Con Mario, Juan y Armando, tres niños de la Sierra. Parte 2
En el arroyo, con los tres hermanos. Sus confidencias e indiscreciones..
Luego, le pedí ponerse de espalda a mí para que sobara mi pene entre sus nalguitas hasta venirme con potentes chorros de semen que cayeron en sus glúteos, espalda, pelo y hasta en la pared. Me vine como nunca, era mi primera vez con un niño…
Me dormí abrazado a él después de limpiar todo rastro de semen de su cuerpo. A la mañana siguiente desperté con la clásica erección matutina y lo desperté para ponerlo a masturbarme, frotarla entre sus nalguitas y finalmente pedirle me la chupara y darle, por vez primera, a beber mi semen.
Le pedí no decirle a nadie lo que habíamos hecho porque si no, ya no lo iban a dejar dormir y jugar conmigo.
Así fue mi inicio con el pequeño Mario, de 6, niño de piel blanca, cabello rizado, delgadito y de ojos verdes enmarcados por unas grandes pestañas, poseedor de una risa contagiosa…¡hermoso!
Nos vestimos y desayunamos junto con hermanos y hermanas, luego se fueron a realizar las faenas encargadas por su padre y al terminar,sudorosos, Armando el mayor de ellos propuso nos bañáramos en el arroyo cercano.
Juan, de 9 años era el más hermoso y el que más me gustaba de los tres. Era de complexión mediana, pelo negro rizado, güerito de grandes ojos color miel, con unas mejillas y unos labios rojos, una dentadura blanca y sonrisa muy alegre.
Armando, de 10, era el más serio de los tres, delgado, cabello rebelde, y con unos dientes incisivos un poco salientes de su mandíbula que se me antojaba verlos rozar mi pene al hacerme algún oral.
Aceptamos, pues, ir a bañarnos y al llegar ellos de inmediato se despojaron de toda su ropa y saltaron al agua, riendo y jugueteando.
Armando me invitó a meterme con ellos. Yo me negaba porque ante semejante espectáculo mi pene había reaccionado y estaba erecto a más no poder.
Les dije que no, porque no llevaba ropa y ellos me dijeron que me encuerara como ellos, que ya sabían que yo tenía pelos y un pene mas grande y grueso que los de ellos. Y bueno, acepté…
Ellos comenzaron a reír entre sí y a cuchichear al verme desnudo.
–¿Qué pasa, niños, sin burlarse, eh?
Armando: –No maestro, le decía a Juan que la tiene más grande que Ramiro, el novio de nuestra hermana.
Juan– Sí, pero nuestro tío Aurelio lo tiene más grande…
Armando: Imagínate, si cuando Ramiro y tú hicieron ejercicio lloraste…
Juan: ¿Y tú? Acuérdate cuando mi tío te enseñó a manejar y le agarraste y chupaste la palanca…
Yo: ¿Y Juan porqué lloró cuando su cuñado y el hicieron ejercicio?
Armando: Ay, maestro, ¿no me diga que no sabe qué es hacer ejercicio?
Yo: Pues claro, es correr, jugar fútbol u otro deporte, saltar, levantar pesas, nadar…
Armando, Juan y Mario, comenzaron a reír ante mi respuesta y Armando me dijo;
–Sí, maestro, pero aquí también le decimos «hacer ejercicio» a coger, a meterse el pito…
No podía creer la naturalidad con que hablaban de eso.
Armando: –Y una vez, que Ramiro y Juan se fueron a bañar juntos, lo convenció de dejarse meter poquito el pito atrás y como se puso mucho jabón se le fue todo, y Juan se sacó y lloró…(riéndose)
Juan se ruborizó al oírlo y casi llorando le dijo:
–A ver, ¿y por qué no le cuentas cuando mi tío te sentó entre sus piernas y te hizo agarrarle el pito y chupárselo, según el para enseñarte a manejar en la camioneta? ¡Mejor cállate!
Armando: Sí, pero a mí no me la metieron y a ti sí, ya mejor cállate tú, si no quieres que te agarre a putazos…(enojado)
Juan: ¿No te la metió? Nomás porque no te cupo, pero bien que dijiste que te pusiste y acomodaste…
Yo iba de sorpresa en sorpresa, finalmente los tranquilicé, les dije que esas cosas no se platicaban, los hice darse las manos y pedirse perdón. Ellos se calmaron y luego nos dedicamos a chapotear y jugar largo rato en el agua. Mario solo se bañaba en la orilla, pues no sabía nadar, así que fui por él, lo abracé y cargué para meternos a lo hondo, lo puse a nadar sosteniéndolo de su cintura.
