Con Rafita de 9
El castigo.
Continúo con la tercera parte de este relato. ¡Agradezco sus comentarios!
Y sin más, continuamos…
Como a los tres días, y con el pretexto de ver si no ocupaban algo, fui a visitar a Rafita y a su familia.
La señora me recibió muy amable y me dijo que de momento estaban bien, y agradeció mi visita y los niños las galletas y algo de fruta que les llevé.
Le pregunté si podría platicar a solas con Rafita y me respondió en voz baja:
–Mire don Javier, sé lo mucho que quiere a mi hijo, no estoy ciega, y además él me confesó lo bien que se la pasó con usted y lo que hicieron.
Yo palidecí al escucharla y ella, al notarlo, me dijo:
–Pero no se preocupe por mi, yo les guardaré el secreto. Es más, me da gusto que mi hijo haya encontrado un buen hombre que lo trate bien y lo haga feliz. Así que tiene mi permiso para andar con el…
–Bueno, yo…la verdad me enamoré de su hijo, de su belleza y de su ternura y nada me hace más feliz que escuchar que usted está de acuerdo en nuestra relación.
–Si, mire don Javier, ya le comenté yo y el también Rafa fue abusado desde los cuatro años y con engaños por un primo de 5 que fue el que lo entregó a dos primos de 9 años para que lo violaran a cambio de golosinas y algo de dinero sin que él me dijera nada pues lo habían amenazado con violar también a mi niña, que recién había nacido.
Al decir lo anterior su voz se quebró y un llanto silencioso escurrió por sus mejillas, más continuando dijo:
–Y él por miedo y por proteger a su hermanita se calló y permitió que hicieran con el lo que quisieran, a cambio de respetar a su hermanita.
–Sí, lo sé, él me lo ha comentado ya…
-Pero estos pinches mocosos hace como cuatro semanas los atajaron por el camino cuando venía el de traerla desde el preescolar y a el lo golpearon y a mi hija la violaron sin que mi hijo pudiera hacer nada.
–Ajá, también lo sé, continúe, por favor…
–Me da mucho coraje que el pendejo de mi marido no haga nada contra ellos porque son su familia, y quisiera que estos tres cabroncitos recibieran un buen escarmiento…
–Cuente con ello, señora, pronto tendrá noticias de ellos.
Si, está bien, y gracias por todo lo que hace por nosotros y por lo mucho que quiere a mi Rafita.
Salí acompañado de Rafita, Subimos a mi vehículo y nos dirigimos hacia las afueras del pueblito en silencio.
–Don Javi, don Javi, ¿Está enojado conmigo, o por qué no me dice nada?
Detuve el vehiculo, lo atraje y abracé para comenzar a acariciarlo y besar su dulce rostro mientras el sollozaba en silencio.
Separándome de el le dije:
—Jamás podría enojarme contigo, chaparrito, sabes lo mucho que te amo y me gustas, y lo que te pasó con estos hijos de la chingada no fue tu culpa. Vengo pensando cómo hacer para castigarlos como se merecen. ¿Me puedes llevar a la casa en ruinas donde abusaron de ti y de tu hermanita?
El aceptó y me condujo al citado lugar, descendimos del vehículo y él comenzó a temblar y querer Ilorar ante los tristes recuerdos que ese lugar le traía.
Lo tomé de la mano y lo tranquilicé un poco diciéndole que nada le iba a pasar mientras estuviera a mi lado.
Una dulce sonrisa afloró a sus infantiles labios y apretando con fuerza su manita, entramos a lo que era una casa vieja de adobe con un cuarto tapado y dos sin techo y que era utilizada para hacer del baño por algunos caminantes.
Ahí, lo atraje de nuevo hacía mi pero el me dijo:
–Aquí no, don Javi, por favor…–pues el recuerdo de lo vivido y sufrido en esas paredes lo hacía temblar de miedo.
Respetando su voluntad, lo llevé kílómetros adelante hasta llegar a un riachuelo, caminamos corriente arriba hasta encontrar un lugar a salvo de miradas indiscretas.
–Aquí te parece bien, amorcito?
–Si, don Javier, aquí si…
Y se arrojó a mis brazos para besarme y cuando lo bajé desabrochó mi pantalón, que cayó a mis tobillos, y bajó mi bóxer para acariciarme, besarme, lamerme y chuparme mi pene babeante y durísimo y mis testículos llenos de la leche que a él tanto le gustaba saborear.
La verdad este niño me hacia temblar cuando me mamaba así la verga al punto de sentir que el tiempo se detenía para poder amarnos mejor.
Se detuvo, me dio la espalda y sensualmente comenzó a desnudarse por completo haciéndome tragar saliva y ponerme nervioso ante la vista de su bello cuerpo desnudo hecho para el amor sin duda.
Lo abracé por la espalda y besé su cuello, orejitas, mejillas y espalda susurrando palabras cargadas de amor y deseo. Colocando una mano en su cabeza lo hice agacharse e hincarse en el suelo hasta ponerse en posición de perrito para deleitarme con sus nalguitas y hoyito que tanto me gustaban.
Dirigí mis labios hacía ellos, aspiré el aroma embriagante de su culito y cuerpecito olorosos a jabón, llené de besos y pequeños mordiscos sus nalguitas y finalmente dirigí mi lengua hacía su infantil anito para lamerlo con mucho deseo, dilatarlo y prepararlo para hacerle el amor y llenarlo con mi semen.
