Con mi tío en su granja
Mi tío era completamente dominante y me exigía sumisión total..
No recuerdo mucho de mi vida antes de ser propiedad de mi tío. Yo tenía 6 años, mi padre era mi único cuidador. tengo pocas memorias de él, pero tras su muerte pase a vivir con mi tío José en su granja. los primeros años todo fue normal. yo ayudaba con la cocina y la limpieza. era muy unido a mi primo Eric, quizá demasiado para la diferencia de edad. con el paso de los años él entró en la adolescencia y yo me convertí en su juguete sexual. al principio solo era beber su leche en las noches, me gustaba el sabor, lo veía como un juego. pasaron varios meses antes que intentara cogerme. esos eran nuestros juegos secretos, a mí me gustaba, mi primo se ponía contento y yo apreciaba nuestra cercanía.
Una noche mi tío José había salido a tener una cita. Desde que se había divorciado él constantemente salía con mujeres, pero, esos noviazgos no duraban más de unos meses. Se supone que íbamos a esperar a que él llegara y se durmiera antes de tener sexo. Pero, Eric estaba muy caliente. Yo estaba sentado en sus piernas (por petición suya), notaba como restregaba su erección contra mi culo mientras me besaba el cuello.
“Ven, déjate coger.” me susurró al oído metiendo una mano bajo mi camiseta para jugar con mis pezones.
“¿Y si llega tu papá?” pregunté. mi respiración profunda por tanta estimulación. Yo también quería. Estaba a punto de ceder…
“¿Y si llega mañana? Mi papá se ha de estar cogiendo a su novia y nosotros aquí perdiendo el tiempo.”
Tras unos segundos accedí y nos dirigimos a su cuarto. Mi primo se desnudó mientras yo cerraba la puerta. Me di la vuelta y recorrí su cuerpo con mi mirada, él había cambiado mucho en los últimos meses, cada día lo veía más alto y musculoso. Se empezaba a parecer mucho a su padre. “¿te la chupo?” le propuse, en respuesta él solo sonrió.
Me arrodillé frente a él y con mi lengua recorrí su pene desde la base hasta la punta. Lo Introduje en mi boca, si le seguía creciendo pronto no me la iba a caber del todo. Metía su pene hasta el fondo de mi boca y lo sacaba con velocidad mientras escuchaba a mi primo resoplar.
Me tomo de la cabeza y metió del todo su pene en mi boca, pegando mi nariz a sus nacientes bellos púbicos. “Espera, no quiero acabar tan pronto.” Dijo mientras me lo sacaba.
Me recostó en la cama desnudándome y me besó el cuello y los pezones. Siguió bajando besando mi pecho, mi abdomen, intentó besar mi entrepierna, pero lo detuve; no me gustaba la sensación. “¿y si mejor me coges de perrito?” ofrecí.
Me acosté en cuatro sobre la cama y Eric se arrodilló atrás mío introduciendo lentamente su pene. Tarde unos segundos en adaptarme a tenerlo dentro tras los cuales mi primo aumento el ritmo de sus movimientos. Mi pulso se aceleró y jadeé suavemente. La respiración de mi primo se escuchaba bastante agitada. Iba a acabar pronto. De repente mi tío abrió la puerta de par en par. pensé que se iba a enojar, pero por el contrario se rio.
«No se detengan, sigan, ¡sigan!» dijo entre risas, dándole una palmada, orgulloso, a su hijo «bien hecho, campeón, ¡que buen ojo tienes para los putitos! ¿le gusta mucho la verga? pero no lo tengas esperando, ¡cógelo!» Eric reanudo sus movimientos algo inseguro. Mi tío José se paró frente a mi sacando su enorme verga aún flácida frente a mi cara «¿sabes mamarla?» asentí «entonces, ¿qué esperas? ¡cómetela!» obedecí temeroso. mi tío era bastante estricto, pero jamás lo había visto así de dominante. su enorme verga empezó a crecer rápidamente y pronto apenas y me cabía en la boca. mi tío me agarró de la parte de atrás de la cabeza y empezó a follarme la garganta hasta que escuchaba mis arcadas, me daba unos segundos para respirar y continuaba tratando de metérmela toda en la boca. Eric me empezó a coger más rápido y pronto acabó, llenándome el culo de su leche adolescente. mi tío lo noto y se masturbó, metiendo una última vez su verga en mi boca para descargar sus potentes chorros de semen en lo más profundo de mi garganta.
