Con nene de 6. Parte 4
Continúan mis vacaciones de placer con Martincito.
Como recordarán ustedes la primera noche del inicio de mis dos semanas de vacaciones logré penetrar a Martincito pero sólo aguantó la mitad de mi pene y por temor a lastimarlo, asustarlo o que se negara a seguirse dejando amar por mí, no lo quise forzar pero eso sí, acabé dentro de él.
Al día siguiente desperté con él abrazado a mi cuerpo, los dos desnudos. Cómo él estaba dormidito aún, aproveché para revisar su anito y ver que ya se le había cerrado y ya no estaba tan irritado.
Él somnoliento, despertó y se abrazó a mí regalándome una bella sonrisa, lo besé y acaricié y le pregunté sí había disfrutado lo que habíamos hecho la noche anterior él me dijo que sí pero que le había dolido cuando le metí mi pene y que aún sentía un poco de dolor.
Le dije que era algo normal y natural y que con el paso del tiempo comenzaría a dolerle menos y lo disfrutaría más. Luego al seguirlo acariciando, y por lo candente de la plática, mi pene comenzó a erectarse y él lo notó y travieso, lo tomó entre sus manos y comenzó a masturbarme suavemente y a jugar con él.
Yo lo coloqué boca abajo y él encima de mí para que él se deleitara con mi pene al cual ni tardo ni perezoso dirigió su boquita golosa. Mientras yo procedí a acariciar y besar sus nalguitas su anillito y sus genitales. Era un verdadero placer ver cómo entraba en él mi lengua y cómo me comía por completo sus genitales mientras él chupaba con deleite mi pene y deslizaba su lengua por todo su tronco para volver a engullir lo que podía.
Le pregunté si estaría dispuesto a dejarme jugar nuevamente con mi pene en su colita y él dijo que sentía un pequeño dolor aún y que prefería mejor chupármelo a lo cual lo complací y seguimos con nuestro delicioso y rico 69 hasta que acabe en su boca y él sin ninguna dificultad y gustoso se tragó todo mi esperma, nos dirigimos al baño para ducharnos juntos, nos secamos, vestimos y salimos a desayunar y a media mañana de nuevo fuimos a un arroyo de aguas frescas y cristalinas cercano a mi pueblo dónde el de nuevo se divirtió aprendiendo a nadar y a zambullirse completamente desnudos pues el lugar estaba apartado de miradas indiscretas.
Él me agarraba ya sin pudor ni vergüenza alguna mi pene, lo besaba y chupaba, se agachaba, abría sus nalguitas y me mostraba su rico hoyito.
–Si me sigues provocando, te vas a comer esto—le dije, tomando mi pene.
–¿Con la boca, don Javier?
—No, con tu colita…
–Es que por ahí me duele—dijo, apenado.
–Sí, Martincito, ya te dije que así pasa las primeras veces. Luego, lo vas a disfrutar y hasta me vas a rogar que te lo meta por ahí…
—Sí, pero, es que me dolió mucho anoche…¿ A Usted le gustó?
–¡Me encantó! Me hiciste muy feliz, y, ¿te digo algo? A mí también me duele, porque estás muy apretadito. ¿A ti no te gustó ni poquito?
–Sí, cuando entraba y salía se sentía bien, y mi pitito se me puso duro…
—Ya ves, también tú lo disfrutaste…¿o no me quieres?
–Sí, claro, pero me da miedo…
–Mira, si quieres sólo te meto hasta donde lo metí anoche o hasta donde tú me digas, además, traje una cremita especial para untarte en tu colita y en mi pito para que no te duela tanto y entre más fácil…¿Qué dices, me dejas entrar en tu colita aunque sea poquito?
–Bueno, sí…pero poquito y me lo saca si me duele…
–¡Claro!
Así que lo coloqué como perrito sobre una toalla y me coloqué atrás de él para comerme durante un buen rato su culito rico, luego, puse gel en uno de mis dedos y poco a poco lo introduje en su anito sin que le molestará y comencé a sacarlo y meterlo suavemente, a moverlo de manera circular y él se reía y gemía un poco. Su penecito se puso duro y lo masturbaba con mi otra mano, arrancando de él suspiros de placer.
Lubriqué un segundo dedo y aunque se dolió y quejó un poco, entraron ambos para dilatar aún más su anito.
Me coloque de rodillas frente a él y le pedí chupara un poco mi pene, él lo hizo, mientras continuaba dilatando su hoyito.
–Don Javi, ¿Y si nomás se lo chupo y me como su lechita?
–No, amorcito, déjame entrar aquí, anda, (tocando su culito) ¿Sí? ¿O no me quieres?
–Sí, si lo quiero, pero me va a doler…
–Poquito nadamás, anda…
—Bueno…
Así que puse sobre sus manos una buena cantidad de gel lubricante y le pedí me lo untara por todo mi pene…
–¿Pero por qué por todo su pito, don Javier? ¿Nomás la miras, si?
–Tú úntalo en todo mi pene, anda, aunque solo te entre la mitad…
Y lo hizo, luego, me coloqué atrás de él y le unté una generosa cantidad de gel y metía mis dedos para lubricar y dilatar lo más posible su anito.
Lo tomé de la cintura, dirigí y coloqué la punta de mi ariete en su entrada, hice un poco de presión…
¡Oh, cielos! La sensación de abrirse paso en un hoyito infantil de apenas seis años es única, indescriptible y muy placentera.
