Con mi pequeño vecino Ángel
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por jaggersensual.
Y ahí estábamos mi hermano pequeño y yo, tumbados en el sofá después de haber comido.
Nos encontrábamos viendo una película cuando suena el timbre.
Era un sábado por la tarde, no esperábamos ninguna visita.
Mi hermano abre la puerta y para su sorpresa era Ángel, el vecino.
Ángel es un crío de 12 años, le conocemos de hace mucho tiempo.
Mi hermano y Ángel son muy amigos, aunque mi hermano es mayor que Ángel por unos años.
Al chico también le conozco de hace muchos años, no me sorprendió su visita ya que siempre va a mi casa.
Últimamente ha tenido problemas ya que sus padres se han divorciado.
Él la ha pasado muy mal, yo he hablado mucho con él, le he aconsejado muchas veces.
Alguna vez hasta me ha llorado contándome sus penas.
Se acercó a saludarme, tuve que sentarme ya que quería sentarse a mi lado.
Mi hermano aprovechó su visita para encender la play, pero Ángel no quería jugar.
Le notaba raro, le pregunté si todo iba bien y asintió con la cabeza.
Mientras mi hermano jugaba, Ángel y yo hablábamos de que tal nos iba, instituto, trabajo, casa, etc.
Ángel me dijo que tenía mucho calor, me preguntó que si podía quitarse la camiseta.
A sentí y le dije que no había problema, mi hermano y yo ya estábamos sin ella.
Al rato mi hermano nos dice que está cansado y que se va a dormir a su habitación.
Ángel aprovecha para tumbarse en el sofá donde estaba mi hermano y pone una película.
No tardé mucho en quedarme dormido, me despierta Ángel para decirme que si estoy incómodo que me vaya a mi habitación.
Me dijo que su padre se había marchado y que no quería estar sólo en casa.
Como tenemos confianza le dije que en la nevera había bebida y fiambre para que se haga un sandwich si tenía hambre, que yo me marchaba a mi habitación y que me avisara si se marchaba.
Ni bien llegué a mi cama, quedé dormido, estaba muy cansado.
De pronto siento que me levantan las sábanas y que alguien se mete en mi cama, me sorprendí mucho al ver a Ángel se había acostado a mi lado.
Rápidamente me puse de rodillas en la cama cubriéndome con la sábana porque estaba totalmente desnudo.
Le pedí que se marchara y empezó a llorar.
Entonces se puso de pie para marcharse y noté que además de estar sin camiseta, iba sin pantalones, solo llevaba un slip blanco.
Me senté a los pies de mi cama, le tomé del brazo y le pedí que se sentara a mi lado para que charlemos.
Antes me preguntaste si todo iba bien, te mentí – me lo dijo mientras se secaba las lágrimas.
Le dije que siempre podía hablarme, de lo que sea.
Además de tener problemas en casa, me he dado cuenta que me gustas mucho – me lo dijo titubeante con la cabeza baja.
Ángel, te tengo mucho cariño pero quizás no el mismo cariño que me tienes tu a mi – se lo dije intentando buscar su mirada – además eres muy jovencito y yo muy mayor para ti, entiendo que estés pasando una etapa rara intentando definir tu personalidad y tu sexualidad, pero esta no es manera de decirle a una persona que le gustas.
Él volvió a echar a llorar desconsoladamente, sentí mucha lástima por él.
Le pedí que se acercara a mi, que todo iba a seguir bien entre nosotros y le di un abrazo con mucho cariño.
¿Ves?, es por esto que se que me gustas, te necesito – me lo dijo mientras se sacaba las lágrimas.
Le abracé más fuerte, le dije que le quiero mucho y que jamás se me pasaría por la cabeza hacerle daño.
Que lo que intentaba hacer no estaba bien ni para él ni para mi.
Nada me sale bien, me parece que no encajo en este mundo, no se que voy a hacer – me lo dijo entre lágrimas mientras seguíamos abrazados.
Sin darme cuenta, sentí como empecé a tener una erección, se me estaba poniendo durísima por el simple contacto de un abrazo.
Le tumbé en la cama, porque no quería que lo notara.
Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla, le dije que no sea bobo que hay mucha gente a la que le importa y le quiere mucho, mientras le miraba a los ojos y le acariciaba la mejilla.
Me gusta mucho que estemos en esta situación y creo que a ti también te gusta porque he notado que se te ha parado el pipi – me lo dijo mientras acariciaba mi torso desnudo.
