Con Rafita, de 9. Parte 6
Jugando con sus hermanitos.
Después de una ausencia, retomo está historia esperando sea de su agrado y provoque en ustedes muchas pajas y traiga bellos recuerdos a su memoria.
¡Disfruten su lectura tanto o más como yo lo hice al escribirla!
Después del tremendo castigo y follada a Mario y a Ramón como escarmiento por haber abusado y causado dolor a Rafita y a su hermanita Lucy, seguí visitando a esa familia.
Me llevaba a Rafita de paseo para darle todo el amor que necesitaba, hasta que en una ocasión al llegar a visitarlos noté malhumorado a Rafita y su mamá escondía su mirada.
Les interrogué acerca de ello y la mamá me comentó que Rafita estaba muy molesto porque ella no se decidía a abandonar a su marido a pesar de la vida que les daba, porque aunque sea con poquito, los ayudaba a veces.
–¡Mejor cállate, mamá! – le gritó enojado Rafita—mi papá nunca nos da nada si no voy yo a buscarlo cuando anda borracho con sus amigos y para quedar bien con ellos te manda algo conmigo.
Y continuó:
–¿Acaso sabías que sus amigos me tocan las nalgas y el culo y me han ofrecido dinero porque se las chupe o me deje coger?
Y al decir eso, se soltó llorando de forma incontrolable, con sollozos que brotaban de lo más profundo de su corazón. Yo lo abracé, lloré con él y consolé un poco.
–¡Perdón, hijo, perdón! Yo ignoraba eso, perdóname.
–¿Y sabes qué es lo peor, mamá? ¡Que mi papá te engaña con otra mujer! Yo los seguí y descubrí, los encontré sin ropa, arriba de la cama y mi papá cogiéndola y ella bien abierta de patas, como dos animales, ¡como dos perros!—Y al decirlo de nuevo lloró con más fuerza aún.
–¡Cállate, hijo, don Javier no tiene porqué saberlo!
–¡Claro que sí! Él es el único que me ha tratado con amor y cariño y merece saber que mi papá te engaña…¡Con mi propia abuela, con tu mamá!
Yo escuchaba todo eso atónito.
–¡Mamá, por eso te he pedido muchas veces que nos vayamos de aquí, que busquemos ser felices lejos de mi papá y de toda su pinche familia! Y hoy, frente a don Javier te lo vuelvo a pedir: ¡déjame ir a vivir con él por favor, mamá!
Sorprendido ante el giro que tomaba este asunto, solamente atiné a decir:
-Para mí sería un honor adoptarte, Rafita,– y al decirlo lo estreché en mis brazos y cubrí de besos su rostro.
–¿O qué estás esperando, mamá? Qué también les hagan lo mismo que nos hicieron a Lucía y a mí a mis hermanitos más chicos?
–¡Nooooo, Eso no lo voy a permitir!—exclamó su mamá , y enjuagando sus lágrimas se incorporó.
Y dirigiéndose a mí me dijo:
–Don Javi, ¿Puedo pedirle un favor?
–Claro, estoy para apoyarla…
–Llévese por esta noche a Rafita, a Lucy y a Fer a su casa. Voy a esperar a mí marido para hablar muy seriamente con él. Es muy violento conmigo y no sé qué pueda pasar y no deseo mis hijos estén presentes por lo mismo.
–Con gustó, Sra. Julia.
Echó apresuradamente algo de ropa y juguetes de sus hijos en una bolsa de plástico y los despidió pidiéndoles se portaran bien.
Fer, de dos años, no quería separarse de ella, pero Rafita lo cargó y llevó a mí vehículo. La pequeña Lucy lloraba en silencio pero se dejó conducir.
Así que los llevé a mí casa de campo, a salvó de miradas indiscretas. De paso, llegué a comprar pizza, hamburguesa, sodas y algo de bebida para mí.
Al llegar, les pedí bañarse muy bien, les desnudé y llené el jacuzzi para que ellos se divirtieran en el. Era algo en verdad muy hermoso verlos jugar en el agua.
Froté sus cuerpos con agua y jabón y sus cabellos con shampoo para niños. Puse especial atención en lavar muy bien sus culitos y genitales. Los sequé y peiné, puse crema humectante en sus lindos cuerpos y una bata a cada uno y los conduje a la sala comedor.
Cenamos lo que había llevado, encendí algunos leños en la chimenea, me serví un generoso trago de tequila y encendí el televisor para que vieran una película infantil en él.
Fer y Rafita a mi lado y Lucy al lado de Fer, los dos nenes se pegaban a mí buscando calor y cariño y Lucy se subió en mí.
