Con mi amigo de ojos verdes en la playa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una noche, en nuestro viaje de graduación, que fue en las zonas de la Riviera Maya, en México, él y yo nos apartamos del resto del grupo y nos sentamos junto a una fogata en la playa a beber una cerveza.
No era la primera vez que bebíamos, pero en esta ocasión él estaba notoriamente más embriagado que lo normal.
Sacó de su mochila un cigarrillo de marihuana y comenzó a fumarlo frente a mí, y me dijo que ya no sentía que su novia fuera la persona con la que a él le gustaría pasar el resto de su vida, le dije que siempre habría más personas en este mundo que lo quisieran y que cualquiera se sentiría atraído por su físico admirable, a lo que me sonrojé.
Mi amigo se dio cuenta y solo lanzó una sonrisa.
Se quitó la camisa y me dijo que nunca había entrado al mar de noche, a lo que se levantó y se metió unos metros a donde el agua le llegaba a la cintura.
Fui tras él, y ya en el mar comenzamos a jugar a salpicarnos como niños, le dije que saliéramos del mar porque ya era tarde y estábamos “algo pasados” por la hierba y el alcohol, así que volvimos a la orilla.
Al volver a la fogata se quitó el traje de baño, dejándome ver a la luz de la flama su magnífico cuerpo desnudo.
Muchas veces traté de imaginarlo, y era la primera vez que lo veía totalmente al natural, observé su piel blanca y suave que contrastaba con la piel de sus brazos y espalda quemados por el sol, por primera vez noté que él era prácticamente lampiño, salvo una mata larga de vello púbico del que salía su pene flácido, con un prepucio que cubría parcialmente su rosado glande y sus testículos contraídos por el agua fría, cubiertos por un suave vello muy fino, algo más oscuros que el resto de su piel.
Inmediatamente mi pene comenzó a ponerse duro como roca, él lo notó, y con una carcajada me dijo -quítate el traje de baño tú también, no seas penoso.
– y sacó un porro nuevo de su mochila y me ofreció un poco, entonces me quité el bañador y dejé salir mi pene ya erecto.
– ¿Te depilaste para el viaje? – me preguntó al notar que yo no tenía un solo vello en mi pubis, a lo que respondí que sí, que generalmente solía llevarlo largo.
Su miembro paso de estar en flacidez a estar totalmente erecto, -a los dos nos mide lo mismo, y también se nos marcan las venas – me dijo, entonces me tomó de la cintura y me comenzó a besar por el cuello, dejándome sentir su respiración húmeda, y embarrando su miembro en mi espalda y mojándome con su “precum”.
Di media vuelta y me hinqué sobre una toalla para poder darle sexo oral, noté que de inmediato el cerró los ojos, y solo hacia gemidos de placer mientras jugaba con su pene en mi boca.
El me pidió que lamiera su ano, a lo que yo accedí de inmediato, colocándolo sobre la arena en posición en cuatro, noté como su cuerpo comenzó a contorsionarse avisándome del inminente orgasmo, dejando tres abundantes chorros de semen sobre la toalla en la cual nos sosteníamos.
Al reponerse del orgasmo me dijo – mi novia nunca había querido lamerme el ano, dice que es una perversión – a lo que le respondí con un beso en la boca, el primero que le daba y que me llevó a las estrellas.
Mientras me besaba con él, sentado en su regazo el me masturbaba, con una mano acariciaba mis testículos y mi ano y con la otra me estimulaba el glande, hasta que me corrí en sus manos.
El llevó uno de sus dedos embarrados de mi semen a su nariz y lo olfateó para después llevarlo a mi boca, donde mi lengua limpió su dedo con sabor a semen y agua salada.
Nos levantamos, dimos un chapuzón en el mar para limpiarnos y fuimos a dormir a la casa de campaña, ya llevábamos ropa, pero aun así dormimos abrazados.
Al día siguiente, nuestros compañeros nos despertaron, el aroma a hierba quemada y alcohol que había en la casa de campaña no levantó ninguna sospecha de lo que habíamos hecho la noche anterior.
Nos pusimos nuestra ropa para emprender el regreso a casa, pero antes de salir de la casa de campaña el me robó un beso, a lo que yo respondí dando una ligera mordida uno de sus pezones (aún no se ponía la playera), lo cual lo puso erecto de nuevo, pero ya era hora de irnos, el avión esperaba.
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