Mi tío se llevó a su hijo a celebrar y me dejaron ahí, tirado, recién usado. una sensación a la que pronto me acostumbraría. los cambios en nuestra dinámica se notaron al día siguiente. mi tío había reemplazado mi cama por una jaula con colchón rosa, dijo q era para «la perra de la casa». mi tío tuvo que entrenar mi agujero por semanas antes de poder follarme propiamente. y aun así me era difícil recibir su enorme verga. pero no me podía quejar, solo obedecer. su actitud había cambiado; ahora él era completamente dominante y me exigía sumisión total.
Jamás olvidaré la vez que rompí una de sus reglas y por accidente toqué mi pene mientras él me follaba. mi tío de inmediato movió mi mano y prosiguió a clavarme agresivamente. «vamos a tener que hacer algo para que entiendas cuál es tu lugar». al día siguiente él llamo a un veterinario amigo suyo para que me castrara. el proceso fue un borrón de chequeos médicos y analgésicos. pero mi tío consiguió lo que quería. yo ya no tenía pene. mi entrepierna es totalmente lisa salvo por una pequeña protuberancia que oculta un agujero por el que orino. mi primo bromeaba diciendo que parecía un muñeco ken. tras la recuperación hubo aún más cambios. mi tío se deshizo de mi ropa. argumentando que ahora yo ya no tenía nada que ocultar, además que me facilitaría cumplir con mi propósito; deslecharlos. zapatos y sombreros para protegerme del sol, era toda la ropa que me permitían usar.
Un día a principios de diciembre, me trajeron un pastel de cumpleaños. los miré confundido. mi cumpleaños número 10 había pasado hace medio año. mi tío me explicó que esa fecha ya no importaba. que la celebración era del día que me convertí en la perrita de la casa. los regalos fueron en su mayoría juguetes sexuales que de inmediato probaron en mí. mis favoritos fueron los vibradores y el lubricante. también ese día mi tío me informó de mis nuevas tareas. debía seguir encargándome de la comida y la limpieza de la casa, pero ahora debía llevarle de tomar a los trabajadores, desnudo obviamente, algunos ya me habían visto, así que no se iban a sorprender por mi cuerpo.
«Ah, una última cosa: les dije que te podían coger si querían» agregó casualmente mientras se iba. Quedé en shock. ellos eran prácticamente desconocidos, ¿y mi tío les había dado permiso de cogerme? como de costumbre obedecí sin cuestionar.
Era primera mañana de mi nueva tarea. estaba súper nervioso. mi tío no me ordenó deslecharlos, solo que me dejara usar por ellos. quizá ninguno estaría interesado. Me puse las botas y un sombrero ancho. agarré la jarra de limonada y los vasos. tras varios minutos de caminata finalmente vislumbré el quiosco comunal. donde me esperaban 5 hombres. sentía sus miradas sobre mí, los escuchaba susurrar y reír entre ellos, lo cual me intimidaba aún más. tan pronto llegué saludé tímidamente, entre risas me respondieron el saludo y me dejaron pasar.
«Mi tío José me pidió que les trajera algo de tomar» expliqué muerto de vergüenza mientras dejaba la limonada y los vasos en la mesa.
«Ah, ¿eso es todo lo que te ordenó el patrón?» cuestionó uno de los trabajadores acercándose a mí, mientras se acariciaba el paquete. era un tipo alto y regordete. «¿No te ordenó nada más?»