¡Ufffff! Sentir esa conchita sobre mi verga provocó que esta despertara. Yo estaba en pijama, solamente.
Deslicé una de mis manos hacia su vaginita para tocarla un poco. Ella se dejaba hacer mientras soltaba lindas risitas.
Me bajé el pijama y subí su bata, para colocar mi pene entre sus piernas y frotar con él y mis manos su vaginita, a la vez que besaba dulcemente su cuello y mejillas.
La levanté cuidadosamente y la llevé a mí recámara. Rafita, adormilado, preguntó:
–¿A dónde lleva a mí hermanita, don Javi?
Yo: A mi cuarto, vamos a jugar un poco…
Rafita:Pues yo también quiero jugar…
–Y yo!—Dijo Fer, inocentemente…
R: Cállate, pendejo, tú aún estás chiquito para jugar a lo que jugamos.
Ante su respuesta y regaño, el pequeño Fer comenzó a hacer pucheros y a gimotear un poco mientras unas lágrimas asomaban a sus tiernos y bellos ojos.
Yo: No le hagas caso a tu hermano, vente, Fer…
Y lo tomé de la mano y con Lucy abrazada a mí nos dirigimos a la recámara.
Les pedí despojarse de sus batas y acostarse boca arriba para acariciar sus cuerpecitos, besarlos y después dirigir mis labios, lengua y boca a sus pequeños genitales.
¡Lamer, besar y chupar la conchita de Lucy fue en verdad fantástico!
Luego, les pedí acomodarse boca abajo, apoyar su cara en el colchón, parar sus nalguitas y ofrecerme sus culitos para deleitarme alternadamente en ellos con mi boca y frotando mi pene en ellos.
A Fernando le encantó jugar así, entre risitas de alegría y placer instintivamente echaba su cuerpecito hacia atrás y adelante para frotarse en mi pene.
Luego, me acosté boca arriba y los invité a jugar con mi pene. Era una verdadera delicia verlos disputarse y jugar con sus lengüitas en mi pene, chuparlo, besarlos, recorrer toda su extensión con sus lengüitas traviesas.
Fer y Lucy imitaban de maravilla a Rafita.
Le pedí a Rafita jugara con Fer mientras yo gozaba a su hermanita, y así lo hizo, a regañadientes.
Senté a la pequeña Lucy en el borde de la cama y coloqué una de mis manos en su nuca, dirigí mi verga a su boquita que ella abrió para comerse casi la mitad de ella. Comencé a follar suavemente y con cuidado su boca mientras de reojo veía cómo Rafita y Fer hacían un rico 69, mientras Fer chupaba el pene de Rafita, este hupana y lamía el ano de su hermanito y metía en él uno y después dos dedos que Fer aguantó con algo de dolor.
Puse en cuatro a Lucy y empecé por dilatar su virginal trasero con mi boca y lengua, y después con mis dedos mientras ella gemía y soltaba dulces risitas. Rafita hacía lo propio con Fer, lo puso en cuatro y colocó su penecito en la entrada de su anito.
–Con cuidado, Rafa, recuerda—le dije—poco a poco…
Él así lo hizo y sin esfuerzo introdujo su pequeño pene en su hermano para cogerlo hasta tener un orgasmo con un poquito de su líquido transparente.
Yo puse mi glande en el culito de Lucy, froté en el y después de aplicarme abundante gel, metí en su apretadito culito mi glande.
Ella gritó y lloró un poco, la tranquilicé mientras Rafita le echaba porras y le decía que aguantara. Después de unos minutos avancé en pausas hasta enterrar toda mi verga en ella para iniciar un lento meteisaca.
Ella al principio se dolía pero luego gimió ante la sorprendida y alegre mirada de Rafita y la creciente curiosidad de Fer, quien se tocaba su penecito y colita.
Saqué mi verga, giré el cuerpecito de Lucy y lubriqué su vaginita para cogerla ahora por ahí.
Sus huequitos estaban muy apretaditos, sólo aguantó poco más de la mitad de mi miembro antes de pedirme parara de meterla.
Haciendo caso, comencé un rico vaivén hasta sentir próxima mi eyaculación.
Sacando mi pene, disparé mi semen en su conchita, pancita y pechitos.
Fer, asustado, veía todo aquello. Curioso, tomó un poco de mi semen y lo llevó hacia su boca…
C. O. N. T. I. N. U. A. R. Á…
Excelente relato. como sigue?
Como sigue?
Que rico… me encanta tu forma de narrar. Me tienes enganchado a la historia.
Como sigue?