Con el señor bigotón en el baño de mi trabajo 2.1
Más que masturbarse, el Don jugaba con su verga para que yo la viera. Me veía a los ojos y luego bajaba la vista, como diciendo «quieres? Ven por ella». La tomaba con una mano para chocarla en la otra, como si fuera un bate..
Primero quiero pedirles una disculpa a quienes leyeron este relato. Esto lo escribo primero en un documento y después lo copio para publicarlo, pero al parecer lo copié mal y quedó incompleto, por eso se lee tan cortado. Apenas ahora me doy cuenta del error.
Ahora sí, como les conté en la primera parte, este cliente bigotón de unos 60 años me pidió ayuda con su computadora para mostrarme un vídeo porno, y después me pidió pasar al baño para llamarme y esperarme con su gran verga en la mano, para que yo terminara dándole una mamada hasta que se vino en mi garganta.
Bueno, pues habrán pasado unos 15 días desde aquella ocasión, cuando este hombre maduro y con toda la pinta de macho mexicano, volvió.
Como la primera vez, entró al rededor de las 9 p.m., una hora antes de cerrar el ciber. Pero esta vez tomó una cabina que estaba cerca del mostrador, pero por su posición diagonal, yo tras la caja podía ver dentro de la cabina y él a mí, pero los clientes al pagar, del otro lado de la caja, quedaban horizontales y no alcanzaban a ver el interior de la cabina. Si a caso pudieran ver los zapatos nada más.
El Don entró como si no me conociera, saludó como un cliente más y se pasó a aus computadora. Yo no podía quitarle la vista de encima, pero trata de disimular pues a esa hora aún quedaban un par de clientes.
Habrán pasado unos 30min desde que llegó, cuando cruzamos miradas y bajó el rostro para que viera su entrepierna. El maldito viejo estaba durísimo, y por la tela delgada de sus pantalones de vestir, junto con que claramente no llevaba ropa interior, se le marcaba muchísimo.
En ese momento ya sólo quedaba una clienta más, bastante alejada del mostrador. La verdad no sé si el viejo se percató de que no había apenas gente, o si le valía madres y quería antojarme sabiendo que no podía hacer nada. Pero yo creo que fue esto último.
El viejo empezó a tocarse la verga sobre el pantalón y apetrarla. Se marcaba perfecta toda su carne larga y hasta se distinguía un poco la cabeza, ya que encima la tela era clara, como beige claro.
Habrá estado unos 5min jugando con su verga sobre el pantalón, cuando decidió abrirse el cierre y sacar ese increíble pene de 20cm: blanco, venoso y con una cabeza brillante de precum.
Más que martusbarse, el Don jugaba con ella para que yo la viera. Me veía a los ojos y luego bajaba la vista, como diciendo «quieres? Ven por ella». La tomaba con una mano para chocarla en la otra, como si fuera un bate. A veces la tomaba de la base y la movia en círculos, o simplemente la movía de adelante para atrás; en momentos dejaba su verga libre, se ponía las manos en los costados y simplemente me mantenía la mirada mientras su verga
se meneaba sola.
Yo ya no podía más, necesitaba esa verga en mi boca, pero la clienta no se iba. Desesperado y aprovechando que estaba en una cabina, me levanté y fui hacía el señor bigotón. Entré a su cabina, claramente él estaba viendo porno, y apenas entré me tomó la mano para ponermela en su verga.
Yo estaba a reventar. No sólo porque ese señor tenía una cara que me mataba, viejo, enojon, con arrugas en los ojos y las mejillas y el bigote enorme de brocha que le cubría todo el labio superior, entre canoso y negro; ni porque su verga fuera francamente perfecta, grande, gruesa y venosa; también por el morbo de saber que había una clienta aún, y que el local estaba abierto y aún podía entrar alguien más.
Al tener su verga en mi mano la apreté un poco, y al igual que el viejo empecé a jugar un poco con ella. Pero en un momento no pude más y me agaché rápido. Y de un sólo movimiento me metí toda hasta la garganta. El viejo sólo hizo la cabeza hacía atrás y apretó los labios. Y yo me mantuve unos segundos, para luego recomponerme y volver a la caja.
Fue una suerte que lo hiciera así, pues apenas unos segundos después escuché a la última clienta parándose de su cabina. El Don lo escuchó también, pero le valió madre y sólo se movió un poco más a la esquina, para quitar todas posibilidades de que la chica lo viera.
Mientras yo le cobraba a la mujer, el desgraciado se puso a jugar de nuevo con su verga, sin dejar de verme, y hasta hacía caras abriendo la boca y pasándose la lengua por el labio.
Como pude despaché a la clienta y me puse a cerrar el local. Mientras cerraba, el viejo me gritó que le cerrara su cuenta, y si podía pasar al baño. Le dije que sí y cerré todo.
Ya habiendo cerrado todo, me acerqué al baño y toqué la puerta. El señor me dijo «pasa», y me estaba esperando ahí parado, con la verga fuera del pantalón, y moviendola de arriba-abajo con su mano derecha. Yo sin más me inqué y empecé a mamar.
Igual que la primera vez yo mamaba con muchas ganas. Me metía su verga hasta la garganta, a veces por mi cuenta, y a veces obligado por sus enormes y arrugadas manos. Lo que más me encantaba era cuando me tomaba del cabello de la nuca, y me jalaba hacía atrás para sacarme toda la verga de la boca, y luego me movía con fuerza adelante para que entrara de nuevo hasta mi garganta.
Así estuve unos 10min, antes que de nuevo me tomó con sus manos y me presionó contra él. Yo me estaba ahogando, no sólo con su verga que estaba en mi garganta, sino porque sacaba una cantidad impresionante de leche, y era muy espesa así que no se iba fácil. Pero como pude abrí los ojos, quería verlo mientras se corría. Y debo decir que valió la pena la imagen.
Podía ver su brazo delgado pero fuerte, peludo de vellos negros, y con los músculos tensos, y su cara con los ojos cerrados y la boca muy abierta, como gritando en silencio.
Su corrida fue increíble, un poco amarga, pero me tomé el tiempo para tragar todo y tomar su verga al final, para limpiarle la última gota que quedaba en su uretra.
Pero esta vez no se acabó ahí la cosa, porque una vez recompuesto, el señor me dijo que si quería me la podía mamar él a mí. Yo, por supuesto, acepté.
Se notaba que el señor era inexperto mamando verga, ya que apenas se metía la mitad y le daban arcadas casi a cada movimiento, pero lo compensaba con ese bigote enorme, ya que cada que se metía mi verga en su boca, el bigote me rosaba y era una sensación maravillosa. Eso además de la maravilla que era ver a ese macho maduro con una verga en su boca.
Así estuvo unos 15min, hasta que me dijo que si me podía venir ya. Yo acepté y él me la empezó a jalar sobre su mano. Me vine en la palma de su enorme mano rasposa, y me dijo «ven, cometela», pero dejó su mano abajo, mientras que con la derecha me empujaba para que me incara. Yo así lo hice, e incado enfrente de él abrí la boca y el me escurrió mi leche desde su mano a mi boca. Después de eso me pidió que la lamiera y me metió varios de sus dedos a la boca para que los dejara limpios.
Así acabó esta vez. De nuevo me dijo gracias, y se fue.
Lamentablemente esta fue la última vez que pasó. A mí me hubiera encantado repetir y llegar a que me cogiera, pero poco después de que pasara esto que les cuento, yo renuncié a ese trabajo, y ya nunca volví a ver a ese señor.
Para los hombres de Xalapa o al rededores, si son maduros mejor jajaja, les dejo mi contacto
Telegram: @Dtm56
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