«B-bueno…» tartamudeé, tenía la cara roja de la pena mientras ellos reían. «también dijo que me podían coger si querían…»
De inmediato el tipo gordo sacó su pene «a ver, chúpalo.» me arrodillé en uno de los bancos de madera inclinándome hacia adelante para quedar a la altura de su cadera y comencé a lamer su pene casi erecto, tenía un olor bastante fuerte. pude ver como otro de los trabajadores, un tipo mayor con bigote cano se alejaba sin decir nada, quizá no estaba interesado. los otros tres solo intercambian susurros.
«Pero mírale ese cuerpo esbelto y ese culito redondo, además ni siquiera tiene pene, es prácticamente una mujercita.» dijo el chico moreno. él era, con diferencia, el más joven del grupo «yo no voy a desperdiciar una putita cuando me la dan en bandeja de plata» agregó pasando sus dedos lentamente por mi espalda hasta llegar a mi cola. mi piel se erizó al contacto con el delicado toque de sus dedos, suspiré suavemente y me metí la verga del hombre gordo en la boca. el chico moreno me besaba las nalgas hasta que finalmente paso su lengua por mi entrada. de inmediato una nueva sensación placentera recorrió mi cuerpo. era la primera vez que alguien me comía el culo, arqueé mi espalda y dejé escapar un gemido. supongo que eso calentó a otro de los trabajadores, uno bajito y velludo, ya que se paró junto al tipo gordo sacando una verga ligeramente curva. yo alternaba entre chupar una verga y masturbar la otra mientras el chico moreno deslizaba su pene en mi interior. el último de los empleados, un hombre musculoso y bronceado, observaba el show mientras se servía limonada.
«¡Me voy a venir!» gritó el tipo gordo sacando su verga de mi boca. «quítate, lo quiero coger antes» el chico moreno se retiró y de inmediato tipo gordo me levantó y me tiró boca arriba sobre la mesa de madera. no alcancé a reaccionar cuando siento su verga entrar de golpe en agujero. me bombeaba brusco, algo torpe. su verga era menos larga pero su ritmo acelerado me hacía gozar igualmente. sentía el cuerpo cansado. me deje llevar por el placer. bajó el ritmo, pero seguía cogiéndome con fuerza. dio unas últimas estocadas y sentí como su semen me llenaba el culo. me dio una cachetada y me tomó de la cara «¡pero que puta tan deliciosa!» gruñó y salió de mi interior.
No tuve tiempo de recuperarme cuando el hombre bajito me giró boca abajo en la mesa y me metió su velluda verga curva. sus rápidas embestidas hacían que me temblarán las piernas.
«Pobrecita.» dijo una voz suave. volteé a mirar al chico moreno, nuestras miradas se cruzaron y acto seguido comenzó a follarme la boca. la obstrucción en mi garganta y las agresivas embestidas a mi agujero era todo lo que podía sentir. estaba flotando en placer, mi cuerpo casi no me respondía. el hombre velludo me la metió hasta el fondo. se estaba viniendo. pronto salió de mi agujero.
De inmediato sentí otra verga abriéndose paso en mí interior. volteé a ver dónde el hombre musculoso estaba sentado. él seguía ahí, estaba hablando con el señor de bigote cano y otros tres empleados. Yo estaba tan perdido en el placer que no noté cuando llegaron los demás, el señor mayor probablemente los trajo para que me cogieran. él tipo que me estaba follando, quien quiera que fuese, me cogía durísimo. mi agujero ya no aguantaba tanto castigo. intenté moverme, pero mi cuerpo no reaccionaba y poco a poco caí inconsciente.
No sé cuánto tiempo pasó o si me siguieron cogiendo los desconocidos. cuando desperté estaba completamente solo en el quiosco. tuve que esperar un rato largo para poder levantarme. mi cuerpo aún estaba débil y mis piernas seguían temblando. finalmente agarré la jarra y los vasos dirigiéndome de vuelta a la casa. mi culo estaba tan lleno de leche y mi agujero tan abierto que varios hilos de semen salían de mi interior mientras caminaba.
Mi cuerpo tardo unas semanas en adaptarse a mi nueva rutina. pronto aprendí el nombre y los gustos de los empleados. mi tío me felicitó diciéndome que estaba haciendo un muy buen trabajo con ellos, que los empleados estaban muy contentos conmigo. como de costumbre los cumplidos de mi tío me llenaban de tranquilidad y alegría. me sentía orgulloso de estar cumpliendo con mis responsabilidades, de cumplir con sus expectativas.
