Con el encargado del gym en el hotel
Primera parte de como conocí a Santiago. El encargado del gym de un hotel que me quede con mi familia..
Esta historia me ocurrió hace algunos años mientras está de vacaciones con mi familia. Por ese entonces recién había cumplido mis 18 años, y para celebrarlo fuimos de viaje a uno de nuestros destinos favoritos, la ciudad de Cartagena, en Colombia.
Describiéndome un poco, de chico, más o menos desde mi infancia hasta inicios de la adolescencia, fui un niño gordito y algo tímido. Pero a partir de los 12, en medio de la revolución hormonal, fui perdiendo toda esa grasa y me pegué un buen estirón. Los únicos remanentes de grasa que me quedaron, gracias a la influencia genética de mi madre, fueron en las nalgas.
Esa grasa extra en las nalgas hacía que tuviera un cuerpo bastante morboseable, fueron varias veces en las que algún amigo, medio en joda, medio en morbo, me masajeaba la cola y se ponía a reír.
Pero aparte de las nalgas, todo el resto de mi cuerpo era bastante flaco. Por eso me propuse ir al gym a tonificarme un poco. Colocando especial atención a mi área baja, para obtener unas piernas acordes a las nalgonas que me cargaba.
Mi pasión por obtener un mejor cuerpo llego a los extremos de querer ir al gym incluso en mis vacaciones. Para entonces iba religiosamente cuatro o cinco veces por semana. Y en Cartagena no iba a ser diferente.
Así que después de hospedarnos en el hotel que habíamos reservado, lo primero que hice fue cambiarme e ir un rato al gimnasio del hotel.
Estaba en un edificio apartado a las habitaciones donde mi familia y yo nos quedamos. Al parecer era un conjunto que recientemente estaban remodelando, el cual solo tenía habilitado el gym en el cuarto piso.
Entre al gimnasio, y tal como me lo esperaba, casi no tenía gente en él. Solamente estábamos el chico que lo atendía detrás de una barra leyendo unos documentos, y una muchacha trotando en una maquina caminadora.
Ese día me tocaba hacer pierna, y en algún momento no pude cuadrar correctamente una máquina, creo que se llamaba Leg Curl, una maquina donde te acostabas y tratas de atraer un rodillo hacia tus glúteos.
Así que decidí llamar al muchacho que atendía el gimnasio pidiendo su ayuda. El muy amablemente dejo lo que estaba haciendo y se acercó a mi para acomodar la maquina a mi estatura.
Cuando entre no me fijé mucho en él, mientras se agachaba y hacia presión en un engranaje pude detallarlo de cerca.
Era un muchacho un poco mayor que yo, diría que, de unos 25 años, moreno, de estatura un poco superior al promedio. Y por supuesto, para alguien que administraba un gimnasio, también estaba marcado, no era una mole de músculos, pero podía ver a través de su ropa que estaba bien definido.
La única pega era que no era muy guapo, su corte de pelo no le favorecía, y tenía una barca tipo candado que aun hoy en día no me llama la atención. Pero en general diría que era atractivo, definitivamente le daría mi número si se diera la oportunidad.
Mientras cuadraba la maquina el muchacho me fue haciendo conversación, me dijo que se llamaba Santiago y que trabajaba en el hotel por las tardes y algunas noches. En definitiva, una charla bastante trivial.
Fue entonces cuando hizo una pregunta que me dejo bastante descolocado.
– ¿Y tú qué? ¿Tienes novia o algo?
Su repentina pregunta me hizo soltar una risa tonta, digo, no me importaban ese tipo de preguntas, pero la había hecho muy de repente. Fue entonces cuando me di cuenta que la chica que estaba en la maquina ya se había ido. Estábamos completamente solos.
– Mmm, no. Por el momento no tengo ninguna pareja, ¿por qué?
No me respondió, solo inclino su barbilla hacia la máquina, me estaba diciendo que intentara utilizarla.
Santiago se quedó a mi lado mientras hacia el ejercicio.
Con cada esfuerzo que yo hacía sentía como sus ojos se posaban en mis nalgas.
– Parece que necesitas un poco más de ayuda.
Ni siquiera espero mi respuesta, ya que coloco sus manos en mis caderas. Ahora, con cada movimiento que hacia el presionaba un poco hacia abajo, cada vez moviendo sus manos acercándolas hacia mis glúteos.
Termine la primera serie y subo mi vista, pude ver como su verga estaba completamente dura atrapada en su pantalón. Tanto el como yo estábamos super excitados. Y si, yo quería comerme toda su polla.
Él se empezó a sobar el bulto descaradamente cuando se dio cuenta que se lo estaba mirando. Santiago trato de seguir con la conversación, pero yo solo pude concentrarme en su polla, Él estaba usando un pantalón deportivo, lo que hacía que se le marcara aún más, tenía una buena forma acomodada a su lado derecho.
Tal vez fue la adrenalina del momento, pero estiré mi brazo hacia él y lo empecé a sobar con los mismos movimientos rítmicos con los que el manoseaba mi culo.
Estaba durísima, era un palpitante trozo de carne en mis manos. Mi polla también estaba erecta, hasta me dolía estar acostado en la máquina.
Decidí salir de la maquina y arrodillarme en el suelo. Volví a estirar mis manos, pero esta vez le bajé directamente el pantalón para masturbarlo. Yo también estaba duro, pero quería primero disfrutar de esa rica verga.
