Con Mario, Juan y Armando tres niños de la Sierra
Yo de 17, ellos de 6, 9 y 10 años, yo morboso y ellos curiosos….
Corría el año de 1984 cuando solicité beca como instructor comunitario y me asignaron una pequeña comunidad en la Sierra de Jalisco. Llegué a ella a inicios de septiembre, después de caminar entre veredas por cerca de dos horas y media entre paisajes maravillosos. el azul del cielo,lo verde del bosque y arroyos de aguas cristalinas muy frescos que bajaban serpenteando de las montañas y cerros cercanos.
Como se me había indicado, me presenté ante la autoridad de la comunidad para que me diera o buscara acomodo en alguna casa donde me proporcionarían un lugar para quedarme así como la asistencia. fuí recibido en la casa de un matrimonio que tenía cinco hijos, la mayor de 15 años, tres varoncitos: Mario, de 6 años, Juan de 9 y Armando de 11, y la menor, de apenas 6 meses de nacida.
Para dormir me prestaron un cuarto con paredes y techo de madera ubicado a un costado de su casa. En las noches pasaba frío pues el aire y la lluvia se colaban por las rendijas entre las tablas. Como era joven y lleno de entusiasmo, todo lo soportaba pues el paisaje y trabajo con los niños valían la pena.
Contaba con pocos alumnos, alrededor de 10, de edades variadas. Con el paso del tiempo me fui dando cuenta de su inocencia: en una ocasión que permanecí en el pequeño salón a la hora del recreo, me pidieron permiso para bañarse un poco en un pequeño charco de agua que formaba un remanso del arroyo que pasaba por una orilla del terreno escolar, lejos del caserío. Yo le dije que podían hacerlo y cuando me desocupé y fui a verlos…¡Sorpresa! varios niños se bañaban completamente desnudos mientras las niñas, sin malicia alguna, los observaban sentadas en la orilla. Iba a regañarlos y llamarles la atención, pero ellos al verme ni se inmutaron. Al contrario, uno de los más pequeños me invitaba a meterme al agua con ellos, mientras otro de los grandecitos le decía que no, porque yo era grande y ya tenía pelos.
El más pequeño le preguntaba que dónde tenía pelos, que ellos también tenía pelos en su cabeza y el otro le dijo que sí, pero no en el «fierro» (pene). Viendo su naturalidad despreocupación, me senté al verlos juguetear y chapotear en el agua, hasta que se cansaron, salieron del agua, se secaron al sol, vistieron y regresaron al aula para continuar nuestras clases.
Esa noche me la pasé recordando esos cuerpecitos tersos y lampiños que sin pudor alguno se me mostraron, que en ocasiones se agacharon y mostraron su pequeño anito sin vergüenza alguna. recordar eso hizo que mi pene se pusiera como piedra y que me masturbara varias veces pensando en ello.
Días después, la niña más pequeña se enfermó y el matrimonio tuvo que salir al poblado más cercano a buscar atención médica. Dejaron a la hermana mayor al cuidado de la casa y como responsabe de preparar los alimentos para sus hermanos y para mí.
En la comunidad no había servicio de energía eléctrica, así que al caer la noche nos retiramos a nuestros cuartos. El pequeño Mario le dijo a su hermana y hermanos que iba a dormir conmigo, que sus papás le habían dado permiso. Ellos le dijeron que sí, pero si yo estaba de acuerdo y acepté, pues ya otras veces lo había hecho, pero le ponían un catre a un lado del mío.
Ellos estuvieron entonces de acuerdo pero le dijeron que como no habían acomodado su catre, tenía que dormir conmigo y que no íbamos a caber. Él les dijo que se acomodaba, al cabo estaba chiquito, donde sea cabía y yo acepté.
Yo dormía por lo general sólo en pants, pero para no asustarlo o hacerlo sentir incómodo, cuando él dormía conmigo me acostaba vestido igual que él. No sé si fue la cercanía de él, el recordar haberlo visto desnudo, mi edad o morbo, pero mi pene comenzó a ponerse durísimo hasta alcanzar sus 18 centímetros de largo. y como el espacio era pequeño y nos habíamos acomodado de «cucharita», pues… busqué acomodar mi pene entre sus nalguitas, la ropa no ayudaba mucho. Así que lo abracé y le dije al oído:
–Mario, ¿me dejas bajarte un poco el pantalón?
–¿Para qué, maestro?
–Es que, me duele mi «fierro» , mira, se me hinchó (y llevé una de sus manos a mi bulto) ¿Me lo sobas tantito a ver si se me baja lo hinchado?
–¿Cómo, maestro?
–Con tus manitas, anda, y luego con tus nalguitas…
–¿Y no es malo eso?
–No,..aparte, no lo va a saber nadie, sólo tú y yo…¿Sí?
–Bueno…
Y nos pusimos de frente, a oscuras…me desabroché el pantalón y junto con mis truzas lo bajé hasta mis rodillas, luego, llevé sus manitas alrededor de mi pene y le mostré como masturbarlo para después pedirle continuara solo. A la vez, yo desbroché su pantaloncito y lo bajé un poco al igual que su calzoncito y comencé a acariciar sus genitales. Su pene, ante mi asombro, reaccionó y se le paró.
Le dije:
–Mira, tu «fierrito» también se hinchó…¿Quieres que le dé un masajito para que no te duela?
–Sí, maestro
Y con su permiso, empecé a tacar, acariciar y masajear su penecito y testículos…
Luego, lo coloqué boca arriba, bajé aun más su pantalón y calzoncito y le dije
–Mmmhhh, no se te baja lo hinchado, tendré que darle masajitos con mi lengua, boca y labios…¿me dejas hacerlo? y él dijo que sí.
Así que durante varios minutos me deleité en sus genitales hasta que disminuyó su erección…
–Ya estuvo, Mario, tu «fierrito» ya se alivió, pero el mío sigue hinchadito…¿No quieres darle besitos, lamerlo y chuparlo como yo con el tuyo? A ver si así ya no me duele…
–Sí, maestro…
Y sin prender la lámpara de mano, lo fuí guiando hacia mi pene, él imitaba torpemente lo que yo había hecho antes con su penecito, solamente le entraba el glande y poquito más, pero el hecho de sentir esos labios apretando mi glande, esa lengua subir y bajar por mi pene y lamerlo…era un placer muy grande.
Luego, le pedí ponerse de espalda a mí para que sobara mi pene entre sus nalguitas hasta venirme con potentes chorros de semen que cayeron en sus glúteos, espalda, pelo y hasta en la pared. Me vine como nunca, era mi primera vez con un niño…
Si desean saber qué pasó después con sus hermanos, esperen las siguientes partes…¡Saludos!
comos igue
Acabo de redactar Segunda parte. Espero la disfrutes…