Ese fue mi ritmo de vida durante los siguientes meses. mi tío nos había prometido que ese verano iríamos de viaje a la playa. me llenaba de ilusión la idea.
Una mañana de junio mi tío llego de muy mal humor de un viaje de “negocios”, mi primo y yo pensamos que simplemente había conseguido otra novia. corrí a servirle café y algo para merendar. mi tío me dijo que necesitaba hablar conmigo. temía que estuviese enojado por mi culpa. sin embargo, me explicó que mi madre estaba en un proceso legal para tratar de ganar mi custodia y que, como acuerdo, él tuvo que acceder a que yo pasará tiempo viviendo con ella. un mes. la noticia me cayó como un balde de agua fría. no sabía que decir. mi tío me indico que en una maleta había ropa y otros esenciales para el viaje. ¿ropa? tardé un momento en entender que era para mí. llevaba tanto tiempo desnudo que la idea de tener que vestirme no paso por mi mente. Nervioso, hice el almuerzo. mi tío me indico que me bañara y me vistiera que pronto llegarían por mí.
Tan pronto llego la mujer, su nombre es Sandra, me abrazó con familiaridad lo cual me incomodo bastante. tenía pocos recuerdos de mi padre y ninguno de ella. para mi ella era solo una extraña. almorzamos todos juntos. sentía la tensión entre mi tío y mi «madre». mis ojos se llenaron de lágrimas cuando Sandra y yo nos alejamos de la granja en su camioneta. Ella trataba de consolarme diciendo lo bien que me la iba a pasar.
Finalmente llegamos a la ciudad, su apartamento quedaba en un segundo piso con vista a otro bloque de edificios. Ella muy emocionada me mostro cual sería mi habitación, dejé la maleta llena de ropa y no pude contener mi llanto.
«Tranquilo, son muchos cambios, pero ya verás lo rápido que te vas a acostumbrar» exclamó tratando de consolarme.
lo que siguió fueron los días más solitarios de mi vida. Sandra debía trabajar así que me dejó a cargo de una de las vecinas. quien de vez en cuando entraba sin avisar en el apartamento a ver yo que estaba haciendo. en esos momentos me di cuenta lo libre que era en la granja. tenía hectáreas para recorrer, podía ir y hacer lo que quisiera siempre y cuando cumpliera mis deberes. extrañaba las caminatas con mi primo. las charlas con los trabajadores. en el pequeño apartamento todo lo que tenía era un televisor sin nada interesante para ver.
El aburrimiento me hacía pensar en lo mucho que odiaba estar en ese lugar. en lo horrible y restrictivo que se sentía usar ropa, me encerré en el cuarto. me quite la camisa y el pantalón quedando en calzoncillos, los cuales tenía un espacio para los genitales, espacio que yo jamás iba a poder llenar. se veía ridículo en mi cuerpo. me desnudé del todo y me miré en el espejo. así es como realmente me sentía cómodo. con mis dedos recorrí mi piel desde la cara a los muslos pasando por mi plana entrepierna. en ese momento me di cuenta lo mucho que extrañaba que me tocaran. estaba acostumbrado a que mi tío me toqueteara, a sentarme en las piernas de mi primo o a dejar que los empleados recorrieran mi cuerpo de forma insinuante. mi piel necesitaba esos estímulos. me acosté en el piso recordando como yo era el foco de deseo de tantos machos. esa realización me calentaba. moje dos de mis dedos con saliva y los metí lentamente en mi agujero. mientras con la otra mano jugaba con mis pezones. mis dedos eran un pobre sustituto para las grandes vergas de mis machos, pero era todo lo que tenía en ese momento. la vecina me interrumpió tocando la puerta preguntando si estaba bien. me desesperaba sentirme vigilado.
«Me voy a bañar!» grité. la ducha hizo poco para subirme el ánimo.