Me quedé alucinando porque se había dado cuenta de mi erección, sentí muchísima vergüenza pero tenía mucha razón, estaba disfrutando de ese momento.
Me dejó sin palabras, entré en un dilema moral sobre lo que estaba haciendo.
Callado, sin decir palabra alguna, me fijé en él y me di cuenta de lo atractivo que es.
Un chico rubio, con el pelo un poco ensortijado, unos ojazos azules que me tenían hipnotizado, un rostro precioso y radiante.
También me quedé admirando su cuerpo delgado, estaba que me moría por besarle entero y lamer todo su pecho.
Un par de pezones pequeños y muy apetitosos, que deseaba mordisquear.
Como seguía sin decirle nada, dejó de acariciar mi torso para acariciar mi mejilla y mi cuello, estaba extasiado sintiendo sus cálidas caricias.
Me acerco a su oído para decirle que esto no estaba bien, y siento un chispazo más de excitación al rozar mi pecho con el suyo.
No me harás ningún daño, sé como eres y además yo lo estoy deseando – me lo dijo también al oído, al sentir su voz y su aliento pasé el límite de excitación donde sabes que ya no hay marcha atrás.
Sin darme cuenta, él tenía su pierna derecha levantada y no sé desde qué momento, pero yo ya estaba acariciando su pierna, sintiendo su suave y caliente piel deseosa de placer.
Nos pusimos de frente y nos quedamos mirando a los ojos durante unos segundos, cerró sus ojos y aproveché el momento para acercar mis labios a los suyos.
Nos dimos un beso muy apasionado y me entregué totalmente al deseo.
Le hice estirar los brazos, con mis manos le acariciaba sus delgados brazos mientras besaba apasionadamente su cuello.
El no paraba de erguir su cuerpo, el también estaba muy excitado.
Apoyé mis manos a la cama y pude verle disfrutar del momento, ahora también movía sus caderas a los lados.
Sin darme cuenta ya no tenía la sábana encima y además de sentir mi miembro podía verlo.
Esto no lo hizo dudar, así que empecé a besar su pecho y a lamer sus peones, esto le hizo gemir por primera vez.
Seguí bajando por su pecho hasta llegar a su ombligo, era delicioso saborear una piel tan suave.
Sentí que me estaba mirando así que levanté la cabeza y le vi expectante esperando a que diera el siguiente paso.
¿Te encuentras bien? – se lo dije mirándole los ojos.
Sí! lo estaba deseando – lo afirmó con deseo y pasión.
Me acerco a su oído y le dije que con desearlo no es suficiente.
Se liberó de mi rápidamente para subirse bien a la cama, se quitó el slip rápidamente y se tumbó bocabajo metiendo sus manos bajo la almohada.
En ese momento, por primera vez pude ver su precioso culo, me quedé atontada mirándolo.
El lo notó y empezó a erguir sus caderas como invitándome a la lujuria.
Entendí el mensaje, me senté sobre su precioso culo y me acerqué a besarle el cuello, le pregunté que si estaba seguro que sigamos, asintió con la cabeza.
Besé sus hombros y poco a poco fui bajando por su espalda, pude ver que tenía muchos y pequeños lunares.
Estaba perdido en aquella maravillosa constelación hasta que llegué a sus nalgas…
*** Hago aquí un paréntesis, da igual lo bien que pueda describirlas pero no será suficiente.
Cada uno cuando lea este relato, imagine el culo perfecto.
Unas nalgas redondas excelentemente definidas, sin ningún rastro de vello como en todo su cuerpo, suaves al tacto y muy esponjosas.
Empecé a besar y dar pequeños mordiscos en sus nalgas, el impaciente se movía y gemía como pidiéndome más.
No quise hacer tardar a mi niño, así que me dispuse a abrir sus nalgas con mis manos y lentamente fui acercando mi lengua.
Aahhhhhhhh – soltó al mínimo contacto de mi lengua mientras se estremecía.
Yo seguí lamiendo su dulce agujero combinando de vez en cuando con alguna pequeña mordida en sus nalgas.
En cierto momento, noté que se puso muy tenso y que no podía controlar su cuerpo… su primer orgasmo!!!!! Pero no quería que esto acabara pronto, así que le di la vuelta y pude ver su pequeño penecito.
Por un momento nos miramos fijamente, me acerqué y le di un beso apasionado.
Le pregunté si estaba bien y me dijo que si con una voz muy infantil.
Me fui directamente a su barriga, le besé, lo lamí y luego fui a su pene.
