Con Rafita de 9 Parte 5
El merecido y justo castigo a quienes dañaron a Rafita.
Con Rafita de 9 Parte
El castigo III
Continuamos…!!!
Dado que eran dos jóvenes a los que iban a romperles su culo, y ellos tres, echaron a las suertes a quienes de ellos le tocaría estrenar culito y al tercero sus bocas.
Se colocaron dos de aquellos hombres atrás de Mario y Ramón para colocar sus enormes y gruesos miembros en sus entradas, después de azotarlos con ellos en sus glúteos y espaldas y de pasarlos por sus años que en breve habrían de ser perforados y martillazos por aquellos machos.
El tercero de ellos movió las mesas para acercar los rostros de ambos y poner al alcance de sus bocas su enorme verga, después de igualmente, azotarles la cara con ella en repetidas ocasiones.
De más está decir el terror que asomaba en sus desorbitados ojos y llorando gruesas lágrimas de miedo y arrepentimiento, suplicaban una y otra vez un perdón que nunca llegó.
Así pues, cada uno de aquellos hombres escupió en su verga y en sus culos su espesa saliva, puso su grueso glande en el agujero correspondiente y empujó, hasta ver desaparecer la cabeza de su pene en aquellos estrechos culos.
Lastimeros y profundos gritos de dolor salieron de sus bocas ante el gran dolor que sus hoyos experimentaban a la vez que el llanto se volvía más copioso.
Por lo fuertemente atados y sujetos que estaban, no podían evitar ser profanados.
–Y esto es apenas el comienzo, perritas, apenas hemos metido la punta de nuestras vergas…¡Prepárense que ahora viene lo mejor!—Decían entre burlas aquellos sádicos hombres que, sin duda, disfrutaban de aquello.
El tercer hombre puso ante Ramón su gruesa verga y levantando su cara la dirigió a su boca, mientras le decía entre risas y carcajadas.
–¡Prepárate, zorra! Vas a ser la primera en ser empalada y follada por la boca y por detrás…¡Abre tu boca y mucho cuidado con tus dientes, pequeña zorra!
Ramón así lo hizo y aquel hombre metió hasta el fondo su boca mientras sostenía su nuca e iniciaba a follarlo duramente, a la vez que su compañero introdujo totalmente su enorme y grueso miembro en el culo de aquel adolescente, que abrió aún más sus ojos imposibilitado para gritar y solamente apretaba fuertemente sus manos.
Los dos hombres follaron con rudeza la boca y el estirado al máximo y sangrante orificio anal de Ramón ante el creciente dolor de éste.
–Ahora vas tú, pequeña putita– dijo el hombre puesto atrás de Mario, a la vez que le daba unas fuertes nalgadas—hoy serás, cuando acabemos contigo, una puta más que suplicará piedad…
Y, al acabar de decirlo, enterró hasta lo más profundo del agujero de Mario aquella gruesa y larga verga mientras éste chillaba como cerdo en matadero y gritaba de dolor.
–¡Así, pequeña zorra, llora más que tu dolor me excita y hace desearte más!
Y, al decirlo, le daba fuertes manazos en sus nalgas. Su compañero, sacó su babeante verga de la boca de Ramón y la introdujo en la de Mario para hacerlo dar fuertes arcadas al tocar las paredes de su garganta hasta sentir que le faltaba el aire y tener un breve desmayo del que fue despertado por unas cachetadas.
–¡No es aún hora de dormir, pequeña perra!
Dijo aquel hombre mientras volvía a introducir en su boca más de aquélla gran verga para follarlo duramente.
Los tres hombres comenzaron a gemir y gruñir ante la inminente y próxima eyaculación.
Mario y Ramón, con gran dolor, sintieron cómo aquellos penes entraban aún más en sus culos y vieron cómo sus puntas se notaban en sus estómagos a la vez que un líquido espeso y caliente era vaciado en sus desvirgados anos.
Mario, además, sintió explotar la verga del hombre en su boca y gruesos disparos de su semen fueron disparados en su garganta.