Como de costumbre esa noche Sandra trataba de pedirme perdón y darme explicaciones del porqué no se hizo cargo de mi cuando yo era niño.
«No hay nada que perdonar» le aclaraba. ella pensaba que lo decía por cortesía. pero era la verdad. No había nada que disculpar. yo era feliz con mi vida en la granja y no quería cambiarla por nada.
Sandra hacia su mejor esfuerzo en mantener la conversación. me aconsejaba sobre el futuro, sobre tener esposa e hijos. fue la primera vez que me hizo reír genuinamente. ¿esposa? ¿hijos? ni siquiera se me había ocurrido la idea, era ridículo. me pregunté qué pensaría si supiera que su preciado hijo había sido castrado y era constantemente cogido por hombres mayores. obviamente no se lo iba a decir.
«No, yo no me imagino con esposa e hijos.» respondí entre risas. Ella me aseguraba que en unos años yo iba a cambiar mi forma de pensar.
Cuando el silencio se apodero de la conversación Sandra se puso seria «yo he notado lo incomodo que estas con tu ropa. me imagino que tú tío José no te compra ropa seguido. Bueno, no importa. Estaba pensando que mañana, por tu cumpleaños, podíamos ir de compras.»
«Te prometo que yo ya tengo más ropa de la que quiero» protesté. al final acordamos que una cena de cumpleaños era la mejor opción. no sabía mal. pero prefiero la comida que yo cocino.
Me era imposible adaptarme a la vida que Sandra quería para mí. en la granja podía ser yo mismo. si bien muchos de los cambios fueron idea de mi tío, se sienten naturales. yo genuinamente preferiría estar desnudo. me encantaba ser cogido. ¿para que necesitaba yo tener pene? Yo solo soy un agujero para que los hombres se deslechen y mi cuerpo lo reflejaba. lo único positivo del mes que pasé con mi madre biológica fue el darme cuenta de quién soy y lo que quiero.
Cuando finalmente se cumplieron los 30 días Sandra me preguntó si quería quedarme a vivir con ella, pero ambos sabíamos la respuesta. me llevo de vuelta y me dejo en el pueblo a una hora caminando de la granja. no se molestó en dar excusas y no me interesaba escucharlas. yo sabía que era la última vez que la iba a ver. ella ya había dejado el acto de madre arrepentida. tan pronto se fue empecé la caminata hacia la granja. aún estaba cerca del pueblo cuando decidí desnudarme de nuevo. guarde la ropa en el bolso. una señora fruncía el ceño mirando mi entrepierna, el niño que la acompañaba solo puso cara de sorpresa mientras se sonrojaba. les sonreí y seguí mi camino.
Tan pronto llegue a la granja los empleados corrieron a verme. me abrazaron. me acariciaron. me besaron. era el mejor reencuentro que pude pedir. notaba mis ojos llorosos. me preguntaron donde estuve. aparentemente mi tío no les dijo lo sucedido.
«Luego les cuento, por ahora necesito ver a mi tío José.» me despedí y corrí a la casa.
llegué agitado, un par de lágrimas cayendo por mis mejillas rojas. mi tío se sorprendió al verme y me abrazó fuertemente. lloré en sus brazos.
«Ya todo está bien, ya estás de vuelta y no voy a dejar que te alejen de mí.» dijo, su voz suave. me alzó, quedé al nivel de su cara me limpió las lágrimas y nos besamos. fue un beso largo que empezaba a subir de tono.
Con mi pie rocé su entrepierna, notando su pronunciada erección. «veo que me extrañaste» le dije al oído. él solo río. y me cargó como recién casados hasta su cuarto. abrió la puerta. había cambiado su cama por una cama matrimonial.
