Con Mario, Juan y Armando, tres niños de la Sierra. Parte 3
Reestrenando a Juan, de 9.
Luego de regresar a casa, nos sentamos a comer. Por la tarde me dediqué a descansar un poco y preparar material para las clases de la siguiente semana. Ellos salieron a jugar un.poco con otros vecinos y luego a hacer labores propias del campo.
Durante la cena, Juan me preguntó si podría acompañarme, que él dormiría en su catre y acepté con gusto pensando en lo que podríamos hacer.
Y así fue: en cuanto él llegó platicamos un rato y luego me dijo:
–Maestro, maestro, ya se durmieron mis hermanos.
–Creo que sí, ¿Por qué?
–¿Me puedo acostar con Usted un rato?
–Si tú quieres, sí, ¿tienes miedo dormir solo?
–No, es que…¿no quiere que juguemos como en el arroyo? Quisiera me hiciera lo que le hizo a Mario, chuparme atrás, él me dijo que se siente muy bien, como cosquillas…
–Está bien, Juanito, pero a cambio me dejarás hacerte lo que Ramiro a ti, meterte mi pito en tu colita…¿Sí?
–Pero me va a doler mucho, Ramiro sólo me la metió una vez y me dolió mucho, me hizo llorar y él se asustó igual y me la sacó…
–Te ardió porque usó jabón. Yo te voy a preparar para que no te duela mucho y te voy a poner una cremita para que se te resbale más fácil…
–Bueno, pero si me duele le digo y me la saca.
Acepté, así que le pedí desnudarnos por completo y comencé a a acariciarlo y cuando su penecito de 7 cm quedó erecto me dediqué a besarlo, lamerle y chuparlo.
Después le pedí subirse en mí para hacer un rico 69 e iniciar a dilatarle su hoyito, mientras él me chupaba el pene.
Llené de crema uno de mis dedos y comencé a meterlo en su anito que cedió sin mayor problema. Luego, le metí dos de mis dedos y aunque se quejó al principio, se le pasó el dolor y empezó a gemir…
–¿Ves qué fácil fue? Ahora, vamos a intentar con mi pito…¿de acuerdo?
–Sí, maestro, pero si me duele me lo saca.
–No te va a doler, lo vas a disfrutar, te lo aseguro…
Y lo acomode sobre nuestras almohadas con su rico traserito levantado, me llené el pene con crema y le puse en su hoyito igual.
Se lo pasé por su hoyito, de arriba abajo y alrededor del mismo para que se relajará, luego, coloqué la punta de mi pene en su centralita, empujé un poco y después de varios intentos sentí como se deslizaba hacia adentro, una sensación inigualable, su anito y esfínteres me lo apretaban delicioso. Le entró poco más de la mitad hasta que me pidió parar.
–¿Qué pasó? –Le pregunté al oído sin salir de él–¿Te duele?
–Sí, maestro, un poco, sáquelo por favor…
–Espera, ahorita te va a dejar de doler, sólo aguanta un poquito, ¿sí?
–Siiii…
Después de un rato le pregunté si aún le dolía y me dijo que ya no. Le pedí me dejara metérselo un poquito más y aceptó. Me puse más crema en el tronco de mi pene y empujé hasta sentir sus nalguitas en mi pubis…
–Ay, maestro! Me duele mucho, me arde, siento como que me punzada, sáquelo, ay, ay….
–Shhh, shhhh, ya entró todo, ¿ves que si se podía? Ahora, me voy a quedar quieto un rato hasta que tú culito deje de dolerte y se acostumbre a tener mi pito adentro.
–Bueno, está bien…
–Estás bien lindo, me gustas más que tus hermanos y tu culito me aprieta bien rico el pito, se siente increíble.
–¿Deveras, maestro?
–Claro, con razón te le a tojaste a tu cuñado, estas bien bueno…¡me encantas! Y así, segui diciéndole palabras por el estilo para hacerlo sentir bien, que se relajara y se le pasará el dolor.
–Maestro, ya casi no me duele…
–Ah, muy bien, te lo dije…mira, ahora, voy a sa ar poquito mi pito, y luego, voy a meterlo de nuevo, muchas veces, eso se llama hacer el amor, hasta que mi pene arroje su semen adentro de ti…¿de acuerdo?
–Sí, maestro, pero despacito…
Y así lo hice, por cerca de 15 minutos, pues por lo apretado de su anito no aguanté mucho y terminé arrojando potentes chorros de semen con los cuales inunde sus entrañas. Saqué mi pene cuando perdió su firmeza, lo limpié y me limpié muy bien, lo abracé y llené de besos por lo bien que se había portado y así, abrazados, nos dormimos.
¿C O N T I N U A R Á?
Me ha encantado, espero leer más.
¡Gracias! Pronto…
Cómo sabes