Con Miguel – yo su peón
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Lo que les contaré ahora siguen siendo experiencias vividas. Yo vivía en un pueblo, en el norte de Perú, en un pueblito llamado Zaña, este pueblito es maravilloso, tiene mucha vegetación y terrenos de cultivo por allí atraviesa un río llamado por el mismo nombre, o sea Zaña. Uno de los alcaldes construyó hace muchos años un canal o un tramo de acequia para que por allí pasara el agua. Y otro canal se había construido para que desfogue el agua y sea parte del regadío de las chacras.
Las tres acequias pasaban en parelelo. Les cuento esto para que se imaginen y sepan luego de que trata y me den la razón.
A veces había agua en las tres acequias juntas. Esas aguas hasta ahora son cristalinas y siempre la gente en general optaba por irse a ese lugar para lavar ropa, bañarse, divertirse, incluso gente que venía a visitar el pueblo no se hacían de rogar e iban a tirarse un chapuzón. Por lo mismo del calor sobre todo en verano.
Estas acequias tienen un recorrido bastante largo y al final llegan al mar, en todo ese recorrido las acequias pasan por chacras, sembríos, puentes, parajes solitarios y algunos llenos de gente.
A mis 13 años y con gran intereses en la desnudez de los hombres y por sobre todo en la de los hombres fuertes, musculosos que trabajaban en las chacras… Estos hombres de mi pueblo. Como era costumbre… al pasar el puente y frente a una canchita de fútbol, que es un deporte muy de aficionados por allá, todos los que iban a jugar y terminado su partido. Iban a la acequia, se desnudaban completamente y se daban su chapuzón, llevaban su jabón, su champú e incluso al que no llevaban le prestaban y todos felices.
Era un sitio prácticamente reservado para los hombres. Solo nosotros ingresábamos, mientras las mujeres pasaban por otro puente donde hacían lo mismo ellas. Siempre me gustaba ir, sobre todo los fines de semana, pues me deleitaba con los cuerpos musculosos por el fútbol y por el ejercicio en las chacras o agricultura.
Veía toda clase de cuerpos varoniles, grandes con bastantes músculos, algunos cuerpos blancos, otros cobrizos, otros oscuros y por sobre todo como me iba a bañar me gustaba estar sumergido en el agua viendo pollas lindas… algunas bien afeitadas, otras con mucho pelo púbico, otras con vellos ralos. Pollas adolescentes, pollas jóvenes, pollas adultas, pollas viejas, pollas de conocidos y no conocidos. Pollas casi siempre en su estado de reposo y a veces pollas en estado de excitación. Creo que el promedio de todas ellas generalizando eran de 18 cm. Algunas de éstas eran más pequeñas, otras bien gruesas que me llamaban la atención. En fin todo un carnaval y algarabía para mis ojos.
Recuerdo un día que escaseo la comida por muchos problemas tanto nacionales como de mi hogar yo estaba bastante turbado, mortificado… quería ir a despejarme y despreocuparme. Entonces opté por ir a ese lugar. Creo que fue un día miércoles como a las 6:30 de la tarde. Pensando en bañarme, llevaba mi toalla y mis cosas para asearme, ingreso al lugar. Como era un día cualquiera no pensé en encontrar a nadie. Resulta que inicio con quitarme el polo que llevaba puesto, luego el short y las sandalias y me quedé en calzoncillos. Yo me disponía a entrar y bañarme pues siempre lo hacía con calzoncillos a pesar de que los demás lo hacían desnudos. Pues mamá siempre nos enseñó que debiéramos ser recatados.
Entonces escucho una voz y un saludo que me quitaron la turbación. Hola que tal – y al voltear veo a un amigo que vivía al frente de mi casa este tenía como 25 años se llama Miguel. Venía con su polo en su hombro con el torso desnudo y un short Negro, medía como 1.70 y me agradaba su figura que era bastante robusta. Le dije hola que tal.
Miguel me preguntó si tenía jabón- claro- le contesté.
Ahh bacán me dijo, pero sabes estoy acostumbrado a bañarme en mi propia chacra, crees que me lo puedas prestar. Como su chacra estaba a 1 cuadra más allá le dije que sí.
Pero luego cambió de idea y me dijo que lo acompañara pues se iba a quedar allí a dormir para cuidar su maíz. Y que me invitaba para hacerle compañía un rato. No dudé un instante y me fui con él a su chacra al lado donde pasaba el río. El cogió mis prendas que le pedí por favor que me las llevara y yo corriendo a orillas del río todo de frío y en calzoncillos hasta ese lugar.
Estando allí se dispuso a bañarse, se puso de espaldas y su polo lo puso en una piedra, se empezó a sacar su short y vi su hermoso culo redondo a través de sus calzoncillos blancos y sus piernas gruesas, con abundantes bellos muy bien moldeadas por el fútbol y los trabajos del campo. También ví que algo le colgaba en esos calzoncillos. Eran sus enormes huevos que podía divisar estando él de espaldas.
Luego y para placer mío se puso de frente y me miró e inició una conversación con temas de nuestras familias y chismes del vecindario a los cuales no les prestaba ni la más mínima atención.