–¡Así, pequeña perra, cómete mi leche y no desperdicies ninguna gota!
Con asco, tuvo que obedecer.
Una vez hecho lo anterior, los desamarraron y una luz de esperanza brilló en sus ojos.
Entre lágrimas, y mientras el semen de aquellos hombres salía de sus muy abiertos culos y escurría por sus piernas mezclado con sangre y mierda, les preguntaron entre sollozos:
–¿Ahora sí ya nos podemos ir? ¡Por favor, por favor…!
–¡JA JA JA! — Se carcajearon a la vez aquellos tres hombres—Pero si esto apenas empieza y nos la estamos pasando muy bien…¡JA JA JA!
–Si falta que mi verga conozca a fondo sus culitos, niños—dijo quien había follado sus bocas—
–¿Tan pronto se quieren ir, putas? ¡JA, JA, JA!—dijo otro de ellos.
–¿Entonces, para qué nos desataron?—Preguntó Mario, con temor.
–¡Porque queremos cogerlas de una y mil maneras más antes de regresarlos a sus casas, pinches putas de mierda! ¿Para qué más, pendejas? ¡Cuando salgan de aquí caminarán, sí pueden hacerlo, como becerritas recién paridas, hijas de su chingada madre!
–¡JA, JA, JA!–Retumbaron en aquellas paredes sus burlonas carcajadas mientras acariciaban sus vergas que de nueva cuenta cobraron vida…
No existen palabras para describir el intenso temor de aquel par de adolescentes, casi niños aún, que, temblorosos, se abrazaron temblorosos entre lágrimas y sollozos.
Solamente agregaré que aquellos hombres cumplieron a cabalidad su palabra, que Mario y Ramón recibieron su merecido, que lloraron y gritaron hasta desgañitarse y quedarse sin poder articular palabra alguna.
Aquellos tres hombres hicieron con sus cuerpos lo que desearon hasta saciarse, los penetraron, como lo habían anticipado, en todas las posiciones posibles provocando en cada embestida mayor dolor en sus desgarrados anos.
A su favor, debo decir que al final Mario y Ramón gemían ya no de dolor, sino de placer y que se corrieron sin tocarse varias veces.
Aquello era digno de verse, cinco cuerpos desfallecidos, los de dos adolescentes con sus años sangrantes, abiertísimos e irritados escurriendo la inmensa cantidad de leche recibida y los de tres hombres con sus testículos exprimidos totalmente y sonrientes ante lo vivido.
Rafita y su primito Luis se quedaron dormidos casi al inicio de esta maratónica sesión de sexo y preocupado por su estabilidad emocional, los llevé a mi cama, desnudé y arropé dándole besitos y deseándoles dulces sueños.
Casi amanecía cuando fuimos a llevar al rancho a aquellos cuatro niños, pues a Lucy había sido entregada a su mamá la noche anterior.
Los dejamos cerca de sus casas y les pedimos no contar nada si no deseaban diéramos a conocer el video grabado con escenas muy candentes siendo ellos los protagonistas.
–Además, no les conviene se sepa lo ocurrido, muchachitos, a menos que quieran convertirse en la burla y ser las putas de todo el rancho, pues al contrario lo vivido, hasta fila harán para cogerlos.
Mesé sus cabellos, les pagué lo acordado, ellos sonrieron un poco pues seguramente no lo esperaban, y despedí.
–Y a ti , Luisito, espero volver a verte pues me gustas te mucho, mi niño—
Y, agachándome, besé con ternura sus dulces labios y él se colgó de mi cuello ante la mirada atónita de su hermano y primo y los celos de Rafita.
–Cuando guste, señor Javier, y gracias por tratarme tan bien—me dijo sonriente.
Lo bajé y despedí dándole una suave nalgada y él, contoneándose, se alejó un poco, giró su cuerpo y me tiró un beso que devolví.
Hasta aquí está quinta entrega, mis pervertidos amigos…
Y como siempre: ¡Mil gracias por leerme!
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