Que bueno, como el resto de su cuerpo.
Muy suavecito con pequeñas venas y por sus movimientos de cadera entendí que le estaba encantando.
El no paraba de gemir, mientras le chupaba su pene y le acariciaba el culete con mis manos.
En un momento decidí lamerle los huevecillos y entre su agujero y los huevecillos, le encendió muchísimo más.
Note que le gustaba mucho más cuando lamía cerca de su agujero, de pronto dio un salto en la cama, y se puso en posición de perrito respingando su culito.
Veo que te está gustando todo lo que te hago, pero yo también quiero que me des placer – se lo dije tras tumbarme boca arriba a su lado, enseñándole mi pene.
Lo entendió y se acomodó para fusionarnos en un 69.
Creo que era la primera vez que hacía una felación, porque lo hacía con torpeza, pero yo disfrutaba tener mi pene en su boquita.
Mientras tanto le sigo lamiendo su culito abrazando su cadera y acariciando sus perfectas nalgas.
De pronto sentí que su excitación había aumentado considerablemente porque empezó a mamar muy de prisa.
Le detuve, me posicioné en la cabecera de la cama, me puse un par de almohadas en la espalda y le pedí que se acercara a mi, le enseñaría como debía chuparme.
Rápidamente atrapó mi pene con sus labios, mientras levantaba la vista para verme y buscar mi aprobación.
Asentí con la cabeza y con mis dos manos sujeté sus mofletes.
Le hacía subir y bajar levemente, no le entraba todo en su boquita pero me encantaba como lo estaba haciendo.
Ahora lo hacía muy bien.
Me encanta cómo lo haces – se lo dije mientras levantaba su mirada y seguía teniendo me pene en su boca, yo acariciaba tu pelo rubio.
De pronto dejó de hacerme la felación para tumbarse a mi lado, abrazándonos.
Le noté algo angustiado, sintiendo su respiración en mi pecho preguntó: ¿vas a querer metérmela?.
Ángel mi niño, lo estoy deseando pero he notado que tienes tu anito muy cerrado.
Es probable que te duela mucho – se lo dije expectante a su respuesta.
Quiero probarlo y quiero que sea contigo, si me duele te pediré que pares lo prometo – le di un beso en la frente y fui al baño a por algo que ayude a lubricar.
También me pasé por la habitación de mi hermano para ver si seguía durmiendo, lo había olvidado por completo.
Volví a la habitación con vaselina labial, supuse que ayudaría mucho.
Cuando entro a mi habitación, Ángel me esperaba listo en posición de perrito, se veía divino.
Me acerco, me unto un poco de vaselina en los dedos y voy acariciando su ano.
El gemía y no paraba de girar su cabeza.
Empezaré a meter un dedo, vale? – sentí que estaba relajado, supuse que era el momento perfecto.
Fui introduciendo mi dedo índice muy despacio, entraba fácil por la vaselina pero se sentía que estaba apretando mucho.
Muy despacio logré meter todo mi dedo y lo mantuve durante un par de minutos.
Luego empecé a sacarlo y meterlo muy despacio.
Se seguía sintiendo muy apretado.
Coloqué un par de almohadas en su barriga y le pedí que se acostara para que esté más cómodo.
Cómo te sientes nene? Debes relajarte al máximo, el lubrica te ayuda pero estás apretando mucho – mientras me acercaba a darle un beso.
Lo siento, intentaré relajarme al máximo.
Es una sensación nueva para mí.
– me contestó él.
No te disculpes mi niño, si hoy no se puede podemos probar otro día – ya me estaba colocando detrás de él.
Ahora intentaré meter más de un dedo, por favor, si sientes dolor házmelo saber.
No quiero hacerte daño – se lo dije mientras me un taba más vaselina en dos dedos.
Sin introducirlos por completo, los fui metiendo y sacando constantemente, confiaba en que así dilataría mejor.
Cuando creí que era el momento, empecé a introducir mis dos dedos muy suavemente.
Él estaba muy relajado, me dijo que sentía una extraña sensación pero que le gustaba.
Muy despacio metía y sacaba mis dos dedos, su anito se estaba acostumbrando y yo ya estaba deseando en hacerlo con mi pene, pero todavía no lo vi conveniente.
Saqué mis dedos y besé sus nalgas.
Me unté más vaselina y esta vez serían tres dedos.
Le pedí que se volviera a relajar al máximo.
Fui metiendo mis dedos uno a uno, pero no con profundidad.
