al baño para darnos, los tres, una refrescante ducha interrumpida por algunos juegos. Nos secamos y mientras Juan encendía la chimenea, yo me servía un trago para brindar por la dicho de haberlos conocido. Nos fuimos a la cama e hicimos durante esa noche y el fin de semana, el amor en innumerables ocasiones.
La despedida el domingo fue dolorosa para los tres. Gratifiqué de manera generosa a ellos y a su tío por sus esplendidos servicios. Ellos se abrazaban a mí y llorando me pedían no los dejara, que me quedara con ellos.
Me dolió dejarlos, pero tuve que hacerlo. Prometí volver pronto y con tristeza los abracé y colmé de besos y caricias, para consolarlos un poco y al arrancar el coche, aún corrieron tras de él un largo trecho, agitando sus manitas.
Hubiera deseado llevarlos conmigo y pasar muchas noches llenándolos de amor, más sabía que ello no era posible.
Volví, eso sí, muchas veces ,a pasar fines de semana inolvidables a su lado y al de sus amiguitos que me presentaron y al calor de la chimenea y en contacto con la naturaleza, disfruté de sus tiernos y lindos cuerpos.
F I N
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