Agarró de lado a lado sus calzoncillos y se los sacó. .. yo me quedé inmóvil viendo un cuerpazo de ensueño con unas lindas tetillas endurecidas por el airecillo que recorría. Unos lindos abdominales que de por sí se habían tallado, pues Miguel descendía de una mezcla muy linda. Su papá blanco y su mamá Morena. Al recorrer mi visión más abajo vi la gloria. Tenía una polla en estado de flacidez, una polla grande, media oscura y con una mata de pelos que me dejaba sin aire.
Me fui reponiendo… él me seguía comentando diversas cosas y sacó a relucir el tema de su enamorada que había viajado a Lima hacía 15 días, para realizar un trámite de traslado para estudiar allá.
Yo solo atinaba a emitir monosílabos. Y a calentarme… a seguir más y más hasta donde pudiera.
Miguel ingresó al agua con su lindo cuerpazo y se zambulló, logré ver su pene que se contorneaba y sus huevos que estaban a reventar a mi parecer por falta de sexo.
Luego yo tomé la delantera me puse en un lugar donde no me sumergía mucho y donde solo se podía ver la parte de mi espalda y mis redondas nalgas. Y vi que a Miguel le gustó ese espectáculo. Me dijo que me saque el calzoncillo que ahí nadie iba a visitar ni a entrar, pues era parte de su propiedad.
Estando yo así, asentí con la cabeza y me saqué el calzoncillo. Pero seguía en la misma posición y desnudo… así abrí mis piernas y sumergí mi cabeza, creo que se me veía mi lindo anito.
Luego al voltear a ver a Miguel lo vi masturbándose, creo que lo había excitado. Me pidió el jabón, se lo pasé. Y al dárselo noté que su pene había crecido de forma descomunal, tanto así que me dio miedo y ya no quería seguir con ese juego. A pesar de haber recibido ya otra polla.
Pero Miguel me agarró de la mano me tiró hacia él, me dio un beso muy largo, su lengua ingresó en mi boca y empezó la exploración, mientras yo me excitaba más y más. Luego me dijo que quería tener sexo conmigo que estaba muy calentón, pero como era muy pequeño para su tremendo aparato, sabia que no lo podía recibir y cobijar en mi culito. Yo me reí, pues él pensaba que sería mi primera vez, pero le comenté de mi primera y segunda experiencia, y como mis primos que ya habían viajado a otros lugares me hicieron feliz y que desde hacía unos meses extrañaba una polla en mi culito. Pero que parecía que la de él, era muy grandota y gruesísima. Pero él me dijo que si ya lo había hecho era cuestión de probar nada más. Que quería ser mi marido y que me iba a poseer siempre que yo se lo permitiera.
Luego de otro beso así de escandaloso y con su lengua descubriendo cada parte de mi boca me llevó sus manos a mis hombros y me empujó hacía abajo. Yo por mi parte bajé, me arrodillé y me puse a la altura de su grandioso, maravilloso, jugoso, grueso y gran pene le di besitos, lo lamía como un gatito a su leche, lo chupaba como jugando con mis chupetines cuando estaba solo, le estaba haciendo tal mamada que el se había puesto burro (con su pene crecido al máximo) obvio que no me entraba tan grande cosota a mi pequeña boca, pero hacía el esfuerzo. Apenas podía tragar ese sable, me ahogaba, pero siempre entraba más, me sentía con mi cuerpo lleno de toda clase de cosquillas que me llegaban a mi anito y hacían salir jugos.
No sé como pero se me mojaba y remojaba mi anito de puro gusto. Yo seguía con esa pieza… la trataba de engullir, poco a poco… fui descubriendo como hacerlo, la lengueteaba, me la metía hasta adentro, sentía como ese animal ingresaba y se alojaba más que en mi garganta y me dejaba sin respiración y volvía a sacarlo para reponer fuerzas e ingresar aire a mi maltratada boca y órganos respiratorios. Luego de esa posición, él se cansó y decidió sentarse y yo buscaba instintivamente su pene, nuevamente lo engullía lo hacía subir y bajar en mi boca, lo besaba y me lo tragaba hasta más de la mitad. Él estaba bastante excitado, me dijo: me vengooooo me vengooooo. Y yo no saqué mi boca al contrario me la hundí casi todo hasta que sentí el choque de sus huevos en mi cara y su leche se depositó en mi garganta. Casi me ahogo si no fuera porque me la saqué de completo y empecé a tragar esos chorros ricos de semen. Tanto así que hasta lo dejé enjuagado y todo limpiecito. Yo también me había venido junto con él, pues había aprendido con mi primo a llegar hasta el orgasmo sin tocarme.
Miguel me besó e hizo acostarme junto a él en una parte donde había pasto, me abrazó y luego nos fuimos a bañar, me lavó mi culito y mi pene e hizo que yo le pasara el jabón por todo el cuerpo como si fuera un niño al que estaba bañando. Habían pasado como 10 minutos de su descarga, me seguía besando y abrazando y me dijo que se había sentido tan bien que ya no deseaba que venga su enamorada sino que conmigo la estaba pasando muy bien. Además me contó que a ella no le gustaba hacer sexo oral y que era un poco fría y no quería cambiar de posición en la cama.