De pronto, y sin más, Juan me preguntó:
–Oiga maestro, ¿ Y Usted y Mario no hicieron ejercicio anoche?
Armando: Cómo crees, si a ti Ramiro te lo metió y no aguantaste…
Yo: Muchachos, no empiecen otra vez, su hermanito no debe verlos pelearse ni andar oyendo esas cosas. ¿Verdad, Mario, que no hicimos nada?
Mario: Sí, maestro, no hicimos nada. Bueno, sólo le sobé su pito hasta que se le quitó lo hinchado.
Yo deseé que la tierra se abriera y me tragara al pensar en las consecuencias de las palabras de Mario, pero Armando dijo:
–Ah, bueno, pero no te lo metió…
Mario: No, hermano (avergonzado por haber contado lo nuestro) Eso no…
Yo: Muchachos, por favor que esto quede entre nosotros, no debe saberlo nadie y menos sus papás. No sé qué me pasó anoche, pero no lo vuelvo a hacer. ¿Está bien? ¿Estamos de acuerdo?
Ellos dijeron que estaba bien, pero a cambio me pidieron que yo tampoco contara nada de lo que ellos habían dicho.
Todos de acuerdo, seguimos bañándonos, hasta que Armando preguntó.
— Maestro, ¿Y a Usted ya le sale leche?
Yo: ¿Semen? Pues claro que sí, ¿tú cómo sabes eso?
Juan: Es que Ramiro nos lo ha enseñado, dice que se va a coger a nuestra hermana pronto y a echarle adentro su lechita, y luego se pone a jalársela hasta que se saca la leche.
Mario: Y a veces ellos le ayudan a jalársela.
Yo: Oh, muy bien…¿Y a Ustedes ya se les para? ¿Ya avientan lechita?
Ellos dijeron que sí se les paraba, que sí se la jalaban pero que aún no echaban lechita.
Juan: ¿Y si nos la jalamos maestro?
Yo: ¿Y Mario? Está muy chiquito…
Armando: Sí, pero ya se le para también.
Yo: Bueno, está bien, pero sin decírselo a nadie…
Aceptaron, salimos de el agua y ahí estamos, los tres masturbándonos. Les propuse masturbarnos entre nosotros y aceptaron.
–Muchachos, ¿aceptan que nos chupemos los pitos? Se siente bien rico, ¿verdad Mario?
Mario se ruborizó y agachó y dijo tímidamente que sí…
–¿Quieres enseñarles a tus hermanos cómo hacerlo?
Asintió y sin más, tomó mi pene endurecido y lo cubrió de besos, lo lamió un rato y finalmente abrió su boquita para meterse en ella mi glande y chuparlo…después de un rato, le pedí parar y le dije a Juan que ahora lo hiciera él mientras Mario se lo chupaba a Armando y tocó el turno a Armando de degustar mi pene, mientras Mario se la chupaba a Juan.
Luego, yo les chupé sus penecitos de 9, 7 y 5 centímetros. Al final, puse a los tres a compartir mi pene al mismo tiempo, uno a cada lado y el pequeño Mario sobre mí mientras yo me deleitaba en su cerradito y pequeño anito.
Me corrí sobre sus rostros y ellos la comieron gustosos, nos lavamos muy bien y vestimos para regresar a su casa.
¿C O N T I N U A R Á?
Por favor, inclúyeme en uno de tus relatos. Soy Marcos. Hazlo a la edad que lo desees. Besitos.
Con gusto!
De hecho, en la parte 5 hago breve mención a ti. Envíame detalles y con gusto le dedico uno o varios relatos al pequeño Marquitos y a su soberbio culazo…
Hola bro me gustan tus historias, me gustaria aparecer en alguna de ellas como un nene, se puede?
Me da gusto saber que te gustan mis historias…¡Claro que sí! Será un placer tenerte como protagonista en alguna historia, Escríbeme y nos ponemos de acuerdo, ¿Va? ¡Saludos!
Qué facilidad