Con el profe caliente en el aula.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo en aquel entonces tenía 17 años. Delgado, barba, ojos y pelo claro y unas nalgas bien redondas y carnosas.
Muchos de los gays que estaban en el instituto se fijaban en mí, pero yo no quería nada con “niños”.
Era demasiado tímido como para empezar una conversación con aquel profesor, llamémosle “J”.
Un día, uno de mis profesores me mandó un trabajo sobre romanos, etc… así que como él impartía la clase de Latín y Griego, se me ocurrió que me diera algún libro sobre el tema para hacer bien el trabajo (sin ningún tipo de malentendidos).
Así que justo antes de salir por la puerta del instituto, me lo encontré y le pregunté:
– J, estoy haciendo un trabajo de romanos, me puedes aconsejar algún libro bueno?
– Mmmmm –se quedó pensando durante unos segundos, no sé si porque no se esperaba que le hablara o porque pensaba en algún libro, espero que lo primero- sí, si quieres pásate por mi despacho mañana y lo hablamos.
Yo encantado de que me diera la oportunidad de hacer excelente el trabajo acepté, pero otro llamó mi atención. Un compañero de J dijo:
– Solo le pides un libro?
No le hice caso y me fui…
Al día siguiente, en el recreo, pasé por su despacho y me dijo que si podíamos quedar en una hora, por suerte, yo no tenía clase en esa hora y pude ir.
Toqué a la puerta y entré. Estaba sentado en una de las sillas, casi acostado en ella y vi cómo estaba cerrando el pc rápidamente. En ese momento no le hice mucho caso (era un poco tonto en aquella época), así que hablé con él:
-Buenas, al final lo del libro, qué?
– Sí, sube conmigo al aula de arriba que me lo he dejado.
Lo seguí por las escaleras, sin parar de mirarle el grandioso culo y la espalda ancha. Era un poco más pequeño que yo, de 35 años, barba, pelo corto y ojos castaños.
Cuando llegamos al aula, estaba vacía, pero no vi ningún libro… me empecé a poner nervioso.
– Pues no sé dónde lo habré metido, la verdad- lo noté muy tranquilo, así que volví a relajarme un poco.
>>Bueno, podemos verlo por internet. Tengo aquí el portátil- sacó el pc y empezó a buscar en google. Yo estaba arrodillado junto a él, y este, sentado en una silla.
Tenía a mi altura a un grandioso bulto que palpitaba…. No me lo podía creer! Olía de polla erecta y se me revolucionaron las hormonas… no podía aguantarme más.
Yo llevaba un pantalón de chándal corto (era casi verano), y así no podría disimular nada, por si la erección no era por mí.
Me mantuve agachado sobre mis piernas, con las rodillas flexionadas y esperé a que diera el primer paso.
Cuando terminó de escribir en el pc, me enseñó las fotos que tenía en la pantalla y empezó a explicarme:
– Mira, esta serie está muy bien. Se llama espartacus, un poco sangrienta, pero relata muy bien a los romanos. Mira, también hay parejas gays (y me enseñó una foto de dos tíos en una casa, prácticamente desnudos).
– Mmm (ahora era yo el que no sabía qué decir, así que solté: ) sí, yo ya la vi y es muy sangrienta y con mucho sexo…
– Ahh, pues entonces no tienes que asustarte de nada no?
Esa frase era ya una indirecta muy directa.
– Vale, me puedes pasar por correo el enlace por si utilizo las imágenes?. Solo quería que tuviera mi mail por si acaso…
– Claro… – después de unos minutos en el pc, me envió las fotos y se levantó. Tenía en paquete en mi boca, pero no supe reaccionar así que me levanté también de golpe.
Cara a cara, nos miramos durante unos minutos y me dijo:
– Y ahora…. Qué vas a hacer?- sería otra directa?
– Nada….- y me quedé quieto para ver qué hacía él.
– Am…- cogió mi cara con su mano derecha y me quitó una supuesta pelusa de la barba. Yo me ruboricé pero no le aparté la cara, así que él, sin decirme nada más, cogió mi cuello con la misma mano y me acercó la cara a su cara para besarnos desenfrenadamente
Justo después de terminar de besarnos, cogió mi pantalón y lo arrancó de mi cintura para dejar a la vista un gran bulto (me mide 18 y bien gorda). En cuanto la vio solo pudo metérsela en la boca y empezar a chupar como si la vida dependiera de ello.
Yo gozaba como nunca, solo había estado con un hombre antes de eso. Me excité como nunca! Mi polla palpitaba en cada tragada de J.
Le cogí la cara y empecé a besarlo otra vez, justo antes de que me corriera. Lo hacía demasiado bien el cabrón!
Cuando terminé de saborear mi polla en sus labios, le quite sus apretados pantalones y saqué una gran polla de ellos, se podía comparar perfectamente a la mía.
Chupé y chupé hasta quedarme sin saliva, justo cuando me dijo:
– Me corro, me corro!- rápidamente me apartó y se echó sobre la mesa del profesor para echarse toda esa lefa en el pecho, bien rasurado y con el vientre marcado. Tres chorros le llegaron hasta el pecho, pero entonces yo me corrí y su semen parecieron unas gotas en mi lago. Apunté al pecho, pero mi cañón de semen le llegó hasta el cuello, la barbilla y la cara.
Solo pudo llegar a decirme:
– Madre mía, me has bañado en lefa!- yo sonreí como un niño bueno, jijijiji.
Le ayudé a limpiarse y los dos salimos del aula. No nos habíamos dado cuenta que todos estaban en el pasillo y varios de los que nos vieron salir me conocían, además de ser alumnos de él. No pude contener mis ganas de más, así que me adelanté a él, moviéndome para que viera lo próximo que íbamos a hacer… la penetración.
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