Tenía buen tamaño, un pene moreno de aproximadamente 18 cm, un poco más larga que la mía, con una sutil curvatura hacia arriba. Ya hasta imaginaba como me cargaba y empotraba contra la pared.
Justo antes de poder metérmela a la boca, Santiago me detuvo.
-Espera, alguien podría entrar y vernos. Ven conmigo.
Él se acomodó su pantalón y me llevo a un pequeño cuarto detrás de su escritorio, Según él, era un armario donde guardaba algunos equipos para el gym.
Una vez ahí, me lance a comerle la boca. Era un poco más alto que yo así que le toco inclinar su cabeza. Mientras yo le volvía a tocar su paquete. El me manoseaba el culo y metía sus manos entre mis pantalones buscando mi ano.
Sus dedos rosaron mi agujero, ya estaba palpitando como una perra completamente. Pero no me había limpiado. Nunca espere encontrarme con alguien para tener sexo justo después de hospedarme en el hotel. Con gran pesar le tuve que decir que no podía tener sexo anal por el momento. Aunque claramente decepcionado, el entendió y continuo con los besos.
Pero no poder tener sexo anal no significaba que no podía hacerlo correr, tenía ganas de leche, y leche iba a obtener.
Me volví a agachar, esta vez a solo unos cuantos centímetros de su verga. Y con las mismas ganas que yo tenía, Santiago se bajó sus pantalones, con la verga aún más dura que antes.
Empecé con una lamida en su cabeza. Sabia algo salado, y a pre semen. Se notaba que había estado todo su día trabajando, lo cual me encantaba.
Ya con más confianza fui aumentando la cantidad de polla que estaba tragando. Iba por la mitad cuando el me agarro por la cabeza y empezó a marcar el ritmo de la mamada.
– Uf, putita, sigue así, tragándote toda mi verga.
Como me excitaba que me tratara así, solo dijo eso y me volvió a palpitar el culo, pero como no podía tenerlo en mi ano en esos momentos, lo iba a tener completo en mi boca.
Tomé aire profundamente y me lo metí completamente, su tronco paso por mi lengua, su cabeza me roso la campanilla, pero como todo un experto contuve el impulso de la arcada y continúe hasta que mis labios tocaron esos deliciosos huevos.
Al fin tenía todo ese trozo de carne dentro de mí.
Santiago aún tenía sus manos sujetándome la cabeza. Yo había colocado las mías alrededor de sus nalgas, las cuales también estaban definidas por el ejercicio. El continúo marcando el ritmo, cada vez más rápido y salvajemente.
Literalmente me estaba follando la boca, como en una película porno.
Él estaba gimiendo como loco, hasta pensé que alguien nos podría escuchar si seguía así.
No sé en qué momento, pero me estaba masturbando salvajemente mientras el seguía con las embestidas. Santiago era como un toro y yo era su puta. Completamente ansiando cada centímetro de verga que entraba y salía de mi garganta.
Para cuando ya me empezaba a doler la mandíbula, Santiago me dijo que se quería correr. Hizo el ademan de sacar su verga de mi boca, pero yo con las ganas que tenía, utilice el brazo con el que no me estaba masturbando para atraer su cuerpo de nuevo hacia mí.
Cuando la cabeza de su polla paso por mi lengua, sentí como su jugoso tronco palpitaba y empezaba a soltar ese delicioso jugo blanco en toda mi boca.
Tallazo tras tallazo de semen salía de su verga. Tres, cuatro, hasta siente cargas de lefa entraron en mí. Se notaba que desde hace rato no descargaba o era todo un semental.
A mí no me faltaba mucho para correrme. Me empecé a correr aun con la verga de Santiago en mi boca, yo seguía succionando queriendo sacar hasta la última gota de semen. Por supuesto, me había tragado parte del semen que él me había dejado.
Y la leche en mi boca fue la gota que derramo el vaso para liberar ese orgasmo que estaba buscando.
Me corrí como pocas veces he hecho en mi vida, la sensación de placer recorrió todo mi cuerpo, desde mi polla hasta mis pies. Pasando por mis huevos y por mi ano, que también estaba deseando algo de acción.
– Que rico te la comiste. No esperaba que no dejaras salir ni una gota.
Por supuesto que no iba a desperdiciar nada, cada gota era como una droga para mí. Me encantaba la leche y Santiago me había dado una buena dosis de placer.
Tanto me gustaba la leche que seguí lamiendo la verga de Santiago hasta dejarla solo con mi saliva. La verdad quería seguir chupando, ir por otra ronda de leche. Pero en ese momento sentimos como alguien llamaba a Santiago desde el gimnasio.
Rápidamente él se acomodó sus pantalones, se le seguía notando el bulto con su verga parada, pero era mejor que nada.
Santiago salió del armario y empezó a hablar con la otra persona que lo necesitaba. Mientras tanto yo me arregle lamí los restos de semen que mi verga había lanzado.
Como dije, amo la leche y no la desperdicio.
Después de unos 5 minutos Santiago regreso al armario y e dijo que era seguro salir.
– Oye, chico. Ya sé que me dijiste que no podías con el sexo anal. Pero yo quiero ese culito para mí. Mañana trabajo hasta tarde y podría cerrar el gym un rato para, digamos, hacer algo de mantenimiento a las maquinas.
Yo, más que encantado, le dije que mañana me asaria un rato por el gym a ayudarlo a descargarse.
Así salí del gym. Con rastros de leche en mi boca, el culo deseando verga. Y una prometedora cita con el encargado del gimnasio.
Que te de verga tu a el.igual y sean noviod