«Si, te extrañe. te pensé mucho, estos días me hicieron darme cuenta de tu verdadero papel en esta casa,» su tono serio y su mirada firme clavada en mis ojos. me sentó en la cama «a partir de este momento vas a ser mi mujer.» no era una pregunta, era una orden. limpié las lágrimas de mis ojos mientras él tomaba unos anillos de oro blanco que tenía en la mesita de noche. me puso el mío y yo el suyo. Acercó sus labios a los míos, nos unimos en un beso suave, tierno que pronto desbordó en uno lleno de pasión. me abrí de piernas y me dejé caer en la cama sin romper el beso, sentía su peso sobre mí cuerpo y su enorme verga presionaba la uniforme piel tersa de mi entrepierna. «Mija, si estás muy cansada podemos dejar la noche de bodas para mañana…»
Negué con la cabeza «¿por qué esperar? somos marido y mujer hoy.» expresé con el corazón acelerado. Me dio un largo abrazo. su aroma me embriagaba. Se alejó unos segundos para quitarse la camiseta. Me quede embobado viendo su robusto torso velludo. Baje mi mirada a su bulto. El jean que lo restringía parecía a punto de estallar.
Desabotoné su pantalón y sobé la cabeza de su erecto pene sobre la tela del bóxer. No resistí más y liberé esa enorme verga que acabo chocando contra mi cara, salpicándola de preseminal. Escuché su risa y le sonreí una última vez antes de lamer su glande. Bajaba mi lengua en punta por su frenillo y seguía hasta la base. Restregué mi cara contra su grueso pedazo de carne. traté de engullir su verga. lo miraba directo a los ojos mientras los míos se llenaban de lágrimas sintiendo como se abría paso en mi garganta. La tuve que sacar para toser y respirar un poco. Tan pronto pude, la puse de nuevo en mi boca y la forcé a entrar hasta el fondo de mi garganta, finalmente la pude devorar del todo, en respuesta pude escuchar el grave y erótico bufido de mi macho. Me tomo de la cabeza y empezó a follar la boca. Me faltaba el aire, pero no me importaba, quería darle todo de mí, complacerlo en todo lo que quisiese.
“Muy bien,” dijo, saliendo de mi boca para dejarme respirar. “así es que tienes que complacer a tu marido.”
Se desnudó del todo y se acercó a mí, yo me acosté y abrí mis piernas instintivamente dejando expuesto mi culito. él sabía que en ese momento yo era su propiedad, se situó en medio de mis piernas y presionó su lubricado pene en mi palpitante entrada. Sentí mis paredes anales estirarse a mas no poder mientras aquel grueso mástil se abría paso en mi interior.
Empezó a meter y a sacar su pene suavemente, cada vez entraba más profundo, cuando metió más de la mitad dio una estocada fuerte llegando a lo más profundo de mi ser. Sentía que me iba a partir en dos, pero ignoré el dolor, finalmente me sentía completo. Mi boca buscaba la suya, nuestra lujuria reflejada en un beso íntimo, apasionado, mientras él meneaba su cadera gradualmente, saliendo casi del todo y volvía a entrar hasta lo más profundo, transformando el dolor en placer
Mi macho aceleró sus movimientos haciéndome jadear. Ya todo su pene entraba sin dificultad. Notaba como su respiración se apresuraba mientras su velludo cuerpo chocaba contra el mío lampiño. Me beso el cuello y empezó a bombearme frenéticamente. Yo solo gemía recibiendo su enorme verga, él gruñía como un animal guiado por el instinto, el deseo, el placer. Sentía su cálido aliento en mi cuello, su sudor caer por mi cuerpo y sus estocadas cada vez más rápidas llenar mi culito. Mi cuerpo temblaba deleitando semejante frenesí. Me sentía en un trance de placer del cual no quería despertar. Mi hombre puso sus manos en mi cadera bufando, y metió su pene tan profundo como pudo llenándome de su esencia. cuando sentí que ya no salía más, saco su pene. Un rio de semen brotaba de mi abierto agujero. Mi esposo solo sonrió. Intenté hablar, pero me faltaban las fuerzas
“Descansa mija,” dijo mientras me acomodaba en la cama “te lo ganaste.” Sentí como me besaba la frente. Finalmente, todo volvía a la normalidad. No, era incluso mejor. Con esa sensación de plenitud y tranquilidad me quede dormido. Era el primer día de mi nueva vida.
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