Yo le dije que esperaba que no me estuviera mintiendo y que si era así, yo le iba a dar mi culito solo a él y también mi amor.
Miguel luego inició su excitación sexual sobándose su gran paquete, lo tenía en su gran mano y el pedazo de carne crecía y crecía. Por mi parte no quería intentar la penetración por lo grueso que lo veía y se me venía a la mente el dolor que me había causado la polla de Juanji en la primera vez, Miguel entonces me dijo que si quería ser todo suyo e incluso terminar con su enamorada tenía que dejarme hacer lo que me pidiera para desfogar su calentura conmigo y ya no buscase a nadie para satisfacerlo.
Me animó porque me dijo que para introducir su pistola siempre la engrasaba y como mi hueco iba a recibir sus balas, también lo aceitaba, así no habría mayor problema. Entonces me tomó de la mano y nos alejamos un poco de la orilla donde había una chocita de paja construida para cuidar las cosechas y la gente no se robe el maíz.
Me excitaba la idea de hacerlo en esa choza, se lo dije y me excitaba mucho más vernos a los dos correr hacia allí, pero sobre todo ver su verga endurecida y parada apuntando hacia arriba y abajo con aquella corrida.
Llegamos y entramos a la choza, los dos en cueros, entonces veo que de un cajón sacó una botella de aceite y me dijo: – esto va a ser tu salvación y no sentirás dolor. Ya lo verás.
Me hizo ponerme en cuatro (por ese tiempo en mi pueblo ni se conocían las enfermedades venéreas ni los condones) e inició la aceitada a mi ano. Le puso un poco de aceite y me pasaba su dedo de arriba hacia abajo causándome un gran placer. Luego lo introdujo fácilmente, pero seguía echando más y más aceite, luego fueron dos dedos y luego sentía tres y a cada que insertaba echaba el aceite. Yo estaba excitadísimo mi ano se había abierto él lo notó, se notaba mi hueco un poco abierto. Entonces me dijo que ya era hora de horadar mi agujero para hacerme sentir su hombría y virilidad de macho. Me agradó mucho ese comentario y abría lo más que podía mis piernas y a mi ano le hacía ejercicios de ajustar y abrir. Miguel por su parte aproximó su tremenda verga a la entrada de mi orto dilatado, yo me revolcaba de placer y mordía una almohada que encontramos. Me pasaba la cabeza de la pinga de varias formas, esto hacía que me enloqueciera y pidiera ser poseído. Sentí la verga como una tabla dura y suave a la vez. Luego inició el empuje. Me traté de zafar sabía que dolería, pero él con sus grandes brazos me rodeo y me detuvo.
Estaba acostumbrado a una verga grande pero no tan exagerada como la de él. Miguel por su parte me dio ánimo para seguir… echó más aceite y me dijo que estaba experimentando algo muy distinto y que era algo bueno para ambos. Sus palabras me causaron excitación y traté de empujármela adentro a pesar del dolor, lo hice, se dio cuenta. Entonces miguel como todo un joven de 25 años sabido de aventuras me la empujó toda de un solo y certero golpe. Mis lágrimas rodearon mi cara. Miguel decía sin parar: te amo y aguanta hasta que se acostumbre, hasta que se acostumbre. Luego de un minuto o más… ensartado de tal forma brutal Miguel inició el clavado y desclavado de su verga. Poco a poco con el aceite que nuevamente lo llevaba con su mano y embarraba toda su verga fui albergando y acostumbrándome a su hermoso monstruo. Sentía todos los pliegues de mi culo templados y él excitado. Luego me estaba dando placer tanto que me descontrolé y empecé a gemir con mucho entusiasmo.
El seguía un mete y saca furtivo, tanto que tenía que controlarme para no venirme. Luego él me echó en un colchón que tenían para cuando se quedaban a cuidar la cosecha y me agarró las piernas, y las puso en sus hombros fuertes y me metió sin miramientos toda su verga y siguió machacando y machacando. Estaba disfrutando de lo lindo entonces Miguel lo hacía cada vez más rápido hasta que se vino dentro de mí, echándome sus mecos en mi anito treceañero. Yo también me vine junto con él. Nos quedamos así hasta que pasado unos minutos su verga fue volviendo a su estado de reposo y me la sacó echándonos los dos cansados de tanto placer.
Yo sentía mi anito ardiendo, pero también sentía que había ganado mi nuevo hombre que me seguiría amando y haciéndome sentir placer.
A propósito un día medí su verga y me quedé atónito al ver que me estaba ensartando 25 cm reales de pura carne. Y un grosor que no lo medí por dejar algo a mi imaginación.
Miguel terminó con su enamorada que se quedó en Lima y yo ahora cuido su chacra como peón. Pues él la administra. No sabiendo su padre que también me administra la ración o porción de semen que me imparte casi todos los días.
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