Cuando sentí que ya tenía los tres dedos dentro de él, fui metiendo más y más.
Siento un pequeño dolor, pero puedo aguantarlo – lo dijo refunfuñando un poco.
Intentaré no moverme para que tu anito se acostumbre – mientras con mi mano libre me iba masturbando mi pene, el momento que estábamos deseando se acercaba.
Cuando sentí que estaba muy relajado, fui metiendo y sacando muy despacio mis dedos.
El vaivén le estaba provocando mucha excitación.
Seguí así por unos minutos.
De pronto saqué mis dedos muy muy despacio, los limpié y fui a sentarme a su lado, apoyando mi espalda en el respaldar.
Se acostó encima mío y nos fundimos en un beso y abrazo muy largo, mientras yo acariciaba su espalda y sus nalgas.
Cuando terminamos de besar os me quedé mirándole a los ojos y le dije: estás seguro que quieres que pruebe a que te penetre? He notado que tu agujero no se agradará más, creo que estaba al límite.
Si! – exclamó – pero no te preocupes, si tu no quieres hacerlo lo haré yo mismo.
Se puso delante de mi dándome la espalda, pretendía sentarse sobre mi!!!!!
Nene!!! Que te puedes hacer mucho daño, espera.
– saqué de la cajonera un preservativo y me lo puse en mi erecto pene.
Ahora le pondré mucho lubricante a mi pipi, haz lo mismo con tu culete y ve sentándote muy despacio, por favor para si te duele.
Asintió con la cabeza y tras echarse mucha vaselina en su anito y sus nalgas, se volvió a darme la espalda mientras se sentaba lentamente sobre mi pene.
Cuando sintió mi pene en su anito fue metiendo un poco de presión, le extendí mis brazos para que se apoyara y mi pene fue entrando muy lentamente.
Le fui sujetando para que entrará muy despacio.
Estaba sintiendo su calor interior y poco a poco mi pene se perdía en su anito.
Tuve una visión privilegiada hasta que dejé de ver mi pene perdido en su culete.
La sensación era increíble, estaba muy caliente y sentía todo su peso sobre mí.
Le hice recostarse sobre mi pecho y como pude le besé y le besé muchas veces acariciando sus pezones y su pecho.
Noté que tenía su penecito erecto y le masturbé delicadamente.
Bajaba mi mano por sus bolitas y podía tocar mis huevos que estaban llenos.
El como podía intentaba moverse, lo hacía muy despacio y me gustaba.
Su culete ya estaba totalmente acostumbrado a mi pene.
De pronto se fue levantando poco a poco hasta que logró sacarse mi pene.
Se puso de pie, se giró y volvió a sentarse, esta vez de cara a mi.
Se sentó sobre mi en posición de rana, esta vez no costó nada para que mi pene entrara.
Lo besé apasionadamente y lo abracé muy fuerte.
Me decía que gracias por este momento, pero yo estaba mucho más agradecido.
En esta posición pudo subir y bajar fácilmente.
Lo hacía muy bien, yo estaba muy excitado y le ayudaba en sus movimientos.
Estaba a punto de llegar al orgasmos, le estaba besando cuando de pronto alejó su rostro de mí y empezó a correrse en mi barriga.
En su orgasmos, apretaba muchísimo su anito y esto hizo que yo también acabara.
Le abracé y baje mis manos a sus nalgas, apoyó su rostro a mi hombro y ahora me tocó a mi.
No sé cuantos chorros solté, pero tuve el mejor orgasmos de mi vida, no paraba de soltar chorros de semen.
Terminé exhausto le di un beso y nos abrazamos mientras que iba perdiendo la erección todavía dentro él.
Finalmente lo acosté en la cama, me quité el preservativo y también me acosté a su lado.
Nos mirábamos fijamente intentando recuperar la conciencia.
Ha sido maravilloso mi niño – se lo dije acariciando su bello rostro.
A mi también me ha encantado – me dijo – mientras apoyaba su cabeza sobre mi brazo que tenía extendido.
Estuvimos así unos minutos hasta que ya recuperados nos levantamos y nos cambiamos.
Nos fuimos a la cocina, le ofrecí bebida y un sándwich.
Le pregunté si se encontraba bien y me dijo que si.
Sentía su culito raro, pero no había dolor.
Esto me tranquilizó, porque estaba preocupado.
Terminó de merendar, nos dimos un abrazo muy fuerte y le acompañé a la puerta para que se marchara.
como sigue