Con mi profesor de gimnasia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por omengari.
Un día muy caluroso teníamos mis compañeros y yo 2 horas seguidas de gimnasia. El profesor, que se llamaba Enrique, estaba como un tren. Pelo moreno como el azabache y largo hasta el cuello, unos ojazos verdes impresionantes, un cuerpo muy bien formado, alto… Todo un sueño. Llevaba ya un año colgado por él, y en todas las clases de gimnasia mi polla crecía como nunca solo al verlo, cosa bastante incómoda porque con el chándal era difícil disimular la erección.
Pero vamos al grano. Ese día nos enseñó unas figuras de hacer pirámides y cosas así. Me sacó a mí para hacer un ejemplo, y en la figura de ese día uno tenía que estar tras otro. Él se puso detrás de mí y comenzó a explicar, pero yo solo tenía mente para esa verga que en esos momentos acariciaba mi culo. No aguantaba más, y necesitaba lamerle todo el cuerpo… Disimulando, apreté mi culo hacia su polla, y él se paró en seco en la explicación, y su polla se puso dura enseguida. Afortunadamente, ninguno de mis compañeros se dio cuenta (todos unos xenófobos) y no dijeron nada. El profesor siguió con la explicación y luego tuvimos que poner en práctica lo que nos había enseñado. Él me lanzó una mirada de disculpa, y enseguida vino diciéndome que parara, que lo estaba haciendo mal, y comenzó a regañarme ficticiamente.
Me dijo que le acompañara al gimnasio, y le mandó a un profesor que vigilara el resto de la clase. Cuando llegamos al gimnasio, me metió en un almacén bastante grande donde se guardan las camas elásticas, etc., y se sentó en la colchoneta que usamos para hacer volteretas o saltos y no hacernos daño. Comenzó de nuevo a reñirme, y enseguida me di cuenta de que él estaba esperando una señal mía que le dijera que podía comenzar a follarme. Lo tumbé y me puse sobre él, y comencé moverme sobre su verga mientras nos besábamos. Le quité la camisa, y pude ver su torso.
Era velludo por el pecho, y se le podían ver unos abdominales impresionantes, muy trabajados. Le bajé los pantalones y se los quité, y tuve ante mí al hombre de mis sueños con unos bóxer negros apretadísimos, que dejaban muy poco a la imaginación. Volví a moverme encima de él. Enrique me agarraba del trasero y hacía presión hacia su verga. Me hice hacia atrás y comencé a frotar su verga por encima del bóxer. Inmediatamente después, se la agarré y comencé a mamarla, pero en la boca no me entraba más de la mitad, ya que le medía como unos 23 cm. de largo y unos 4 de ancho. Yo disfrutaba tanto como él, que gemía y me agarraba de la cabeza con las 2 manos y me marcaba el paso. De repente me dijo que parara de mamar, y me puso a 4 patas. Me bajó los pantalones y el bóxer e intentó penetrarme. Me dijo muchísimas veces si me dolía, y yo le decía que no.
Comenzó a embestirme como una bestia, y los 2 gritábamos de placer como locos. Me follaba como nunca lo habían hecho, y yo me moría de placer. Deseaba que eso no terminara nunca, que estuvieran follando toda la vida∑ Enrique aguantó lo que me pareció bastante tiempo, y derramó toda su leche dentro y fuera de mí. Su polla parecía una fuente, no paraba de echar lefa por todos lados, y él se tumbó en la colchoneta. Yo me quedé a su lado, sentado, y en un momento en el que cerré lo ojos, lo vi lamiéndome la verga. Me daba un poco de vergüenza porque yo considero que la tengo pequeña (él luego me dio que no, que para mi edad, 15 cm. estaban muy bien). Me corrí al minuto, y me dijo que saliera fuera de nuevo y que disimulara, que le había encantado el sexo que habíamos tenido y que lo teníamos que repetir. Yo le dije que sí con un beso y salí de nuevo al patio.
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