Le pedí incorporarse, colocarse de frente a mí y cargándolo lo subí. El, leyendo mis pensamientos rodeó con sus piernas mi cintura para que su hoyito quedara a la altura perfecta para ser profanado con mi miembro.
Coloqué la punta de éste en su entrada y sosteniéndolo de sus bellas nalguitas, lo dejé caer para meter en su hoyito mi trozo de carne.
Él gimió y suspiró al sentirse lleno por mi mástil. Lo dejé acostumbrarse a la tormentosa sensación y al dulce placer de ser empalado y le pedí cabalgarme para follar su rico hoyito.
Después de un buen rato, aceleré mis embestidas hasta que, no pudiendo contenerme más, regué su interior con mi semen.
Lo besé y acaricié hasta que mi pene perdió firmeza y salió de su culito. Le pedí sentarse y pujar como si hiciera popó para vaciar su recto de una mezcla de semen y heces que salieron acompañada de una sinfonía de gases producto de la bombeada que le había dado.
Nos vestimos y regresamos a su casa. Por el camino, nos encontramos a tres jovencitos, sus primos, que al verlo y verme prorrumpían en risas estúpidas.
Al reconocerlos, Rafita comenzó a temblar y llorar mientras me decía entre sollozos:
–Esos hijos de su puta madre fueron los que nos violaron, don Javier…
–Tú tranquilo, Rafita, vienes conmigo y nada te pasará. Estoy aquí para defenderte y les daré un buen escarmiento, ya verás…
Detuve mi vehículo y le pedí permanecer adentro con los vidrios subidos y oyendo música, mientras me dirigía a ellos que temerosos, dejaron de sonreir.
–¿Qué pasó muchachos? Tranquilos, no pasa nada si hasta parece que vieron al Diablo…¡Jajajajaja!
Ellos al ver la tranquilidad y amabilidad con la cual me dirigía a ellos, pues esperaban seguramente lo peor, se animaron y sonrieron un poco.
–¡Buenas, don! Vemos que llevó a pasear a nuestra primita (Sonrisas y risas estúpidas de burla)
–No nos diga que usted también ya se lo… (risas pendejas de nuevo)
Deseé darles en ese momento unas buenas cachetadas y borrar sus estúpidas sonrisas…pero me contuve pues lo que deseaba hacerles era, con creces, mayor a eso.
Ah, qué muchachitos tan simpáticos! Miren ya supe lo que le hicieron a su primito desde muy chiquito, y sé también lo que le hicieron los tres a su hermanita…
Ellos se desconcertaron, dejaron de sonreír y se mantuvieron alertas esperando seguramente que yo me abalanzara contra ellos.
–Muchachos, –continué–Rafita me venía contando que le gustaría que se los cogieran de nuevo a él y a su hermanita, pero como es muy tímido y tiene miedo de lo que puedan decirle o pensar ustedes, me pidió que hablara yo por él…¿Cómo ven si nos vemos dentro de tres días en la casa abandonada donde ustedes les metieron la verga?
–¿Es en serio, don? –Preguntó Mario, el más desarrollado de los tres y hermano de Luis, de 10.
–Claro que sí, a propósito, mi nombre es Javier, ¿y ustedes son…?
–Yo soy Mario y el mi hermanito Luis, y él, nuestro primo, se llama Ramón.
–Pues mucho gusto, muchachos-y extendí mi mano para estrechar las suyas.
Y continuando les dije:
–¿Entonces, qué dicen? ¿Se animan o no? Ah, olvidaba decirles que además de poder cogerse a Rafaelito y a su hermanita, les voy a pagar dos mil pesos a cada uno si me dejan grabar todo.
-¿Pero ese vídeo no lo van a ver nuestras familias y conocidos? -inquirió Ramón, con duda.
–Claro que no! Esos videos los vendo yo muy bien a personas de otros países que pagan muy bien…¡anímense! Pueden disfrutar de Rafita y su hermanita, ganar un buen dinero y tal vez los siga ocupando para otras grabaciones…
Mario y Ramón se pusieron con una mirada de acuerdo. Mario me dijo:
–Mire, don Javier, Ramón y yo le entramos, pero mi hermanito está muy chico para eso…
–Le entran los tres o ninguno, de hecho, los más chicos son los mejores actores y la gente los prefiere y paga mejor por ellos…
–Bueno, está bien…
–Una cosa más: no deben contarle a nadie de este trato. Dentro de tres días los espero a las cinco de la tarde. Estaremos Rafita, su hermanita y yo esperándolos. No falte, y para que vean que hablo en serio, les voy a adelantar 500 pesos a cada uno…
Y ante su asombre e incredulidad, entregué a cada uno un billete esa denominación, estreché de nuevo sus manos para cerrar el trato y felices se despidieron de mi.
Abordé mi vehículo y Rafita, ajeno a nuestra conversación me preguntó:
–Don Javi, ¿De qué hablaba con esos cabrones? Vi que hasta se despidieron y les dio dinero…
–Tú tranquilo, amorcito, pronto pagarán estos pendejos lo que les hicieron a ti y a tu hermana, ya verás…mesé sus cabellos y él, confiado, me brindó una alegre sonrisa.
Nos dirigimos a su casa, pedí hablar a solas con su mamá para confiarle mi plan y pedirle no le dijera a nadie lo que hablamos.
Ella, con lágrimas de alegría, me dio las gracias y me despedí, con un abrazo y un beso de Rafael y sus hermanitos…
C O N T I N U A R Á
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