Sin problema alguno, desapareció suavemente entre sus nalguitas la mitad de mis 17 cm.
–¿Te duele, amorcito?
–Poquito…¿ya me entró la cabeza, verdad?
–No, mi rey…ya metí la mitad…
—No es cierto! A ver…
Y dirigió una de sus manitas y sorprendido, tocó mi miembro y comprobó que le decía la verdad…
—¿Ya viste? Y ya no te duele, te lo dije…¿Me dejas meterte un poquito más? Es más, tú solito échate para atrás poco a poco, hasta que te claves lo que aguantes…¿De acuerdo?
–Sí, está bien…
¡¡¡Y lo hizo!!! Tres cuartas partes de mi pene desaparecieron tragadas por su apretado culito, hasta que acusó un poco de dolor, tocó mi pene y notó que era muy poco lo que faltaba para clavarse por completo…
—Don Javi, ¿Ya me falta poquito para que entre toda, verdad?
–Así es, amorcito…
–¿Usted cree que me quepa toda, sin que me duela mucho?
–Sí, amorcito, yo creo que sí puede entrar completita, pero si quieres, hazte un poquito para adelante y luego para atrás para que te cojas solo, como yo lo hacía anoche, que te la metía y sacaba…¿Recuerdas? Así tú culito se va a acostumbrar y cuando sientas estar listo, te la clavas toda…¿Qué dices?
–Siiiiii… –dijo con un susurro y comenzó a hacer cuanto le dije durante un buen rato. Yo gemía del placer inmenso y la vista increíble que tenía al ver cómo solito se clavaba.
Luego de un rato él también comenzó a gemir, y tomando aliento y valor, se hizo hasta atrás un poco, y luego otro poco más hasta que sintió mis vellos, mi pubis y mis testículos chocar en sus nalguitas.
–¡Don Javi! ¿Ya me entró toda, verdad? Preguntó orgulloso.
–Sí, ¿Ves que sí se pudo? ¿Te duele mucho?
–Un poco…
—Uy, amorcito…¡eres muy valiente y me has demostrado lo mucho que me quieres! Si gustas, descansa, ahora yo me encargo, te voy a hacer el amor hasta dejar dentro de ti mi lechita…¿De acuerdo?
–Sí, don Javi,…
Y así lo hice, retardando hasta donde me fue posible correrme pues deseaba prolongar la sensación de su tripita apretando mi verga. De manera suave y lentamente, sacaba mi pene hasta dejar sólo la punta de él adentro, y volvía a empujar hasta penetrarlo por entero, una y otra, y otra, y otra vez….hasta que con un gemido de placer acabé dentro de él con una desmechada tremenda, tanta, que al sacar mi pene una vez fláccido, escurrió por su anito abierto mucho de mi semen.
Lo abracé y cubrí de besos sus labios, cara y cuerpo agradecido por el placer tan grande que me había dado…nos asemos muy bien, comimos y dormitamos un poco, volvimos a entrar al río nos bañamos y vestimos y emprendimos, felices, el regreso a mi pueblo.
Por la noche y luego de cenar un poco de cereal y cepillar nuestros dientes nos fuimos a la cama cuando alguien tocó la puerta del patio.
Era uno de mis sobrinos de nombre Alberto, de 8 años, rubiecito y delgado, con el que también jugaba cuando iba de vavacaciones.
Al verme me saludó y abrazó vio a Martincito y preguntó quién era así que le expliqué y presenté a ambos.
–¿Y a qué vienes Alberto? le pregunté.
Y agachando la mirada y con pena y llanto contenido, me dijo:
–Tío, es que pedí permiso a mi papá para venirme a dormir con usted, pues me dijo que desde ayer había llegado y…
Ahí se quebró su voz y su pechito se agitó y llorando continuó:
–Pero veo que está ocupado y ya tiene quien duerma con Usted y María (su madrastra) me dijo que ya no me quería…
Abrazándolo y enjuagando sus lágrimas le dije:
–Tranquilo, amorcito, no le hagas caso a ella, claro que te quiero, mucho más que antes, corazoncito…
—¿Sí, tío? – dijo sonriendo un poco—Pero ya no voy a dormir ni jugar con Usted como antes…
–No seas tontito, en la cama cabemos los tres, y podemos jugar también los tres, ¿Verdad que sí, Martincito?
–Sí, don Javi. Sí, Beto, quédate…
–Pero, ¿Con él aquí vamos a jugar a nuestro juego secreto también, tío?
–Claro, ¿por qué no? Así vamos a jugar mejor y tú vas a tener un compañerito de juegos.
–De verás, tío? –Dijo, sonriendo un poco.
Ya verás que sí, anda, ve a tu casa por tu pijama, aquí te esperamos…
Y salió, feliz y presuroso, por la puerta del patio, que comunica con el patio de la casa de mi hermano…
¡Dos, siempre es mejor que uno, amigos! ¡Hasta la próxima!
Qué suerte y que ganas
Ya quiero leer como continúa esta historia. Espero no tardes.
gran relato como sigue
Amo tus experiencias
Gracias! Muy sugestivo tu nick…
Mil gracias por sus comentarios! Espero pronto publicar la siguiente parte, donde se cumple una de mis fantasías…
Que rico. Disfruta de ese culito loas que puedas..
que lindo hubiera sido tener un tio como vos, y sentir tu verga y tragarme tu lechita! me calentó mucho imaginarme de nene en esta historia